DORMIR Y SOÑAR: ¿SIMPLES ACTOS?

“El hombre es un Dios cuando sueña y y no es más que un mendigo cuando piensa”. Está en lo cierto Hölderlin. Después de soñar el hombre es un mendigo cuando piensa porque no es capaz de recordar lo soñado; verbigracia, yo, anoche, cuál anoche, hace media hora de hoy 29 de junio -cuando escribo esto- que estaba soñando y no me acuerdo de casi nada a pesar de que llevo varios registros de hace algunos años: me encuentro en un salón de no sé qué universidad con menos de 100 estudiantes comenzando un nuevo curso de Humanidades, llamo lista y me contesta el 105 de la misma que tiene un rostro conocido al que indagué de cuál de los colegios donde trabajé era egresado, pero no se acuerda o mejor, yo no me acuerdo.

O aquel otro sueño, también muy reciente, en el que “me sentí muy frágil, así que no me moví, para evitar romperme.” O sería que me moví y me rompí, realmente no me acuerdo. “Pero no tengo que soñar, porque puedo escribir” -negrilla mía-, dice certeramente Murakami Haruki, el primer autor japonés en ganar el Premio Princesa de Asturias de las Letras: “Si es que dormido estoy, o estoy despierto, / si un muerto soy que sueña que está vivo / o un vivo soy que sueña que está muerto”, escribe W. Stekel. Y en esta línea escritural, J. L. Borges da la estocada final: “Yo sólo puedo decir las cosas por medio de fábulas, de imágenes, de sueños, ¿no es cierto? Sirven de algo.”

Sea como sea, ¡amables lectores exigentes!, como todos ustedes, soy un soñador involuntario, «pero el día en que al despertar aún alcanzo a recordar lo último soñado o lo que soñé en mitad de la noche y no se disipó, se hace para mí más completo; menos naturalista. La trama de mis sueños, y sus personajes, reincidentes algunos en lugares inverosímiles o ropajes prehistóricos, me interesan tanto como las novelas que más me gustan, aunque no llego al extremo del poeta Novalis, que se hacía despertar cada dos horas por un criado insomne pagado a tal efecto, pudiendo así el durmiente romántico almacenar y poner por escrito sus experiencias”. (Molina, 2021) Por eso, podría titular este párrafo: Novalis, el gran constructor de sueños.

Según la sección científica de elespectador.com (2021), una técnica de sueño utilizada por Salvador Dalí y Thomas Alva Edison para aumentar la creatividad también funciona. Esa técnica consistía en recostarse sobre una silla, mientras en alguna de sus manos sostenían un objeto como una cuchara o una pelota. Cuando se quedaban dormidos, el objeto caía y generaba un ruido que los despertaba. Justo ahí, luego de estar a unos cuantos segundos del sueño profundo, Dalí y Edison se paraban a trabajar. El estudio citado por el diario capitalino logró comprobar que la extraña estrategia utilizada por el pintor español, y también por el científico estadounidense, para potenciar la creatividad, es efectiva -aunque no se sabe muy bien por qué-. Sin embargo, pese a que pudieron comprobar que la técnica de ellos funciona, las razones de por qué sucede esto no son claras. Si bien se atrevieron a lanzar algunas hipótesis, lo cierto del caso es que deberán seguir investigando este fenómeno.

Pienso, despegando mis alas como cualquier mendigo, que si el pasado es solo experiencia, el presente es vivir y el futuro es dormir y soñar -ojalá con las Reciedumbres Positivas del Universo-, entonces, “¿por qué no preguntarnos si nuestro pensar y nuestro actuar no son otro soñar, y nuestro velar una especie de dormir?” (De Montaigne, 2014:1169) Por eso la neurociencia y las otras ciencias afines nos deben un buen libro sobre los sueños y el dormir. Si nadie lo ha escrito aún es porque no entendemos esos fenómenos chocantes y misteriosos, asuntos muy difíciles de abordar con enfoques objetivos; aunque “el tema nos remite de manera automática a Freud, el neurólogo más polémico de todos los tiempos. La interpretación de los sueños, de 1899, se considera a menudo su obra maestra.” (Sampedro, 2023) Freud, cuya metodología psicoanalítica mezcla una serie de indicios obtenidos de sus propios sueños con la experiencia anecdótica de sus pacientes para elaborar una teoría sobre el papel fundamental de los sueños en el sexo y la “economía de la psique”, hizo aportes considerables en estos asuntos.

No obstante, pregunto con el semiólogo, columnista e investigador Armando Silva (2022): ¿De qué parte de la realidad son los sueños? Se vienen estudiando desde distintos campos como la filosofía, el psicoanálisis y recientemente han recibido importantes aportes de la neurociencia. Se puede decir que unos estudian la mente y, por tanto, su relación con la consciencia, mientras la neurología se ocupa del cerebro. Con electroencefalogramas -continúa Silva- se pudo distinguir distintas ondas (delta) entre el dormir y el soñar, y establecer que mientras soñamos el cerebro está en plena actividad y comprender que en una noche de 8 horas soñamos hora y media… Nada despreciable; si alguien muere a los 100 años… habrá soñado 548 horas, que sirven de recuperación cerebral y hogar de deseos inconscientes… En filosofía, nos hemos hecho preguntas claves: ¿son los sueños parte de la realidad de cuando estamos despiertos? ¿Meras fantasías? ¿O imágenes que leen el futuro? Por ejemplo, conocer en sueños el amor de mi vida, y así ocurre. ¿Acaso, mejor, los sueños son el espacio donde se nos permite delirar o enloquecer respecto a la lógica racional?

“¿Se puede, despiertos, ser arrastrados por una lógica de los sueños? Quizá sea una entrada explicativa” (Silva, 2022) de lo que pasa en la actualidad con los gobiernos de Rusia, Israel, Usa y algunos de Europa en donde sus presidentes decidieron programas oníricos de gobierno basados en juicios que supuestamente no permiten contradicción, se rompe la identidad real de un objeto, como el arrasamiento total de Hamás o el dominio pleno de Ucrania -asuntos macabros irrealizables- o los dictadores que ya no son “o los delincuentes oprimidos que solo merecen perdón. Desaparece la maldad, pues apunta a un mundo emergente de seres buenos incomprendidos” (Ibíd) y con un gran esfuerzo llagaremos a la paz mundial: juicio absoluto que no admite contradicción.

Esas lógicas oníricas adormecieron a algunas partes del planeta, pero la realidad terminará por imponerse. El problema es que cuándo despertaremos de la magia de unos pocos ilusionistas, “¿dónde estaremos? ¿O podemos vivir de solo sueños? Es la realidad la que trae el pan, y por más esfuerzos para que el sueño nos alimente solo será así si deliramos y creemos que el pan soñado es la realidad.” (Silva, 2024) Del sueño bonito de unas sociedades liberadas de la realidad, terminaremos en un delirio colectivo mundial, muertos de hambre y de violencia.

A pesar de todo, en general, la ciencia nos dice que el sueño “es una función biológica básica y primordial para cualquier ser vivo. Es esencial para mantenerse física y psicológicamente sano, puesto que durante este trascurso el organismo recarga energía y el cerebro lleva a cabo una especie de proceso de ‘restauración’ para estar a pleno rendimiento al día siguiente.” (Valerio y Lozano, 2016) Y la RAE agrega que dormir viene del latín dormire a significar “aquel reposo que consiste en la inacción o suspensión de los sentidos y de todo movimiento voluntario.” Pero soñar -del latín somniare, representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras se duerme- también es una “alucinación nocturna que ha alimentado el miedo de los ignorantes y el arte de los poetas desde que la especie se asomó al mundo.” (Sampedro, 2023) Tanto para uno como para los otros la sabiduría popular tiene recomendaciones: para soñar no es sino estar dormido y para dormir no sino tener sueño. Pero el asunto no es tan simple, es lo más complejo de lo que comúnmente se piensa.

Ahora bien, nuestra más íntima naturaleza, el fondo común de todos nosotros, encuentra en el soñar o dormir “un placer profundo y un goce necesario” tal que, de acuerdo con W. Shakespeare, pareciera que estamos hechos de la misma tela que los sueños -del latín somnus, acto de dormir o de representarse en la fantasía de alguien, mientras duerme, sucesos o imágenes-. El problema se complica cuando tenemos pesadilla o sueño angustioso o tenaz porque nos oprime el alma o el cuerpo hasta el punto de sentirnos sumidos en el abismo de la desesperación o la muerte. Peor aún, cuando dormir y soñar se contienen mutuamente. Por eso, apoyados en Luisa Valerio y Patricia Lozano (2016) y sus expertos, veamos nueve consejos esenciales para dormir bien sin pesadillas y tener un sueño placentero entre 6 y 8 horas:

1. Evitar actividades estimulantes. Hay que procurar no hiperexcitarse con ocupaciones que aporten adrenalina al sistema nervioso: evitar la TV hasta altas horas de la noche y llevarse dispositivos electrónicos al dormitorio o hacer deporte después de las 20 horas.   

2. La rutina por costumbre. Adoptar unos hábitos como lavarse los dientes o desmaquillarse…  antes de meterse en la cama ayudarán a conciliar el sueño.

3. Horarios estables. Mantener una regularidad en los horarios de reposo tanto para ir a la cama como para despertarse por la mañana, incluso durante el fin de semana, es indispensable para descansar adecuadamente y eliminar posibles desvelos.

4. Crear un buen ambiente. Procure dotarse de un ambiente agradable e ideal en el dormitorio: colchón y almohada cómodos, temperatura agradable (entre 18º y 22º) y ausencia de ruido y luz. El entorno perfecto en la alcoba se logra cuando tú exclamas: «¡Qué bien estoy aquí!».

5. Utilice la cama sólo para dormir y/o el arte de amar. Actividades como leer, oír la radio, comer, trabajar o ver la TV en el dormitorio deben realizarse fuera de esta habitación. ¿La razón? El cerebro tiene que asociar la cama tan sólo con el sueño o el amor y con el momento de ir a dormir o amarse y no con otro tipo de acciones que puedan mantenernos despiertos.

6. No pensar en los problemas. La planificación del día siguiente o ‘darle vueltas’ a los problemas son actividades más apropiadas para el día, no de la noche. Si, aún así, resulta imposible anular ciertas ideas persistentes puede ser útil algún ejercicio de meditación o relajación.

7. Sobre la cena. Hay que hacerlo al menos tres horas antes de ir a dormir y evitar que ésta sea copiosa. No ingerir bebidas excitantes y alcohólicas e incluir alimentos ricos en triptófano -pescado, huevos, pollo…-, carbohidratos y ácidos grasos omega 3. La abundancia de agua o líquidos que tome incidirá en el deseo de ir al servicio y, por tanto, se despertará; pero tampoco debe ir a la cama con hambre o con sed.

8. Acerca del desvelo. Si no consigue reanudar el sueño antes de 20 minutos debe salir de la alcoba, realizar una actividad rutinaria, tomar algo de comida -un vaso de leche con galletas- y retornar para reiniciar el sueño. Evitar que el cerebro identifique la cama con la vigilia y se desarrolle un aprendizaje inverso; verbigracia, si se duerme tan sólo cuatro horas no debe permanecer en la cama más de cuatro horas y media.

9. La siesta. El sueño a medio día es recomendable para descansar y desconectar siempre que no sea demasiado largo. Una siesta efectiva no debería durar más de media hora para evitar problemas de conciliación de sueño después. No olvidar que su objetivo es complemento, no que reemplace el sueño nocturno; si padece insomnio prescinda de ella.

Finalmente, siguiendo al citado Sampedro, hay un par de descubrimientos recientes sobre los que nos gustaría llamar la atención: El primero es que la pandemia de covid ha alterado el contenido de nuestros sueños. La época del confinamiento nos tuvo a todos encerrados durante meses entre cuatro paredes, alérgicos a tocar el cartón o la bolsa de leche de las pocas tiendas que seguían abiertas, recelosos al cruzarnos con cualquier imprudente que no llevara mascarilla, ciegos a los labios de la gente. Por eso, los psicólogos detectaron un incremento en la cantidad de sueños extraños que comentaban sus pacientes; y el contenido de esos sueños podía interpretarse fácilmente como un producto del estado de ansiedad generalizado que se derivaba del aislamiento social.

El segundo descubrimiento es que el contenido de los sueños es capaz de predecir el párkinson y otras enfermedades neurológicas. Los neurólogos conocen un tipo de sueños que inducen a la acción inconsciente en la vida real. Sueñas que estás tirándole una piedra a Goliat y te despiertas para descubrir que le acabas de atizar un manotazo al cabecero de la cama. O a quien duerme contigo. Se llama RBD -trastorno de comportamiento durante el sueño REM-, y precede a un tipo de enfermedades neurodegenerativas -sinucleinopatías- que incluyen el párkinson. 

Por lo anterior y el delirio mundial de la violencia se hace cada vez más urgente, de cara a los gobiernos de Rusia, Israel, Usa y Europa y a todo porvenir, que la sociedad civil despierte, actúe y persista en la utopía del mundo pacífico del tamaño de nuestros sueños colectivos para vivir mejor y dormir placenteramente. Rodear a los políticos honestos y jugársela por ellos ya que el destino del planeta, como pocas veces, está en peligro, pues será sólo con el compromiso de cada uno que lograremos sacar a este mundo de la pesadilla de la guerra, para que de este modo los periodos pacíficos no sigan siendo hojas en blanco en el libro de la historia: se equivocan quienes tienen afán por salir de los actuales conflictos bélicos y de las pandemias con el fin de que el planeta siga funcionando como venía, desconociendo las señales del tiempo que nos dice que la vida no puede quedar sepultada debajo del poder despiadado y la ambición desmedida.

En suma, pues, no hay que olvidar a Freud y tenemos que “aprender a mirar los sueños como un asunto clínico”. En cualquier caso, “es claro que soñar posee una lógica de pensamiento distinta a estar despiertos”; aunque “equiparar la actividad psíquica del sueño y de la vigilia para, en consecuencia, poner en un mismo plano la capacidad de percepción de la realidad que ambos estados permiten” (De Montaigne, 2014: 2307) no es tan descabellada. De todos modos, “sin el sueño el hombre no habría encontrado ocasión de distinguir el mundo, ni la división en alma y cuerpo”, como bien lo afirma F. Nietzsche.

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5 respuestas a «DORMIR Y SOÑAR: ¿SIMPLES ACTOS?»

  1. Soñar no cuesta nada y es placentero y gratificante, en especial los sueños eróticos y de disfrute libidinoso!…
    Motivación e inquietud por el significado de los sueños, me acaba de dar por tú escrito.Esto me alegra y en este día que lo leo, me distancia un poco de esta realidad cruel y agobiante!…
    Gracias y te felicito por mantener ese interés de dinamismo y variedad en nuestra vida!…
    Abrazo solidario y soñador !????

  2. Hay que hacer un parangón y además en qué se diferencia el sueño nocturno y el consciente. También sería necesario hacer una inferencia, no sé si es una parvulada… Gran Artículo para una sociedad soñadora de un país que necesita conciencia…

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