LA AUTOCRACIA, UNA TRUMPADA DEMOLEDORA A LA DEMOCRACIA

¡Amables lectores exigentes!, como todos ustedes saben, el pasado martes 5 de noviembre fue elegido Donald Trump -DT- como nuevo presidente de Estados Unidos a la edad de 78 años. Contra los pronósticos que apuntaban a una definición apretada, EE UU amaneció el 6 con la certeza de que DT ocupará, por segunda vez, la Oficina Oval a partir del 20 enero de 2025. Sobre la victoria de la antipolítica y del éxito del cretinismo político -propios de la autocracia- por una trumpada demoledora a la democracia voy a detenerme ahora que estamos obligados a vivir en una realidad sacudida por cambios más negativos que positivos.

Ese triunfo contundente dejó mal parados a los encuestadores y a los que alcanzamos a soñar esperanzados con una mujer a la cabeza del imperio. Este espejismo es “el resultado de la ingenuidad de creer que el avance de la causa feminista alcanzaba para eso: para poner a una mujer a dirigir el mundo” (Bejarano, 2024) norteamericano. La derrota de la demócrata e inteligente Kamala Harris -KH- a sus 60 años fue un nocaut para los encuestadores y los esperanzados como yo. La primera reacción de sus partidarios “fue rabia y desprecio hacia los votantes, por ‘intelectualmente primitivos’. Esa reacción, además de arrogante, es torpe” (Wasserman, 2024); aunque los demócratas no son estúpidos ni locos, es una forma simplista y equivocada de comprender el resultado.

Aún bajo los efectos adormecedores de esta Trumpada e intentando avanzar en su comprensión, pues son diversas y complejas las razones de los cambios que se están dando en la sociedad estadounidense, lo cual “es una tarea ingrata pues implica reconocer que las mayorías en muchos países están optando, de manera democrática, por opciones que consideramos poco democráticas. Es como si la democracia se estuviera devorando a sí misma. Es además una tarea difícil porque entran en juego muchísimos factores y las dinámicas no son iguales en todos los países, por lo cual es un tema sobre el que muchos volveremos para intentar descifrar el enigma.” (Uprimny, 2024) También más difícil es encontrar formas adecuadas para enfrentarlo. Pero es urgente hacer ambas cosas si queremos defender, profundizar y hacernos cargo de la crisis general de la democracia.

A pesar de lo intrincado de este enigma, sigamos pues con su desciframiento: Al despertar el pasado miércoles 6 de noviembre escuchando conmocionado la noticia, oigo el estridente grito del presidente electo: “Vamos a arreglar todo lo que está mal en este país”. Titubeé para levantarme de la cama y al bajar al estudio-oficina “vi el mundo acechado por enormes sombras. Volví a sentir pánico por las marcas de ese peligro latente que no podemos enfrentar. Por esa razón, no pude evitar pensar con rabia y tristeza en los emigrantes, en los musulmanes, en las mujeres, en la comunidad LGBTIQ+, en los seres humanos, en la naturaleza, en el planeta en general.” (Ramírez, 2024) Reflexioné nuevamente sobre mi labor como ensayista y sobre qué decirles a mis lectores en esta era de debilitamiento de la autoridad simbólica, de cambios contradictorios, de la otredad silenciada y del papel de las humanidades en tiempos de ruido. Y entonces, de la mano del italiano Antonio Gramsci, recordé la dignidad de la palabra escritor y su papel como intelectual orgánico -pensador, organizador y dirigente-: verdaderos antídotos contra cualquier desesperación política producida por el envalentonamiento autocrático.

“Esta vez no es una casualidad ni consecuencia del arcaico sistema electoral estadounidense. Trump se ha impuesto de manera contundente en Estados tradicionalmente demócratas y además, por primera vez, ha ganado en apoyos totales en el país” (elpaís.com, 2024) con cinco millones de votos más que KH. Con los resultados consolidados de 77 millones de votos para él y 74 millones para ella, “el trumpismo no crece. De hecho, baja ligeramente, pero arrasa ante la debacle demócrata” (Ibíd) ganando el voto popular, el Colegio Electoral, el Senado, la Cámara, triunfando en los llamados siete estados bisagra, indispensables para llegar a la Casa Blanca, y obteniendo la mayoría del voto latino: “El pueblo estadounidense ha hablado y se le respeta. Felicitaciones a Trump por su triunfo”, fue el pronunciamiento del presidente Petro a través de X. “En estas elecciones el comportamiento de los diferentes grupos poblacionales fue sorprendente. El 45 % de los latinos votaron por Trump (un 26 % más que en las votaciones anteriores), también 39 % de los asiáticos, 13 % de afroamericanos, 46 % de las mujeres y 46 % de los jóvenes de entre 18 y 29 años. Los únicos grupos que migraron (muy poco) en la otra dirección fueron las mujeres blancas con título universitario y los mayores de 65 años.” (Wasserman, 2024)

La realidad desconcertante es que la elección de DT no la decidieron hombres blancos, sino latinos, negros, jóvenes y mujeres. Un hecho muy difícil de aceptar para muchos progresistas. Así, la democracia del país del norte “volverá a tener un presidente populista, demagogo, xenófobo, proteccionista, aislacionista y nacionalista, con las consecuencias internas e internacionales que están por venir.” (elespectador.com, 2024) Después de la catástrofe política y moral que fue la victoria de Trump: un delincuente al que sus colaboradores más cercanos “han llamado fascista no una, sino varias veces, y siempre de manera considerada y medida: es decir, no con la ligereza con la que tantos usan la palabra. En los últimos años, la izquierda menos reflexiva de todas partes se ha lanzado con entusiasmo al uso facilón de la palabra para designar todo lo que no les gusta, y lo han hecho con tanta frivolidad y tanta ligereza que ahora, cuando de verdad necesitamos llamar fascista a un presidente de Estados Unidos, la palabra se ha convertido en moneda gastada. Eso lo que pasa cuando descuidamos las palabras: que ya no están cuando las necesitamos. Sea como sea, el 6 de enero de 2021 quedó claro que la palabra de marras se le aplicaba a este Trump, este líder de un nacionalismo de corte racista… que inventa un enemigo del pueblo y llama abiertamente a la violencia como forma de defenderse de sus amenazas inventadas.” (Vásquez, 2024)

Si algo demuestran los 24 años que hemos vivido del siglo XXI “es que a cada conquista la sigue un retroceso estruendoso en otra parte del mundo. Mientras en Francia incluyen el aborto en la Constitución, en Afganistán confinan a las mujeres para que ejerzan menos derechos que un gato doméstico. ¿Será que vamos como el cangrejo?” (Bejarano, 2024) Por desgracia, el triunfo de DT “lo fabricó también la población femenina. Ellas tenían la fuerza para detenerlo y, al contrario, lo catapultaron. Un 52 % de las mujeres blancas prefirieron al expresidente. Fracasaron todas esas palpitaciones que reivindicaban la amenaza contra el aborto como la causante de una brecha de género que desangraría la campaña de Trump. Nada de eso pasó… El patriarcado y sus mandatos sobreviven también -a veces especialmente- en virtud de las mujeres que lo impulsan. Por eso no se trata de una guerra entre los sexos o los géneros; las bases que avivan a la ultraderecha en el mundo albergan millones de mujeres instrumentalizadas para evitar su propia liberación.” (Ibíd)

Siendo así, es compleja también la tarea de encontrar los errores que cometió la candidata demócrata KH y el presidente Joe Biden -JB- para que un candidato tan perturbado y una figura tan divisiva y poco calificada como DT se haya alzado con su segunda victoria con una ventaja abrumadora, aunque dealguna manera muchos ya intuíamos ese regreso a la Casa Blanca. Un JB enclenque y desorientado pero neoliberal y bélico, una campaña posterior descolorida de Harris ofreciendo solo retoques socio-económicos “y un mundo en crisis fueron suficientes para su retorno en hombros. Ahora, en el momento de los análisis exhaustivos, se han evaluado aristas políticas, etnográficas y geoestratégicas pero muy poco una de las variables fundamentales para entender toda ecuación política: la dimensión psíquica/emocional.” (Nicholls, 2024) Todos los que nos interesamos pues “por cómo se mueve el mundo del poder deberíamos preguntarnos en algún punto por qué millones de personas están votando como lo hacen sin caer en la tentación de graduarlas malvadas o ignorantes.” (Ibíd)

Los tiempos que enfrentamos son de desastres climáticos, genocidios, guerras territoriales, hambrunas, corrupciones. “Todas consecuencias de una estructura frenética que no se ha preocupado por resolver las inquietudes fundamentales del espíritu humano sino más bien por depredar y acumular. Ante un presente turbio que no promete mejorar, aflora el miedo como caldo de cultivo perfecto para personajes como Donald Trump. Megalómanos y demagogos, se encargan de vender soluciones inverosímiles a partir de la creación de enemigos imaginarios, tal como lo hace el presidente electo con los migrantes. Afirmaciones improbables, tesis sin sustento, delirios absurdos, decidimos creerlo todo porque estamos asustados, urgidos por sentirnos a salvo, desesperados. Pero hombres como Trump son el problema y también el síntoma, y la paradoja es que su llegada al poder público sólo nos adentra más en el abismo y en unos años estaremos aún más aterrados. De esa generalizada sensación de desolación no solo son responsables quienes lo votan, lo ensalzan y lo catapultan. Fallan quienes, desde posiciones de poder, han abandonado la disputa por la esperanza y la imaginación. Fallan quienes pretenden perpetuarse allí tratando como menores de edad mentales a quienes les votan. Fallan quienes le temen a encarar la crisis y llamarla por su nombre.” (Nicholls, 2024)

La clara victoria de Trump es el triunfo de un líder carismático, pero también de un movimiento radical de ultraderecha, como no se había visto en USA. Él “fue el mensajero de una agenda política basada en el control del gobierno de un conjunto de minorías conectadas entre sí por frustraciones y resentimientos desatendidos por el status quo político, pero magistralmente interpretados y manipulados por el caudillo populista.” (Muñoz, 2024) En eso DT tal vez tomó varias páginas del manual de estilo de líderes latinoamericanos autócratas como Ortega o Maduro. Estos líderes extravagantes “captaron el malestar popular, lo inflaron con una retórica volcánica y lo inflamaron a través de una narrativa polarizante que retrata al rival político, no como un adversario con el que se puede llegar a acuerdos en una contienda democrática, sino como un enemigo al que hay que demonizar, deshumanizar y, en última instancia, eliminar.” (Ibíd) Y eso fue exactamente lo que hizo Trump con su rival Harris. Así, caudillos como DT, Maduro u Ortega han llegado al poder democráticamente para socavar la democracia, destruirla desde adentro.

El mensaje del electorado es inequívoco: Trump es parte del sistema político estadounidense. “El racismo y la misoginia son argumentos válidos para la mitad del país, y la amenaza de autocracia no es un argumento disuasorio para esa parte de los votantes. La señal es demoledora no solo para la otra mitad de Estados Unidos —que pensaba que era el momento de una mujer presidenta y de pasar página de un personaje destructivo— sino también para el resto de las democracias occidentales.” (elpaís.com, 2024) El desarrollo de la campaña y todo lo que rodea a este nuevo DT, que a los 78 años “será el hombre de mayor edad en llegar a la presidencia, hacen temer legítimamente tiempos oscuros para quienes creen que la democracia solo sobrevive si las instituciones y la ley se ponen por encima de los caprichos personales de los gobernantes.” (Ibíd)

Dentro de su populismo, DT se sintonizó con un electorado que ha sufrido en el bolsillo las consecuencias de la inflación que dejó la pandemia y las consecuencias del espectro de una movilidad social descendente. A pesar de que JB logró mejoras sustanciales en la macroeconomía, el ciudadano promedio todavía no se logra beneficiar. Trump, sin prueba alguna, “convenció a los votantes de un aumento sustancial de la inseguridad, cuando la realidad estadística es que esta ha disminuido en el cuatrienio. Esto lo ha atribuido a los migrantes irregulares, en su inmensa mayoría latinos, que ingresan por la frontera sur, a los que acusa de todos los males que padece el país, comenzando por contaminar la sangre de los estadounidenses. Las mismas personas que creen que hace cuatro años hubo un gran fraude se hacen hoy eco de la cantidad de mentiras que Trump dice como verdades.” (elespectador.com, 2024)

A diferencia de 2016, DT “llega a la Casa Blanca sin contrapesos en el Partido Republicano, sin la necesidad de ocupar los puestos clave con profesionales de la Administración como militares o diplomáticos y rodeado de una cohorte extravagante de negacionistas, multimillonarios y racistas paranoicos a los que ha prometido entregar la dirección de la política estadounidense” (elpaís.com, 2024) tal el periodista de televisión Pete Hegseth, sospechoso de abuso sexual y elegido para dirigir el Pentágono, quien carece de experiencia en gestión militar, pero rechaza que las mujeres combatan y amenaza con cesar a altos mandos. Otro ejemplo es el payaso de McDonald’s el antivacunas Robert F. Kennedy Jr. -miembro díscolo de la saga familiar demócrata, poseedor de un discurso conspiranoico y confesor de que hace años dejó en el Central Park de Nueva York el cuerpo sin vida de un osezno atropellado por una amiga suya-, nombrado como secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos.

El nocaut trompista es el triunfo de la desinformación cabalgando sobre un malestar real que tiene muchas causas y que la extrema derecha ha sabido detectar como nadie. También es grave la victoria de los republicanos en el Senado y la ampliación de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. El control del Congreso, ya sin senadores y representantes republicanos incómodos que veían a DT como alguien ajeno a los principios del partido, le permitirá hacer nombramientos sin límite como ya dije, “lo que puede transformar por completo el mapa judicial, incluido el Tribunal Supremo. La mayoría reforzada de conservadores que nombró Trump en su primer mandato eliminó la protección del derecho al aborto. La derecha religiosa no oculta que su objetivo es hacer lo mismo con otros derechos civiles que EE UU da por sentados.” (Ibíd)

Chócolo por Chócolo, 08 de noviembre de 2024 https://www.elespectador.com/opinion/caricaturistas/chocolo/chocolo-

Siendo así, desde el próximo 20 de enero, todo el poder de Washington es para el trumpismo: “América nos ha dado un mandato poderoso”, dijo Trump el 6 de nov. Insisto que entre las claves inmediatas que explican su triunfo están la ansiedad económica de la clase media, “pero también el papel de las redes sociales y la desinformación descontrolada, que ha destruido el discurso público común. Además de la respuesta reaccionaria al avance de la igualdad de género” y otras conquistas de la izquierda. En sus primeras declaraciones, prometió “ayudar a sanar el país”, que vivirá una “edad de oro” con su Trumponomics que “es un capitalismo sucedáneo, dirigido por y para los poderosos, y según el principio de que el dinero importa por encima de todo. Los estadounidenses, al parecer, han perdido confianza en sus instituciones” (Stiglitz, 2024) y tienen la creencia de que el gobierno de DT los beneficiará.

Para lograr su política económica, Trump “se propone hacer una gran rebaja impositiva, en especial para las grandes empresas, llevar a cabo la mayor deportación de inmigrantes irregulares en la historia del país y establecer una fuerte política de aranceles, que hace presagiar una guerra comercial.” (elespectador.com, 2024) De todos modos, “articular un programa sólido no será fácil, e implementarlo sería aún más difícil.” (Stiglitz, 2024) Como sea, entonces, la victoria trumpista es “el resultado previsible de 45 años de campaña republicana (y demócrata neoliberal), empezando por el famoso comentario de Ronald Reagan de que las nueve palabras más aterradoras de la lengua inglesa son: ‘Formo parte del gobierno, y estoy aquí para ayudar`.” (Ibíd)

En el plano internacional, el impacto de esas elecciones será duradero y profundo. “En Washington se sentará un hombre que ha declarado su admiración por autócratas como Vladímir Putin y Xi Jinping y que es admirado a su vez por los populistas europeos. Trump se declara un pacifista que quiere evitar la implicación de EE UU en más guerras, pero su intención es resolver los problemas mundiales en charlas de café con Putin, que a todos los efectos habrá ganado su apuesta por un mundo en el que las potencias nucleares se repartan territorios. En Oriente Próximo, Netanyahu tendrá un aliado crucial para intentar neutralizar a Irán y expandir de forma irreversible el poder de Israel sobre el territorio que lo rodea, donde ya está inmerso en una guerra de devastación sobre Palestina” (elpaís.com, 2024) y el Líbano, para consolidar todos los objetivos belicistas.

DT ha asegurado que resolverá los principales conflictos en el mundo, “dejando a los aliados de Washington a su suerte. En el caso de Ucrania, se espera que presione a Kiev para que acepte las absurdas condiciones impuestas por Moscú. Se alejará de la OTAN y hará algo similar con las organizaciones multilaterales que no les sirvan a sus propósitos.” (elespectador.com, 2024) Ya hablamos de su simpatía, o gran cercanía, con Vladímir Putin y Kim Jong-un, y con líderes de ultraderecha como el húngaro Viktor Orbán y el argentino Javier Milei.

La victoria de DT “traslada el mensaje de que la antipolítica es un camino plausible para las democracias. Durante al menos 60 años, Occidente ha actuado como si la democracia liberal no tuviera marcha atrás, como si las instituciones solo pudieran fortalecerse y los derechos de las personas ampliarse de manera inevitable.” (elpaís.com, 2024) USA, el país que inventó la democracia que copió el resto del mundo, nos acaba de decir que puede no ser así. “El currículo de Trump en este sentido no deja margen de interpretación: como presidente puso toda la Administración a su servicio personal, ha prometido perseguir judicialmente a sus rivales políticos —a los que denomina el “enemigo interior”— y trató de dar un autogolpe de Estado que todavía defiende sin rubor.” (Ibíd)

En muchas partes del planeta se les hace agua la boca a los acólitos del neofascismo con el renacer de DT. “Se ven ansiosos y ansiosas por traducir el discurso antiderechos a sus propias realidades, por avivar odios y esparcir mentiras para comprar el corazón de sus electorados… Lo saben las feministas gringas y lo dijo hace casi ochenta años en El segundo sexo Simone de Beauvoir: “No olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa, para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Esos derechos nunca se dan por adquiridos. Deben permanecer vigilantes durante toda su vida”.” (Bejarano, 2024).

La lucha es pues perpetua y ninguna conquista es suficiente razón para descansar. Así será por lo menos para las mujeres y los hombres orgánicos, nuestras hijas y varias generaciones después. Si algo demuestra el resultado de las elecciones en EE UU, sumado a otros sucesos recientes en el mundo, es la urgente necesidad de la causa feminista. “En esa urgencia serán necesarias nuevas estrategias para comprender a los incels del mundo: entenderlos para desarmarlos. Tendremos que tender el puente con los depredadores, los misóginos, esos que ponen presidentes. Antes de que venzan en su cruzada… A Trump le tienen sin cuidado los temas feministas, como los religiosos. Para él son simples monedas de cambio. El problema son los fanáticos que lo rodean y los que lo admiran en el mundo; los que sí creen en el retroceso real. Ellos no se detendrán. Pero nosotras tampoco”, dice la columnista, abogada y feminista Ana Bejarano Ricaurte con la que estoy de acuerdo.

Pero ¿cómo una mujer liberal, amable, inteligente y culta pudo producir más rechazo que un personaje tan antipático, machista e inculto como Trump? Los motivos no se basan en abstractas teorías económicas y geopolíticas. Son personales, relacionados con la vida diaria, el bienestar y la estabilidad. “El 80 % de encuestados señalaron como su mayor preocupación la inflación. La emigración les preocupó por posible competencia en los puestos de trabajo y por una afectación hipotética de la seguridad. Los emigrantes que ya están establecidos votaron por Trump, no por la teoría de la balsa llena, sino por la preocupación de perder un prestigio duramente logrado en su sociedad, con vecinos que los estiman y compañeros de trabajo que confían en ellos.” (Wasserman, 2024) Electores que antes se inclinaban por el Partido Demócrata “sienten que este se identificó con la lucha por derechos de identidades y grupos minoritarios, que se deformó y derivó en el movimiento Woke, cada vez menos liberal y más intolerante. Ven a los demócratas como santurrones predicadores, alejados de los afanes cotidianos de la mayoría.” (Ibíd)

Es claro, entonces, que luego de la victoria de DT han abundado los análisis sobre ella. Pero antes de terminar, ¡amables lectores exigentes!, permítanme enfatizar en aquellos que, como Moisés Wasserman y Claudia Palacios (2024), coinciden en indicar que buena parte de la votación que llevó de nuevo al expresidente republicano a la Casa Blanca, a pesar de estar procesado por múltiples delitos y condenado por abuso sexual y falsificación de documentos, se debió al hartazgo de la ciudadanía con el llamado wokismo, término en inglés para definir el movimiento de las personas que se levantan contra las injusticias sociales y raciales. «La palabra woke proviene del pasado del verbo inglés wake (despertar), y surgió en el argot afroamericano como un llamado a la conciencia» sobre dichas injusticias.

Esta palabra, que empezó a ser usada contra el racismo hacia la población negra, se extendió a la defensa de los derechos de las mujeres, de las comunidades LGBTIQ+ y de cualquier grupo con algún tipo de vulnerabilidad, así como al activismo contra el calentamiento global igual que lo hace la izquierda. Pero fueron “los niños desengañados de la era Obama los que encendieron el movimiento woke en los campus de las universidades estadounidenses.” (Neiman, 2024: 177) DT afirmó en toda la campaña que con la “cultura de cancelación”, los woke estaban “expulsando a la gente de sus trabajos, avergonzando a los disidentes y exigiendo la sumisión total de cualquiera que no esté de acuerdo.” Para muchos, buena parte de la indignación en contra de los métodos woke -estar despierto o alerta en inglés- y los “políticamente correctos” es que exigen que se les respete lo que quieren hacer con sus vidas, con la pureza, la intolerancia a los matices y la preferencia por lo binario.

¿Fue realmente el antiwokismo lo que eligió a DT? Si es así, con Claudia Palacios (2024) interrogo: ¿querría decir esto que a los 77 millones de ciudadanos que votaron por él no les importan los derechos de las mencionadas poblaciones y que son racistas, machistas, homofóbicos y negacionistas del cambio climático? Con lo dicho, resulta fácil responder que sí, pero ¿qué hay que extraer de este turbulento espejo victorioso trumpista de cara a la influencia de USA en las democracias occidentales? Lo primero es la confirmación de la regla: la economía sigue siendo el factor determinante, pues inclina el fiel de la balanza ante los dilemas éticos-legales. Lo paradójico es que JB no tiene malos resultados macroeconómicos. Pero DT ofreció retornar un costo de vida que los norteamericanos extrañan y la gente le creyó, sin considerar los factores externos, como la guerra, que afectan los precios internos.

Lo segundo -continúa Palacios- es que sí hay un hartazgo con la forma que ha tomado la lucha por los derechos humanos de la mano de las ideas progresistas. Esto lo recoge bien Gerard Baker apelando al lema «Make America Great Again«, quien señala que las ‘locuras opresivas impuestas en la última década’ han obligado a la gente a creer que el país sigue siendo igual de racista que en 1619, como si no llevara siglo y medio de progreso antirracista. Baker destaca como «progreso» lo que dice que será un hecho cumplido al final del 2º mandato de DT: que una persona por el hecho de ser blanca no sea automáticamente calificada como opresora. Y lo tercero es que quienes están en posturas inamovibles deben entender que una buena porción de la ciudadanía no es así. Es lo que hay. Al mejor estilo de la Chimoltrufia, las personas como dicen una cosa dicen la otra. (Ibíd)

Así, el fascismo encabezado por DT ha conseguido que el término woke se asocie peyorativamente al comportamiento y las políticas de la izquierda global hasta el punto de desdibujar sus límites y volverlos casi sinónimos. De ahí “que los propios woke han sido colonizado por una serie de ideologías que en realidad pertenecen a la derecha.” (Neiman, 2024: 177) Y esto, según advierte la filósofa e investigadora Susan Neiman en la contraportada de su libro Izquierda no es woke, no solo es incorrecto sino también muy peligroso, pero la izquierda actual ha abandonado las ideas que se necesitan para resistir el giro ultraderechista. Este ensayo rastrea magistralmente las raíces intelectuales de lo woke y muestra sus fuentes de las que bebe que entran en conflicto con las ideas capitales en las que se ha basado el socialismo en los últimos siglos. Para argumentar su tesis, rastrea los malignos posos que ha dejado la obra de dos titanes del pensamiento del siglo XX, Michel Foucault y Carl Schmitt, que socavaron el compromiso con el universalismo, la firme distinción entre justicia y poder y la confianza en el progreso. (Ibíd) Si la democracia mundial no toma ahora la decisión de volver su mirada hacia estos valores, seguirán socavando su esencia y sus objetivos.

De este modo, el paupérrimo nivel de la campaña deja a la sociedad estadounidense aún más dividida y, con la elección de DT, su país vive un fuerte remezón que deja un nuevo mapa electoral, lo que -insisto- no es una buena noticia para la democracia. Por ahora el trumpismo parece desplazar al Partido Republicano, al que ha ido absorbiendo, y se ubica como la principal fuerza política. Dependiendo de la forma en que el reelecto expresidente maneje los retos que tiene por delante y la manera como el Partido Demócrata logre asimilar la derrota y reorganizarse, podría asentarse una fuerza populista y ultraconservadora como las que hay en otros lugares de la región y del mundo.

Así las cosas, amables lectores exigentes, permítanme finalmente cinco conclusiones: Una. “Cada situación histórica es diferente, pero si en algún momento nos enfrentamos a la situación hipotética de un país polarizado, en el que el triunfo electoral depende de una población no partisana, que vota por quien menor rechazo le produzca, convendrá recordar que al votante hay que escucharlo.” (Wasserman, 2024)

Dos. “El fenómeno de personas que llegan al poder por medios democráticos y luego se dedican a minar la democracia con fines tiránicos no es novedoso. Pero tal parece ser hoy el mecanismo más común para la entronización” (Posada, 2024) de nuevos déspotas como DT o Maduro. “Tras sus triunfos electorales, la emprenden contra la prensa, debilitan los mecanismos de control y concentran poder para perpetuarse con los suyos en el mando.” (Ibíd) DT no aceptó la derrota electoral en 2020 al igual que Maduro en 2024 porque como autócratas pisotean el saber ganar y el saber perder, dos principios democráticos fundamentales.

Tres. “Una tendencia de largo plazo avanzó desigualmente en el tiempo, pero terminó por consolidarse: los miembros de los grupos de latinos, asiáticos y afroamericanos, gradual pero contundentemente, se han ido desplazando hacia las filas del trumpismo a pesar de su discurso racista y discriminador.” (Borda, 2024) Discriminadores y racistas sobreviven también en virtud de afroamericanos, asiáticos y latinos que lo impulsan. No se trata de una guerra entre estadounidenses y emigrantes; las bases que avivan a la ultraderecha en EE UU albergan miles de extranjeros instrumentalizados para evitar su propio bienestar.

Cuatro. Yo creo -palabras de Juan Gabriel Vásquez que hago mías- que en los próximos años veremos diversas formas de la represión violenta, porque nadie puede dar tanto poder como les ha dado DT a los extremistas –los neonazis, los supremacistas blancos– sin encender una chispa que pueda convertirse en incendio. Más cuando él ha declarado “su intención de suspender la ayuda militar a Ucrania y le da más crédito a la palabra de Putin que a la de sus propias agencias de inteligencia, y que ya piensa en dejarle el camino libre a Netanyahu para que consume su criminal destrozo de Gaza.” (Ibíd)

Y cinco. La derrota de KH es desoladora para quienes creemos que la democracia tiene unos márgenes de actuación, independientemente de las ideologías. USA no ha votado solo a DT, “ha votado por el fin de una época en su democracia y el principio de otra, que nace rodeada de señales tenebrosas y nos arroja a la incertidumbre. Y ante la que no hay tiempo que perder para pensar cuál es la mejor manera de enfrentarla.” (elpaís.com, 2024) Tal vez “la democracia no sea sino una breve excepción en la historia de la humanidad, decía Jean-François Revel, un accidente frágil y fugaz que niega el verdadero espíritu de la humanidad, urgida siempre de utopías y delirios que al final, sin remedio, la llevan a ese abismo que es su espejo y su destino.” (Constaín, 2024)

En suma, entonces, nos equivocamos tanto esperanzados como encuestadoras, “grandes medios informativos americanos y europeos, respetados politólogos de aquí y allá, estrellas de Hollywood y del rock” (Santos, 2024), ninguno de los cuales imaginamos la dimensión del triunfo electoral de un personaje calificado como un peligro para la democracia de su país y del mundo. La victoria de la antipolítica y el éxito del cretinismo político -propios de la autocracia- por una trumpada demoledora a la democracia es un pésimo hito histórico indiscutible que augura años muy difíciles porque las democracias, en buena medida a causa de sus promesas fallidas y sus propios e irredimibles vacíos, van quedando en manos de los más violentos y los más desvergonzados, los más cínicos, los que desde adentro las están minando y destruyendo.

“No es un panorama alentador, claro que no.” Pero no somos los primeros humanos “que nos enfrentamos a tiempos aciagos; tampoco seremos los últimos. En los horrores también hubo quien se levantó para inventar formas nuevas de sobrevivir y vencieron. Hagámoslo nosotros ahora con genio, gracia, solidaridad y decisión” (Nicholls, 2024) de ciudadano activo y comprometido. Si queremos defendernos de una ultraderecha cada vez menos democrática, definitivamente hay que hacer una sincera alianza lúcida de conservadores, liberales y progresista para enfrentar los desafíos actuales; alianza que es nuestra única esperanza, intervención urgente y poderosa que “es una de las luchas más acuciantes de nuestro tiempo”, como bien lo afirma Thomas Chatterton en la contraportada citada del esclarecedor libro incisivo y crucial para el futuro de la izquierda auténtica. Y el presidente electo -¡en hora buena!- de Uruguay Yamandú Orsi -profesor de historia y político heredero del gran Pepe Mujica- lo confirma: “La esencia de la política son los acuerdos”. Por eso, esperanzado, termino interrogando con Paul Celan: ¿Quién / dice que se nos murió todo / cuando se nos quebraron los ojos? / Todo despertó, todo comenzó.

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Bejarano Ricaurte, Ana (2024, nov 10). FANTASÍA INCEL. Cambio Colombia y Los danieles. https://cambiocolombia.com/los-danieles/fantasia-incel

Borda, Sandra (2024, nov 17). La nueva línea divisoria en la política electoral detrás del triunfo de Donald Trump. Cambio Colombia. https://cambiocolombia.com/imaginar-la-democracia/la-nueva-linea-divisoria-en-la-politica-electoral-detras-del-triunfo-de

Constaín, Juan esteban (2024, nov 20). Lo ya visto. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/lo-ya-visto-

elespectador.com (2024, nov 7). Los estadounidenses han decidido dar reversa. Editorial de El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/editorial/los-estadounidenses-han-decidido-dar-reversa/

elpaís.com (2024, nov 6). La victoria de la antipolítica. Editorial de El País de España. https://elpais.com/opinion/2024-11-07/la-victoria-de-la-antipolitica.html

Muñoz, Boris (2024, nov 6). Trump, una debacle moral. Editorial de El país de España. https://elpais.com/opinion/2024-11-07/trump-una-debacle-moral.html

Neiman, Susan (2024). Izquierda no es woke. Penguin Random House: Bogotá.

Nicholls Ocampo, Cristina (2024, nov 21). Trump como síntoma. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/cristina-nicholls/donald-trump-como-sintoma/

Palacios, Claudia (2024, nov 20) ¿Murió el wokismo? El Tiempo. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/murio-el-wokismo-340155

Posada Carbó, Eduardo (2024, nov 14). Saber perder, sí, ¿y saber ganar? El Tiempo. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/saber-perder-si-y-saber-ganar-3399754

Ramírez Rave, Juan Manuel (2024, nov 13). Shaun Tan, la otredad silenciada o el papel de las humanidades en tiempos de ruido. El Espectador. https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/la-resistencia-silenciosa-de-shaun-tan-una-reflexion-visual-sobre-las-elecciones-en-estados-unidos-y-el-valor-de-la-otredad/

Santos Calderón, Enrique (2024, nov 10). PREGUNTAS DE AQUÍ Y ALLÁ. Cambio Colombia y Los danieles. https://cambiocolombia.com/los-danieles/preguntas-de-aqui-y-alla

Stiglitz, Joseph E. (2024, nov 28). La única opción de los demócratas tras el triunfo de Trump. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/joseph-e-stiglitz/la-unica-opcion-de-los-democratas-tras-el-triunfo-de-trump/

Wasserman, Moisés (2024, nov 14). Cómo asegurar una próxima derrota. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/como-asegurar-una-proxima-derrota-339974

Uprimny, Rodrigo (2024, nov 10). Trumpada demoledora. El Espectador. https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/rodrigo-uprimny/trumpada-demoledora/

Vásquez, Juan Gabriel (2024, nov 16). No hay que creer en lo que dicen las novelas. El País de España. https://elpais.com/america-colombia/2024-11-17/no-hay-que-creer-en-lo-que-dicen-las-novelas.html

12 respuestas a «LA AUTOCRACIA, UNA TRUMPADA DEMOLEDORA A LA DEMOCRACIA»

  1. Argumentos excelentes hilados y de gran profundidad. Un acierto la «trumpada», gran creatividad, como corresponde al ensayo. El colofón es de esperanza y confianza en el futuro de la humanidad. Me agrada profundamente el escrito y «a no desmayar», por la búsqueda de un mundo justo, donde tanta gente deje su vida por los caprichos imperialistas y la manipulación de los capitales monetarios sobre las conciencias.
    ¡Qué cinismo el del criminal Netanyahu de señalar sitios que va a demoler, pero con la felonía de primero exigir su evacuación, como si fuera posible desplazar una comunidad en dos o tres horas.

  2. Lo que los entendidos han sostenido a través del tiempo:
    Hasta que No se termine la ignorancia entre los votantes, la flecha jamás llegará a buen destino.
    La esperanza es lo último que se pierde; creamos eso, y sigamos en la lucha.

  3. Gran creación de las Parónimas y primitivas en tu ensayo, mucha fluencia de neologismos y sabiduría popular. «Guerra avisada no mata soldado». Muy detallado el texto y lleno de mucha vivencias. González, te deseo abundantes augurios.

  4. Dr. Dairo Elías González Quiroz: Muchísimas gracias, por el envío, de su excelente lectura y magníficos comentarios, sobre la temática titulada: La autocracia, una trumpada demoledora de la Democracia. En los horrores también hubo quien se levantó, para inventar formas nuevas de sobrevivir y vencieron. El presidente electo de Uruguay Yamandú Orsi – Lo confirma: «La esencia de la política son los acuerdos».
    Muchas gracias, por el envío, de su excelente artículo.

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