MEMORIAS DE MIS PUTAS TRISTES, EN AGOSTO NOS VEMOS

Amables lectores exigentes, con motivo del estreno mundial de la transformación en serie en Netflix del mítico e histórico Macondo de Cien años de soledad -CAS- y la conmemoración de los 10 años de la muerte de Gabriel García Márquez -GGM-, contrastaré en este alegre diciembre esperanzador sus dos novelas cortas denominadas Memorias de mis putas tristeMPT- y En agosto nos vemosEAV-, escudriñando diferencias y semejanzas desde los ángulos más obvios a los más rebuscados -oscuros y difíciles-.

Estos nombres novelísticos son diferentes al igual que el año de su publicación: el primero lo fue en 2004 y el segundo 20 años después, a los 10 precisamente de muerto su autor. Esto, aunque obvio, es sorprendente porque el 2024 se convierte en un año póstumo importante para El hechicero mayor de Macondo.

“Al escritor no lo mata nadie. Ni siquiera la muerte”, decía él en una entrevista concedida a El Tiempo un año después de haber ganado el Nobel de Literatura. Aquellas palabras, según López (2024), no son más que una pequeña muestra de su personalidad y literatura. Suenan hasta proféticas, pues hasta el día de hoy no conozco un escritor muerto más vivo que Gabo. No es solo por el éxito en ventas que tuvo su terminada novela MPT o casi terminada EAV, ni tampoco por las múltiples y novedosas reediciones de CAS. Ni siquiera por la recién anunciada serie de Netflix. GGM sigue vivo por la vigencia de los temas que aborda en sus libros y la frescura de su prosa.

Volvió a la isla el viernes 16 de agosto en el transbordador de las tres de la tarde. Llevaba pantalones vaqueros, camisa de cuadros escoceses, zapatos sencillos de tacón bajo y sin medias, una sombrilla de raso, su bolso de mano y como único equipaje un maletín de playa: es el inicio atrapador de EAV que termina festivamente: Dos horas después, Ana Magdalena le dio una última mirada de compasión a su propio pasado, y un adiós para siempre a sus desconocidos de una noche y a las tantas y tantas horas de incertidumbre que quedaban de ella misma dispersas en la isla. El mar era un remanso de oro bajo el sol de la tarde. A las seis, cuando el marido la vio entrar a la casa arrastrando sin misterios el saco de huesos, no pudo resistir su sorpresa.

Es lo que queda de mi madre –le dijo ella, y se anticipó a su espanto–. No te asustes –le dijo–. Ella lo entiende. Más aun, creo que es la única que ya lo había entendido cuando decidió que la enterraran en la isla.

Por su parte, MPT comienzo magistralmente así: El año de mis noventas años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. (p. 9) Y su final también magistral es: Salí a la calle radiante y por primera vez me reconocí a mí mismo en el horizonte remoto de mi primer siglo. Mi casa, callada y en orden a las seis y cuarto, empezaba a gozar los colores de una aura feliz. Damiana cantaba a toda voz en la cocina, y el gato redivivo enroscó la cola en mis tobillos y siguió caminando conmigo hasta mi mesa de escribir. Estaba ordenando mis papeles marchitos, el tintero, la pluma de ganso, cuando el sol estalló entre los almendros del parque y el buque fluvial del correo, retrasado una semana por la sequía, entró bramando en el canal del puerto. Era por fin la vida real, con mi corazón a salvo, y condenado a morir de buen amor en la agonía feliz de cualquier día después de mis cien años. (p. 109)

Así, en ambas narraciones existe una conexión de ruptura en GGM: erosiona la moral convencional. MPT trata el amor de un nonagenario por una adolescente virgen; es decir, explora un asunto tabú: la pederastia o amor e inclinación sexual hacia niños o adolescentes de cualquiera de ambos sexos. EAV “es la historia de una mujer de 46 años que se rebela y vive sus propios deseos, rompe las cadenas sociales en una sociedad patriarcal, se acuesta con otros hombres, azarosa y estratégicamente, sin dejar de amar a su marido. La infidelidad aquí no es lo primordial, es asumir el cuerpo como una decisión de libertad.” (Carvajal, 2024)

En el centro la pederastia -del griego Paidós, niño, y erastés, amante- o la pedofilia -también del griego paidós y filia- está lo erótico directamente vinculado al ideal de belleza de las antigüedades griega y romana, donde la pederastia era un venerable rito de iniciación sexual, pero que “en la Edad Media y por la influencia judeocristiana tomó el calificativo de pecado nefando. Si nos atenemos a la comparación histórica y al principio de que todo lo que es humano nos atañe» (Cela, 1986: 58), los mundos antiguos griego y romano pueden «ayudarnos a ahuyentar muchos de los fantasmas heredados de unos dogmas quizá demasiado poco humanos.” (Ibíd) Y en el centro de la libertad –-proviene del latín libertas, -atis y significa la condición de quien es libre política y jurídicamente–- gira el valor trascendental de la capacidad de actuar de acuerdo con la propia voluntad, sin estar determinado por circunstancias externas, e implica la posibilidad de elegir y actuar de acuerdo con los propios valores, creencias y deseos.

Parafraseando al presidente Petro hay que agregar que, si los seres humanos pierden su condición erótica y su libertad total serán esclavos. El día en que los seres humanos dejen entrar las barreras de la cárcel a su sana sexualidad responsable, el día en que su erotismo y libertad se le arrodillen a la censura, ese día, los seres humanos serán esclavos. Cuando el poder invade la intimidad ya no hay libertad ni humanidad, pues, el orgasmo o la “trilla de fuego” es el calor libertario de los seres humanos. La libertad es un principio fundamental del ser, siempre que no se violen derechos de los demás.  “Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”, sentencia Octavio Paz en su Libertad bajo palabra.

Así, en ambas novelas hay un despliegue de erotismo libertario desbordante que nos inunda como un torrente. Un ejemplo en MPT sería: La noche de su cumpleaños le canté a Delgadina la canción completa, y la besé por todo el cuerpo hasta quedarme sin aliento: la espina dorsal, vértebra por vértebra, hasta las nalgas lánguidas, el costado del lunar, el de su corazón inagotable. A medida que la besaba aumentaba el calor de su cuerpo y exhalaba una fragancia montuna. Ella me respondió con vibraciones nuevas en cada pulgada de su piel, y en cada una encontré un calor distinto, un sabor propio, un gemido, y toda ella resonó por dentro con un arpegio y sus pezones se abrieron en flor sin tocarlos.

Este personaje es un profesor de bachillerato solterón y nonagenario al que sus malquerientes apodan Mustio Collado por su alusión constante a unos versos de la Canción a las ruinas de Itálica del poeta e historiador español del siglo XVII Rodrigo Caro: “Estos, Fabio, ay dolor, que ves ahora, campos de soledad, mustio collado, fueron un tiempo Itálica famosa”. Él se extasia “con la dormida desnudez de la chiquilla, la besa con ternura sin límites, como se pudo apreciar, y la idolatra como se idolatra un amor asimétrico o imposible.” (Mejía, 2024)

Por su parte, EAV hace este despliegue erótico también libertario y desbordante: Al cabo de una hora larga de susurros banales empezó a explorarlo con los dedos, muy despacio, desde el pecho hasta el bajo vientre. Siguió con el tacto de sus pies a lo largo de las piernas y comprobó que todo él estaba cubierto por un vello espeso y tierno como el musgo de abril. Luego volvió a buscar con los dedos el animal en reposo y lo encontró desalentado pero vivo. Él se lo hizo más fácil con un cambio de posición. Ella lo reconoció con las yemas de los dedos: el tamaño, la forma, el frenillo acezante, el glande de seda, rematado por un dobladillo que parecía cosido con agujas de enfardelar. Contó al tacto las puntadas, y él se apresuró a aclararle lo que ella se había imaginado:

 —Me circuncidaron de adulto.Y agregó con un suspiro—: Fue un placer muy raro.

  —Por fin —dijo ella sin clemencia— algo que no fue un honor.

Se apresuró a mitigarlo de golpe con besos tiernos en la oreja, en el cuello, él la buscó con los labios y se besaron en la boca por primera vez. Ella volvió a buscarlo, y lo encontró armado. Quiso asaltarlo de nuevo, pero él se le reveló como un amante exquisito que la elevó sin prisa hasta el grado de ebullición. Ella se sorprendió de que unas manos tan primarias fueran capaces de semejante ternura, y trató de resistir con cocoteos fáciles. Pero él se le impuso con firmeza, la manejó a su gusto y manera, y la hizo feliz. (págs., 29-30)

De este modo, Ana Magdalena Bach -AMB- es la libre mujer madura que camina en su belleza que se embelesa con la dormida desnudez de ese hombre, que besa con ternura sin límites, como asimismo se pudo apreciar, y lo idolatra como se idolatra un amor loco al igual que lo hace Mustio Collado.  

Osuna, El Espectador, Bogotá

En cuanto a la calidad literaria, en la última novela publicada y en la póstuma del autor de Aracataca existe diferencia ya que EAV es un texto no tan compacto aunque su sello garciamarquiano es indiscutible, inconcluso y el escritor no tuvo dominio sobre su edición y publicación; en cambio, MPT es una narración sólida, terminada pero abierta y el escritor colombiano tuvo todo el dominio acerca de su edición y publicación, que está plagada de vocablos de configuración novelesca como sólito, jeme, malapodán, plafondo, gonfia, frémito… Aunque EAV también hay contundentes vocablos como la “conmoción atroz de ternera descuartizada”, la “papada renacentista”, las “manos mudas”, el “terror delicioso”. “Este acompañamiento inusual de palabras, que casi siempre se juntan en gastados lugares comunes, es un golpe a la imaginación para generar sentidos sorprendentes” (Guerrero, 2024) en ambas novelas.

EAV, nos cuenta Cristóbal Pera en su epílogo, tenía que ver con tres novelas breves que compartían un común denominador: Historias de amor de gente mayor. La primera es, por supuesto, MPT, y sobre la tercera, uno de los biógrafos de Gabo, “Dasso Saldívar ha revelado que… iba a ser la titulada Don Rodrigo de Buen Lozano, resucitado por amor. Parece que de esta historia no hay borradores en el formidable legado que atesora la Universidad de Texas…” (Abad, 2024) Entonces, con la ausencia definitiva de Don Rodrigo, podemos decir sin duda que el erotismo liberador es el común denominador de los dos primeros textos de esa trilogía amorosa de gente mayor porque sus protagonistas, sin ningún tapujo, dan riendas sueltas a su sexualidad emancipadora.

Hace veinte años cuando GGM publicó MPT “le cayeron rayos y centellas, abominaciones o groserías, insultos y censuras. Lo políticamente correcto estaba empezando a dominar el planeta y la ideología woke, aún en gestación, ya le exigía a la ficción literaria ser tan casta, embustera o ultramontana como el dogma católico.” (Mejía, 2024). Según este columnista que no tiene rabo de paja, Gustavo Arango afirma que “la crítica reciente juzga a veces a los autores por la moral de sus personajes”. Según estas almas benditas, GGM hizo “apología de la prostitución infantil y/o juvenil” con su novela porque el protagonista se enamora de una virgen adolescente a la que vela el sueño con vetusta y sobresaltada pasión.

Y en cuanto a EAV, “con la consigna de que empiece por allí a ver qué piensa de ese libro, con total desprevención y honestidad, una lectora que no tiene ninguna expectativa y ningún prejuicio frente al autor y su estilo y su gloria oficiales y abrumadores… Qué tal que algún día me llame y me diga que de esos tres títulos el que más le gustó fue esa novela inconclusa y fallida, esa historia de ultratumba y en obra negra” (Constaín, 2024); pero bella novela festiva, sutil y garciamarquiana a cabalidad: “Creo que no hay mayor desgracia humana que la incapacidad para amar”, dice el mismo Mago de Macondo y el poeta Javier Castillo en La grieta del silencio complementa: “El amor es lo único que te conecta con lo de verdad importa.”

Por todo lo anterior, hay que señalar que EAV y MPT no son sus grandes obras como CAS o El amor en los tiempos del cólera, “pero sí recuentos de erudición melómana de la que Gabo no había hecho gala en sus trabajos anteriores. Algo en El otoño del patriarca, cuando el homenaje fue para Bartók, sin mencionarlo.” (Alarcón, 2024) Además,  novelas tardías de GGM “tienen la dignidad de la vejez cuando esta es vital, sagaz y juguetona, más atrevida y honda que la juventud.” (Ibíd) EAV y MPT son novelas calientes como agosto -cómo no acordarme de los Espantos de agosto que evidencia la obsesión de él con ese mes del año-, aunque hayan sido escritas en el diciembre de la vida, cuando el autor estuvo batallando contra el alzhéimer y sus fallas igual que cualquier mísero mortal.

Sea como sea, pues, éstas y las anteriores son las razones del por qué estos dos libros fueron éxitos de venta en Colombia en cada uno de los años en que fueron publicados, aunque son considerados -con justa razón- por la crítica como libros menores que no alcanzan el estándar de genialidad; sin embargo, no por ello pueden ser desestimados. Estas son obras independientes, “con dilemas, situaciones, personajes y un estilo propio, que deben ser analizados y leídos con el mismo juicio al que se someten los grandes trabajos. Porque no se puede pretender llegar a un entendimiento realmente profundo de las grandes obras sin alcanzar primero un entendimiento certero de las pequeñas.” (López, 2024) Como lectores, olvidamos hallar la complejidad en lo simple y breve. “Creemos que un libro voluminoso puede llegar a decir más que uno con pocas páginas, que un lenguaje complejo puede expresar más que uno simple y directo.” (Ibíd)

A pesar de que GGM siempre se negó y rechazó varias ofertas millonarias para llevar al cine su obra cumbre por su complejidad lingüística y narrativa consistente en la sobriedad y en la dualidad que encarnan sus personajes, debemos gozar -no obstante los códigos de representación muy distintos entre sí- la historia de los Buendía tanto en la novela como en la serie de Netflix -sobretodo en la novela donde se vive una experiencia estética inigualable-; pero también debemos leer estos dos textos que son unas exquisitas nouvelles -apenas 110 páginas-, inspirada la primera en La casa de las bellas durmientes, 1961, de Yasunari Kawabata, premio Nobel 1968, “época feliz en que la higienización mental y física no se había aún adueñado de este mundo de duras razones” (Mejía, 2024) cuando aún se podía dar consejos sabios, como este de Rosa Cabarcas, proxeneta de toda la vida de Mustio Collado: “No te vayas a morir sin probar la maravilla de tirar con amor”. 

Y la segunda se inspira en obras de Bram Stoker quien aparece en la novela y es una referencia a que el amor, el deseo, la pasión y el sexo son también historias de miedos y fantasmas; EAV asimismo se inspira en Luz de agosto de William Faulkner, también Nobel, a quien GGM consideraba uno de los autores que inspiró su carrera y eligió el mes de agosto para el título de su novela como un homenaje a esa obra faulkneriana. Además, el nombre de la protagonista, AMB, está basado en la segunda esposa del músico alemán. 

En suma, pues, el profesor “jubilado pero no vencido”, ha sobrevivido con vigor a la furia del puritanismo y la hipocresía moral; y AMB disfruta de su libertad sin ningún tapujo: temas tan esenciales para el entendimiento de la condición humana como la soledad, la muerte y el poder: “Gabo, diez años sin ti se han sentido como Cien años de soledad”. Así, el mejor homenaje a GGM es, sin duda, volver a ver las versiones cinematográficas de sus obras; pero sobre todo volver a leer sus textos inmortales y sus novelas cortas como MPT y EAV. No somos sino eso los seres humanos, las obras literarias, “todas, que nos nombran. Su eco y su recuerdo que vendrán.” Con ellas, a los amable lectores exigentes, hoy les reitero una muy Feliz Navidad y un próspero Año Nuevo.

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

Abad Faciolince, Héctor (2024, marzo 9). ‘En agosto nos vemos’: cuando la lean hablamos. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/hector-abad-faciolince/en-agosto-nos-vemos-cuando-la-lean-hablamos/

Alarcón, Oscar (2024, marzo 18). La Bach de agosto. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/oscar-alarcon/la-bach-de-agosto/

Carvajal, Alfonso (2024, sept. 11). En agosto nos vemos. El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/en-agosto-nos-vemos-3327669

Cela, Camilo José (1986). Enciclopedia del erotismo. Tomo 4. Ediciones Destino: Barcelona.

Constaín, Juan Esteban (2024, marzo 14). Renovado asombro. El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/renovado-asombro-3380317

García Márquez, Gabriel (2004). Memorias de mis putas tristes. Random House Mondadori: Barcelona.

____________________ (2024). En agosto nos vemos. Penguin Random House: Barcelona.

Guerrero, Arturo (2024, abril 5). El Agosto de Gabo y los lectores de a pie. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/arturo-guerrero/el-agosto-de-gabo-y-los-lectores-de-a-pie/

López Enriquez, Juan camilo (2024, dic. 16). La verdadera obra maestra de García Márquez. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/lectores/columnas-del-lector/la-verdadera-obra-maestra-de-garcia-marquez/?cx_testId=98&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=0#cxrecs_s

Mejía, Esteban Carlos (2024, marzo 8). ¿Te gustan las putas tristes? El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/esteban-carlos-mejia/te-gustan-las-putas-tristes/

13 respuestas a «MEMORIAS DE MIS PUTAS TRISTES, EN AGOSTO NOS VEMOS»

  1. Una interpretación de dos obras muy bien argumentada y que, personalmente, me exige una reconsideración sobre dichas novelas. En fin, ¿será que también uno cae en la trampa del moralismo a ultranza que mientras más predica la contención más coarta la libertad?
    Las versiones cinematográficas de una pluma como la de García Márquez me espantan y me inclinan a pensar que potenciales lectores se anularán en lo fácil; estimo que no debe caerse en ese señuelo y que los señores directores de cine deben tener creatividad con guiones propios, como los grandes maestros lo hicieron. Otro es el caso de escritores menores, como Álvarez Gardeazábal, que la película magistral de Francisco Norden le sirvió para catapultar sus medianas novelas.

  2. Estás Obras MPT y EAV, muy famosas por su lenguaje, nos muestran que el amor (sexo) es inherente al ser humano y cada una manifiesta un protagonista que no difiere en nada por ser hombre o mujer que son la misma condición, teniendo en cuenta No violar las Normas sociales para tal fin. Feliz Navidad y muchos augurios en el Año Nuevo González y Flia.

    1. Con la lectura de este Artículo, centrado en la exploración de un tema que siempre me ha causado escozor por los rezagos de mi educación bajo la tutela del catolicismo, y tentado por la magia de las imágenes de la versión de CAS producida por Netflix también, he tomado la decisión de releer la literatura de GGM de una manera más desprevenida, mejor: más libertina.
      Excelente análisis, congratulaciones.

  3. Excelente análisis de estás 2 novelas cortas, las cuales se hacen interesantes, por la forma en que Gabo, maneja la sexualidad, la cual es intrínseca al ser humano y no debe ser considerada pecado, como lo dictaminó la iglesia católica, las leeré con más detenimiento.

  4. La virtualidad transforma el realismo exquisito de la lectura, lo divino de la lectura cambia su esencia en la pantalla.
    Prefiero el libro al libreto, jamás lo real será lo virtual.

  5. Son obras con valor único que hay que reconocer su originalidad del autor… Y la esencia de su mensaje. Entendiendo su honestidad y libertad del expresión, sin caer en censura moralista del oscurantismo religioso.
    Gracias por propiciar la atención sobre ellas. Un libertador abrazo 🤗

Responder a Jose+Fiorenzano Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *