¡LOS DÍAS QUE UNO TRAS OTRO SON LA VIDA!

Para el colombo-español Isaac Camilo González Romero, con motivo de la grandiosa defensa de su tesis doctoral laureada “Transmission Expansion planning under Imperfect Competition” en la Pontificia Universidad Comillas de España, donde ha seguido demostrado convencimiento, disciplina, esfuerzo y humildad. Mi gran torito: ¡congratulaciones y adelante, siempre adelante! 

¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, en medio de tantos temas que sacuden los días y la vida planteando inquietudes existenciales, el verso del poeta colombiano Aurelio Arturo Martínez (1989: 172), que le da título a este escrito, me sirve de umbral para entrar y salir a los días que uno tras otro son la vida: «no hay sonido, según Julio Cortázar, más reconfortante y más ignorado que el de la vida cotidiana», que hay que contemplar con los ojos iluminados.

LUNES, 31 DE OCTUBRE: Después de un día lluvioso y de trabajo intenso, vestido de guayabera y sombrero vueltiao por aquello del Halloween, llego a mi hogar sin haber visto la luna ya que la noche estaba nublada. Luego vino la cena familiar con cuentos a bordo -familia que echa cuentos permanece unida-. Posterior a las noticias –Lula da Silva es elegido como nuevo presidente del Brasil, continúa la guerra entre Rusia y Ucrania (OTAN) y las inundaciones nacionales que no dan tregua– que nos ponen ebrios hasta el aturdimiento, me acosté pensando que el lunes (del latín lunae, día consagrado a la luna) es el lunar de la semana porque estar enlunado debería significar estar tocado, deshabitado por esos largos lunes que cada lunes y cada martes se adhieren al pellejo como una babosa viva hasta su muerte.

Con el Halloween, una fiesta simpática y pagana que proviene de la frase “All hallow even”, que significa víspera de la noche de todos los santos, se inicia en nuestro país dramáticamente lúdico las fiestas de fin de año; asunto extraño y curioso a nuestra cultura porque los símbolos del Halloween llegaron a los EUA con los inmigrantes irlandeses y “vienen de una práctica de los druidas (sacerdotes celtas) quienes en la noche del 31 de octubre reunían a las brujas para que sirvieran como ´teléfonos humanos´, para llamar a las almas de los muertos. Estas asistían al ritual disfrazadas con capas negras y sombreros, donde además de los espíritus de los difuntos, tenían la compañía del Diablo.” (Méndez, 2014) A pesar de que en Colombia se dice que desde septiembre se siente que viene diciembre, lo cierto es que desde el 31 de octubre la rumba se intenta generalizar. Como sea, la fiesta de Halloween en sus comienzos no era muy popular en Colombia, “pero con el tiempo creció y apabulló la celebración de la vernácula ´Ángeles Somos´, algo triste, pero contra el poder avasallador de los embelecos extranjerizantes no hay nada qué hacer” (Ibíd), embeleco que nos llegó por influencia gringa y en específico a través de los colegios bilingües, en donde los niños y jóvenes comenzaron a celebrarlo contagiando a los adultos.

Parece que Colombia no ha aprendido de la enseñanza de las falsas religiones que esconden intereses políticos y económicos como se ha demostrado en Brasil de Bolsonaro, donde las sectas fueron su más fuerte apoyo y provocaron onerosos compromisos para el Estado. Por la exclusión en la tributaria del gravamen a las iglesias, esa fue la otra gran noticia del día, “nuestro país debe atajar la intromisión indebida de curas y pastores en la política, cosa que no se logrará mientras les concedan privilegios como no pagar impuestos. Aún estamos a tiempo. Necesitamos que mañana sea otro día.” (Samper Pizano, 2022)

MARTES, 1° DE NOVIEMBRE: Me levanté pensando que el martes no tiene personalidad definida y que ayer fue el día de todos los santos y hoy, según Héctor Abad Faciolince (2014), “es el Día de los Difuntos, o de Todas las Almas, o más sencillo aún, como dicen en México, el Día de Muertos” -importante porque al fin y al cabo una de las pocas cosas que importan es la muerte tal la vida-. El martes es extrañó e indeciso, perezoso y camorrista, y anda por ahí, aprisionado dentro de la semana, tratando de cumplir con su horario de empleado formal e informal, pero queriendo más bien haber sido un sábado. Precisamente, fue un martes cuando Hamlet de Shakespeare llegó a formularse la poética y trascendental pregunta: “To be or not to be”. Tal vez por todo lo anterior, la sabiduría popular ha relacionado al martes con la incertidumbre, con los malos augurios, con los fracasos y la fatalidad. Marte, el Dios de la Guerra en cuyo honor los romanos nombraron el día martes como martes, no le ha podido perdonar a su pueblo que hubiese escogido un martes para recordarlo. «Martes: ni te cases, ni te embarques, ni te vayas para otra parte; aunque no debes dejar de volar tus sentidos», repetía cada martes La Osa Mayor, mi madre, quien ya falleció y a quien hoy también le rindo homenaje.

A propósito de mi madre, por la mañana, buscando en los viejos archivos de ella, me encontré con una fotografía sonriente tomada en 1975 y al reverso había un escrito que hablaba del propósito para su vida: “Lograr contener la risa”. Doy testimonio de que esa meta nunca la logró. Su fracaso fue flagrante, y menos mal, porque esa risa es lo que más recuerdo de ella. Después del almuerzo, voy al colegio y cumplo con mi deber profesional de enseñar y enseñar, pero hubo un colega que me hizo una crítica inmerecida que me hizo recordar el aforismo de Lichtenberg: “He recibido tantos elogios inmerecidos, que bien puedo soportar una crítica inmerecida”. Al regresar al hogar en medio de la lluvia, su calor familiar mitiga cualquier estrago del cambio climático o de cualquier crítica inmerecida.

MIÉRCOLES, 2 DE NOVIEMBRE: Me desperté pensando que después del mar-ti-rio del martes belicoso ruso-ucraniano irrumpe el miércoles como un día neutral, sin brillo, pero por lo mismo (como pregona mi amiga astróloga Mavé), un día libertario. Desayuné e hice la siesta más rápida de mi vida y me puse a trabajar y a volar mis sentidos. Al rato de estar escribiendo lo de ayer, llamó el compañero Rafa, currambero de pura cepa, quien reflexionó sobre el riesgo de la actividad político-sindical y sobre la tributaria recién aprobada por el Congreso con la que el Gobierno recaudará 20 billones de pesos para equilibrar la justicia social e igualdad humana. Es el día para descubrir quiénes arriesgan y los que en definitiva no pueden romper el esquema. Sacrificando un día de clases y arriesgando la estabilidad laboral, participo de una protesta pacífica e intensa tanto de profesores distritales como de colectivos feministas en contra de las políticas educativas de la alcaldesa Claudia López y los abusos sexuales, violencia de género e inseguridad en Transmilenio.

Pertenezco a la generación que creció marcada por el Miércoles de Ceniza, un miércoles gris casi negro. Era el preámbulo de lo que en verdad era una semana diferente: sólo con música religiosa, jugando a las escondidas esos juegos profanos que tenían la virtud de no propiciar castigos precisamente por poseer la virtud de poder jugarse sin hacer ruido: el monopolio, las cartas, las damas y el dominó. El Miércoles de Ceniza marca el fin de lo demoníaco: primer día de la Cuaresma y cuadragésimo sexto anterior al Domingo de Pascua de Resurrección, es el día para limpiar el maquillaje del carnaval en Bocas de Ceniza y otros sitios emblemáticos del Caribe colombiano. Ahora entiendo de dónde viene ese nombre barranquillero que, según Fernando Quiroz (2022), quizás se confunde con la tierra. Y sean una misma cosa. Tal vez siempre lo han sido, y por eso, cuando nos atrevemos a quitarnos los zapatos, nos gusta el contacto con la hierba, con la ceniza, con la arcilla, con esa tierra que le da nombre al planeta que habitamos, y al que maltratamos..

JUEVES, 3 DE NOVIEMBRE: Después de un jueves asoleado y de una jornada educativa irremediable, llego a mi hogar y cenamos todos en familia, como siempre, con muchos cuentos y comentarios sobre las noticias del día que giró alrededor de los incentivos del Gobierno nacional para las subcampeonas sub-17 y las campeonas mundiales del fútbol de salón, nuestras reinas de Saba porque según Claudia Morales, ellas representan el temple, la gallardía, la belleza, la disciplina y el coraje que tuvo esa mítica mujer. Luego, me acosté pensando que un jueves es como la canción de Ana y Jaime: no es na’, ni chicha ni limoná; ambiguo, irremediable; tiene dos defectos: primero, que ya está a punto de terminar la semana, pero nada que se acaba; una víspera y las vísperas tienen a ser largas; el segundo que no es un viernes, quedarse con las ganas. Y no hace falta echar mano de la mitología para sentir los rayos y centellas tan propias del desespero de Zeus, antecesor del Júpiter romano a quien este cuarto día se consagra y gracias a quien este mismo día, pero quinto de la semana litúrgica, lleva el nombre que lleva. Hoy, la sociedad de consumo le creado a los jóvenes, despojados de su facultad de juicio, un afán de diversión sin estorbos, y le ha inyectado la palabra juernes.

VIERNES, 4 DE NOVIEMBRE: Como desperté entumecido, me desperecé; iba a dar la vuelta para dormir otro rato, pero caigo en cuenta que es viernes. Entonces, me puse de pie, de buen humor y me levanté porque según Mavé los viernes «son como unas grandes eyaculaciones del espíritu en lo que se pone de manifiesto la condición humana en toda su dimensión metafísica». Después de tomar el baño, tomé tinto evocando el típico sabor inconfundible de Armenia, donde me tomé el mejor tinto de mi vida.

A pesar de lo pendiente que estaba de ponerme a trabajar, me quedé hasta las 7:15 viendo y escuchando las noticias del día: el deporte femenino, la exclusión del no pago de impuestos de las iglesias y la guerra en Ucrania siguen siendo los temas centrales. Después del almuerzo, me fui al trabajo y el tiempo dejó de ser una insensible sucesión del día que debí llenar con clases, con pausas en la cafetería y la sala de profesores. Al regreso, observé el acelere del viernes; me di cuenta por igual que algunas personas querían coger taxis, pero todos iban ocupados. Al entrar al hogar, todo estaba listo para la cena familiar en que dialogamos amenamente. Me acosté pensando que a esta hora las tabernas y tienditas de mala muerte palpitan repletas. Unos beben, otros bailan o se dan un pase.

Acá, comienza un juego de caricias con mi esposa que alcanza la desnudez con movimientos armónicos, sudor interno; la euforia va llegando a su clímax. El éxtasis ha llegado y se apodera de todo. Siento la plenitud de la vida caminando de la mano, libre, dueño de mi tiempo. Me duermo recordando que en otros momentos he creído que el viernes significa el receso, la vuelta a la vida en que me permito la esperanza: cuando se detiene la implacable máquina de la producción, el tiempo vuelve a ser de uno y el camino está lista para hacer las cosas que se han aplazado durante la semana. Fue un día de otro tiempo, un tiempo más nuevo, menos estrenado, como aquel en el que uno andaba con la cabeza limpia de futuro, las sombras del ayer aún sin construir. (Guerreiro, 2022)

SÁBADO, 5 DE NOVIEMBRE: Me acabo de levantar, son las cuatro de la mañana -adquirí este hábito desde el inicio de la etapa universitaria-; trato de no hacer ruido para no despertar el amado zoológico, voy a la cocina y me hago varias tazas de café y después de pensar qué libro leer, me decidí por El acontecimiento de Annie Ernaux, la más reciente nobel de literatura. Éste y la escritura se vuelven un solo reto, así nos lo hace saber ella, “que escribe en nombre propio lo sucedido en una época en que el aborto en Francia era un delito y tenía multa.” (Carvajal, 2022) Era octubre de 1963, cuando la autora de origen obrero se halla en Ruan estudiando filología, descubre que está embarazada y no quiere tener esa criatura no deseada. En una sociedad en la que se penaliza el aborto con prisión y multa, las cargas morales eran un explosivo interno, Annie se encuentra sola; luego de una relación azarosa, “su pareja se desentiende del asunto. Después de pasar por varios médicos que cierran los ojos ante su problema, y de intentar pedir ayuda entre sus conocidos y amigos, consigue que una mujer que ha pasado por la misma situación le dé una dirección y le preste la enorme suma de dinero que necesitará. Además del desamparo y la discriminación por parte de una sociedad que le vuelve la espalda, queda la lucha frente al profundo horror y dolor de un aborto clandestino” (Contraportada), al cual las murallas legales, sociales y psicológicas la arrastraron.

Es el único libro que he leído de la Nobel francesa, sentí, al igual que Alfonso Carvajal (2022), un poco la ausencia de la chispa lírica; lo explícito tiende a la planicie. Es más una liberación, una catarsis, pues cuando la mujer hurga entre sus piernas con el espéculo, siente un renacer, y en aquel momento “maté a mi madre dentro de mí”. Todo ha sido a escondidas y la burbuja circundante es una sombra hiriente. Lo testimonial es un camino, ella lo ejerce a plenitud, donde la escritura es la experimentación real de las pasiones humanas y la apoplejía social.

El amanecer del sábado es sereno para aquellos que se acogen a las páginas de un libro y a la intimidad de un baño; es un día felizmente taciturno, apacible. Un día, si se quiere, que transcurre a media luz, según definición de la palabra Saturno aplicada a las personas de genio triste, pues los astrólogos afirmaban que Saturno, el planeta –y el día –, daba carácter melancólico a quienes nacían bajo su influjo. Luego, las calles estuvieron repletas de signos del derrumbe: comercios llenos, locales de comida mala y barata como la hamburguesería en la que vi a un hombre viejo, “verdulerías que segregaban olores ácidos ofreciendo alimentos de calidad apocalíptica. Pero yo caminaba en trance. Hubiera podido contagiar lo que llevaba dentro: todo ese vuelo. No había a quién, y eso no importaba en absoluto.” (Guerreiro, 2022) Es sábado y los sábados me permito la alegría y el alboroto del espíritu de la esperanza.

DOMINGO, 6 DE NOVIEMBRE: Hoy es domingo. Es un día para descansar. Pero el lunes la gente amanece más c-a(n)sada que nunca. Domingos en casa, ¿quién lo soporta? Algunos asesinan el domingo detrás de un receptor de televisión o imbuido en el celular o en ambos a la vez hasta quedar demasiado aturdidos por la droga digital, demasiado embriagados de “comunicación”, sin percatarse que “el prevalente espíritu de las redes crea una fuerza centrífuga que fortalece los extremos y dispara la polarización.” (Samper Pizano, 2022) Otros inventan visitas para asesinar el tiempo y evadir la soledad y la calidez del dulce hogar. «A mí, me da igual, me da igual. Sólo Dios sabe que es el séptimo día», dice Gustavo Cerati del grupo Soda Stereo. A propósito, la palabra domingo viene del latín dominicus a significar “día del Señor”.

Finalmente, ¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, permítanme resaltar tres hechos insólitos de la semana lluviosa en este insólito país: “en Antioquia se roban once toneladas de dinamita con las que se pueden armar más de doce mil bombas; en Barranquilla un teniente activo de la Policía asalta casas de cambio en sus horas extras;  en el Cauca el cuerpo del temido guerrillero Mayimbú es desenterrado, trasladado a lujoso ataúd y sepultado en otro lugar en medio de discursos, nutrida asistencia y una guardia de honor uniformada  con el nuevo camuflado del Ejército Nacional, que aún no han recibido todos los soldados. Las autoridades investigan…” (Santos, 2022) 

Así las cosas, no queda sino entonar la famosa ronda infantil que dice: “Lunes y martes y miércoles tres; jueves y viernes y sábado seis; domingo siete.” Pero cuidado “que somos hackeables” (Millás, 2022): un lunes trabajamos duro y parejo; un martes también pero con mucho agüero; un miércoles que parece extraño pero solo es un día anormal; un jueves o juernes en que la gente parece alegre y hermosa, pero yo sintiéndome en el epicentro de algo fantásticamente espiritual; un viernes en que nos ataca una fantasía erótica; un sábado la necesidad de comprar algo que no necesitamos”; y un domingo, la necesidad de dar una paliza a un adversario político o pedagógico.

Por eso, no tengo ganas de seguir escribiendo después de una semana de estar haciéndolo milimétricamente; me siento crono-metrado, no quiero continuar escribiendo de modo meticuloso, percibo que estas páginas se cubrieron de alusiones, de un simbolismo personal, como si quisiera promoverse un juego de adivinaciones. Observo que su estéril e irritante notación semanal, aunque necesaria para ver la flagrante injusticia por todas partes, absorbió mi vida activa; cuánta razón tenía Gregorio Marañón: “Todo diario es un lento suicidio”. Siento que este tipo de escritos, palabras de Julio Ramón que hago mías, se convierten en el “refugio de escritores fascinados por su propia persona y que no pudieron nunca emanciparse de la autocontemplación para acceder a la esfera verdaderamente creativa y superior de la impersonalidad. Esto no quiere decir que este tipo de escritos no tengan páginas admirables, pero la verdadera obra debe partir del olvido o la destrucción (transformación) de la propia persona del escritor. El gran escritor no es el que reseña verídica, detallada y penetrantemente su existir, sino el que se convierte en el filtro, en la trama, a través de la cual pasa la realidad y se transfigura”. Siento que mi YO es un motivo decepcionante de observación; el mundo es más atractivo y debo volcarme en él. Además, creo que Breton tenía razón cuando decía que la aparición de una indiscutible artesanía rutinaria ha sido evidentemente perjudicial para la transformación que tenemos esperanzas de provocar, porque uno siente que se le va a enmohecer el alma con esa rutina que entrelaza los días en un tren monótono e interminable.

En suma, pues, ¡cuidado con la avalancha de noticias!, ¡con los telediarios! ¡y las redes sociales tóxicas!: “Las máquinas nos imitan cada vez mejor, pero el miedo que les tenemos no es tecnológico, sino de clase.” (Pereirano, 2022) La amenaza es el capitalismo salvaje, no la inteligencia artificial. “El capitalismo del ‘me gusta’, el narcisismo creciente y el imperio del ‘smartphone’ sofocan cualquier tipo de levantamiento. Lo que necesitamos, sostiene el filósofo Byung-Chul Han, es un espíritu de esperanza” (elpais.com, 2022) en el cambio de la humana Colombia progresista con su paz total y en la resistencia al capitalismo salvaje. Por lo tanto, en opinión del también filósofo Dufour (2007: 233) que hago mía, no es hora de optimismo idiota ni tampoco de un pesimismo nostálgico por tiempos definitivamente caducos; el imperativo categórico hoy es el de la resistencia ante el establecimiento del salvaje capitalismo global. Por eso, cautelosos, a través de las horas del día, de la noche, hoy ponemos todo en tela de juicio, incluidos los días que uno tras otro son la vida.

INDISPENSABLES MURMULLOS REFERENCIALES

14 respuestas a «¡LOS DÍAS QUE UNO TRAS OTRO SON LA VIDA!»

  1. Quedo pensando en la dicotomía que se forma entre el cuadriculado triunfo que nos da el planificado hábito y el petrificante placer de la enmoheciente rutina.
    Urra por la lírica costeña.

  2. Excelente artículo, ese es nuestro día a día, de la mayor parte de los mortales, contados con una gracia singular, con mucha consideración y aprecio.

  3. Amigo Dairo, gracias por su artículo sobre la vida diaria. Me pareció asombrosamente muy detallado y sé corroborar una vez más que la vida está llena de altibajos, pero como dice Dios en su palabra»cada día trae su propio afán».

  4. Amigo Dairo,me gustó su escrito, en la forma como interpretaste la cotidianidad de la vida, que es un vaivén de sabores dulces y amargos; pero que de todas manera ella es hermosa en todo su esplendor.

  5. Wow papi… ¡Me ENCANTÓ! Qué desnudez personal, nunca eres decepcionante.

    «Mire, respire, sienta el viento, o el calor, o la brisa, analice las nubes, prediga que va a llover. Y, sobre todo, escuche: no hay sonido más reconfortante y más ignorado que el de la vida cotidiana».
    Instrucciones para mirar por la ventana de nuestro querido Julio Cortázar.

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