INTELIGENCIA ARTIFICIAL E INTELIGENCIA HUMANA

“La inteligencia artificial no solo ha llegado para quedarse, sino que ya ha dejado atrás a la inteligencia humana.” Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI.

“Así no podrá negarse que el hombre es inmoderado en todo, y que nada lo detiene si no es la necesidad o la incapacidad de ir más allá.” Michel de Montaigne, padre del ensayo.

“La ciencia es la búsqueda de un orden en medio del caos. El arte es la expresión en miniatura del mundo natural.” Ralph Waldo Emerson, ensayista y filósofo.

¡Amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, desde que la Inteligencia Artificial -IA- llegó a este mundo azotado por la guerra, el cambio climático e inconvenientes democráticos se comenzó a percibir un sentimiento de más miedo entre los humanos por el uso indebido de sus avances; por eso, algunos artistas, científicos y otros pensadores se han aventurado a encontrar la razón por la que la presencia de la IA nos inquieta muchísimo ya que ella ha llegado para quedarse y está revolucionando el mundo tal y como lo conocemos, pues, puede ser de importancia crucial para el futuro de nuestra especie. Esta es la razón de ser de este breve ensayo.

Al igual que ocurre con muchos otros asuntos, la IA “es una de esas cosas de las que mucha gente suele hablar, aun sin saber cómo funciona, ni para qué sirve. Y mientras que unos la consideran una tabla de salvación, para otros no deja de ser una amenaza, aunque no sepan explicar muy bien por qué.” (Vladdo, 2025) Una vez escribí en mi blog sobre los bienes y riesgos de la IA, y ahí comencé a decir lo que pienso con la excusa que las cosas cambian tan rápido en ese campo que la distancia entre nosotros es cada día más grande.

En ese texto enfaticé que la IA es la tercera gran irrupción digital: la primera fue internet, la segunda, la conexión móvil. La evolución de la IA que hoy presenciamos “representa una transformación sin precedentes, un cambio como sólo se ve una vez cada generación, con el potencial de influir de forma trascendental y definitiva en todas las áreas de la actividad humana”, dije citando a Giovanni Stella. Por eso, el mundo sigue interrogándose en serio sobre la IA como un gran signo de la cuarta revolución industrial.

Tras la primera revolución verde de los años sesenta y setenta del siglo pasado, basada en el fitomejoramiento, y la segunda, en la ingeniería genética y la edición genómica, ha comenzado una tercera, en el marco de la tecnología cuántica, a una velocidad nunca vista.” (Cano, 2025) Se trata del concepto que por primera vez se formuló hace siete décadas, al compás de los avances en computación y manejo de datos. Globalmente, las empresas que han adoptado la cultura de la IA han alcanzado, en promedio, saltos en su productividad del orden del treinta y cuatro por ciento. Su insumo fundamental es la disponibilidad de datos para efectos de su procesamiento. “Más importante que su volumen por sí solo. De suerte que pueda arrojar conclusiones relevantes para la solución de problemas que ni la mera experiencia humana, ni mucho menos la intuición, podrían lograr.” (Ibíd)

Así, la humanidad se convierte de nuevo en un laboratorio para las grandes tecnológicas que “despliegan sin control unas herramientas poco fiables que ya forman parte de la vida cotidiana de miles de millones de personas en todo el mundo Parece hecho por ChatGPT es ya una expresión coloquial. Transmite cutrez, pereza mental y falta de chispa; no superinteligencia, a pesar de las promesas de OpenAI en el lanzamiento de su versión GPT5.” (Salas, 2025) Camino de los tres años desde la irrupción de esta herramienta en nuestras vidas, no llegan las revoluciones prometidas por los multimillonarios intereses comerciales detrás de la IA. ¿Será que estamos en una burbuja de IA a punto de estallar?

Se sabe que ella es capaz de procesar datos e información de una forma similar a la inteligencia humana -IH-; también se sabe que los asistentes de voz, las búsquedas predictivas en Google, las recomendaciones de productos en tiendas online, los chatbots, la domótica o los mapas son algunos ejemplos en nuestra vida cotidiana en los que la IA está implicada. Pero aún falta tiempo para que la humanidad conviva con máquinas que aprendan por sí mismas y sean tan inteligentes como las personas. Claro que “ya en la actualidad hay bots conversacionales, robots, asistentes digitales e inteligencias artificiales que, a menudo, no pueden distinguirse de los humanos. Según los científicos y los expertos en IA, estamos en una carrera contra el tiempo: hay que encontrar pautas éticas antes de que la tecnología nos alcance. Mientras el profesor de inteligencia artificial Jürgen Schmidhuber profetiza una inteligencia artificial con fábricas de robots en el espacio, el físico sueco-estadounidense Max Tegmark advierte sobre un estado de control totalitario de la inteligencia artificial; y el filósofo Thomas Metzinger advierte de una carrera armamentista mortal basada en ella.” (Red Summa, 2024)

De acuerdo con Núria Casas (2025), Yuval Harari va más allá: «En poco tiempo, la persona más rica del mundo será una IA». Esta predicción se lanzó en el marco de la reciente cumbre tecnológica de Londres, organizada por Octopus Energy y conducida por Stephen Fry; ella parece sacada de la ciencia ficción, pero que cada día suena más plausible: la persona más rica del mundo dentro de unos años no será Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, sino una IA. El autor de Sapiens y Homo Deus imagina un escenario donde los algoritmos no solo crean riqueza, sino que además se conviertan en actores políticos, capaces de influir en elecciones mediante donaciones y de financiar movimientos sociales, religiosos o ideológicos a una escala sin precedentes.

Según el autor colombiano Juan Gabriel Vásquez (2025), el filósofo italiano Andrea Colamedici dice a través de Jianwei Xun,  autor ficticio del ensayo titulado El imperio de la hipnocracia, que los algoritmos no son simples útiles de cálculo y predicción: son tecnologías de manipulación masiva. Dice Xun que la inteligencia artificial no es sólo una revolución tecnológica de posibilidades maravillosas: es un proyecto potencialmente antidemocrático que no necesita la fuerza militar para imponerse, porque le basta dominar la percepción que el ciudadano tiene del mundo. Dice Jianwei que, si la IA ha conseguido la complicidad de los nuevos populistas como Donald Trump, no es porque prometa progreso y bienestar, sino porque es capaz de producir una realidad inestable donde ya nadie sabe qué es verdad y qué es mentira.

El filósofo de Hong Kong (Colamedici usó dos sistemas de IA -Anthropic y ChatGPT- para inventar a ese hombre con estudios en Dublín, residencia en Alemania, con obra y referencias de Xun en artículos de Wikipedia dedicados a otros filósofos como Gilles Deleuze y Byung-Chul Han) analiza -continúa Vásquez- una sociedad (la nuestra) en la que los ciudadanos viven como sonámbulos porque son víctimas de una gigantesca manipulación de las conciencias. La tesis principal del escritor asiático es que nuestras democracias asisten a una crisis inédita en la cual la realidad ha sido reemplazada por una sugestión, los estados emocionales se inducen con fines políticos, el pensamiento crítico se apaga o se anestesia por una mezcla rara de entretenimiento constante y crispación fabricada, y nuestra percepción del mundo se falsea mediante el secuestro de nuestra atención y el estímulo constante de nuestros sentidos.

Foto: Getty Images – DrAfter123, El Espectador, Bogotá, jun 22/24, https://www.elespectador.com/economia/empresas/cuales-serian-los-empleos-mas-afectados-por-la-ia-sector-financiero-en-la-mira/

«Una herramienta es una cosa que tienes en las manos. Un martillo es una herramienta. Una bomba nuclear es una herramienta. Los humanos deciden si empiezan una guerra y a quién bombardean. Un arma no va sola y decide explotar, pero la IA tiene esta agencia», afirma Harari. Citando el ejemplo de la IA desplegada en zonas de guerra sin necesidad de intervención humana, el israelí argumentó que el despliegue de armas nucleares requiere la toma de decisiones humanas, pero los sistemas de IA pueden tomar sus propias decisiones. «Ya tenemos sistemas de armas autónomas que toman sus propias decisiones», señaló el escritor e historiador. A pesar de enfatizar la necesidad de poner controles y equilibrios al progreso de la IA, advirtió que ella es capaz de evolucionar desarrollando sistemas muy avanzados que estarían fuera del control humano e incluso puede inventar armas que ni siquiera hemos imaginado.

Para la autora española Rosa Montero, quien se reconoce como una mujer de letras, aunque confiesa ser una amante de la ciencia y la tecnología, contó que abordó el tema de la IA en Animales difíciles, su última novela, planteandola inconsciencia con la que el humano está desarrollando una superinteligencia desconocida: “La IA nos favorece nos facilita la vida”, y por eso “nos estamos entregando a ciegas” a esta tecnología, le confesó Montero a la Agencia EFE (2025). Mencionó la amenaza de que la IA puede manipular al hombre, “meterse en su cerebro sin que lo sepa y moldearlo para que sea exactamente como ella quiere.” (Ibíd) Según la escritora, estamos construyendo o, mejor dicho, esa inteligencia se está construyendo a sí misma porque es autogenerativa, “un Dios indiferente”, es decir, una inteligencia “muy superior a la nuestra, que además es una inteligencia inhumana”, “que no vamos a entender ni vamos a saber cómo relacionarnos con ella ni vamos a saber cómo controlarla”. “Podemos convertirnos en las hormigas de la inteligencia artificial”, terminó diciendo la madrileña.

Es cierto, la ausencia de límites en el control de contenidos de las plataformas parece ahora el gran reto de la IH, pues, suplantando a grandes personajes, la IA ya está hasta prometiendo inescrupulosamente que la gente amanecerá rica de repente, y de una vez con una salud óptima, e incluso, una aerolínea tiene la intención de usarla para fijar precios personalizados cobrando más a quien viaje por un funeral que por placer, todo lo cual ha abierto un debate sobre los límites de la privacidad y la libertad de decisión en el comercio que conduce a la monetización despiadada. Ella, tan fácilmente hackeable como poderosa, lleva tiempo ocultando los valores que más nos importan como humanos y como sociedad, me refiero, por supuesto, a los valores del amor, la ética, la educación y la virtud.

No obstante, confiamos en que la Unión Europa, con la primera ley aprobada en el mundo sobre IA en 2024 que empezará a regir plenamente en 2027 -lo cual parece una eternidad ante la vertiginosa popularzación de esta herramienta-, sea pionera en el umbral de esta nueva era para desarrollar un código de ética internacional vinculante; aunque persiste la frustración de que el resto de países no estemos incluidos en esa legislación. Los avances tecnológicos se siguen moviendo rápido y rompiendo cosas, sin consideración por sus efectos en contra de los derechos de autor de artistas, escritores, pensadores, científicos y programadores. Por eso, somos partidario de que gobiernos y sociedad civil presionen a la industria para regular rigurosamente la IA porque la magnitud de la responsabilidad y el impacto potencial son muy altos. “Cuanto más poderosa se vuelve una tecnología, más fuertes tienen que ser las salvaguardias y controles que la acompañen.” Inevitablemente hay que estar atento al avance de la ley europea y a la regulación de cada uno de los otros países, sobre todo de EE.UU. y China que tardan demasiado. “La temperatura tecnológica está rondando los 99,9 grados. Estamos a una décima de grado de liberar por completo un vapor de inteligencia artificial que detonará el cambio de fase más importante de la historia humana.”

Es innegable que la IA es uno de los actuales temas mundiales. No es raro ver cómo se roba el show en foros, reuniones familiares o sociales y, por supuesto, en los espacios de trabajo, “donde algunos la observan con recelo, no pocos la mencionan con suspicacia y muchos la miran de reojo y con desconfianza, pues presumen que por culpa de ella, muchas personas pueden quedarse sin trabajo. Tampoco faltan los que, en una actitud que combina la arrogancia con la ignorancia, prefieren recurrir al autoengaño y tratan de actuar como si la IA no existiera, con la vana esperanza de que no los toque nunca.” (Vladdo, 2025) Reitero que unos y otros deben tener en cuenta que la IA llegó para quedarse, y cada día su uso se extiende más; no solo en el ámbito de los negocios, la ciencia y los servicios, sino en las actividades de esparcimiento, en el mundo del espectáculo y del entretenimiento; es decir, ya no la podemos marginar de nuestra vida cotidiana.

Contra todas las prevenciones de la destrucción de puestos de trabajo por cuenta de esta nueva tecnología, parece que no hay evidencia de que la IA esté provocando un desempleo masivo. Conforme a Vladdo así lo reportó recientemente The Economist en un informe en el que decían que a pesar del miedo que se ha generado tras la incursión de la IA en el mundo laboral, los datos lo desmienten. Es más: este semanario citó un estudio de la Universidad de Oxford, según el cual, a pesar de que la demanda de traductores ha disminuido debido a la automatización, en EE. UU. el empleo en labores de traducción ha aumentado un 7 %. En el artículo también es mencionada una empresa de tecnología y finanzas que, a pesar de que sacaba pecho por la incorporación de la IA para su servicio de atención al cliente, luego tuvo que aclarar que sus usuarios siempre iban a tener la posibilidad de hablar con un humano.

“Es más, de acuerdo con esta revista, a nivel global las tasas de desempleo siguen siendo bajas, y en áreas supuestamente vulnerables como las ventas, las finanzas o los servicios administrativos, el empleo, en vez de caer, ha crecido levemente… Esta publicación atribuye esta situación a dos probables razones. En primer lugar, son pocas las empresas que le encomiendan tareas clave a la IA -en EE. UU., no llegan al 10 %-. Y, por otra parte, la IA se está usando más para complementar las labores de los trabajadores que para reemplazarlos… Y aunque The Economist no desestima la preocupación ni el nerviosismo que afecta a muchos en todo el mundo” (Vladdo, 2025), concluye que el apocalipsis laboral ocasionado por la IA aún no ha llegado, pero yo creo que pronto puede llegar porque ella cambiará todo sobre todo, incluyendo la geopolítica y el comercio entre USA y China, las dos superpotencias mundiales de la IA.

De todos modos, apoyado en Irene Vallejo, pienso -palabras de Samuel Sosa Velandia (2024) que hago mías- que todas las transformaciones tecnológicas han estado acompañadas de un sentimiento de pesimismo y que lo que creímos que sería el final, solo ha sido un capítulo más. Tenemos un testimonio muy curioso de Platón en boca de Sócrates, quien, en un discurso platónico, dijo que la escritura iba a acabar con la memoria, porque en el momento en el que los libros conservasen nuestro conocimiento, ya no lo íbamos a tener dentro de nosotros, por lo que dejaríamos de ser sabios y confiaríamos solo en lo que estuviera en los libros, que es muy parecido a lo que se dice ahora con la Internet.

El oficio de caricaturista por Zuleta, 03 de abril de 2025 https://www.elespectador.com/opinion/caricaturistas/zuleta-zuleta/el-oficio-de-caricaturista/

Vallejo aseguró -sigue Samuel Sosa- que toda evolución tecnológica es esencialmente ambigua, pues tiene la certeza que todo lo que inventa el humano puede ser usado para construir o destruir. Para ella, la IA podría darnos una bocanada de libertad y tranquilidad, en cuanto a que realizaría esas tareas rutinarias y repetitivas: “Podemos ocuparla de la burocracia que muchas veces nos asfixia y no nos permite hacer nuestro propio trabajo. Ojalá nos quitara parte de toda esa carga”, añoró. Cuando se refirió a nuestro trabajo habló de lo que, para muchos, eran las virtudes del humano; la capacidad de crear, imaginar, sentir y soñar. Aunque el futuro podría mostrar otro camino, por ahora, escribir textos valiosos será un asunto propiamente de los individuos, pues dijo que la IA no era fiable. “Construye textos que aparentemente son convincentes, pero inventa muchos datos, falsifica informaciones concretas, porque lo que hace es combinar elementos que conoce. Eso me preocupa por lo que significa para los derechos de autor”, subrayó. Cristina Aranda, filóloga y consultora tecnológica especializada en IA entrevistada también por Sosa, cita a Samuel Beckett quien decía que las rutinas las ordena el tiempo, por eso piensa que cuando llega algo que le sacude los cimientos y que implica cuestionarse muchas cosas, lo rechazamos. La IA ha demostrado que carecemos de un espíritu crítico, que nos cuesta dudar, y que nos falta una rabiosa ansia por conocerla mejor.

En una entrevista de Ludwing Cepeda (2025) con Orlando Oliveros, editor e investigador de la Fundación Gabo que acaba de publicar Gabriel García Márquez, un genio de muchos rastros, dijo que GGM “fue un entusiasta de la innovación tecnológica en los instrumentos de escritura. Pasó de la pluma estilográfica a la máquina de escribir sin ningún problema, y de las máquinas de escribir analógicas a las máquinas de escribir eléctricas, tan pronto tuvo el dinero para adquirirlas. El amor en los tiempos del cólera fue escrito con una Macintosh que recién había salido a la venta y ese cambio a la computadora aceleró sus tiempos de producción literaria: pasó de publicar un libro cada siete años a publicar un libro cada tres. Estoy seguro de que nuestro mundo digital regido por las redes sociales y la inteligencia artificial le habría fascinado. Eso sí, creo que se habría preocupado por el uso responsable de estas herramientas y habría defendido el fundamento humano de la creación literaria.” Pienso que la llegada de la IA implica una madurez intelectual que estamos lejos de tener, por lo tanto, los seres humanos corremos el riesgo de embrutecernos al delegar la búsqueda del conocimiento a los bots de charla como ChatGPT. En términos kantianos: la IA nos está convirtiendo en menores de edad porque cada vez más dejamos de pensar por nuestra propia cuenta. En definitiva: “Un escritor que necesita que otros escriban por él, no es un escritor; es un farsante.”

La IH es demasiado humana y el amor lo es aún más y con mucha más razón, pues los vínculos subjetivos son los que nos hacen humanos: afortunadamente, eso es algo que ningún robot puede alcanzar. En esta línea precisamos que la IA “nació el pasado siglo en la conferencia de Darmouth de 1955 sobre máquinas pensantes, impulsada por John McCarthy, quien introdujo la expresión inteligencia artificial en 1956, refiriéndose con ella a la creación de máquinas que pueden tenerse por inteligentes porque interactúan con los seres humanos hasta el punto de que una persona ya no sabe si está hablando con una máquina o con otra persona humana.» (Cortina, 2025) Como es sabido, esta prueba, más tarde discutida, resultó riñendo con la verdad.

Internet está lleno de información, “pero más información no significa más verdad. Lo que circula en la web está determinado por un algoritmo que no está diseñado para filtrar lo que vale y lo que es verdad, sino para ofrecer lo que le interesa a la gente” (García R, 2025) sin importar si es información falsa o maliciosa. Pero el mayor enemigo de la verdad no es la mentira, sino la ilusión de saber la verdad; por eso, al igual que Michel de Montaigne rechazo “la arrogancia importuna y discutidora que se cree y se fía por entero de sí misma, enemiga capital de la disciplina y de la verdad.”

Así, la labor de un profesor debe consistir en enseñar a los estudiantes a encontrar la información que es correcta, a procesarla y a entender qué pasa en la realidad. Máxime ahora cuando los adolescentes utilizan alarmantemente la IA no solo como trampa en las labores estudiantiles, sino que también utilizan sus chatbots como seudo-terapeutas que comparten su soledad, ansiedad y desesperación tal un compañero digital que siempre está ahí y nunca juzga. Los expertos en educación hablan de las cuatro Cs que deben inculcar en los estudiantes: crítica, comunicación, colaboración y credibilidad. Obvio que los colegios y universidades deben cambiar, pues, sus problemas son agobiantes.

Esas cuatro Cs debe aprenderla también cualquier internauta ahora más que nuca, pues, desde que se lanzó a finales de noviembre 2022, ChatGPT, el chatbot que usa IA para responder preguntas o generar textos a pedido de usuarios, “se ha convertido en la aplicación de internet con el crecimiento más rápido de la historia… En apenas dos meses llegó a tener 100 millones de usuarios activos. A la popular app TikTok le tardó nueve meses alcanzar ese hito. Y a Instagram dos años y medio, según datos de la empresa de monitoreo tecnológico Sensor Town.” (Sming, 2023)

«En los 20 años que llevamos siguiendo internet, no podemos recordar un incremento más veloz de una aplicación de internet para consumidores», afirmaron analistas de UBS, quienes reportaron el récord en febrero. La masiva popularidad de ChatGPT y otras herramientas -Gemini, DeepSeek, Grok, etc.- desarrolladas por la empresa OpenAI, con respaldo financiero de Microsoft, “ha despertado todo tipo de discusiones y especulaciones sobre el impacto que ya está teniendo y que tendrá en nuestro futuro cercano la inteligencia artificial generativa.” (Ibíd) Enfatizo que ésta se trata de la rama de la IA que se dedica a generar contenido original a partir de datos existentes -usualmente sacados de internet- en respuesta a instrucciones de un usuario.

Los textos -desde ensayos, poesías y chistes hasta códigos de computación- e imágenes (diagramas, fotos, obras de arte de cualquier estilo y demás) producidos por IA generativas como ChatGPT, DALL-E, Bard y AlphaCode son, en algunos casos, tan indistinguibles del trabajo humano, que ya han sido usados por miles de personas para reemplazar su labor habitual. Desde estudiantes que los usan para hacer los deberes “hasta políticos que les encomiendan sus discursos -el representante demócrata Jake Auchincloss estrenó el recurso en el Congreso de EE.UU.- o fotógrafos que inventan instantáneas de cosas que no ocurrieron -e incluso ganan premios por ello, como el alemán Boris Eldagsen, quien obtuvo el primer puesto en el último Sony World Photography Award por una imagen creada por IA-.” (Sming, 2023)

El fenómeno ha llevado a una revolución de los recursos humanos, con empresas como el gigante tecnológico IBM anunciando que dejará de contratar a personas para cubrir cerca de 8.000 puestos de trabajo que podrán ser manejados por IA. Algo similar también anuncia el gigante tecnológico estadounidense Salesforce que ha confirmado un drástico ajuste de plantilla que afecta a 4.000 trabajadores de su división de soporte al cliente, argumentando que con la implantación de un sistema de bots llamado «Agentforce» se ha reducido notablemente la necesidad de personal. De acuerdo con Verónica Sming, un informe del banco de inversión Goldman Sachs estimó a finales de marzo que la IA podría reemplazar a un cuarto de todos los empleos realizados hoy por humanos -datos que pulverizan el reportaje citado de The Economist-, aunque también creará más productividad y nuevos trabajos. Si todos estos cambios te abruman, sigue Sming, prepárate para un dato que podría resultarte aún más desconcertante. Y es que, con todos sus impactos, lo que estamos viviendo ahora es apenas la primera etapa en el desarrollo de la IA.

Mikel Jaso, El País, Madrid, ago 24/25,  https://elpais.com/ideas/2025-08-24/pueden-pensar-las-maquinas.html

A tenor de los especialistas, lo que podría venir pronto -la segunda etapa- será muchísimo más revolucionaria. Y la tercera y última, que podría ocurrir muy poco tiempo después de aquella, es tan avanzada que alterará completamente al mundo, incluso a costa de la existencia del ser humano como ya lo aclararon algunos pensadores que cité antes. Y hay más, las plataformas de IA muy pronto utilizarán “los datos de WhatsApp para expandirse, acceso que hasta el momento es privativo de los jueces, quienes lo primero que le decomisan al imputado o sospechoso de un delito es su celular.” Al igual que Lisandro Duque Naranjo ahí dejo esas inquietudes que sobrepasan incluso lo ya aprobado por la legislación europea abordada en mi texto mencionado.

La ‘start-up’ Perplexity, empresa de IA fundada en 2022, “ya ha puesto en el mercado un navegador web, Comet, infinitamente superior en funcionalidades de IA al que ofrece Google. En apenas tres años, la compañía de Aravind Srinivas ya tiene una valoración de 18.000 millones de dólares en el mercado. Tal es su oferta de valor que Nvidia, SoftBank Vision Fund 2, Jeff Bezzos y Yann Lecun han apostado cientos de millones de dólares en ella.” (Santos, 2025) Para la mayoría de las personas, la IA es un tema de expertos ya que “se asocia con matemáticas complejas, programación y conceptos abstractos como las redes neuronales, y aprender sobre ello pareciera requerir un esfuerzo mental considerable… Pero lo anterior es caer en un error. Es como si la gente no quisiera aprender a manejar porque considera que debe entender cómo funciona la mecánica de un motor de combustión. Millones conducen a diario sin necesidad de saber cómo funciona el motor.” (Ibíd)

Imposible negar que la IA, el big data y el machine learning desempeñan un importante papel en los mercados financieros. Según los técnicos estas tecnologías permiten el análisis de datos -noticias, beneficios, informes económicos- en tiempo real para generar órdenes de compra y venta en fracciones de segundo. Apoyados en la ley europea mencionada, la clave es crear un sistema de gobernanza de la IA antes de que se desarrolle una inteligencia que puede tomar decisiones propias. Máxime si esta disciplina ha transitado por un amplio recorrido, como el machine learning, o aprendizaje de las máquinas; el deep learning, o aprendizaje aún más profundo; y la IA generativa, avanzado estadio que incluye el empleo de redes neuronales. “Los grados de sofisticación de la IA han evolucionado a través de diversas categorías, comúnmente conocidas como la estrecha, o sea la original y más simple, orientada a la solución de un solo problema igualmente elemental; la amplia, más compleja; la general y la superior, aún con mayor cobertura; y la multimodal, diseñada para propiciar soluciones sistémicas de muy extendido espectro.” (Cano, 2025)

Obvio que los recientes desarrollos en IA han generado profundos debates sobre las bondades del progreso tecnológico para la humanidad. “La opinión dominante ha insistido en la importancia de sus aplicaciones para la economía, gracias al aumento de la productividad, en las nuevas oportunidades abiertas para la producción científica; a la aceleración del procesamiento de información; y en los cambios para la vida cotidiana por el ahorro de tiempo en tareas diversas. Sin embargo, poco se habla de la profundización de la crisis de civilización y del aviso de incendio -en palabras de Walter Benjamin y Michel Löwy- que tales tecnologías profundizan.” (Choachí, 2025) En un contexto de crisis climática, guerras regionales y desigualdades, preocupa que la IA propicie la depredación y apropiación ilimitada del agua usada para enfriar los servidores necesarios para la ejecución de estos programas.

De acuerdo con la National Geographic, al generar un texto de 100 palabras en ChatGPT se consumen, en promedio, 519 mililitros de agua. El volumen equivalente a una botella de agua disponible en el mercado. “Si multiplicáramos esa botella de agua por las consultas que se realizan mientras usted lee esta columna, podemos tener una preocupante dimensión del gasto de agua que implican estas tecnologías. Por ejemplo, hace unos meses fue muy popular convertir fotografías en caricaturas al estilo de un famoso estudio japonés; hoy se calcula que, en menos de una semana, se habrían utilizado 216 millones de litros de agua para hacer posibles esas imágenes. ¿Valió la pena semejante impacto ambiental para tener unos minutos de entretenimiento?” (Choachí, 2025)

Según el colombiano Helberth Choachí González, actual rector de la Universidad Pedagógica Nacional, los impactos de la IA nos deben (re)convocar a reflexiones críticas sobre el papel de la academia, la investigación y los desarrollos científicos y tecnológicos en pro de la existencia en condiciones dignas para la humanidad. Por eso debemos llamar la atención sobre los desafíos que tenemos en el campo de la docencia y la investigación, lo que lleva al profesor Choachí a plantear tres reflexiones: Primera, ninguna tecnología es un instrumento neutral que no genera consecuencias para la vida social. El uso de estas implica desafíos éticos insoslayables en un contexto de ambiente bélico, duda democrática y crisis ambiental. Tal reflexión es urgente para nuestros colegios y universidades, al acercarnos a la IA como una herramienta pedagógica. Es urgente preguntarnos en las comunidades académicas sobre la pertinencia de sus usos en las labores de docencia, investigación y extensión en el campo educativo. A nuestro juicio, no podemos ser ni completamente apocalípticos, ni absolutamente integrados.

Segunda, continúa el Rector, la centralidad de la IA en la vida cotidiana de la comunidad académica y de la ciudadanía en general, exige deliberar sobre sus estándares de utilización, sobre cómo deben usarse estas tecnologías tanto en sus aplicaciones industriales, como en sus usos académicos y ciudadanos. Necesitamos democratizar el debate sobre estas tecnologías para tomar decisiones públicas acerca de sus alcances. Y la tercera reflexión de Choachí es que en los debates sobre la IA urge insistir en la pregunta sobre la propiedad, sobre quiénes son propietarios de las compañías tecnológicas, quiénes tienen propiedad intelectual de sus productos y quiénes controlan los datos implicados en esos procedimientos. Como en otras ocasiones, las preguntas sobre la tecnología y su regulación, son preguntas sobre el poder social acumulado.

Retomando los epígrafes, hay que recordar el primero del director ejecutivo de OpenAI: La inteligencia artificial no solo ha llegado para quedarse, sino que ya ha dejado atrás a la inteligencia humana. Él también anunció orgullosamente que GPT-5 miente y manipula menos que los modelos anteriores, pero sus propias cifras indican que no es verdad. Es extraordinario que un directivo “anuncie su nuevo producto diciendo que miente y manipula menos que el anterior. Pero lo realmente increíble es que sea mentira” (Pereirano, 2025) Yo me preguntó asombrado si de verdad necesitamos un producto cuya mayor virtud es que ya no nos engañe tanto. Por eso y todo lo dicho, antepongo a la IA el tercer epígrafe del autor norteamericano quien nos ubica la ciencia y el arte como creaciones humanas salvadoras que refuerzan o debilitan determinadas afirmaciones. Y también los hallazgos de los diferentes pensadores citados quienes coincidieron en un punto: la preocupación por ser reemplazados.

Las transformaciones que han ocurrido en la última década y que ocurrirán en la siguiente “tienen en común el hecho incómodo de haber sucedido en la sombra, lejos de la mirada pública, lejos de cualquier fiscalización o cuestionamiento, lejos de cualquier regulación. Las democracias del mundo no se han atrevido a regular las nuevas tecnologías porque se han dejado convencer de que cualquier regulación interfiere con las libertades individuales, o viola eso que llamamos la neutralidad de internet, o va en contra de la libertad de expresión. Eso ha sido uno de los grandes éxitos de propaganda de Silicon Valley: los que quieran regularnos van en contra del progreso y de las libertades, nos dicen individuos para los cuales la libertad consiste en que los demás hagan lo que ellos quieren.” (Vásquez)

Foto: Eder Rodríguez, El Espectador, Bogotá, oct 6/25 https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/el-eco-de-la-palabra-en-la-era-de-la-inteligencia-artificial/

Finalmente, amables lectores pacientes, permítanme seis conclusiones parciales: UNA. La poca experiencia que he tenido con la tecnología me lleva a afirmar que en mis 40 años de experiencia pedagógica, lectora, escritural e intelectualidad analógica -aún leo prensa y libros en papel- en la tuve que incorporar nuevas herramientas y la digitalización o automatización de algunos procesos, en vez de perjudicarme, me abrió interesantes caminos y me brindó nuevas posibilidades para explotar el talento y la creatividad, y aprovechar mejor el tiempo. No creo que la IA vaya a ser la excepción, y por eso, lejos de temerle, tenemos que convertirla en una aliada pero de forma crítica. Tal vez por eso me encuentro haciendo un curso sobre la IA impartido por el Instituto Europeo de Posgrado, y leyendo libros como los mencionados en este artículo y Genesis, un libro que sirve de introducción a la IA, del asesor en IA Craig Mundie, antiguo jefe de investigación y estrategia de Microsoft y coautor, junto con Henry Kissinger y Eric Schmidt.

DOS. Aunque muchos de los peligros descritos son reales, la imaginación que soporta la extraordinaria creatividad humana sigue siendo un producto totalmente natural. “No sé si ese hecho ayuda a ser más optimista sobre la IA: sus potenciales son inmensos, pero seguimos teniendo la sartén por el mango.” Ahora bien, como el impacto de la IA está siendo enorme en las casas periodísticas, las empresas educativo-culturales, en los mercados financieros y en otros muchos aspectos de la vida, es absolutamente necesario seguir previendo y regulando su desarrollo. Queda de nuestra parte hacer que el impacto de esta tecnología emergente sea beneficiosa tanto para los seres humanos como para nuestro planeta azotado por el cambio climático y las guerras regionales. La IA es maravillosa, pero la IH es la que debe usarla y no viceversa: preocupa que Trump y Musk están en la cima del mundo. Según Hernando Gómez Buendía, son como el Chat GPT: no sienten vergüenza, no distinguen lo cierto de lo falso, no tienen historia. Aprenden de nosotros, pero no aprenden de sí mismos. No dudan, no se arrepienten, no se detienen.

TRES. La IA está alterando nuestra capacidad no solo de concentración, sino también de lectura y razonamiento. Sus usuarios tienen peor memoria de trabajo, habilidades lingüísticas y niveles de atención disminuidos. Sus posibilidades, o sus limitaciones, según el caso, dependerán de los atributos cognitivos de sus receptores directos, los cultivadores. He ahí el reto del Estado y la sociedad: educación de altísima calidad acompañada de un sólido bilingüismo. Hay que aumentar el dominio de la ciencia y del arte. “Los hábitos de pensamiento formados por la lectura digital son muy diferentes. Como muestra Cal Newport, experto en productividad, en su libro de 2016, Céntrate, el entorno digital está optimizado para la distracción porque diversos sistemas compiten por nuestra atención con notificaciones y otras exigencias. Las plataformas de las redes sociales están diseñadas para crear adicción, y el mero volumen de material incentiva intensos bocados cognitivos de discurso calibrados para la máxima compulsividad por encima del matiz o el razonamiento reflexivo. Los patrones de consumo de contenidos resultantes nos forman neurológicamente para hojear, reconocer patrones y saltar distraídamente de un texto a otro, si es que acaso utilizamos nuestros teléfonos para leer.” (Harrington, 2025)

CUATRO. Cada vez más, el acto mismo de leer apenas parece necesario y su arte como fuente de conocimiento y placer se aleja cada vez más. “Plataformas como TikTok y YouTube Shorts ofrecen una fuente inagotable de fascinantes videos cortos. Estos se combinan con memes visuales, noticias falsas, noticias reales, ciberanzuelos, desinformación a veces hostil y, cada vez más, un torrente de contenido basura generado por inteligencia artificial. El resultado es un entorno mediático que parece el equivalente cognitivo del pasillo de la comida basura y al que es tan difícil resistirse como a esos coloridos y poco saludables empaques de golosinas.” (Ibíd) Estoy seguro de que si preguntas a un amigo qué opina frente a una lista de inseguridades, retos laborales, miedos y sueños; te quedará mirando y, sin pensarlo, te dice: No sé, pregúntale a la IA. De acuerdo con Alejandra Azuero Flórez (2025), la escena es tan desconcertante como habitual en la actualidad y vislumbra la gran dependencia que hemos empezado a tener a los modelos generativos.

Sinceramente, me niego a ser parte de una revolución tecnológica si en el camino amputa nuestra capacidad de pensar. “No existen temas banales. Hay que tener imaginación y curiosidad”, le respondió la escritora Carolina Sanín a un comentario de la española Azuero cuestionando la relevancia de su columna de opinión sobre el bigote masculino, en una revista colombiana. Y sí, no hay temas banales que analizar, en un mundo lleno de ecos humanos de las IA. Ya sea sobre los bigotes o sobre los problemas urgentes de tu interior, pensar independientemente es, hoy, más humano que nunca.

CINCO. Como la IA no es neutral, su diseño y su programación responden a ciertas prioridades, a ciertos intereses. Desde que los programadores descubrieron la posibilidad de monetizar nuestra atención, “enseguida descubrieron que la mejor forma de hacerlo –de mantenernos enganchados– era explotar nuestros miedos, nuestros odios, nuestros complejos, nuestros prejuicios, nuestras inseguridades, nuestros sesgos, nuestro gregarismo, nuestra tendencia a creer en mentiras si nos satisfacen, nuestra facilidad para mentir si le conviene a nuestra causa. En resumen: nuestro lado oscuro.” (Vásquez, 2025) En efecto, los proyectos de IA “responden a un modelo de negocio y de acumulación de poder cuidadosamente diseñado desde esa complicidad, la alianza macabra entre los plutócratas de la tecnología y los nuevos populistas. Los populistas ofrecen la posibilidad de crecer sin los controles de esas figuras incómodas que son los Estados democráticos. Los señores de las tech, a cambio, ofrecen control sobre los ciudadanos, sobre la información que los ciudadanos reciben y sobre el modelo de sociedad que los populistas quieren promover.” (Ibíd)

Larry Ellison, el fundador de Oracle y el segundo hombre más rico del mundo -sigue Vásquez-, ha elogiado Stargate, el programa de inteligencia artificial de Trump, diciendo que con él “los ciudadanos se comportarán mejor porque vigilaremos y grabaremos todo lo que pasa”. No hay que ser paranoicos para ver que su proyecto de sociedad no se diferencia mucho de los estados policiales como la Alemania de la Stasi o la Unión Soviética de la KGB. Lo que nunca consiguieron las dictaduras comunistas –la invasión de los últimos rincones de nuestra vida privada, la autocensura de cualquier idea disidente, el adoctrinamiento simultáneo de millones de seres humanos– lo están consiguiendo los populistas de la derecha radical en alianza con los plutócratas de Silicon Valley. Adoctrinamiento, engaño, violación de las libertades: el daño que pueden causar en nuestras democracias -ya de por sí endebles- es impensable.

SEIS. Toda invención humana trae consigo, necesariamente, la naturaleza humana. “Eso es problemático porque la naturaleza humana es imperfecta y falible, y responde con demasiada frecuencia a la codicia, la sed de poder, el deseo de dominar a los otros.” (Vásquez, 2025) Toda invención humana también se hace, casi de manera inevitable, a partir de unos valores. Es verdad -continúa Vásquez- que hablar de valores no está de moda, y menos en el contexto de los Zuckerberg y los Musk, esta gente que estaba ausente cuando dictaron Ética en el colegio; y sin embargo la historia nos enseña que los grandes avances tecnológicos, cuando le dan la espalda a los valores –a ciertas posiciones éticas o a ciertos límites morales– no llevan más que a catástrofes. No hay que ser expertos en el proyecto Manhattan, ni siquiera hay que haber visto Oppenheimer, para entender que puede ser mala idea abandonarse a la inercia del progreso, o abdicar de toda consideración humanista. Pero todavía estamos a tiempo. Todavía podemos los ciudadanos exigirles a nuestros líderes políticos reflexión y pausa; y todavía podemos cobrar conciencia de los riesgos que estamos corriendo en medio de los beneficios que se nos prometen, y tratar de encontrar un equilibrio. Una de las razones por las que Musk detesta las democracias liberales es la lentitud de sus decisiones; pero es que las democracias liberales son lentas porque en ellas hay deliberación, hay debate, hay la aceptación de que en una sociedad abierta los ciudadanos tienen intereses radicalmente distintos y a veces opuestos, y alguien a veces puede proponer la idea atrevida de que no todo lo que se puede hacer desde el punto de vista tecnológico se debe hacer desde el punto de vista moral.

Nicolás Aznares, El País, Madrid, ago 17/25, https://elpais.com/tecnologia/2025-08-17/modo-beta-global-el-experimento-masivo-de-la-ia.html

Hace un par de días -continúa Vásquez- se me ocurrió preguntarle a Jianwei Xun, el filósofo que no existe, su opinión sobre Colombia. Estuvimos conversando un buen rato: Jianwei Xun me habló del conflicto colombiano y su transición política como una mutación del poder que ahora se da en campañas digitales, deepfakesbots políticos. Es decir, en manipulación de las percepciones. Le pregunté al ChatGPT qué pensaría Jianwei Xun, si existiera, sobre la irrupción de la IA en un país como el mío. El Chat me contestó: “Xun sería crítico del entusiasmo por la inteligencia artificial sin una reflexión profunda sobre soberanía tecnológica, propiedad de los datos y dependencia de infraestructuras ajenas. Podría darse cuenta de que en Colombia -como en muchos países del sur- se está configurando una influencia digital que puede ser negativa, en la cual se importan modelos de IA sin reflexión ética, lo cual puede resultar en una nueva forma de colonialismo”. Con Juan Gabriel les proponemos que escuchemos a Jianwei Xun. Es verdad que el pobre no existe; pero tal como están las cosas, ese puede ser el menor de sus defectos.

En resumen, según Noam Comsky, Ian Roberts y Jeffrey Watumull (2023), a diferencia de ChatGPT y sus similares, la mente humana no es una pesada máquina estadística de comparación de patrones, que se atiborra de cientos de terabytes de datos y extrapola la contestación más probable en una conversación o la respuesta más probable a una pregunta científica. Por el contrario, la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente e incluso elegante que funciona con pequeñas cantidades de información; no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino crear explicaciones… Dejemos pues de llamar a la IA como tal y llamémosla por lo que es: “Software de plagio”. No crea nada, copia obras existentes de artistas existentes y alterando lo suficiente para escapar de las leyes de derecho de autor.

¡Amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, permítanme finalmente apoyado en Julio césar Londoño (2025) traer a colación una espléndida anécdota de historia mundial: le pidieron a un economista chino su balance sobre las consecuencias del Descubrimiento de América. «No sé», dijo, «es un suceso muy reciente para sacar conclusiones definitivas ahora». En esa línea, hay un cuento de Borges, Las ruinas circulares, en que se narra el proyecto de un hombre: quiere soñar a otro, y hacerlo con tanta minuciosidad que el hombre soñado acabe por imponerse a la realidad de todos. “No sé qué habría pensado Borges de Jianwei Xun, pero hay en alguna página de internet una entrevista en la que se le pregunta a Jianwei Xun qué es, y yo casi que puedo imaginar una sonrisa malévola en su cara —su cara inventada con inteligencia artificial— cuando contesta como hubiera podido contestar el hombre soñado de Borges, o el monstruo inventado por el doctor Frankenstein: –Soy un comienzo.” (Vásquez, 2025)

Y es cierto: el software de plagio apenas comienza. “Apenas comienza una era nueva de total incertidumbre en la que la única verdad, como dice —justamente— Jianwei Xun, es que no hay verdad. Esta es la inmensa dificultad que tendremos incluso nosotros, los que nos dedicamos a la observación de la realidad para describirla y explorarla y tratar de entenderla y aun de explicarla” (Ibíd), en ensayos y en periodismo y en la escritura de la historia. Algo semejante podríamos decir de la IA: es muy pronto para evaluarla de forma definitiva a pesar de que llevamos varias décadas usándola y pensando sobre los dilemas que suscita. Pero como el software de plagio se trata de información sistematizada que avanza vertiginosamente, aplicada a la toma de decisiones óptimas sobre el manejo de recursos económicos, biológicos y humanos, sólo algunos pocos pensadores se han tomado en serio -así sea parcialmente- el cambio tan monumental que nos está atropellando.

“Seguimos impávidos en nuestro día a día mientras un remolino de innovaciones y cambios se están produciendo cada vez más rápido. Y en vez de estar preparándonos para ese nuevo mundo, gastamos horas consumiendo contenido inservible en redes sociales como si el asunto no tuviera que ver nada con nosotros… Cada día que pasa sin que nos metamos a entender el mundo de la IA, es un día de más que nos estamos condenando al atraso y estamos perdiendo posibles ventajas competitivas sobre aquellos que han decidido quedarse de brazos cruzados.” (Santos, 2025) Vimos que el software de plagio no es solamente pedirle a ChatGPT que elabore un documento o un video para compartir por redes sociales y ganar likes. Ella tiene una infinidad de usos que están ahí listos para que, de nuestras ideas, podamos crear pequeños o grandes proyectos.

Podemos tener 20 u 80 años, nunca es tarde para sentarse a navegar en internet y buscar información para documentarse. “Tampoco es tarde buscar cursos en línea o en universidades que se adentren en este universo. Lo que se requiere es voluntad, pellizcarnos, salir del letargo en el que nos encontramos y despojarnos de la pereza de poner a trabajar nuestras neuronas.” (Santos, 2025) Después de la guerra, el cambio climático y los problemas democráticos, no será solamente el software de plagio el que acabe con el mundo ni con nuestros trabajos, sino que también será nuestra indolencia, vagancia y comodidad de no haber reaccionado a tiempo. Aunque la IA avanza a tal velocidad que, según algunos de los líderes más influyentes en el sector, marcará un punto de no retorno en la relación entre humanos y tecnología. Será mejor para pocos, será peor para muchos. La llave entre la IA “y la inteligencia emocional será la nueva clave del éxito. Toda incertidumbre trae su bondad, todo problema trae su oportunidad. En eso se basa la evolución y entenderla y asumirla, consolida su éxito y su energía.” Merecerla está en confrontarla. Entonces, ante las amenazas del software de plagio, en definitiva, la IH y su creatividad se convierten en las mejores formas para analizar, enfrentar, resistir y sabotear honda y profundamente a todos sus algoritmos y tiranÍAs.

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

Azuero Flórez, Alejandra (2025, ago 13). Adictos a la IA. Cartas al director. El país, Madrid, https://elpais.com/opinion/2025-08-13/su-nombre-era-anas.html)

Cano sanz, Carlos Gustavo (2025, jul 16). Inteligencia artificial (IA) en el agro: la tercera revolución verde. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/carlosgustavocano/inteligencia-artificial-ia-en-el-agro-la-tercera-revolucion-verde/

Casas, Núria (2025, ago 18). Yuval Harari, historiador: «En poco tiempo, la ‘persona’ más rica del mundo será una IA», https://www.elnacional.cat/oneconomia/es/on-ia/yuval-harari-historiador-poco-tiempo-persona-mas-rica-mundo-sera-ia_1470206_102.html

Cepeda, Ludwing (2025, mayo 29). La publicidad, los ovnis, los boleros y el cine: las facetas de Gabo más allá de la literatura. El Espectador, Bogotá,  https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/gabriel-garcia-marquez-un-genio-de-muchos-rostros-3458740

Cortina, Adela (2025, jul 17). El amor en los tiempos de la IA. El País de España, Madrid, https://elpais.com/opinion/2025-07-17/el-amor-en-tiempos-de-la-ia.html

Choachí González, Helberth. (2025, ago 9). Inteligencia artificial y crisis ambiental: desafíos en la formación de ciudadanía. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/helberthchoachi/inteligencia-artificial-y-crisis-ambiental-desafios-en-la-formacion-de-ciudadania/

Chomsky, Noam; Roberts, Ian y Watumull Jeffrey (2023). Noam Chomsky: La falsa promesa de ChatGPT. The New York Times Company, USA, https://www.nytimes.com/2023/03/08/opinion/noam-chomskychatgpt-ai.html 

Fernández de Lis, Patricia (2024, feb 20). Brad Smith, presidente de Microsoft: “Debemos tener una manera de ralentizar o apagar la inteligencia artificial”. El País de España, Madrid, https://elpais.com/tecnologia/2024-02-20/brad-smith-presidente-de-microsoft-debemos-tener-una-manera-de-ralentizar-o-Iapagar-la-inteligencia-artificial.html

García Rico, José Carlos (2025, ago 3). ChatGPT está afectando la manera como aprendemos por usarlo mal. El Tiempo, Bogotá, 21:30https://www.eltiempo.com/tecnosfera/novedades-tecnologia/chatgpt-esta-afectando-la-manera-como-aprendemos-por-usarlo-mal-3478014

Harrington, Mary (2025, jul 30). Pensar se está convirtiendo en un lujo. The New York Times, USA, https://www.nytimes.com/es/2025/07/30/espanol/opinion/ninos-celulares-moviles-television-leer.html

Pereirano, Martha (2025, ago 11). Las IA están empeorando. El País de España, Madrid, https://elpais.com/opinion/2025-08-11/las-ia-estan-empeorando.html

Red Summa (2024, abril 12). Límites éticos para la inteligencia artificial. DW Documental, https://www.scoop.it/topic/tecnologiadigital-by-uniasturias?tag=Artificial%20intelligence)

Salas, Javier (2025, ago 17). Modo ‘beta’ global: el experimento masivo de la IA. El País, Madrid, https://elpais.com/tecnologia/2025-08-17/modo-beta-global-el-experimento-masivo-de-la-ia.html

Santos, Diego (2025, jul 7). Cúlpese a usted cuando la inteligencia artificial lo deje sin trabajo. El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/culpese-a-usted-cuando-la-inteligencia-artificial-lo-deje-sin-trabajo-3473726

Sming, Verónica (2023, mayo 29). Las 3 etapas de la Inteligencia Artificial: en cuál estamos y por qué muchos piensan que la tercera puede ser fatal. BBC News Mundo, Londres, https://www.bbc.com/mundo/noticias-65617676

Sosa Velandia, Samuel (2024). El eco de la palabra en la era de la Inteligencia Artificial. El Espectador, Bogotá, septiembre 12, disponible en https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/el-eco-de-la-palabra-en-la-era-de-la-inteligencia-artificial/

Vásquez, Juan Gabriel (2025, ago 17). Instrucciones para no ser sonámbulos: inteligencia artificial, ciudadanía y democracia. El País, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2025-08-17/instrucciones-para-no-ser-sonambulos-inteligencia-artificial-ciudadania-y-democracia.ht

Vladdo (2025, jun 3). IA: ¿aliada o enemiga? El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/ia-aliada-o-enemiga-3459993

12 respuestas a «INTELIGENCIA ARTIFICIAL E INTELIGENCIA HUMANA»

  1. Amigo y apreciado educador, gracias por compartir esta columna.
    Leerla ha motivado aún mas, mi interés por el tema; completamente de acuerdo con usted en que debemos estar prestos y dispuestos al análisis y a la discusión con los elementos propios de la inteligencia humana, en la cual está inmerso el humanismo en todos los campos.
    Es la opción para hacer de la IA un elemento de progreso y ayuda para el ser humano y la sociedad.

  2. Es un arma cuántica que está a disposición de los ignorantes humanos para masacrar a sus contemporáneos que no quieran seguirlos.
    Gracias por tu escrito y la sinceridad del contenido del mensaje!…
    Humanos como tu hay que proteger para no caer en la farsa de este caos!…
    Abrazo fraterno.

  3. González: Las innovaciones de la tecnología hay que saberlas tomar para no caer en el error de suplantar al ingenio humano, ésta debe ser necesaria para el avance que requiere la sociedad moderna. Cabe recordar que es el mismo hombre quien hace las herramientas para su respectivo avance en la ciencia.

  4. Sin duda gran maestro, escritor admirable, mis agradecimientos por tratar este asombroso, urgente , intimidante y paralizante tema. Mil gracias…pienso luego insisto: no podemos convertirnos en zombies IH en «equilibrio» …IE ( emocional ) vs monstruos , genocidas…! Mi enorme reconocimiento profe Dairo.

  5. Profe, yo creo que para no convertirnos en las ovejas eléctricas con las que soñarían los androides del futuro, según la novela de Philip K. Dick (1968), deberíamos concientizarnos desde niños sobre el uso correcto y moderado por medio de los sistemas educativos.

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