VIDAS Y MUERTES PARALELAS

Para Johan Antonio Severiche González, gran sobrino e inmenso sacerdote colombiano y admirador excelso del primer rioplatense ejemplar; y para Federico Riet Sapriza, amigo, colega y científico uruguayo e insigne admirador del otro rioplatense ejemplar

¡Amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, en abril 21 y mayo 13 murieron en los Estados del Vaticano y el Uruguay dos grandes hombres latinoamericanos: El Papa Francisco -PF- o el 266º Jerarca de la Iglesia católica -el primero procedente de América-, arropado con el amor de Santa María, y José Mujica -JM- o el 40º Presidente de la República uruguaya -más conocido como Pepe Mujica -PM-, abrazado por el amor de su Lucía de siempre: un contraste biográfico de estos seres que tuvieron nueve vidas y un apogeo -saber lo que hicieron por los vivos “es la mejor manera de recordar a los muertos-“, es lo que en esta ocasión nos convoca en medio de estos días aciagos en que la política planetaria está en manos de mercaderes y genocidas, quienes la precipitan al abismo insondable de la guerra y la disputa mezquina de los aranceles.

Mientras la primera vida de Jorge Mario Bergoglio Sívori -JMBS- inició en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936 cuando nació en el seno de una familia católica en el barrio de Flores, conformada por Mario José Bergoglio -contador y empleado ferroviario nacido en Portacomaro-, que tuvo que emigrar de Italia debido al avance del fascismo;y Regina María Sívori -ama de casa- nacida en Buenos Aires, hija también de inmigrantes procedentes de las regiones italianas de Piamonte y Génova. La primera vida de José Alberto Mujica Cordano -JAMC- empezó en el barrio Paso de la Arena de Montevideo cuando el 20 de mayo de 1935 nació de la unión de Demetrio Mujica Terra y Lucy Cordano Giorello; por línea paterna, José Alberto fue descendiente de vascos, que en 1842 llegaron a Uruguay, con origen en la localidad vizcaína de Múgica, y también de este lado estaba emparentado con políticos reconocidos del Uruguay; y por línea materna, su ascendencia era italiana. De esta manera, los dos niños nacieron en barrios humildes repletos de arena y flores en la década de los 30, a orillas del Río de la Plata, descendientes de sencillos inmigrantes italianos que buscaron suerte en el sur del continente americano.

La segunda vida de JAMC estuvo marcada por su padre que “era un señor con tierras que se las arregló para perderlas y morirse antes de que él cumpliera siete años; lo crió su madre, chacarera laboriosa, hija de un… italiano tan chacarero y laborioso como ella. José empezó a ayudarlos muy chiquito; le gustaba leer pero le gustaba más la tierra que el colegio.” (Caparrós, 2025) Y la infancia de JMBS estuvo marcada por el crecimiento en un hogar arraigado a los orígenes italianos y católicos, siendo bautizado y matriculado religiosamente; además, tuvo una estrecha relación con sus abuelos, especialmente con su abuela Rosa Vasallo, y luego estudió en una escuela secundaria industrial, en la que se graduó como técnico químico, tras lo cual estuvo trabajando en un laboratorio, realizando análisis bromatológicos destinados a controlar la higiene de productos alimenticios. Ya en esa época había surgido su vocación religiosa. De este modo, ambos comenzaron a diferenciarse un poco, pero los dos muy seguros de labrar su propio camino.

En la tercera vida, a José Alberto “la facultad le pareció demasiado y la dejó temprano; mientras tanto, militaba en intentos diversos: desde un grupo anarquista hasta el partido Blanco, la tradición nacionalista de Uruguay.” (Ibíd) Y fue un dirigente de su juventud que “viajó en 1960 a La Habana, donde escuchó al argentino Guevara, ideal-tipo del guerrillero latinoamericano, que les pedía que aprendieran en la “extraordinaria universidad de la experiencia y el contacto vivo con el pueblo, con sus necesidades y sus anhelos”.” (Ibíd) Mientras JM seguía buscando su lugar, Jorge Mario comenzó a crecer una fuerte vocación religiosa, pero en su juventud, una enfermedad hizo que fuese sometido a una operación quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón; en 1957 decidió convertirse en sacerdote e ingresó al seminario del barrio Villa Devoto y al noviciado de la Compañía de Jesús. Entre 1958 y 1960, culminó sus estudios en el juniorado jesuita de Santiago (Chile), donde también ingresó al curso de Ciencias Clásicas y profundizó sus estudios de historia, literatura, latín y griego. Así, ellos, desde muy jóvenes, tuvieron la certeza de que querían aprender y trabajar por la gente menos favorecida de sus naciones, y supieron que era fundamental acercarse al pueblo, conocer de primera mano de sus necesidades y anhelos.

En la cuarta vida, según el autor y periodista argentino Martín Caparrós, cuando JM cumplió sus treinta años, se incorporó al Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, un grupo muy reciente que tomaba su nombre de Tupac Amaru, líder y mártir inca de fines del siglo XVIII. Tupamaros era un partido de izquierda armada en unos años en que cada país latinoamericano los tenía: su diferencia fue que desecharon el modelo cubano de pelear en la selva o la sierra y prefirieron la ciudad. Al principio se dedica-ron a “expropiar” armas y dineros; medio siglo después, Mujica aún insistía en que hay pocos crímenes peores que fundar un banco -“ganar plata con la plata de otros es como un destilado, la quintaesencia del capitalismo”- y que es “la cosa más linda entrar a un banco con una 45 en la mano: todo el mundo te respeta”, decía y se reía, socarrón. Ellos lo hacían sin mucho arte ni preparación: en uno de sus primeros intentos, la “expropiación” de una empresa textil, Mujica cayó preso. La policía buscaba a un tal “Facundo”, militante de los más temidos, pero no sabían que era él, así que pudo pasar por un ladrón común y le dieron ocho meses de cárcel; su madre sufrió mucho cuando se enteró de que su hijo le había salido delincuente.

“Ya en libertad, Facundo entró en la dirección de los Tupas, que trataban de consolidarse como una organización armada amable, que daba golpes imaginativos, violentos pero lo menos violentos que pudieran: tras asaltar una empresa denunciaban sus fraudes, secuestraban diplomáticos imperialistas para pedir rescates, repartían el producto de sus robos en los barrios pobres.” (Ibíd) Por su parte, el cura jesuita Bergoglio, en 1964 y 1965, ejercía la docencia como profesor de Literatura y Psicología en la escuela jesuita Inmaculada Concepción de Santa Fe, y siendo párroco fue nombrado superior provincial de los jesuitas en Argentina desde 1973, en donde también continuó sirviendo a la juventud y pobrería como Facundo, quien estaba plenamente convencido de que estando en la guerrilla en aquel entonces era la mejor forma de hacerlo.

Una tarde de mayo de 1970, Facundo tomaba una cerveza con otros dos hombres en un bar del centro de Montevideo, cuando entraron varios policías y les pidieron sus papeles, Facundo les contestó con su pistola: “Estos son mis papeles”, dicen que dijo, altivo, disparando. “Hirió a uno, lo hirieron, intentó escapar; ya caído en la calle las fuerzas del orden le metieron cinco tiros más: agonizaba. Pero lo llevaron, pese a todo, a un hospital donde un cirujano simpatizante de la causa lo salvó”, de acuerdo con Martín Caparrós. Así se acabó la quinta vida del guerrillero tupamaro que no obstante consolidó su posición política; mientras tanto, la quinta vida del sacerdote jesuita terminó cuando fue nombrado rector del Colegio Máximo y de la Facultad de Filosofía y Teología del Partido de San Miguel entre 1980 y 1986, nombramiento que también consolidó su pasión eclesiástica.

En la sexta vida, al recuperarse el guerrillero tupamaro lo llevaron a una cárcel de máxima seguridad, junto a muchos de sus compañeros. Allí organizaron una fuga masiva cavando un túnel que permitió que 106 reclusos se escaparan. JM -que ahora era Emiliano- fue detenido más o menos pronto. Volvió a escaparse, lo recapturaron, otra vez se escapó y otra vez fue breve. En marzo de 1973 los militares uruguayos dieron un golpe y se sirvieron el poder. Los Tupamaros estaban golpeados, pero no desmantelados: para controlarlos, los militares sacaron de la cárcel a nueve dirigentes y los mandaron a distintos cuarteles del país en condición de rehenes. (Ibíd) Un mayor Niño, encargado de esas operaciones, se lo explicó muy claro a uno de ellos: “Traigo una resolución del Comando General del Ejército: estás condenado a muerte. Cualquier atentado que se produzca afuera vamos a limpiarte. Y tú sabés que eso es muy fácil porque se simula una fuga y ya está.” (Ibíd)

Durante los doce años siguientes, continúa Caparrós, Emiliano estuvo preso solo, en solitario, solo, sin libros, sin remedios, sin cama ni letrina, casi sin agua, casi sin comida, con pocas esperanzas. Dos de esos años lo tuvieron en el fondo de un aljibe, sin luz, sin movimientos; perdió todos sus dientes, no podía contener su vientre, oía voces siniestras, aprendió a escuchar a las hormigas: “En el pozo descubrí que las hormigas gritan: basta con acercarlas al oído para comprobarlo”, contaría más tarde y que, como no le daban agua, bebía su propia orina. A veces, cuando podía, recordaba a aquella chica rubia, compañera, que había conocido en una de sus fugas o acciones militares, en una de la cual pudieron conversar cuando ella tuvo que hacerle un documento falso. A veces, cuando la desazón no lo vencía, deseaba con todas sus fuerzas que estuviera viva y, si acaso, que no hubiera sabido olvidarlo.

Por el lado del sacerdote, en su sexta vida, todo era calma y regocijo religioso en un breve paso por Alemania y por Buenos Aires, y luego se estableció en la provincia argentina de Córdoba durante seis años, años en que también sufrió y vivió angustias porque ocultó a perseguidos por la también dictadura argentina de aquella época. De este modo, hay un fuerte parentesco entre ambas figuras, pues, los dos fueron testigos de las atrocidades y del horror de las dictaduras que sufrieron sus países, pero que terminaron por reafirmar estas dos vidas: Mujica fue para Uruguay como Bergoglio para Argentina.

La séptima vida de Emiliano Facundo comienza cuando la dictadura militar uruguaya, después de 12 años de intentar transformar al país en un cuartel católico, “no lo consiguió y, en 1985, debió capitular y aceptar el retorno de la democracia. Una de las primeras medidas del nuevo Congreso fue liberar a los rehenes tupamaros. Cuando José Mujica –ya totalmente “el Pepe”– salió del último cuartel era una ruina humana sorprendida por esa multitud que lo esperaba. Él ya era otro” (Caparrós, 2025): tenía 50 años, sin embargo, la cárcel y las torturas lo hacían parecer bastante más. “Muchos le reconocían el valor de haberse jugado la vida en sus tiempos de dirigente guerrillero”, actividad legitima en aquel entonces porque para muchos parecía la única salida; mas hoy está perdida; por eso, ahora resulta difícil de entender. “Algunos le reprochaban su pasado de violencia pero, para la mayoría, era sobre todo la víctima por excelencia de la barbarie de la dictadura.” (Ibíd)

Así terminaba, en esos días, el PM su séptima vida. En aquellas semanas lo llamaban para que participara en mítines y encuentros: “hablaba lento, pícaro, sencillo, con la cabeza baja, para decir sin énfasis que él y sus compañeros no tenían una línea o un programa que ofrecer, que acababan de salir a la calle después de tantos años, pero sabían que las ideas de base seguían siendo las mismas: lograr que todos vivieran como iguales. Mujica, en sus discursos, era tan diferente: no era un jefe queriendo convencerte de algo; era un viejo charlando. Y sin embargo mantenía convicciones firmes: “Los que somos de izquierda somos filosóficamente distintos. El hombre es el problema, pero también es la esperanza. No vinimos a la vida pa’ explotar a los demás, pa’ chuparle la sangre a otros, vinimos a convivir. (…) No dejen que les roben la vida. No dejen que les cambien los sentires…” (Ibíd) Mientras tanto, el carácter y la séptima vida espiritual del párroco Bergoglio llamaba “la atención del cardenal Antonio Quarracino y, el 20 de mayo de 1992, Juan Pablo II designó a Bergoglio obispo titular de la diócesis de Oca y uno de los cuatro obispos auxiliares de la arquidiócesis de Buenos Aires.” (Wikipedia) Siendo así, ambos continuaron su parecido en política y religión, campos en los que se movieron sirviendo al prójimo con un humanismo insuperable.

 

El gran líder de la Iglesia católica, apostólica y romana en audiencia privada con el presidente del país más laico de Latinoamérica. Vaticano, 2013

En la vida octava, JMBS luego de desempeñarse como vicario general de Quarracino, el 3 de junio de 1997 fue designado arzobispo coadjutor de Buenos Aires con derecho a sucesión, por lo que ocupó el cargo de su mentor en el episcopado tras su muerte; el 28 de febrero de 1998, se convierte además en el gran canciller de la Universidad Católica Argentina. Por el lado de la vida octava de JAMC también sucedía un ascenso, pues, los ex presos tupamaros como él y muchos miles más formaron un partido que se integró en el Frente Amplio, “una alianza de izquierda y centro izquierda armada en los ’60 para romper el bipartidismo de siglo y medio de historia uruguaya`. Mujica era uno de sus referentes; se había juntado con la rubia, Lucía Topolansky, y vivían en la vieja chacra de los suburbios de Montevideo. Mujica la cultivaba él mismo con un tractor cachila; su vida era su amor, su militancia, su trabajo embarrado, sus mates en el banquito de la huerta. En 1995 su partido consiguió los votos necesarios para que él y varios más llegaran al Congreso. (Caparrós, 2025) De su primer día de diputado se cuenta que llegó vestido como siempre, rotoso, campesino, en su Vespa despintada y vieja, y que, cuando la quiso estacionar, un guardia le dijo que ése era el lugar para los autos de los diputados y si pensaba dejarla mucho tiempo. “Si no me echan antes, cinco años”, le contestó, con su sonrisa cachadora, el Pepe.” (Ibíd)

La novena vida del arzobispo Jorge Mario comienza cuando el Papa Juan Pablo II lo nombra como cardenal presbítero de San Roberto Belarmino el 21 de febrero de 2001. Tras la muerte de dicho pontífice, el 2 de abril de 2005, fue considerado como uno de los candidatos para ocupar el trono de san Pedro, cargo para el que fue elegido finalmente el alemán Joseph Ratzinger, quien adoptó el nombre de Benedicto XVI. Bergoglio fue presidente de la Conferencia Episcopal Argentina durante dos períodos consecutivos, desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. Entre tanto, la novena vida del senador José Alberto inicia en 2000 al convertirse en una figura nacional en la que llamaba la atención que siguiera viviendo como siempre: “Tenemos claro que hay que pensar sencillamente en vivir como pobres, vivir en la igualdad de los más.”

Su estilo simple, sus palabras claras, concitaban adhesión y votos: “Yo pertenezco a una generación que pensaba que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina, mi juventud pertenece al mundo de la ilusión. El paso de la historia nos demostró que era mucho más difícil. El verdadero cambio está dentro de la cabeza. Muchos que eran de convicción socialista emigraron hacia el capitalismo y después hay otros, como yo, que tratamos de administrar lo que podemos del capitalismo. Pero la solución no es el capitalismo; hay que encontrar otra cosa, otros caminos. Nosotros pertenecemos a esa búsqueda”. (Ibíd) En 2005 el candidato presidencial de su partido, Tabaré Vásquez, un médico atildado de origen católico e ideas progresistas, ganó las elecciones; Mujica fue su ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.  

Estos dos seres singulares siguieron ascendiendo hasta llegar a la cúspide del poder cuando en el caso del religioso el 13 de marzo de 2013, el cónclave que se celebró tras la renuncia de Benedicto XVI eligió como máximo jerarca de la Iglesia al cardenal Bergoglio, quien manifestó su voluntad de ser conocido como Francisco en honor al santo de Asís. El Papa Francisco “fue el primer papa no europeo desde el sirio Gregorio III, fallecido en 741, el primer sumo pontífice americano y proveniente del hemisferio sur de la historia y el tercer hispanohablante nativo, después de Alejandro VI. Además, es el único papa de origen jesuita hasta la actualidad…” (Wikipedia). Y en el caso del político Mujica, tras llevarse en 2009 las internas de su partido el Frente Amplio, ganó las presidenciales en la segunda vuelta: el 1 de marzo de 2010 un ex guerrillero, ex secuestrado por el Estado, anticapitalista en plena búsqueda, recibió, en medio de una gran manifestación popular, los atributos del cargo como jefe del Estado Uruguayo.

En el ejercicio de su mandato presidencial, JAMC tuvo sus altos y sus bajos. Promulgó la ley del aborto –que su predecesor había vetado– y el matrimonio igualitario: “El matrimonio gay es más viejo que el mundo. Tuvimos a Julio César, Alejandro el Grande. Dicen que es moderno y es más antiguo que todos nosotros. Es una realidad objetiva. Existe. No legalizarlo sería torturar a las personas inútilmente”, dijo entonces, pero probablemente su medida más conocida fue la legalización de la marihuana. Lo hizo en 2013, bajo condiciones bastante estrictas, para intentar separar droga y delincuencia: “El consumo de cannabis no es lo más preocupante, el problema real es el tráfico de drogas”, dijo, y dispuso­ que el Estado se ocupara de regularlo y controlarlo. “El tema es robarle el mercado al narcotráfico como mejor manera de combatirlo…”, agregó. También consiguió bajar el desempleo y aumentar el salario real; no pudo, en cambio, reformar el sistema educativo –por la oposición de los sindicatos. Y, para sorpresa de muchos, no quiso juzgar los crímenes de la dictadura: “La justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió”, dijo en una entrevista. “Era difícil, en ese tema, rebatir a una víctima tan víctima”, conceptúo el citado escritor Martín Caparrós.

Pero nada le salió tan bien al PM como la construcción de sí mismo. En todo el planeta aparecieron notas sobre “el presidente más pobre del mundo”, que donaba el 90 por ciento de su sueldo para emprendimientos sociales y, en lugar de mudarse a la residencia oficial, se quedó en su chacra con su compañera Lucía y Manuela, su perra de tres patas, y su viejo Volkswagen celeste de 1987. “Es bueno vivir como se piensa porque de lo contrario pensarás como vives”, reafirmaba Lucía Topolanski. Y cuando terminó su mandato en 2015, se lo entregó a Tabaré Vásquez y se despidió: “Querido pueblo, gracias. No dudes que si tuviera dos vidas las gastaría enteras para ayudar a tus luchas, porque es la forma más grandiosa de querer la vida que he podido encontrar a lo largo de mis casi 80 años. No me voy, estoy llegando, me iré con el último aliento, y donde esté estaré por ti, contigo, porque es la forma superior de estar con la vida”. Así, se acababa el apogeo de su vida.

En el ejercicio de su papado, JMBS tuvo sus altos y sus bajos como JAMC en su mandato. Durante su pontificado, el PF apoyó una mayor inclusión de mujeres en la Iglesia católica aunque poco logró, defendió valores de justicia social, tuvo un trato más acogedor con las personas LGBT que los papas anteriores, apoyó acciones para combatir el calentamiento global, defendió a los migrantes y rechazó las políticas hostiles contra ellos, rechazó las guerras de Rusia e Israel contra Ucrania y Palestina aunque poco alcanzó. Conocido por su humildad y su adhesión a la pobrería y sencillez, residió “en la Casa de Santa Marta en lugar de la residencia papal del Palacio Apostólico Vaticano usada por sus antecesores desde 1903. Asimismo, se caracterizó por su sentido del humor​ y por decidir llevar una vestimenta papal más austera. También destacan sus iniciativas de reforma de la curia romana” (Wikipedia) propugnando “soluciones en temas complejos que incluyen la transparencia en las finanzas vaticanas, la coherencia entre la misión evangelizadora y la actividad económica, la simplificación de la burocracia, la eficacia de la comunicación, la nulidad matrimonial, la lucha contra la pedofilia y los abusos y la protección de menores…” (Ibíd); mas poco se avanzó en esto último. En todo caso, he aquí el legado de Francisco, el hombre; el hombre que llevó cabo uno de los cambios más importantes en la doctrina social de la Iglesia.

Parafraseando a Juan Gabriel Vásquez (2025) sintetizo que las muertes del Pepe Mujica y el Papa Francisco, estos ejemplares extrañísimos de la izquierda latinoamericana y de la religión católica, han servido para que se hable durante unas días -se hablará sin duda durante muchos meses- de todo lo que la política y la religión podrían ser y casi nunca son. Mujica y Bergoglio eran dos hombres sabios sin alharaca ni fastuosidad, y se habían ganado la sabiduría a punta de férrea disciplina y de servir a los demás con sus anhelos y dolores; pasaron por la violencia y vivieron en ella, pero fueron dos de los rarísimos alternativos que saben para qué sirve el fracaso. Los dos se parecían, no sólo por la rara coherencia entre su vidas privadas y sus convicciones públicas, sino porque brevemente pusieron de moda la posibilidad de que los poderes político y religioso sirvieran realmente para mejorar la vida de los ciudadanos. Y no se nos escapa a Juan Vásquez ni a mí que en estos dos casos, como en tantos otros, las imágenes que tenemos los que lo vimos desde fuera puede omitir o ignorar o sufrir sesgos, y no se nos escapa que su presidencia y papado tuvieron errores -el poder es eso que es imposible tener sin equivocarse-; pero aun los que ya hemos perdido algunas ilusiones vimos en sus pasos por la presidencia de Uruguay y el pontificado romano una prueba irrefutable, frente a nuestros ciclos eternos de corrupción, indolencia e idiotez, de que es posible otra forma de hacer las cosas.

Después de su muerte, al expresidente uruguayo lo siguió el 15 de mayo un extenso cortejo fúnebre que acompañó sus restos hasta el minifundio y la modesta casa donde vivían don Pepe y su mujer, Lucía Topolansky, ambos revolucionarios -“por el favor de mi Dios”, habría agregado Violeta Parra-. La tumba quedó bajo una enorme secuoya donde hace siete años también halló paz y vida eterna Manuela, la perra de los Mujica. (Samper, 2025) Por su parte, también en medio de un extenso cortejo fúnebre, el Papa Francisco fue sepultado el 26 de abril en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, siendo con ello el primer papa desde León XIII que está enterrado fuera del Vaticano. En ambas tumbas está impresa una huella clara enfocada de forma constante hacia la obligación de la Política y de la Iglesia para con los pobres, los marginados y, utilizando una expresión propia de ellos, “los que se encuentran en las periferias de la sociedad”.

El adiós del papa Francisco por Rodrigo, 21.04.2025, https://www.eltiempo.com/opinion/caricaturas/el-adios-del-papa-rancisco-3446645.

Parodiando a Martín Caparrós es evidente que el PM y el PF se pasaron sus últimas vidas predicando: decían cosas que otros no decían, decían cosas que otros habían dejado de decir décadas antes, decían cosas que podían respaldar con sus experiencias y con sus historias. En un mundo donde casi nadie resulta creíble, donde tantos confiamos tan poco, el Pepe y el Papa consiguieron ocupar un espacio de confianza y credibilidad, inesperado. Parece mentira que la razón principal sea la sorpresa de ver que alguien con poder vive como dice que deberíamos vivir –y eso sumado a la evidencia de que esos señores no querían nada para ellos o, por lo menos, sin duda, nada material. Sus nueve vidas de casi 90 años fueron dos vidas -murieron recientemente con menos de un mes de diferencia- y eso, sin dudas, es muy extraordinario. Obvio, a ellos, que tienen en común el gusto por el tango y el mate, los unía mucho más que el amor por el imponente río de la Plata al cual miran sus ciudades.

En verdad, José Alberto Mujica Cordano y Jorge Mario Bergoglio Sívori fueron dos viejos queridos y respetados por el trayecto de sus vidas que muchos escuchamos porque ese trayecto legitimaba las cosas que decían. Fueron dos doctos geniales amados que vivieron sin apartarse de lo que pensaban ni aun ocupando las más altas dignidades en sus oficios y, por eso, lo que pensaban era seguido con interés, con reverencia incluso. El Pepe Mujica y el Papa Francisco fueron, durante los años de sus periodos constitucionales -cinco años de presidencia más varios posterior a ella en el que el político cultivó la espiritualidad, y 12 años de pontificado en que el sacerdote mantuvo una actitud política- los viejos sabios de la tribu “–y su tribu era enorme: millones y millones de hombres y mujeres preocupados por el futuro de nuestras sociedades.” (Caparrós, 2025) Definitivamente, el pontífice fue “el Pepe Mujica del Vaticano” y el presidente, “el papa del Estado uruguayo”.

En suma, mientras la biografía de Mujica, con sus errores y sus aciertos, su filosofía austera y humanitaria, llenó “los noticieros y las páginas en los días de su fallecimiento: Un ejemplo de vida. Un hombre coherente y sencillo. Un santo laico. Un arcángel ateo.” (Samper, 2025) La biografía del papa Francisco le ocurrió otro tanto: también un ejemplo de vida. Sus muertes han servido para que se hable durante unas días y meses –pero se hablará sin duda durante muchos años– de todo lo que la religión y política podrían ser y casi nunca son. Estas nueve vidas contrastadas y dos muertes paralelas ilustran una tendencia más amplia: gobiernos que creen que pueden promover selectivamente ciertas fuentes de energía mientras suprimen activamente otras, basándose en preferencias políticas en lugar de necesidades prácticas: dan ganas de citarlos y citarlos, callarse la boca y que hablen estos paradigmas humanos que compartieron una afinidad espiritual e ideológica.

En estos días infaustos en que las izquierdas son timoratas o dogmáticas, autoritarias o infructuosas, frente a una política mundial guiada por delincuentes ultraconservadores y neoliberales que la conducen a la guerra y al inhumano capitalismo despiadado, las palabras del Papa y del Pepe nos interpelaban, nos hacen pensar cosas, nos abren esperanzas. Por eso, mal que les pese, el ex guerrillero, el ex presidiario, el ex presidente y el ex viejo sabio Mujica seguirá hablando mucho tiempo, al igual que el ex profesor, el ex sacerdote, el ex arzobispo, el ex cardenal, el ex papa y el ex viejo sabio Bergoglio: Ellos “fueron protagonistas de la poliética, pues nunca claudicaron en reconciliar sus convicciones con sus actuaciones al frente de sus cargos.” (Llano, 2025) Llegaron a la cúspide, pero siempre fueron ellos mismos; esa es la grandeza, en un mundo de endiosados.

El legado de Mujica por Mheo, 17.05.2025, elespectador.com/opinion/caricaturistas/mh.

En fin, resumo con Fernando Quiroz (2025) este paralelo de nueve vidas -con un apogeo- y muertes: Estos dos grandes lideres pulcros y queridos de la religión y la política renunciaron a los lujos y a la ostentación que suelen ir de la mano del pontificado y de la presidencia. Fueron coherentes con su discurso, en el cual condenaron los excesos del consumismo, y llevaron vidas austeras que se convirtieron en admirables modelos. También fueron modelos en esa difícil materia de respetar a quienes piensan diferente, algo que no es tan común ni en la Iglesia ni en la política. Fueron particulares en sus oficios. Únicos. Bergoglio se convirtió en un papa al que amaban los ateos, y Mujica se convirtió en el político al que admiraban y querían aquellos que desconfían y reniegan de la clase política. De sus homilías y discursos se recuerdan decenas de frases que incomodaron a los poderosos, que pusieron el dedo en la llaga de los corruptos, que señalaron al estiércol del diablo como uno de los grandes males del mundo y pusieron en duda que la felicidad dependiera de su acumulación.

Pienso que a veces el estiércol del diablo y su acumulación desaforada en los caminos de Dios y Hombre son inescrutables: “en el vórtice de las contradicciones –duda y fe, esplendor y miseria, ritual y silencio– la Iglesia” y el Estado giran pero no caen, como esas cúpulas y casas de gobierno enormes que flotan sobre el crucero del templo y del palacio, “ingrávidas en el vacío del alma de un mundo que” necesita religiosos y políticos honestos dados a los humildes que perseveren solos en plazas y parroquias vacías aunque nadie los escuche, claro que el PF y el PM sí fueron escuchados. ¡Amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, entonces, los dejo muy atentos con una frase de cada uno de estos dos grandes latinoamericanos que tanto bien le hicieron a la humanidad. Del papa Francisco: “Para conseguir la paz se necesita mucho más valor que para hacer la guerra.” De Pepe Mujica: “Ser libre es gastar la mayor cantidad de tiempo de nuestra vida en aquello que nos gusta hacer”. También los dejo pronunciando, en vez del consabido descansen en paz, con esta exhortación: Papa Francisco y Don Pepe, que merecen estar en los cielos, recen por nosotros con sonrisa cómplice para asumir auténticamente nuestras vidas con pasión y encaremos valientemente tiranías visibles e invisibles.

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

Caparrós, Martín (2025, mayo 13). Guerrillero, rehén, presidente, filósofo: la vida inmensa de Pepe Mujica. El País de España, Madrid, https://elpais.com/america/2025-05-13/guerrillero-rehen-presidente-filosofo-la-vida-inmensa-de-pepe-mujica.html

Llano Ángel, Hernando (2025, mayo 20). La ‘poliética’ de Jorge Bergoglio y Pepe Mujica. El País de España, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2025-05-20/la-polietica-de-jorge-bergoglio-y-pepe-mujica.html

Quiroz, Fernando (2025, mayo 19). Muertes paralelas. El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/muertes-paralelas-3455388

Samper Pizano, Daniel (2025, mayo 18). AGUA Y ACEITE. Los Danieles y Cambio Colombia, Bogotá, https://cambiocolombia.com/los-danieles/agua-y-aceite

Wikipedia (2025). Biografía de Jorge Mario Bergoglio Sívori. USA, https://www.google.com/search?q=jorge+mario+bergoglio+s%C3%ADvori+biografia+wikipedia&rlz=1C1GCEU_esES1161ES1161&oq=Jorge+Mario+Bergoglio+S%C3%ADvori&gs_lcrp=EgZjaHJvbWUqCAgBEEUYJxg7M

Vásquez, Juan Gabriel (2025, mayo 7). Javier Cercas y el viaje hacia los otros. El País de España, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2025-05-07/javier-cercas-y-el-viaje-hacia-los-otros.html

10 respuestas a «VIDAS Y MUERTES PARALELAS»

  1. Excelente paralelo. Dos seres con los que la humanidad recupera valores auténticos.
    Me ha permitido recordar también las sanguinarias dictaduras militares del Cono Sur. Militares que dispensaron la muerte a diestra y siniestra, bajo la égida de las políticas estadinenses. En Colombia, también tuvimos en Rojas Pinilla, el carnicero del napalm, que sucedió al régimen de exterminio de Laureano Gómez.

  2. Tío, gracias por la dedicatoria que le hace a mi hermano Johan; me encantó esa narrativa de los dos hombres. A pesar de pertenecer a ámbitos distintos la política y la religión, Mujica y el Papa Francisco coinciden en una visión humanista, solidaria y crítica del modelo de desarrollo actual. Dos líderes que dan ejemplo desde sus perspectivas ideológica y humana. ¡Paz en sus tumbas!

  3. González, Latinoamérica tiene dos arquetipos para ser emulado en su ideología puesto que lucharon para que el ser Humano fuese persona de Bien de acuerdo con sus planteamientos aquí expuestos, serán seres difícil de ser olvidados por sus vivencias en pro de un Buen existir. Valiosa su Narrativa.

  4. Es muy estimulante y profundo este escrito, que nos recuerda la verdadera humanidad de los humanos, aparentemente refundida en el ambiente frívolo del comercio del capitalismo salvaje .
    Felicitación a mi amigo Dairo por su sensibilidad de ser humano!…

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