80 AÑOS DE “EL PRINCIPITO”

Para Dairosky “El kyllo” González Romero, mi segundo vástago y El gorilón del zoológico familiar, hoy piloto de Avianca y experto en drones: ¡Kyllo, Kyllo! / Cuídate hasta el dedillo, / te lo dice tu papillo.

¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, en medio de conferencias, ediciones especiales y otros eventos culturales, el pasado 6 de abril se cumplieron 80 años de la primera publicación en EUA de El principito del autor francés Antoine de Saint-Exupéry, libro del cual se han hecho más de 500 traducciones -el segundo más traducido del mundo tras la Biblia- y el cual continúa siendo un éxito ocho décadas después porque anualmente se venden 5 millones de ejemplares en todo el mundo. El escritor y su obra es el tema central del artículo de hoy.

Ciertamente, esta obra fue publicada por primera vez por la editorial neoyorquina Reynal & Hitchcock, el 6 de abril de 1943, en inglés. Fue cuando León Werth, periodista, escritor anarquista y judío a quien el autor dedicó la obra por ser su mejor amigo, pudo leerla: Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra disculpa: esta persona grande puede comprender todo; incluso los libros para niños. Y tengo aún una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde siente hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Mas si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues, mi dedicatoria: A León Werth, cuando era niño.”

Antoine Marie Jean-Baptiste Roger, conde de Saint-Exupéry​, conocido como Antoine de Saint-Exupéry, nació en Lyon el 29 de junio de 1900. Tercero de los cinco hijos de una familia de la aristocracia francesa -su padre Jean tenía el título de vizconde y su madre María Fonscolombe heredaría el castillo de su padre, La Molle-. Antoine de Saint-Exupéry vivió una infancia feliz en las propiedades familiares, aunque perdió a su progenitor a la edad de cuatro años. Estuvo muy ligado a su madre, cuya sensibilidad y cultura lo marcaron profundamente porque le leyó cuentos de Anderson y le enseñó pintura y música; con ella mantuvo una voluminosa correspondencia durante toda su vida. El interés por la mecánica y la aviación de Antoine de Saint-Exupéry se remonta a la infancia: recibió el bautizo de vuelo en 1912 en Ambérieu-eu-Bugey, y la pasión de volar ya no lo abandonaría nunca. Después de seguir estudios clásicos en establecimientos católicos, preparó en París el concurso de entrada en la Escuela naval, pero no logró su objetivo y se inscribió en Bellas Artes. Pudo aprender el oficio de piloto durante su servicio militar en la aviación en Estrasburgo y luego en Casablanca, al tiempo que frecuentaba los medios literarios.

Después de un accidente de aviación en 1923 fue desmovilizado y sólo comienza a volar en 1926 para transportar correspondencia entre Toulouse y Dakar; es en este momento cuando publica su primer libro El aviador, seguido de Vuelo nocturno, Correo del Sur, y sobre todo Tierra de los hombres -galardonado con el premio de la Academia Francesa en 1919-, obra que relata la vida de Saint-Exupéry, sus vuelos y sus encuentros con los hombres. Ese 1926 marcó un giro decisivo en su vida por la publicación de su narración breve El aviador en la prestigiosa revista literaria Le Navire d’Argent, dirigida por Jean Prévost, y es cuando consigue el contrato como piloto de línea para una sociedad de aviación. A partir de entonces, a cada escala del piloto correspondió una etapa de su producción literaria, alimentada con la experiencia. Así, mientras se desempeñaba como jefe de estación aérea en el Sahara español, es que escribe su primera novela, Correo del Sur en 1928.

“La escala siguiente fue Buenos Aires, al ser nombrado director de la Aeroposta Argentina, filial de la Aéropostale, donde tuvo la misión de organizar la red de América Latina. Tal es el marco de… Vuelo nocturno. En 1931, la bancarrota de la Aéropostale puso término a la era de los pioneros, pero Saint-Exupéry no dejó de volar como piloto de pruebas y efectuó varios intentos de récords, algunos de los cuales se saldaron con graves accidentes: en el desierto egipcio en 1935, y en Guatemala en 1938… En los años treinta multiplicó sus actividades: cuadernos de invención, adaptaciones cinematográficas de Correo del Sur en 1937 y de Vuelo nocturno en 1939, numerosos viajes (a Moscú, a la España en guerra), reportajes y artículos para diversas revistas. Durante su convalecencia en Nueva York, después del accidente de Guatemala, reunió por consejo de André Gide los textos (en su mayor parte artículos ya publicados) que se convirtieron en Tierra de hombres -1939-.” (Fernández y Tamaro, 2004)

Durante la Segunda Guerra Mundial, busca la manera de pilotear un avión de combate moderno junto a los aliados. Muchos accidentes y su mala salud lo ponen en “el comando de reserva”. Se le dan tareas menores de inspección área y de cartografía en vista del desembarco en Provenza. Pero en esa guerra luchó con la aviación francesa, en mayo de 1940. “Con la caída de Francia marchó a Nueva York, donde contó esta experiencia en Piloto de guerra (1942). En Estados Unidos se mantuvo al margen de los compromisos partidistas, lo que le atrajo la hostilidad de los gaullistas. Su meditación se elevaba por encima de la historia inmediata: sin desconocer las amenazas que la época hacía pesar sobre el «respeto del hombre», como declara en Carta a un rehén (1943), optó por la parábola con El principito…, que le dio fama mundial” (Fernández y Tamaro, 2004) como un libro para niños y adultos, pero sobre todo para adultos.

En 1943 el piloto y escritor pidió incorporarse a las fuerzas francesas en África del Norte, y a partir de entonces retomó las misiones desde Cerdeña y Córcega. Es en el transcurso de una de ellas, el 31 de julio de 1944, que el avión de Antoine desaparece sobre el Mediterráneo, donde es reconocido “Muerto por Francia”; él “se encontraba en una misión de reconocimiento para la fuerza aérea de Francia Libre, el gobierno en el exilio fundado por Charles de Gaulle en 1940, que luchaba contra la Alemania nazi. Nadie sabía cómo o dónde había caído su avión pero en 1998, un pescador encontró en aguas al sur de Marsella un brazalete que llevaba el nombre de Antoine de Saint-Exupéry” (Jiménez, 2023) y de su segunda mujer, Consuelo -su primera esposa había sido Louise de Vilmorin-. Terminada pues la Segunda Guerra Mundial, el libro más famoso del escritor y aviador Saint-Exupéry se publicó en 1946 en una Europa ya liberada del nazismo.

Siendo coherente con el oficio de Antoine, el narrador de El principito es un aviador que sufre una avería en el desierto del Sahara, ahí él conocerá a un pequeño príncipe que da título al libro, quien se cuestiona sobre el absurdo mundo de los adultos y nos cuenta su historia. “El principito procedía de un asteroide tan pequeño que bastaba con desplazar un poco la silla hacia atrás para ver continuamente la puesta de sol. Un día brotó del suelo una rosa; el principito se enamoró de ella, pero no pudiendo soportar su orgullo y presunción, decidió abandonar el asteroide y emprendió un viaje que lo llevó a otros pequeños planetas. En cada uno de ellos vivía un único personaje que, como en seguida aprecia el lector, encarna algún defecto humano: la vanidad, el egoísmo, la ambición… Finalmente, el principito llegó a la Tierra, donde descubrió, consternado, que su rosa no era la única del universo, y entabló amistad con un zorro, y después con el narrador.” (Fernández y Tamaro, 2004)

Foto del archivo particular de El Espectador, Bogotá, abril 5/23

Ahora veamos algunas frases breves del mítico relato filosófico de la bella edición bilingüe publicada por Negret Books: “Se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos.” “Las estrellas se encienden de manera que todo el mundo puede un día encontrar la suya.” “Usted es responsable de lo que has domesticado.” “Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo que juzgar a lo demás.” Así, los sutiles simbolismos y el desenlace de esta obra emblemática de la literatura francesa sugieren su sentido: “una indagación sobre el amor y la amistad, sentimientos que, pese a su naturaleza incomprensible y los sufrimientos que pueden acarrear, se revelan como una necesidad ineludible y enriquecedora.” (Fernández y Tamaro, 2004)

¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, como El principito es una de las clásicas novelas cortas que ha formado parte de generaciones enteras de lectores entusiasmados desde hace 8 decenios por esa fantástica historia, permítanme mencionar finalmente un asunto personal de mi zoológico familiar relacionado con este libro que sucedió así: Los sábados y domingos me levantaba muy temprano. La pequeña liebre era la segunda en hacerlo, a eso de las seis y treinta. Se ponía a trabajar conmigo en el cuarto de estudio. Habitualmente leíamos en familia Los Monos de El Espectador, Las Aventuras de Lecturas Dominicales de El Tiempo o cualquier otra sección que les gustara a ellos, es decir, La pequeña liebre, El gorilón, El torito y La cebra. Ellas eran inquietas, juguetonas y fregonas; a veces, El torito y El gorilón se enojan con ellas porque los fastidiaban en demasía. Entonces, es cuando “se cascaban” unos a otros y claro, aparezco yo o La gran liebre.

–¡Dejen de molestar! Si continúan molestando, a todos los voy a fregar.

En la mayoría de las veces, acudíamos parcialmente al Minuto de Represión de Gerald Nelson y Richar Lewak -represión del comportamiento, un minuto de transición, una reafirmación positiva del mérito del niño, una serie de preguntas y un abrazo- porque los buenos comportamientos no vienen «incorporados», sino que deben aprenderse. Así hacía caso el zoológico.

Antes de escribir nuestros hijos fueron naturalmente lectores. Creo que aprendieron a hacerlo inconscientemente con la lectura reiterada que les hice de El principito, publicado al castellano por editorial Salamandra e ilustrado bellamente por su autor mostrando la infancia como un espacio en el que se debe recuperar lo esencial, mientras El Principito viaja a través de planetas haciendo amigos. Actividad que me dejaba cansado porque ellos exageraban escuchando hasta quedar idiotas de pura felicidad, y yo repitiéndole por enésima vez. Un día, la pequeña liebre tomó el libro de mis manos y diciéndome “mira, papito, ya sé leer”; repitió la primera página de pe a pa. Claro que sólo fingía descifrar las letras -en realidad se lo sabía par coeur, según la hermosa expresión francesa que significa de memoria-; pero a partir de ese momento, conociendo los sonidos y las palabras, ella y todos terminaron leyendo de verdad, ayudados lógicamente por la labor educativa del Instituto Pedagógico Nacional, el colegio de la Universidad Pedagógica Nacional, y por ejercicios ocasionales y conscientes que trabajaron conmigo, a partir de sus nombres -Pamina Amelia, Dairosky Lácydes, Isaac Camilo y Raiza Andrea-.

En suma, entonces, El Principito del novelista y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry, quien convirtió sus experiencias a menudo como fuente de inspiración, es una fábula mítica mezclada con relato filosófico que “cuestiona la relación del ser humano con sus prójimos y con el mundo. También promueve la constante reflexión de su autor sobre la amistad, el amor, la responsabilidad y el sentido de la vida.” (Jiménez, 2023) Esta gran obra “reivindica la infancia como un territorio para recuperar lo esencial y sobre ello diserta el joven protagonista mientras cuenta su viaje por distintos planetas haciendo amigos.” (Martínez, 2023) ¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, si aún no han leído o releído este libro clásico, la conmemoración de sus 80 años de la primera edición es buen motivo para hacerlo: ¡Ánimo que la lectura es fuente de placer y conocimiento que nos permite entender mejor este afligido mundo maravilloso y la extraña belleza de estar vivo!

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

  • De Saint-Exupéry, Antoine (sin fecha). El Principito. Edición español-francés, Bogotá: Negret-Books.
  • Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografía de Antoine de Saint-Exupéry». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. Disponible en https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/saint__exupery.htm 
  • Jiménez Jiménez, Darling Tatiana (2023). “El Principito” cumple 80 años y estos son algunos datos curiosos del famoso libro. El EspectadorBogotá, abril 5, disponible en https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/el-principito-cumple-80-anos-y-estos-son-algunos-datos-curiosos-del-famoso-libro/
  • Martínez, Olga Lucía (2023). ‘El Principito’ celebra sus 80 años. El Tiempo,Bogotá, abril 7, disponible en https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/el-principito-celebra-sus-80-anos-757183

9 respuestas a «80 AÑOS DE “EL PRINCIPITO”»

  1. Excelente, amigo esto me hace acordar lo importante que este libro ha sido para mi vida al enseñarme que “Lo esencial es invisible a los ojos” lo cual he visto hecho una realidad a lo largo de mis años de vida

  2. Importante texto en el cual permite enlazar la obra con el entorno familiar, muy ejemplar para la sociedad nuestra. Felicitaciones…

  3. Es la nostalgia de un libro muy gratificante por su contenido y las ilustraciones, llevan al lector a creer que viaja en el espacio con todas sus sorpresas siderales!… Mi apreciado Dyron, gracias por mencionar tu zoológico privado. Un grande abrazo y saludo planetario a ti y a todos los tuyos!😇🤗

  4. Este excelente artículo, me obliga a buscar y leer la novela de Antoni de Saint – Exupérit, El Principito; de la cual, tenía una idea muy vaga.
    Gracias por su artículo.

Responder a Jimmy Bustillo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *