ATAQUES Y ELOGIOS A ‘CIEN AÑOS’ DE NETFLIX

En memoria de Erika González Severiche, mi gran sobrina de alma y vida que acabe de fallecer en la plenitud de su madurez: “El tiempo se ha detenido y la eternidad comienza”, ¡gloria infinita y paz eterna en su tumba!

¡Amables lectores sentipensantes!, así como cerré estos artículos quincenales en el 2024 con Gabriel García Márquez -GGM- voy a abrirlos también con él en este 2025, aprovechando que sus Cien años de soledad -CAS- se volvieron de Netflix -N- ya que hizo una versión cinematográfica de esta obra cumbre, la cual será materia prima de este primer texto del año que enfatiza en ataques -unos juiciosos y otros decepcionantes- y elogios atinados y entusiastas o complacientes con esa producción quimérica que costó alrededor de 50 millones de dólares: asunto melindroso, delicado, polémico y conflictivo sobre el que saldrá una conclusión.

La adaptación de la obra maestra de la literatura latinoamericana que nos identifica ante el mundo -de incalculable trascendencia popular definitoria de nuestra fundación e idiosincrasia- del Nobel colombiano ha calado en nuestras conversaciones cotidianas de fin e inicio de año, con opiniones de quienes nos hemos sumergido en la historia del origen y desarrollo de Macondo y de la familia Buendía a lo largo de varias generaciones de esa estirpe y del realismo mágico, esta vez no en las páginas del libro que se publicó en 1967 -que desde entonces se vendió como pan caliente y que también desde entonces he leído diez veces con una experiencia estética que solo puede brindarnos el texto original analizado con alumnos y colegas-, sino en las pantallas que abarcan casi la mitad del libro. Dicha producción fue dirigida por la colombiana Laura Mora y el argentino Alex García López -dos seres diferentes pero complementarios-, y se grabó en Colombia con el respaldo de la familia de Gabo con el guión de José Rivera y Natalia Santas -también distintos pero complementarios-.

Desde la publicación del ícono literario, El hechicero mayor de Aracataca rechazó varias ofertas millonarias para su adaptación cinematográfica, entre ellas una del gran director cine japonés Akira Kurosawa. Gabo «creía que una película sobre los Buendía acabaría con la libertad de los lectores para identificarse con los personajes e imaginarlos a su antojo.” (Oliveros, 2024) Por eso y otras razones este hijo mayor de los 16 del telegrafista y de la niña bonita del pueblo cataquero dijo alguna vez, según Salvo Basile (2024), al director de cine Sergio Leone: «Cien años no se va a tocar hasta el día que yo me muera». Por eso, GGM ordenó a sus hijos un poco antes de su fallecimiento: “Cuando yo muera, hagan lo que quieran con mi obra”. Muerto el padre, sus hijos -Gonzalo y Rodrigo- buscaron a N, por el auge mundial de las series y las plataformas digitales, y oficiaron como productores ejecutivos que autorizaron su adaptación al igual que hay adaptaciones de El Quijote, Ana Karenina y otros libros clásicos. Los únicos requisitos fueron que la serie se filmara en Colombia en español, se hiciera con talento nacional y fuera rigurosa respecto a la historia original.

Después de muchos venires e ires con N, la primera temporada se estrenó el pasado 11 de diciembre en 190 países con ocho episodios que vi con reserva y prejuicio, pero hoy se ubican en el top 10 mundial de series de habla no inglesa, y la segunda temporada llegará en junio de 2025 también con ocho episodios que ojalá consoliden la serie en los primeros puestos del consabido top mundial porque en ella todo es más o menos mágico y violentamente colombiano y, al mismo tiempo, de cualquier lugar de este mundo. La visión de sus directores es casi idéntica a la nuestra, sobre todo la de este Macondo y esta Úrsula que sí valían la pena, a la que nos habíamos formado a lo largo de la vida. Sinceramente, terminé enganchando en esos primeros ocho episodios con el corazón medio encogido. Nuestro presidente Petro dijo que es la producción audiovisual de la mejor calidad más ambiciosa de de la cultura colombiana.

En efecto, la serie de N pone pues en primera línea la riqueza cultural de Colombia. “Por ejemplo, Catherine Rodríguez, que hace el vestuario, estudió en la Universidad Nacional. Los mexicanos Eugenio Caballero y Bárbara Enríquez fueron los diseñadores de producción y estuvieron construyendo cada una de las paredes de ese Macondo de la pantalla…” (Vanegas, 2024), que “no es un sitio en el mundo sino un estado de ánimo”. “Recogieron texturas, investigando telas que provienen de diferentes partes del país”, le cuenta Claudia Triana -directora del fondo mixto de promoción cinematográfica de Colombia- a la columnista Greace Vanegas. El 97% de los textiles que se utilizaron en el vestuario son de origen colombiano.

Es una serie reveladora y humana, aunque demasiado respetuosa del texto original. “Sus personajes son de carne y hueso, hijos de las ciénagas y los rincones olvidados, sudorosos, apasionados, pueblo raso, aristócratas inventados para quitarle la inocencia a los autóctonos… Ver en la pantalla el derrumbe del sueño, la utopía pisoteada entre paisajes tropicales y sensuales, el desenfreno que se desboca y ensucia todo. Constatar que no se trata de nacer con cola de cerdo para convertirnos en monstruos. Ya llevamos el monstruo en el alma.” (Mera, 2024)

Las novelas del edificador del arte nacional y popular, como bien lo denominó el gran ensayista uruguayo Ángel Rama, “han sido muy amadas por el público, ni siquiera queridas o leídas, sino verdaderamente amadas por la gente, entonces son muy personales”, le explica el escritor colombiano Ricardo Silva a Vanegas. Producir la serie, además de respetar la obra perfecta de un clásico, implicaba tocar una fibra: invadir, de cierto modo, la imagen que han creado millones de lectores sobre los personajes de Macondo, a partir de una interpretación propia.

Esta versión logra una puesta en escena un poco justa, un poco a la altura del libro. Silva opina que el solo hecho de que hayan construido el pueblo completamente señala que no es un ejercicio cínico. “Lo hicieron con todas las de la ley, con todo el compromiso, con la gente que podía escribirla bien, dirigirla bien; gente sensible a la obra, humilde ante la obra. Eso garantiza que cuando uno la está viendo no se sienta estafado”, asegura. El equipo de producción estuvo integrado por más de 900 personas y el set principal se ubicó en un terreno de 540.000 metros cuadrados. “Difícilmente se podía hacer mejor”, le remarca Silva a Vanegas.

Otra vez a Vanegas, una posición parecida la apunta otro colombiano, me refiero al crítico de cine Samuel Castro al acotarle: “Cuando los latinoamericanos leímos la novela era como si nos estuvieran explicando el mundo, como si esas cosas extrañas que nos pasan, nuestra idiosincrasia y naturaleza, estuvieran ahí. Ese era el reto más grande y la serie lo cumple, no perfectamente, pero sí de manera sobresaliente”.

En cuanto a los ataques a la versión cinematográfica de N, es necesario mencionar la de mi amigo y colega Hernán Borja: “Las versiones cinematográficas de una pluma como la de García Márquez me espantan y me inclinan a pensar que potenciales lectores se anularán en lo fácil; estimo que no debe caerse en ese señuelo y que los señores directores de cine deben tener creatividad con guiones propios, como los grandes maestros lo hicieron.” GGM consideraba que la magna novela dejaba un mayor margen de creación al lector cuando afirmó: “En cine no se puede. En cine tienen la cara de Anthony Quinn, Sofía Loren o de Robert Redford. Eso es inevitable y es muy difícil que un abuelito de nosotros se parezca a Robert Redford. Entonces yo he preferido dejarles a los lectores, literatura es literatura y cine es cine”.

Foto: Cromos

En específico el maestro Borja y nuestro Nobel quisieron expresar que la historia de las relaciones “entre la literatura y el cine han sido hasta hoy tan compleja y variada como conflictiva. Pocas formas artísticas han establecido entre sí tantos contactos, intercambios y préstamos, viviendo al mismo tiempo en un clima de malentendidos y mutuos prejuicios.” (Carmen Peña citada por mí en el apartado Cine y literatura a calzón quitao en mi libro Triple aventura académica, 2022: 368). Así, eso que mucha gente critica de la serie, que no hay estrellas, yo lo agradezco, porque ahí sí hubiera pasado lo que quería evitar GGM. Quizás los temores de Gabo acerca de hacer una película sobre su novela estarán medios conjurados. A lo mejor él estará feliz también, o por lo menos un poco tranquilo en su tumba.

“Cuando la gente ve una película basada en un libro quiere que sea una ilustración fiel de este -negrilla mía-. Pero una adaptación cinematográfica es la trasposición que el público se niega a aceptar”, dijo Gabo durante una entrevista de 1988. Se niega a aceptar porque no la dirige un director magistral, se debió interpelarle al Mago mayor de Macondo a quien le habían preguntado sobre el fracaso de muchos cineastas que llevaron su universo literario a la pantalla. Dicha entrevista la concluyó afirmando: “La gente va a verme a mí, no a los directores. Acostumbran a juzgarlos a través de mí, de lo que logran hacer de lo mío, en la medida en que se parecen o no se parecen”. Quizás por eso Borja agrega: “Otro es el caso de escritores menores, como Álvarez Gardeazábal, que la película magistral de Francisco Norden le sirvió para catapultar sus medianas novelas.” A propósito, el gran director de cine inglés Alfred Hitchcock decía: “De libros malos se hacen películas mejores”.

Claro que esta última idea es pulverizada por “el libro Cine y literatura de la U. Católica de Lima, coordinado por la escritora y cineasta Giovanna Pollarolo. Allí queda claro que están lejos los tiempos en que directores como Truffaut y Hitchcock creían que las “obras maestras” se arruinaban llevadas al cine, y por eso adaptaban novelas mediocres. Y también es claro que resulta improcedente basarse, para evaluar una adaptación, en el concepto de “fidelidad” al libro, pues cine y literatura usan dos lenguajes muy distintos.” (Bonnett, 2025)

Una de las analistas que ha atacado vigorosamente la serie ha sido la colombiana Carolina Sanín quien dijo en su monólogo Alquimia al revés, entre otras cosas, que los hijos de Gabo al autorizar a N la adaptación de CAS se convirtieron en unos parricidas, acusación a la que ellos se defienden diciendo que no porque esa autorización se dio cinco años después de que su padre ya había muerto. Además, Sanín piensa que esta serie aburrida, sin ritmo ni economía narrativa, es un producto publicitario turístico que vende un Caribe para gringos que produce un daño espiritual que manipula el deseo lo cual no es bueno para el alma.

Otro analista que la ha criticado ácidamente ha sido el escritor español, Sergio del Molino (2024), en El País de España, quien plantea que esa adaptación es un producto prefabricado e industrial sin autor reconocible. Varios directores, unos cuantos guionistas y muchas notas de unos productores comerciales anulan cualquier sentido de la autoría. No hay un alma ni una voz detrás de esta serie de N, y eso hace que desbarranque desde la primera secuencia y no haya forma de que vuelva a enderezarse. Además, ella tiene “una fotografía más propia de un anuncio que de un drama, composiciones de planos que parecen pósteres y una desgana interpretativa que a veces raya en la parodia hacen de Macondo y los Buendía algo muy aburrido y plano… Un producto industrial, previsible, retocado hasta lo obsesivo y calculado y sopesado en cada segundo del metraje por productores más pendientes de las notas de marketing que de la historia de Macondo, un producto como este…, solo podía acabar en la nadería.” (Ibíd)

Esteban Carlos Mejía (2025), novelista y columnista colombiano, y Álvaro Restrepo, bailarín, coreógrafo y columnista también colombiano, son los dos último críticos férreos de la serie que quiero citar. Mejía dijo: «Aquí y ahora digo que Cien años de soledad también es obra mía. Nada ni nadie podrá arrebatarme a mi coronel Aureliano Buendía, sin bigote ni sombrero, con los sobacos empedrados de golondrinos camino al pelotón de fusilamiento. Nada ni nadie, mucho menos los blacamanes de Netflix, diosas y/o dioses castiguen su osadía de pordebajear un universo incomparable hasta volverlo una apocada caricatura audiovisual: “Apártense vacas que la vida es corta”.” Y Restrepo interrogó y respondió con un lamento: «¿Qué habría dicho Gabo de un Macondo onírico/surreal/mágico a la Dogville… con un narrador-poeta como John Hurt diciendo con voz de oro su palabra embrujada y unos actores de nivel mundial -universal- como lo es su propia obra? Nada que ver todo lo anterior con la versión light, edulcorada y guatavitesca de Netflix y de su narrador sin alma… Es una lástima que Rodrigo García Barcha, gran director de cine, no se hubiera atrevido a hacerle este homenaje a su padre, tomando este toro mayor por los cachos, pues ya en su muy hermosa película Los Últimos Días en el Desierto, con Ewan McGregor, nos había mostrado el gran poeta que también hay en él.»

Y finalmente, tres lectores asiduos de mis artículos quincenales también se expresaron al respecto. El profesor y cantante vallenato Ángel de Arco Ángel se sinceró consigo mismo: “… tentado por la magia de las imágenes de la versión de CAS producida por Netflix… he tomado la decisión de releer la literatura de GGM de una manera más desprevenida, mejor: más libertina.” El educador Héctor Borja afirmó: “La virtualidad transforma el realismo exquisito de la lectura, lo divino de la lectura cambia su esencia en la pantalla. Prefiero el libro al libreto, jamás lo real será lo virtual.”  Y el arquitecto José Fiorensano sentenció: “Los 100 años de soledad, convertida a película, pierde su originalidad y esencia de arte literario, convirtiéndose en un producto en el mercado de los negociantes del arte.”

Sabemos pues que el destino de las obras maestras como CAS es ser recreadas de mil maneras y creo con Ricardo Silva que incluso es la demostración de que son obras maestras que trascienden la lectura misma. “Uno sabe desde muy niño quiénes son el Quijote y Sancho Panza, así no se haya leído Don Quijote. Esos personajes son tan arquetípicos, tan logrados, que se salen de los textos”, le subraya Silva a la citada Greace Vanegas. En cualquier caso, la expresión única de GGM siempre hará volver la atención hacia una de sus obras más emblemáticas. “El libro siempre va a ser mucho más grande que todos nosotros y nos va a generar muchas más imágenes de las que podemos recrear” (Ibíd) a través del cine o la TV.

“La literatura, el cine y la televisión poseen códigos de representación muy distintos entre sí. Por lo tanto, resulta imposible que una serie sea idéntica a la novela que la engendra.” (Oliveros, 2024) Si su propósito es disfrutar lo que ha hecho Netflix, los admiradores de CAS no deberían esperar en la pantalla una experiencia estética que sólo puede brindarles la lectura del texto original.

Tan pronto se acepta esa diferencia, el trabajo de los directores “adquiere sus propias luces y sombras. La Úrsula adulta, el conmovedor camino de José Arcadio Buendía hacia la locura, la tristeza de Arcadio, el espectáculo salvaje de la guerra…, la escenografía de Macondo: son algunos aspectos que la serie maneja bien y que solo deslucen cuando se abusa de la voz en off  de un narrador” (Ibíd) que lee pasajes literales de la novela que marcan toda la narración, en cuya cadencia haría falta más autoridad, dando así la medida de un cierto fracaso. “Cada frase locutada marca las distancias insalvables entre la literatura y el cine. García Márquez escribió una obra profundamente literaria, concebida para su lectura, que no funciona fuera de las páginas, ni siquiera recitada en voz alta. Es el lector, con su silencio embelesado, el que opera la magia.” (Del Molino, 2024) Además, inseguridades de adaptación le restaron creación narrativa.

Claro que CAS no es un texto sagrado, “sino una obra maestra escrita por un hombre cuyo talento y popularidad están a la altura de Cervantes, Shakespeare o Tolstoi. Es natural que sea conversada, debatida, criticada y recreada a lo largo de las generaciones, y que las interpretaciones que se hagan en su nombre no sean exclusivas de la literatura, tal como ocurre con el QuijoteLas aventuras de Huckleberry Finn, la Divina Comedia” (Oliveros, 2024), El padrinoHarry Potter o Mystic River, de las cuales se han hecho excelentes adaptaciones cinematográficas. «Y la reciente adaptación en Netflix de un libro que parece imposible de adaptar, Pedro Páramo, bajo la acertada dirección de Rodrigo Prieto. Demonizar a Netflix, como se ha hecho, porque lo que hace son “productos”, es una ingenuidad conservadora.» (Bonnett, 2025)

En suma, entonces, aquel ámbito “cromático y fructífero que en su concepción primera fue lingüístico, ahora es cinematográfico, es decir, auditivo y visual. Y se expandirá hasta llegar a más seres humanos en todo el planeta. Sobre todo a más… muchachos y muchachas, que ahora entrarán asombrados a un mundo de inmensa belleza que no sabían que existía y que acaso siempre los estuvo esperando. Y que les puede avivar la sensibilidad, acariciar los vellos de la piel.” (Mallarino, 2024)

Yo no creo con Gonzalo Mallarino Flórez que CAS sea inferior en lo formal –en los elementos de expresión que la constituyen, en el lenguaje, por ejemplo, y en el uso renovador y poético que le da GGM–, ni en lo simbólico –en la hondura y la alucinante belleza de las circunstancias recreadas en una obra artística como reflejo de la experiencia humana–, no creo, decía, que sea inferior a La Odisea, a Don Quijote o a Hamlet. Recordé, viendo CAS de Netflix, otro momento en el que un arte se vierte en otro, felizmente. Pienso que esta recreación del libro tiene una estatura más o menos buena. Deberíamos verla todos los colombianos para mirarnos mejor por dentro y permitir que el alma llore.

Las dos temporadas de ocho episodios con las que esta plataforma digital nos contó casi 50 años son un acierto por su medio fluidez narrativa, nudo dramático, adecuada transcripción visual y acercamiento honesto y bello al universo garciamarquiano; aunque hay escenas larguísimas con diálogos flojos que no explotaron el erotismo cautivador ni el humor inteligente, tan fundamentales en el texto original; por eso, esta serie de N recibió palmas y pitos: no es la obra maestra que sí es la novela de GGM. Claro que “otras historias como la Cándida Eréndira o Crónica de una muerte anunciada se pueden hacer en una película, pero CAS necesita muchos capítulos, son muchas tramas, muchas subtramas” que alimentan este libro, una de las mayores obras de la humanidad que posibilita interpretaciones infinitas.

“Es algo tan saludable para el legado del escritor como las opiniones de los críticos, las discusiones literarias de cantina, las reseñas periodísticas o los proyectos de la Fundación Gabo.” (Oliveros, 2024) Pues forma parte de la inmensa conversación que a diario se sostiene alrededor de la vida y obra de GGM. Temas tan esenciales para el entendimiento de la condición humana como el amor, la soledad, la muerte y el poder seguirán hablándose gracias a las adaptaciones y a las múltiples lecturas de CAS que, como un soplo mágico de vida, es “una versión mítica de nuestras luchas históricas y del fracaso como un destino. Un espejo deformado de lo que somos” (Bonnett, 2025), que en la cultura popular ha demostrado tener todas las oportunidades sobre la tierra. Definitivamente, la adaptación atinada de esta novela garciamarquiana es un homenaje a la historia de Colombia teñido de magia, belleza y violencia.

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Basile, Salvo (2024, dic 19). Cien de Gabito. El Tiempo, Bogotá, https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/cien-de-gabito-3410850

Bonnett, Piedad (2025, enero 12). ‘Cien años’: cine y literatura. El Espectador, Bogotá https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/piedad-bonnett/cien-anos-cine-y-literatura/

Del Molino, Sergio (2024, dic 12). ‘Cien años de soledad’ en Netflix: una serie horrorosa, un interminable anuncio de café. El País de España, Madrid, https://elpais.com/television/2024-12-13/cien-anos-de-soledad-en-netflix-una-serie-horrorosa-un-interminable-anuncio-de-cafe.html

Mallarino Flórez, Gonzalo (2024, dic 18) ‘Cien años de soledad’ en Netflix. El Espectador, Bogotá,https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/gonzalo-mallarino/cien-anos-de-soledad-en-netflix/

Mejía, Esteban Carlos (2025, enero 11). “Apártense vacas que la vida es corta”. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/esteban-carlos-mejia/apartense-vacas-que-la-vida-es-corta/

Mera, Ana Lucía (2024, dic 17). Felicitaciones a la serie ‘Cien años de soledad’. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/aura-lucia-mera/felicitaciones-a-la-serie-cien-anos-de-soledad/

Oliveros, Orlando (2024, dic 16). Los lectores de ‘Cien años de soledad’, el público más difícil de la serie. El País de España, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2024-12-17/los-lectores-de-cien-anos-de-soledad-el-publico-mas-dificil-de-la-serie.html

Peña-Ardid, Carmen (1992). Literatura y cine. Una aproximación comparativa. Ediciones Cátedra: Madrid.

Vanegas, Greace (2024, dic 25). ‘Cien años de soledad’ en Netflix despierta más elogios que críticas en Colombia. El País de España, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2024-12-26/cien-anos-de-soledad-en-netflix-despierta-mas-elogios-que-criticas-en-colombia.html

11 respuestas a «ATAQUES Y ELOGIOS A ‘CIEN AÑOS’ DE NETFLIX»

  1. Gabriel García Márquez No permitía que le llevarán su obra cumbre a la pantalla debido a cuestiones inalcanzable del cine, pero hay que darle un gran valor meritorio a Netflix: «Al César lo que es del César». Este trabajo sirvió para seguir haciendo un parangón crítico entre los dos Géneros de los Buenos lectores… Seguiremos haciendo los diferentes aportes con lo que resta de la producción.

  2. Afortunadamente el arte es «Obra abierta», como dijera Umberto Eco, por eso las opiniones propias pueden ser contrastadas y enriquecidas. Mi María de la novela homónima tenía el rostro de una chica de mi pueblo. «Sigue la audiencia».

    Gracias por las referencias.

  3. El arte y el negocio del mismo pierden, en el contexto del modelo económico capitalista, su magia creativa. Reducidos a oferta y demanda se anulan.
    La esencia de la obra literaria es expresar una concepción del mundo por su creador. CAS no es negociable, es una vivencia humana que estamos pasando los colombianos, comparable al presente de los humanos del planeta, tierra.
    ¡No me gusta la serie!… Es un oportunista negocio familiar. ¿Petro donde vio la calidad de la obra?… ¿Con que criterio y análisis???.

  4. Cuando me vi la película o serie de 100 años de soledad pensé siempre en ti, ¡que bueno sería estar al lado tuyo! para debatir algunos temas que me parecen complejos y más aún cuando has leído el libro 10 veces, ¿qué tanto hay entre lo mágico y realista en esta serie? Como no soy tan buena lectora, me hubiese gustado leer este libro más de 10 veces porque realmente te envuelve en lo mágico y si uno analiza gran parte de este drama sucede en la vida real o en la imaginación de los seres humanos, ¡cómo puede lograr Gabriel García recopilar en un solo libro tanto drama que pasa en la vida real! Es muy brillante y único.

  5. Netflix ha salido favorecido y enriquecido con esta gran producción de Cien Años de Soledad, obra debida a nuestro insigne GABO.
    Tendremos la gran oportunidad de hacer un paralelo entre la obra escrita y su versión en la pantalla.

  6. Compadre y mi maestro favorito, agradecido grandemente por su deferencia al citarme en su texto… La obra de N es buena si se tiene en cuenta que gran parte de la población joven consume más contenidos audiovisuales que lecturas literarias, esto (cómo ocurrió con el vallenato de Carlos Vives) los acerca a la fuente original y quién quita que, de la mano de los excelentes maestros colombianos, se convierta en tema de Centros Literarios.
    «Aplausos al maestro Dayro González Quiroz: el maestro que me enseñó a escribir bien»… Palabras de un alumno suyo, hoy maestro, a quien conocí por casualidad.

  7. Excelente artículo, la Obra 100 años de soledad en N, se puede mirar como una estrategia para dar a conocer a los jóvenes de hoy en día, obras que quizás por la falta de lectura, no conocen, es una realidad que la mayoría no tienen el hábito de leer.
    El hoy es tecnología y audiovisual casi que el 100%.

  8. Paz en la tumba de mi prima Erika. La crítica hacia la serie de Netflix sería inevitable debido al peso de la obra literaria como un clásico universal. Sin embargo, también podría abrir nuevas puertas para que las generaciones modernas descubran la riqueza de «Cien años de soledad». Aunque podría resumir que a la serie le faltó:
    1. Fidelidad a la obra original.
    2. Dificultad para representar el realismo mágico.
    3. Contexto latinoamericano diluido.

  9. Doctor Daìro Elìas Gonzàlez Quiroz: Respetuoso Saludo. En primera instancia, acompañarlo en este tràgico momento del fallecimiento de su prima . Con el tìtulo: Ataques y elogios a «Cien Años» De Netflix. La esencia de la obra literaria es expresar una concepciòn del mundo por su creador. Es algo tan saludable al legado del escritor Gabriel Garcìa Marquez, como las opiniones de los crìticos, as discusiones literarias de cantina, las reseñas periodìsticas y los proyetos de la fundaciòn. La adaptaciòn atinada a esta novela , es un homenaje de la historia de Colombia, teñida de magia, belleza y violencia.

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