EL PAÍS DEL SAGRADO CORAZÓN SIN PIEDAD

In memoriam del principal opositor ruso y valiente abogado Alekséi Navalny, muerto en prisión en extrañas circunstancias que Putin está obligado a esclarecer porque arroja una nueva sombra sobre su régimen caracterizado por el sistemático encarcelamiento, exilio o muerte de cualquier figura que pueda constituir una amenaza para su autoridad: ¡loor a Navalny, héroe de la justicia y de la libertad!

¡Nobles lectores sentipensantes y librepensadores exigentes!, después del fallecimiento sorpresivo el 20 de enero de 2024 en su natal Medellín y los homenajes póstumos en Chocó y Bogotá, el 23 fueron las exequias de Piedad Córdoba Ruiz -PCR- en la capital de Antioquia. Sabemos que toda muerte “es un drama cósmico porque implica la desaparición del mundo en el espejo de una conciencia” que ojalá no se olvide. En medio de violencias nacionales casi eternas, polarizaciones viscerales y guerras extranjeras con la perspectiva funesta del arrasamiento mundial, el objetivo de este escrito es justipreciar la vida y obra de Piedad en este territorio beato, derechizado y consagrado al Sagrado Corazón de Jesús que la enfrentó durante toda su vida a restricciones –morales, religiosas, sexuales, sociales…– para tratar de domar o asfixiar a este espíritu volcánico.

A Colombia se le conoce como El país del Sagrado Corazón de Jesús desde 1902 cuando fue consagrada a esta devoción e imagen religiosa por la Iglesia católica para poner fin a la Guerra de los Mil Días. Pero la Constitución de 1991 estableció que Colombia es un país laico. Y a finales de la segunda década de este siglo el grupo colombiano La Pestilencia grabó una canción con esa misma frase en la cual “nos dice sabiamente que nuestro terruño `olvida pronto y jamás recuerda`. Tiene toda la razón… Dilson Díaz, el líder de la banda, cuando con una voz muy hardcore nos trata de decir que `héroe muerto flor de un día olvidada`, tal como decían nuestros abuelos conocedores de este maltratado terruño.” (Jamal Said, 2020)

En este adolorido país católico o laico nació el 25 de enero de 1955 PCR como hija de papá “negro-negro” y de mamá “blanca-blanca”, como ella misma decía. Aconteció “en un hogar conformado por dos educadores, una madre blanca y paisa, y un padre negro y chocoano; tuvo un liderazgo y fuerte carácter que le permitió convertirse en una importante líder comunal en los barrios populares de Medellín” (Baquero, 2024) donde primero fue edil para después conquistar con mucho esfuerzo el título de abogada que la llevó, desde la Secretaría Privada del alcalde William Jaramillo, al Concejo de Medellín, la Cámara de Representantes y finalmente al Senado de la República. Así que después de iniciarse en “las logias del manzanillismo paisa”, arriba a la capital de la República donde fue mimada “por las aristocracias bogotanas que la usaron como a veces usan el vallenato para parecer liberalizantes.” (Escobar, 2024)

En ese trayecto, Piedad “hizo alianzas, armó coaliciones, fomentó pactos y también los rompió. Peleó con unos y se amistó con otros, tuvo acciones cuestionables y recibió críticas, algunas con bastante fundamento, aunque permaneciendo en esas por más de 30 años, siempre con sus convicciones y su carácter que, en ocasiones, le trajeron fuertes dolores de cabeza, pero también grandes alegrías, pues, sea como sea, se convirtió en una gran figura que cuando llegaba a cualquier lugar llamaba la atención.” (Baquero, 2024) Así, ella se volvió una “suma de odios y de amores” en la cual “algunos dirán que ganan los primeros”, pero ella se afianzó en los segundos y, como todos, tiene una historia que contar; y más si su nombre está amarrado a liberación de secuestrados, a la guerrilla y a la invención de romances con Hugo Chávez: difícil encontrar una mujer más polémica que PCR, reflejada en la avalancha de reacciones de todo tipo que su vida, obra y muerte produjo aquí y en el exterior.

La izquierda con la cual se identificaba era liberal, “esa misma que representaron Rafael Uribe Uribe, Benjamín Herrera… y Jorge Eliecer Gaitán, entre otros, quienes consideraban que el Partido debía aglutinar a diferentes matices de izquierda para construir un país mejor, es decir, uno en el que la educación laica, el voto de las mujeres, el reconocimiento de las diferencias sociales, étnicas, identitarias; la función social del Estado y la propiedad; la separación entre Iglesia y Estado” (Ibíd) fueran una realidad. Sin embargo, ese Partido Liberal “se perdió bajo el manto de un político alejado completamente de la socialdemocracia que terminó de enterrar a esa otrora relevante colectividad que también estaba hundida en los manejos clientelistas que, esos sí de vieja data, jamás se erradicaron, ante un Estado instrumentalizado por muchos” (Ibíd), un sistema que promueve jugadas poco claras y bastante corrupción e ineficiencia.

“Desde muy joven heredó de su tío abuelo, Diego Luís Córdoba, abogado y político recordado en el Chocó por su lucha precursora por los derechos de los afrodescendientes, su pasión por la política… Por sus posturas sin tapujos a favor de la salida negociada al conflicto armado fue secuestrada por las AUC y luego tuvo que salir del país” (García, 2024) convirtiendo a Washington y a Montreal en sus ciudades de exilio. En 2003 fue presidenta del Partido Liberal en el que “logró convencer a la dirección de su partido retirar la candidatura de Jaime Castro para respaldar a Lucho, lo cual fue determinante para su elección como primer alcalde de izquierda por elección popular de la capital de la República.” (Ibíd)

Conocí a PCR en 2011 en la Personería de Bogotá cuando yo era Delegado de Educación, Deporte y Cultura donde tuve el honor atenderla con gusto e impresión. Desde antes me parecía una mujer valiente y luchadora “permanentes en pos de la justicia social, los derechos de los grupos tradicionalmente oprimidos, el reconocimiento a las poblaciones minoritarias, el rechazo al racismo, el clasismo y el machismo, y, sobre todo” (Baquero, 2024), por el coraje que mostró durante toda su vida marchando, hablando, conversando, peleando y jugándose la vida por todas esas causas. Ella nunca se rindió ante los ataques que recibió toda su vida como mujer negra de izquierda, con su turbante emblemático, en un país profundamente conservador, racista, machista e intolerante.

Como congresista, Piedad de destacó “por sus esfuerzos a favor de los sectores excluidos y fue pionera en defensa de los derechos LGBTIQ+. Pero sin duda el tema central de su lucha política a lo largo de su vida fue la paz, lo que en el período de Álvaro Uribe significó convertirse en una de sus más férreas opositoras. Nunca escondió su cercanía con Hugo Chávez. A finales de 2007, Uribe la buscó y la autorizó, junto con Chávez, para adelantar contactos con las FARC en relación con los secuestrados. Pese a que las FARC insistían en el canje, la gestión de los dos logró la liberación unilateral de seis secuestrados que llevaban años en cautiverio, un primer paso con hondas repercusiones. Si bien a comienzos de 2008 Uribe revocó dicha autorización, Piedad no se dio por vencida y se dedicó a promover un acuerdo humanitario, impulsó la creación de “Colombianos y Colombianas por la Paz” y continuó gestando más liberaciones unilaterales, con lo cual se ganó el aprecio de los liberados y sus familiares” (García, 2024); pero también desprecio de otros como Íngrid Betancourt.

Por éstas y anteriores razones ella también fue objetivo de persecución política. En 2010 fue destituida como senadora e inhabilitada por el procurador e inquisidor Alejandro Ordóñez, “medidas que por su carácter claramente ideológico y no jurídico fueron revocadas y revertidas por el Consejo de Estado en 2016.” (García, 2024) Hay que recordar a este santurrón quien hizo daño en la Procuraduría cuando, creyéndose dios, despojó de su curul a la senadora fallecida y la destituyó ¡dos veces!: la primera, la ya mencionada en 2010, y la segunda, pocos meses más tarde, para rematarla, con inhabilidad de 14 años. Por fortuna, ambas decisiones tomadas por este ser perverso fueron anuladas en el Consejo de Estado seis años después y la Nación tuvo que indemnizar a Córdoba. “Asimismo, en 2022 el Tribunal Administrativo de Cundinamarca confirmó la condena a la Presidencia de la República y al extinto DAS por el perfilamiento, seguimiento e intercepciones ilegales realizadas en su contra entre 2005 y 2008.” (García, 2024)

En un país dominado por el clasismo, los odios y las venganzas, PCR “acumuló varias características que la llevaron a ser presa de los adoradores de esos tres maleficios: era negra con el agravante —ante los fóbicos de raza— de que también se atrevió a deslumbrar con su inteligencia; fue avezada, buena oradora, crecida en los escenarios públicos de predominio masculino; generosa defensora de sometidos, minorías o desvalidos a costa de su propio prestigio; frentera cuando se sentía traicionada; poderosa… En su lado negativo era una imprudente sin cálculo, voluble, rencorosa aunque con el tiempo se olvidaba de sus peleas, fantasiosa, amante de la buena vida, gusto que, según la presunción general nunca confirmada en sentencias judiciales, la habría conducido a cometer actos indebidos y a frecuentar personajes poco claros.” (Orozco, 2023)

Según García-Peña (2024), lo más significativo de ese período fue la labor que PCR cumplió de manera diligente y sigilosa durante años, que ha sido desconocida, tergiversada o malentendida, no sólo para lograr que continuaran las liberaciones unilaterales, sino sobre todo para persuadir a las FARC de abandonar al secuestro. Este columnista e investigador constató por múltiples testimonios “que el papel que ella desempeñó fue clave en hacerles ver que el costo político de la innoble práctica era de lejos muy superior a los réditos económicos. Por supuesto, no fue obra exclusiva de ella y en últimas fue Alfonso Cano, para ese entonces comandante, el otro héroe olvidado de la paz, quien convenció al Secretariado de las FARC de la necesidad de renunciar al secuestro, determinación que se anunció al país en febrero 2012, poco después de su muerte. Dicha decisión fue fundamental, no solo por el sentido humano y humanitario, sino porque abrió el camino a los diálogos, sacando de la agenda el tema espinoso del secuestro para centrar las negociaciones en asuntos de trascendencia como la reforma rural integral, entre otros, una lección que bien le serviría al ELN en estos tiempos.” (Ibíd)

Y así como muchos la admiramos, por eso mismo, otros la odiaron a más no poder -y vemos que a pesar de su muerte la siguen odiando-, “pues ella encarnaba lo que consideraban terrible para el mundo, como su supuesta instigación de la lucha de clases, su crítica al statu quo… y su posición frente a los más poderosos que era… crítica, combativa e incómoda. Tampoco la querían por su apoyo frontal a la legalización del aborto, la búsqueda de educación con enfoques diferenciales en los colegios, el respaldo al matrimonio entre parejas del mismo sexo, su postura progresista frente a la regulación y posterior legalización de las drogas…” (García, 2024) Pero la odiaban, principalmente, por creer supuestamente en un “comunismo trasnochado”, tener unos nunca del todo comprobados vínculos con las guerrillas y, sobre todo, haber sido una contradictora acérrima de Álvaro Uribe Vélez -AUV- y todo lo que éste representaba o sigue representado.

El odio que algunos le tenían -y tienen- no salió de la nada, pues AUV ha sido un ser que ha instrumentalizado “para sus fines particulares el talante ultraconservador y violento que siempre ha existido en Colombia y que, por muchas razones, contaba con bastante popularidad, le inoculó a mucha gente la premisa de que los “enemigos de la patria” eran aquellos que no estuvieran alineados con él y sus posturas. Ante esto, Piedad, que era una piedra en el zapato por representar esos supuestos “males” espantosos, resultó convirtiéndose en el objetivo más visible de la rabia y el odio de tantos, siendo perseguida, minimizada, vilipendiada, hostigada, amenazada y agredida.” (Baquero, 2024) Vale decir que los supuestos males que ella representaba se acentuaron por las posturas políticas que expresó desde el comienzo de su carrera como una mujer de izquierda, cercana de los sindicatos, las luchas de los maestros, los defensores de derechos humanos, los afrodescendientes, las mujeres, los campesinos y los indígenas.

PCR “no dejaba indiferente a nadie, ni a Uribe, el presidente blanco de sus ataques en los encendidos discursos humanitarios que ella pronunciaba en su contra, ni al mismísimo nuncio apostólico quien dudaba si era correcto recibirla en visita protocolaria. Quienes la apreciamos… nos quedamos sin establecer la verdad sobre sus límites éticos, pero no porque “la justicia divina” la hubiera castigado, como dijo un congresista famoso en las redes por su vulgaridad, sino porque los operadores del sistema judicial que conocieron procesos con su nombre la persiguieron con enfermiza pasión política en lugar de investigar los hechos y llegar a conclusiones creíbles.” (Orozco, 2023)

Tristemente los últimos años de Piedad “fueron obnubilados por varios escándalos: los dólares en Honduras, las relaciones con Alex Saab y, sobre todo, la extradición de su hermano, quien hace poco se declaró culpable de narcotráfico ante los tribunales estadounidenses.” (García, 2024) A la vez, su hija Natalia “desapareció por varios años, cuestión que, por supuesto, le generó gran angustia. Al tiempo, empezaron a aparecer supuestas informaciones de un computador al que todo el mundo le metió mano y que, como una caja de pandora, sacaba datos y datos cada vez que alguien lo consideraba necesario. De ahí salió el tema de “Teodora Bolívar” del que se pegaron muchos de sus críticos para sustentar que Piedad era integrante orgánica de las FARC, beneficiaria de los secuestros y una persona mezquina y peligrosa.” (Baquero, 2024)

Vale recordar que, por sus posturas políticas, Carlos Castaño, quien ya había matado a Jaime Garzón, Eduardo Umaña Mendoza y Elsa Alvarado, entre otros, la secuestró y tenía la intención de asesinarla, aunque, por alguna razón se salvó y al cabo de 15 días fue liberada. “Pero esos no fueron los únicos golpes que Piedad sufrió, pues Jaime Gómez, uno de sus asesores de cabecera, fue encontrado muerto en el Parque Nacional de Bogotá, lo cual todavía es objeto de investigación.” (Baquero, 2024) Pero sin duda, PCR cometió errores y quedan muchos interrogantes pendientes. Por los últimos golpes mencionados que recibió en los últimos años de su vida, por primera vez la noté afectada y achicopalada en la televisión. A raíz de su muerte temprana, creo que el presidente Petro tiene razón cuando afirmó que “su cuerpo y su mente no resistieron la presión de una sociedad anacrónica”.

Piedad Córdoba por Chócolo,10 de mayo de 2008. https://www.elespectador.com/opinion/caricaturistas/chocolo/piedad-cordoba-cartoon-13064/

“Hasta en su féretro, Piedad tuvo que soportar ataques desmedidos, no solo de los ignorantes que quieren sumar focas que los aplaudan por sus videos en Instagram o en TikTok; también de unas togas, como la de la mal llamada magistrada Cristina Lombana, de la Sala de Instrucción de la Corte Suprema, quien ha usado su investidura para ser persecutora de unos, como lo fue de Córdoba, o defensora de otros, en el caso del hijo de la corrupción electoral, el exdetenido Arturo Char a cuya libertad Lombana le ha dedicado todos sus esfuerzos argumentativos.” (Orozco, 2023) A propósito de abusos judiciales, no es hora de olvidar los actos de esa togada. “Por el contrario, es necesario publicitarlos para que permanezcan en la memoria colectiva. Circuló, por ahí, un escrito de 2022, de la exoficial militar, en el que proponía la apertura de investigación —en realidad, reapertura de uno de los procesos que el Consejo de Estado le anuló a Ordóñez por falta de pruebas— debido a la supuesta pertenencia de Córdoba a las FARC. El escrito de Lombana se basaba en chismes propalados por los gobiernos de Uribe y en los rumores que Íngrid Betancourt escuchó. La Sala de Instrucción de la Corte pasó una vergüenza.” (Ibíd)

A pesar de la persecución política y los abusos judiciales, PCR se la jugó pues por los derechos mencionados y por “las minorías étnicas (siendo autora de la ley 70 que fue fundamental para el reconocimiento integral de las comunidades negras en Colombia), las madres cabeza de hogar y los proyectos de regulación, despenalización y legalización de ciertas drogas, entre otros.” (Baquero, 2024) No me canso de repetir que Piedad se la jugó por la liberación de los secuestrados, lo que paradójicamente le generó el odio de numerosas personas “y el desgaste de su imagen pública por cuenta de sus contactos con Hugo Chávez y la buena relación que mostraba con algunos integrantes de la guerrilla de las FARC-EP que, para algunos en el país, se había convertido en la fuente de todos los males habidos y por haber.” (Ibíd)

El odio despiadado mencionado -mezquino, cobarde, violento y, en algunos casos, impuesto- impulsó muchas de las cosas horribles que le pasaron, pues alguna gente energúmena instigada por AUV quien “catalogaba de enemigo al que no pensara como él, insultó, mangoneó, maltrató y persiguió a Piedad en restaurantes, aeropuertos y calles de muchas ciudades” (Baquero, 2024), donde le decían “negra hijueputa”, “guerrillera”, “apátrida”, “comunista malparida”, ante lo cual ella muchas veces siguió derecho y en otras se paró a responder. Fue además seguida, “hostigada, espiada y amenazada por grupos estatales que ilegalmente hacían y deshacían contra cualquier crítico que tuviera el gobierno, fueran periodistas, magistrados de la Corte Suprema de Justicia o políticos opositores.” (Ibíd) Y en esas también, cuando parecía que las aguas se habían calmado, como ya dije, fue destituida por el hombre “que antes quemaba libros y que con biblia en mano creyó que podía arrebatarles los derechos políticos a quienes no pensaran como él.” (Ibíd) Claro que esa destitución se cayó, como también ya dije, y PCR pudo regresar al Senado de la República, ya no con el liberalismo, del que se alejó, sino con el Pacto Histórico.

Con tantos asuntos en su contra, “cualquiera habría desfallecido, pues muy pocos podían haber aguantado una persecución así, de ese tamaño y con los sectores más poderosos del país en su contra, no solo a través de organismos estatales instrumentalizados para cometer actos delictivos, sino mediante individuos fanatizados y henchidos de odio, que son tal vez los más peligrosos de todos y que generaron la más fuerte situación de matoneo y desprecio que alguien haya tenido en este país, pues claramente representaban —y representan— a una Colombia sin piedad.” (Baquero, 2024) En esas encontró en Hugo Chávez “a un amigo y respaldo para sus causas, por lo que le inventaron romances y millonarias ayudas económicas, rumor que, si bien pudo ser cierto, tiene el mismo rigor del que decía que el premio Nobel de Paz que se ganó Santos… había sido comprado con contratos para empresas noruegas.” (Ibíd)

“Eso sí, muchas de esas cosas que le pasaron, fueron radicalizando sus posturas, llegando a enfrentarse incluso con algunos de sus antiguos aliados que la veían como un personaje tóxico que les podía quitar votos… También sufrió la mezquindad y el desagradecimiento de gente a la que ayudó hasta más no poder, como algunos de los secuestrados por los cuales ella se jugó su capital político y tranquilidad siendo un soporte fundamental para las familias y para esa causa tan importante que es la libertad de las personas… Total, la política no es fácil y para sobrevivir en esta y, sobre todo, en un sistema que, sin duda, no es transparente, es seguro que Piedad tuvo que tranzar, hacer algunas componendas, mover recomendados en diferentes lugares y ejercer ciertas presiones. Tampoco fueron claras sus explicaciones sobre por qué entró a Honduras con 68 mil dólares en efectivo no declarados” (Baquero, 2024), de lo cual se salvó por razones que aún desconocemos.

Reitero que la extradición de su hermano Álvaro por narcotráfico fue otro golpe demoledor de los que ayudaron a minar gran parte de su ánimo y su salud, por lo que en los últimos meses estuvo varias veces hospitalizada. “Por cierto, estaba pendiente una nueva declaración ante la JEP, pues al parecer sabía cosas importantes que se quedaron en espera, como fueron los evidentes vínculos entre algunos políticos y grupos armados, además de la hipótesis que alcanzó a mencionar sobre el asesinato de Álvaro Gómez que incluía a narcos, guerrilleros infiltrados (o al revés, militares infiltrados en la guerrilla, sobre lo cual poco se ha hablado) y militares aliados. Sin embargo, este nuevo testimonio quedó pendiente.” (Ibíd)

A pesar de todo eso, con Petrit Baquero y muchos otros, siempre admiramos a PCR, lo cual no quiere decir que hayamos estado siempre de acuerdo con ella, pues, además, a pesar de todo lo que le pasaba y que nos despertaba mucha empatía, “nunca perdió su entusiasmo por la lucha política, ni la alegría o sus ganas de bailar y cantar… Esa era Piedad, una mujer negra, verdaderamente liberal, de izquierda, luchadora por la paz, valiente, temeraria y alegre, a pesar de todo, quien fue capaz de hablar con todo el mundo para lograr sus objetivos.” (Ibíd) Y sí, se marchó antes de tiempo por objeto de tantas presiones que hicieron que su corazón finalmente fallará. Así, ella “dedicó su vida a crear caminos de acercamiento y entendimiento en un país tan lleno de trabas, prejuicios y trampas a la paz” y lideró una ética de la estética con su turbante y una ética de la izquierda liberal con su política: una verdadera revolución que es estética, pero también moral. Y esa izquierda liberal, “con sus nuevos símbolos de libertad, de abrir puertas quebrando cerrojos que oprimían la inteligencia”, Piedad la “presentó como la bandera de la nueva civilización liberada de las cadenas de pasados oscurantismos.” Esto cuesta en el panorama de las llamadas políticas progresistas o de izquierdas mientras nos estremece la invasión de una extrema derecha que engorda alrededor de Colombia.

Si algunos la sigan odiando, “jamás podrán negar su valentía, fuerza, verraquera y legado como luchadora incansable de sus causas, al ser una liberal de la vieja usanza, líder mujer y afro para América Latina; inspiradora para muchos que vinieron detrás y, a la vez, una persona empática, dicharachera e inteligente que será reivindicada por muchos de los que continúan.” (Baquero, 2024) Y, por cierto, con Baquero, “prefiero estar con aquellos que lamentan su partida y no con esos que se alegran de su muerte -y realmente de la de cualquiera-, pues veo que el odio les ha carcomido el corazón, ensañándose contra quien ya no puede defenderse.”

Piedad Córdoba, “in memoriam” por Betto, 22 de enero de 2024. https://www.elespectador.com/opinion/caricaturistas/betto/piedad-cordoba-in-memoriam/

De acuerdo con Lucrecia Ramírez R. (2024), Piedad decía sabiamente con ese desparpajo que la caracterizó siempre: “tengo todas las de perder, mujer, negra y pobre”, se carcajeaba y agregaba “y como si fuera poco política y de izquierda”. Es cierto, ella, sin amilanarse, “asumió su destino desde la infancia, en un hogar con papá y mamá que sabían que la educación era la única salida. Ella lo supo aprovechar. Entrenada en las artes de la abogacía hizo de la habilidad hermenéutica y discursiva un puntal de lucha que la posicionó como una mujer muy importante en la vida política de este país. Inolvidable para amigos y enemigos. En medio de la tristeza que me produce su muerte también he sonreído en su nombre cuando veo memes, chistes y deseos festivos porque ya no está. Significan muchísimo para mí porque denotan y advierten la podredumbre de nuestro país, me hablan del miedo que le tenían y cómo los movía una mujer con agallas. ¡Ja! Pobres mequetrefes. Tan ínfimos, tan pequeños.” (Ibíd)

PCR fue ejemplo para muchos. “Vertical, inquebrantable, firme sobre roca firme, herida viva su carne”, ella luchó por sus ideales hasta el fin de su tiempo sobre esta patria árida y descuidada o siniestra y vengativa. Jamás se rindió. Nunca se arrodilló. Nunca jamás se doblegó. Por fortuna “en Colombia hay más trombas como vos, Piedad de las piedades… Francia Márquez, abogada, activista y vicepresidenta de la República: arquetipo de dignidad o coraje… Lucrecia Ramírez-Restrepo, feminista a rajatabla, vigorosa rival del patriarcado e irreprochable defensora de la salud de las mujeres. Cathy Juvinao, rebelde con causa, sin reatos ni cobardías, crítica y autocrítica, gardenia de gardenias. Ilia Calderón —my african queen—, Ana Bejarano y Ana Cristina Restrepo, paradigmas del periodismo, cada una a su estilo y manera: directas, categóricas, implacables e impecables… Mujeres todas valientes, intrépidas, briosas, derrochadoras de audacia y talento, sin miedo a la exclusión o al ostracismo. Hembras más machas que muchos varones…” (Mejía, 2023) Y bueno, me volví feminista con mi texto, como la mayoría de ellas; como Piedad Córdoba, una mujer que también se volvió líder política y feminista con su obra y vida.

Duró 27 años casada y tuvo cuatro hijos. En el 2012 tenía dos nietos y sobre ellos dijo:Son el postre de mi vida. Es sentir de una nueva forma la risa, el juego, la búsqueda que hacen del mundo las niñas y los niños; es una energía que llena de alegría y de vida.” (Ortiz, 2024) En cuanto a los momentos más duro que vivió dijo: “La muerte de mi padre, la de mi hermano, la desaparición por varios años de mi hija, y no poder ir a Canadá para asistir al grado de uno de mis hijos. Jorge Visbal estaba de embajador (mire cómo todo en la vida se paga). Me hicieron un interrogatorio ni el hijueputa en la Embajada preguntándome por cosas de las Farc y tomaron la decisión de negarme la visa. Casi me mata de la tristeza porque mi hijo lloraba a moco tendido.” (Ibíd)

Con el fallecimiento de la senadora negra PCR “media Colombia no tardó en mostrar su podredumbre para rematarla después de muerta. Una avalancha de emociones tristes cayó sobre su cadáver. Impiedad, resentimiento, animadversión, odio, rabia, antipatía, inquina, desprecio, rencor, miedo, condenas, censuras, repulsión, infamias y vituperios. Necesitaría un diccionario de sinónimos para registrar las injurias racistas, fascistas o clasistas contra la difunta.” (Mejía, 2024) Piedad no era santa: era liberal de izquierda, altiva, intuitiva, “enemiga acérrima de la plutocracia y de los pusilánimes, nunca se quedó callada ante la violencia, la inequidad o la iniquidad. Casi siempre dijo con sinceridad lo que pensaba con inteligencia y percibía con su extrema sensibilidad social. O viceversa: pensó con perspicacia lo que dijo con franqueza y buen humor. Se dejó enredar en las jugaditas de los extremismos simétricos del gran canalla Álvaro Uribe Vélez.” (Ibíd) Ella falleció “con fama de victimaria, en un sector del país. Pese a ello, a nadie le consta que lo haya sido. En cambio, Ordóñez y Lombana son ejemplos vivos de que sí fue una víctima: la de ellos dos.” (Orozco, 2024)

No sabemos qué violaciones legales cometió Piedad. Pero a Daniel Samper Pizano (2024) y a muchos nos constan dos hechos. “Primero, que, venciendo mil obstáculos oficiales, sacó de la selva con enorme generosidad y valor a numerosos secuestrados de las Farc que hoy quizas estarían muertos de no ser por su ayuda. Segundo, que la derecha, incluidos sus enemigos togados, compartían una consigna: acabar con ella. Hoy estarán de fiesta.” Lo cierto es que Piedad “no fue el monstruo que pintan sus detractores, ni el ángel que pretenden sus defensores.” Creo con Daniel Coronell (2024) que luchó desinteresadamente por la paz de Colombia y la liberación de los secuestrados por las Farc y también creo que se benefició de su relación con el régimen venezolano y con Álex Saab. Independientemente de sus actitudes discutibles y más allá de las controversias, “el país le debe a Piedad el reconocimiento y el agradecimiento por toda una vida de lucha por la paz y en particular, en mi concepto, por la labor histórica que cumplió en esa etapa tan difícil pero determinante en la búsqueda, aún esquiva, de la superación de la guerra en Colombia.” (García, 2024)

En suma, ¡noble lector sentipensante y librepensador exigente!, esta antioqueña hermosa con raíz chocoana, abogada experta en derecho laboral, edil, concejala, diputada, representante a la Cámara, aguerrida senadora de la República y controvertida lideresa nacional e internacional, fue perseguida por ser negra rebelde y encarnar la guerrera izquierda liberal “que abrió las puertas de la política colombiana a las mujeres afrodescendientes y que luchó de manera incansable por la paz y la justicia social en nuestro país.” Por eso que los cósmicos susurros sagrados de los Orishas te acompañen perpetuamente, «amiga Piedad y que encuentres por fin la paz por la que siempre luchaste, total; mientras siga habiendo injusticia en este país, tus luchas, que también son las mías (o eso es lo que yo espero), seguirán vivas y presentes, ojalá en muchos más, porque yo sí espero que volvamos a tener a una Colombia con Piedad.” (Baquero, 2024) Junto con Lucrecia Ramírez Restrepo (2024) no le deseo la tierra leve a ella. Eso no le gustaba, a ella le gustaban el barro, los terrones, el desafío, la dificultad. La tierra leve se la deseo a este país para que podamos sembrar y cosechar paz en la virtud. Su sueño de siempre”. ¡Gracias y adiós tromba Piedad!, querida Negra, buen viaje a la eternidad y ojalá que la muerte no te convierta en la “flor de un día” que después olvidemos.  

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

6 respuestas a «EL PAÍS DEL SAGRADO CORAZÓN SIN PIEDAD»

  1. De antemano mis felicitaciones por su postura llena de nobleza ante la pérdida física de una ilustre mujer comprometida con los principios de justicia social, sin perder el sentido de la crítica reconociendo en ella sus virtudes y posibles desaciertos cometidos. Desmeritar es propio de mentalidades mezquinas y perversas, enemigas de la paz, que buscan el reconocimiento propio a costa del interés común. Piedad Córdoba se registró en los anales de la historia como una mujer valiente indomable que nunca se arrodilló y amilanó ante el poder desaforado de una tiranía perversa. El mejor homenaje que le podemos ofrecer es el de seguir construyendo caminos de paz sembrando justicia social. Es un lamentable que personas envenenadas por el odio estimulado por centros de poderes sintieran regocijo, satisfacción y placer por su partida física. ¡Hay que tener mucha fortaleza para soportar la ignominia de poderes infernales!

  2. Sin duda alguna; muchas familias colombianas, se encuentran agradecidas con Piedad ( Q. E. P. D.), si no hubiese sido por su intervención, no habrían vuelto a ver a sus seres queridos, secuestrados debido a las guerras que se han librado en el país del Sagrado Corazón de Jesús.
    Será Piedad (Q. E. P. D.) recordada siempre por sus amigos; pero más por sus contradictores.
    Dios la tenga en su seno.

  3. Mujer aguerrida y comprometida con la causa social de nuestro país, se podía considerar como la segunda Policarpa de Colombia por sus avatares constantes en favor de una mejor justicia social…

Responder a Antonio Pérez Doria Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *