500 AÑOS DE “EL CORAZÓN DEL MUNDO”

Por una Colombia sin odios ni polarizaciones ni terrorismo: ¡adelante, siempre adelante!

Amables lectores multicreyentes y sentipensantes, el pasado 29 de julio Santa Marta -SM- conmemoró el quincuagésimo aniversario de su fundación hispánica. “En medio del debate legítimo sobre qué se conmemora y cómo hacerlo, distintas entidades académicas, ambientales, organizaciones privadas y de la sociedad civil”, e incluso algunos costeños nativos como yo o algunas cachacas como mi hija Raiza Andrea González Romero -amantes de la costa Caribe colombiana- decidimos ofrecerle a la capital del departamento del Magdalena un homenaje cultural desde el alma múltiple y la persistente memoria preocupada por el deterioro ambiental, pero que siente gratitud por la riqueza de la vida que allí habita y, claro, por ser la ciudad más antigua en la historia de este país y la segunda de Suramérica: “referente nacional, que simboliza heroicas páginas de nuestra historia y representa uno de los destinos turísticos más emblemáticos del país, gracias a su riqueza natural y cultural” (Silva, 2025) y a su profunda influencia de las culturas indígena, africana y europea en la configuración nacional.

La historia de la región Caribe de Colombia iniciada desde tiempos antiquísimos continuó “con el asentamiento de los españoles en los territorios que hoy se conocen como Santa Marta, Cartagena y el golfo de Urabá. Estos espacios estaban ocupados por razas indígenas autóctonas de la región, que convivían desde épocas remotas en asentamientos que datan de 4000 a. C.” (Ruiz, 2017) La forma de concebir la Sierra Nevada, la filosofía que hay en el sistema montañoso independiente más alto del mundo alrededor del mar, no lleva 500 años, son más de 6000 años. “Producto de eso son las edificaciones que podemos conocer en Ciudad Perdida o el Parque Tayrona. Estas construcciones son el reflejo de un pensamiento milenario”, según la lideresa arhuaca Guna Chaparro en entrevista con la periodista Daniela Diaz (2025). Es decir, que la historia de ese territorio ya estaba siendo escrita por el pueblo Tayrona que lo habitó desde mucho antes del siglo XV y cuyo legado se perpetuó en las comunidades de Arhuacos, Koguis, Wiwas y Kankuamos.

A esta región milenaria y otras tantas regiones de América es que llega el italiano Cristóbal Colón y muchos otros navegantes españoles a América en el año 1492. Las zonas costeras del mar Caribe son las primeras en recibir atropellos e influencias de la cultura, economía y política del imperio español. A finales del siglo XV e inicios del XVI se fundan las primeras poblaciones de Urabá y Darién, y se da paso al crecimiento de la región (ver fotomontaje 1). “Y como pasa en la historia, se ha contado una sola de las versiones, la de las victorias y las derrotas, la postal del pasado de cualquier conquista de vencedores y vencidos. Sin embargo, puede que valga la pena distinguir entre los conflictos, guerras y conquistas y las consecuencias culturales que se producen; entre coalición de culturas, las pérdidas de esencias, la difuminación de fronteras culturales, los intercambios porosos entre embates, las resistencias y resignificaciones.” (Kadamani, 2025)

Con esta perspectiva vemos la llegada del español Rodrigo de Bastidas -RB- por primera vez a lo que hoy es SM el 23 de febrero de 150l, “día de la fiesta litúrgica de Santa Marta, la mártir de Astorga, y por eso le pusieron ese nombre a esa provincia. En ese viaje, Bastidas iba acompañado por Juan de la Cosa y Vasco Núñez de Balboa, entre otros. Habían partido de puerto de Mulos en Sevilla, a pesar de que hay quienes dicen que fue desde Cádiz. De todas maneras, cogió camino en octubre de 1501 en dos naves, con permiso real. Allí estuvo Bastidas hasta cuando viajó a Santo Domingo, donde lo procesaron por haber negociado con indígenas y con armas” (Alarcón, 2025), después haber establecido redes comerciales y practicar el rescate y la esclavización, sin ser el benefactor que algunas versiones idealizadas promueven.

Llevado a España, continúa Óscar Alarcón, fue juzgado y absuelto, regresó a Santo Domingo y volvió nuevamente a la región y fue cuando verdaderamente la fundó, el 29 de julio de 1525. Pudo suceder, aseguran algunos historiadores, que, “al venir a fundar la ciudad, esperara esa fecha para darle el nombre que ya tenía la provincia y que coincidía con la otra Santa Marta” (Ibíd), cuya fiesta también se celebra el 29 de Julio. Por eso, el himno de la ciudad -pieza literaria y musical nacida de los amores del poeta Mariano Barreneche y del compositor Roberto Linero de Castro- que la conmemora dice que SM es una ciudad “dos veces santa” porque hace referencia a la impronta hispana y católica de la historia de la urbe. También la reciente canción 500 de Carlos Vives nace del amor por ella, pues, resalta su historia, diversidad y el espíritu de su gente, y hace un llamado a la reconciliación con el pasado y la construcción de un mejor futuro. Los dos textos y su fundación son signos de la identidad y el mestizaje una certeza que marcará para siempre la cultura samaria.

Durante los primeros años de las exploraciones, RB dejó algunos soldados en SM y Gaira, quienes dieron inicio al mestizaje o proceso de cruce biológico y cultural entre españoles e indígenas que dio lugar a nuevas configuraciones sociales, culturales y genéticas en las poblaciones -inevitable no evocar ahora Nuestra América mestiza de José Martí, “una diatriba ética, poética e histórica que defiende nuestros orígenes” y asentamientos-. “Para 1514, había llegado al territorio Pedro Arias Dávila, quien, con sus soldados, se enfrentó a los nativos que habitaban el territorio y tomó a varios de ellos prisioneros.” (elespectador.com, 2025) Bastidas firmó luego unas capitulaciones con la corona española para fundar la ciudad. “Y, aunque se debatió si el año de su fundación fue 1525 o 1526, los documentos del Archivo General de Indias confirman que el acta quedó fechada el 29 de julio de 1525… Aunque Bastidas es reconocido como el fundador de La perla de América, la disfrutó durante poco tiempo, pues en 1527 tuvo problemas con sus compañeros y murió apuñalado en Santiago de Cuba…” (Ibíd)

Es así entonces como en el litoral de la región Caribe colombiana se fundan las provincias de SM en 1525 y Cartagena en 1533. Avanzando vertiginosamente en la historia, en el año 1717 es creado el virreinato de Nueva Granada y es añadida la provincia samaria a sus territorios, separándose así del virreinato del Perú; emerge gracias a su economía basada en la búsqueda de perlas en sus aguas; para el año 1810 comienzan los procesos de independencia en Nueva Granada, fundando Las Provincias Unidas de Nueva Granada, proclamando su libertad del dominio español.

Precisamente, una provincia Caribe fue una de los primeras en revelarse al realizar un cabildo en mayo 22 de ese año: nos referimos a la provincia de Cartagena siendo uno de los puertos más importantes de América, especializado en el contrabando de esclavos traídos del continente africano. Por su parte, SM se independizó en 1821; aunque la ciudad fue liberada del dominio español, la resistencia realista continuó y el ejército patriota no logró tomarla hasta 1823, tras la Rebelión de Santa Marta de 1822-1823. De todos modos, es el Caribe el que da inicio al proceso de Independencia del yugo español que se hace realidad en todo el país con la Batalla de Boyacá de 1819. Así, esta zona se siente y se vive con fuerza desde las épocas de la conquista y la colonia.

Fotomontaje 1: Santa Marta 500 años – La historia que no te han contado, https://www.google.com

Valga precisar que la región Caribe está ubicada al norte de Colombia -nombre proveniente precisamente del apellido Colón utilizado primero por el venezolano Francisco de Miranda- en el extremo superior de América del Sur. Limita al norte con el mar de las Antillas o Caribe -parte del océano Atlántico-, al sur con la región Andina, al oriente con el vecino país de Venezuela y con el mar de las Antillas y al occidente, también con el mar Caribe; recibe su nombre de las aguas del mar que baña sus costas y hace honor a la etnia amerindia predominante en la región en la época del primer contacto con los europeos a finales del siglo XV.

Esta región colombiana va hoy desde el golfo de Urabá, al occidente, hasta la península de la Guajira, al nororiente (ver mapa 1). Igualmente está comprendida entre las últimas alturas de las tres cordilleras -Occidental, Central y Oriental-, al sur, hasta el mar Caribe, al norte. Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Sucre, Guajira, Magdalena y San Andrés y Providencia son sus ocho departamentos; sin ellos no es posible concebir la nación colombiana contemporánea, pues han ayudado a forjar esa comunidad imaginada en sus múltiples manifestaciones. La costa Caribe con su “gran zona fluvial de laderas, caseríos y pueblos, inundable y seca por turnos, ha sido siempre parte de otra entidad política mayor y más compleja”; durante la colonia esta entidad fueron las provincias combinadas de Cartagena, SM y el Nuevo Reino de Granada, “que constituía una formación social colonial; y desde el siglo XIX hasta hoy, toda esta zona forma parte de la región costeña del norte del país, y la formación social nacional…” (Fals Borda, 1985: 19B)

El departamento del Magdalena queda al norte de Colombia y tiene 23.188 kilómetros cuadrados -ver mapa-, donde viven más de un millón de habitantes. Según el Diccionario Enciclopédico Ilustrado, este departamento Limita al N con el mar Caribe, al E con los depart.  de la Guajira y Cesar, al S y al O con el de Bolívar, y al NO con el del Atlántico. El relieve es principalmente llano, menos en el NE, ocupado en parte por la Sierra Nevada de Santa Marta, con las altitudes máximas del país (picos Simón Bolívar -5766 m- , Cristóbal Colón -5.775 m- y Simmonds -5635 m-). El límite O está recorrido por el río Magdalena, que forma numerosas ciénagas; el sector S del depart. pertenece a la depresión Momposina, húmeda y pantanosa.

La mayoría de la población está concentrada en SM y en Ciénega -que incluye su imponente Ciénega Grande-; les siguen en importancia El banco, Fundación y Plato. El banano, el algodón, el ajonjolí y el arroz son los cultivos más extendidos, y las tierras aptas para pastos son aprovechadas para la cría de ganado vacuno. Se extrae petróleo en el centro del departamento. La industria se localiza en la capital, importante centro turístico donde están el Parque Nacional Tayrona, el balneario El Rodadero y demás. Esta combinación -única en el mundo- de factores, ha forjado el espíritu del samario y magdalense desde tiempos ancestrales hasta el día de hoy, y se manifiesta diariamente en la literatura, la música, la cocina y otras expresiones culturales como el deporte.

A propósito, el fútbol colombiano tuvo sus raíces en SM, específicamente en el tradicional barrio de Pescaíto. “Recuerda el periodista Ignacio Miranda que fue allí donde, desde 1879, marinos ingleses comenzaron a disputar partidos en los playones cercanos al mar. Hacia 1882, los propios pescadores samarios ya practicaban el juego entre ellos.” (Diaz G., 2025) La llegada continua de barcos británicos relacionados con la United Fruit Company, “contribuyó a fortalecer la práctica del fútbol, generando enfrentamientos amistosos entre marineros y habitantes locales. Se supone que entre Tiburoneros y Tortugueros se jugó uno de los primeros partidos de fútbol en Colombia. En 1968, el Unión Magdalena ganó su único título en el futbol profesional colombiano y confirmando ser una de la cuna de figuras como los hermanos Arango y los Valderrama, familia a la cual pertenece Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, legendario número diez de la selección Colombia.” (Ibíd) Radamel Falcao García es otro de los futbolistas famosos nacido en Santa Marta, e hijo de otro reconocido futbolista como lo es Radamel García.

Retomando el hilo histórico y analizando el deterioro ambiental e inconvenientes actuales, es menester decir que Bastidas –quien al parecer se llevó muy bien con el cacique indígena Bonda- y los españoles que lo acompañaron en sus viajes quedaron enamorados de esta tierra extraordinaria, pero sobre todo de la “bahía que se ha ganado el título de la perla de América y que un conocedor, como lo fue el libertador Simón Bolívar, la consideró como la más bella del mundo.” (Alarcón, 2025) SM queda entonces en las estribaciones del enorme sistema montañoso de la Sierra Nevada, donde habitan -como ya dijimos- los cuatro pueblos indígenas descendientes de los Tayronas con la herencia africana, el mestizaje criollo y la migración contemporánea.

Desde sus inicios, bajo el espíritu de una cosmogonía propia, la historia de SM «es una historia de contradicciones, encuentros y desencuentros que han sido el eje de su propia identidad. En ese territorio anfibio donde en las cercanías de las ciénagas, los deltas y el mar nacen las expresiones musicales que hoy nos dan una universalidad y un lugar en el mundo, nació la ciudad donde para muchos fue el lugar, el origen y el Corazón del mundo en la sabiduría ancestral donde se ya intuía una vocación de modernidad. En la suma de las confrontaciones y diferencias, traiciones y pactos, se sintetiza lo que hoy se conoce como la samariedad o la identidad samaria.” (Diaz G., 2025)

Gabriel García Márquez (-GGM- nacido precisamente en el pueblo magdalense llamado Aracataca) dijo en una de sus crónicas inolvidables de El Heraldo de Barranquilla que «la mezcla étnica poderosa que se dio en la ciudad, sumada a la presencia permanente de las tribus indígenas de la sierra, hacen de Santa Marta una ciudad cargada de historia donde la gente siempre se miró de manera horizontal, como viejos amigos. Eso y un amor indiscutible por el mar como esa posibilidad de conversar con el infinito”. En otra crónica sobre el gran samario que fue Jaime Bateman Cayón, Gabo menciona eso que nos recuerda Erick C. Duncan: «Santa Marta es la ciudad más doméstica del país”.

Según Felipe Diaz Granados (2025), GGM narra su 1ª visita a SM así: “en cada casona antigua hay una lápida histórica y un ejercicio de piano. Para siempre. Lo más extraordinario del silencio en la capital del Magdalena es que se conserve intacto, como desde los días de don Rodrigo (…) La bahía misma es serena y apacible. Mas que una ensenada propicia para las vacaciones, más que un magnífico fondeadero para los barcos internacionales, la bahía de Santa Marta es una sensación. Una apacible sensación de quietud, de bienestar, de mansedumbre. Podría decirse -por su extraordinaria belleza- que no es un paisaje sino una ilusión óptica”. (Ver foto 2)

Las dos columnas de Gabo también develan que, a pesar del mestizaje y la cercanía ancestral con las comunidades de la Sierra Nevada, el flujo de inmigrantes y la presencia de la diáspora africana, SM era una de las ciudades colombianas donde más se podía sentir el peso de España y la nostalgia perdida por la monarquía. De acuerdo con Diaz G., una ciudad, sin duda, conservadora y realista donde el destino llevó, en una de sus tantas contradicciones e ironías, a que el libertador Simón Bolívar, camino a su destierro, llegara a la ciudad, pasara en San Pedro Alejandrino sus últimos días y falleciera el 17 de diciembre de 1830, no sin antes advertir que el cielo de Santa Marta era el más bello de América y el más luminoso. 

Mapa 1: Ubicación de la región Caribe en el mapa de Colombia. https://colombiapatrimoniocultural.wordpress.com/region-caribe/

Pero la ciudad sigue luchando para lograr una integración de su diversidad. Además, SM vive hoy el problema del agua, el cambio climático, la tragedia de la Ciénaga, el problema de los nevados. Las comunidades étnicas desplazadas a la Sierra Nevada hace siglos alegan que sus voces siguen siendo marginales en la memoria histórica. Por eso, ellos pidieron un lugar en el debate por la conmemoración.

Estos tiempos de festividad cogen pues “a la capital samaria remando, con una pesada carga de afugias, hacia las, aún, lejanas costas de su desarrollo económico y social, el colofón que requiere para convertirse en un destino turístico de talla internacional.” (Silva, 2025) El Balcón de América, así también la apellidan, “es una urbe dinámica, vibrante, que navega por aguas agitadas hacia el progreso, aspiración ralentizada durante largas décadas por la incapacidad de sus administraciones y los desmanes de la burocracia, la politiquería y la corrupción.” (Ibíd) Pero el turismo como “importante motor de desarrollo no le ha posibilitado reducir la marcada brecha social existente. De una parte, porque las insuficiencias de la ciudad disuaden a los viajeros, y, por otro lado, porque la evolución que ha tenido la diversificación y promoción internacional de su propuesta turística no refleja a plenitud su nutrida y diversa oferta en atributos naturales, anclados en medio de una exuberante biodiversidad.” (Ibíd)

Ese turismo ha desaprovechado “el portentoso potencial que va más allá de su ancestral magia citadina, al incorporar un entorno natural plasmado de vida, historia y cultura, donde anidan sus joyas de la corona: la majestuosa Sierra Nevada, la montaña costera más alta del mundo; la reserva natural de Minca y sus cascadas cristalinas, la Ciudad Perdida, el Parque Nacional Tayrona y los ensoñadores pueblos palafitos de la Ciénaga Grande. Un ecosistema fascinante para la práctica de ecoturismo, aviturismo y turismo étnico y ancestral, modalidades que toman fuerza en el mercado internacional, después de la amarga y dolorosa experiencia pandémica.” (Silva, 2025)

Lorenzo Gabriel Gil, sociólogo y escritor wiwa, ha dedicado su carrera a la arqueología histórica. Según Daniela Diaz, él busca recuperar el relato étnico de la historia de SM y ve en esta coyuntura un ambiente propicio para abordar la discusión de la relación entre los habitantes de la urbe y los de sus montañas. “A la Sierra Nevada la ven como una cosa lejana, ajena, como ellos versus nosotros. Si le preguntas a un transeúnte, por ejemplo, la diferencia entre un chimilo y un arhuaco…, no tiene idea pese a que llevamos 500 años conviviendo. Eso solo se puede explicar en la falta de espacios de diálogos en profundidad, de hablar sobre nuestros principios, nuestras filosofías, nuestras formas de ver la vida”, le enfatiza Lorenzo a Daniela. Guna Chaparro, lideresa arhuaca, insiste en que deben existir voces indígenas en esas conmemoraciones. “Muchas veces se ve a los pueblos de la Sierra y a sus experiencias como si su conocimiento solo sirviera allá, en las montañas, en la selva, pero… puede ser de interés general, no solo para el pueblo arhuaco, porque cuando hacemos rituales y ceremonias, no lo hacemos únicamente para nuestro bienestar, sino para que la humanidad esté bien”.

Pero el famoso cantante samario Carlos Vives asegura que se ha impuesto una “leyenda negra” sobre los españoles y su relación con los pueblos ancestrales que, a su juicio, en muchos casos fueron aliados y no enemigos: “Se ama en español, se vive en español, pero también en arhuaco, en koguis, en wayuunaiki. En nuestra América es que unimos nuestra sangre, no podemos seguir despreciando nuestro mestizaje”, dice Vives quien también dirige la fundación Tras la Perla, bajo el lema “Santa Marta 500 años ciudad del origen, corazón del mundo”.

Alrededor de la conmemoración la poeta e investigadora Angélica Hoyos Guzmán le dice a Federico Diaz ante la pregunta de la importancia de la cultura en la consolidación de una identidad samaria que, entendiendo la cultura como ese entramado entre la crueldad de las prácticas coloniales y la potencia de la poesía, la filosofía y los actos cotidianos de lo humano en SM, su papel ha sido el de la memoria, la resistencia, la dignificación. También ha sido el de la integración: de las tecnologías de la letra, de los formalismos de las ciudades letradas, de las burocracias coloniales como formas de gestión social, en la construcción de un poder simbólico que aún no termina de consolidarse. SM es un territorio abundantemente rico en recursos, en formas diversas de ser y en el tránsito de múltiples pueblos y naciones que han navegado el mar y descendido por los ríos. Y, sin embargo, aún no logra consolidarse como una forma de lo propio. Persisten las visiones heterotópicas proyectadas como promesas en cada cambio de gobierno, a lo largo de estos cinco siglos.

En esto está de acuerdo la escritora e investigadora Ivethe Noriega Herazo -también citada por D. Diaz- quien subraya la importancia del tejido cultural que da una cohesión a lo samario: la cultura es el hilo que se teje, la identidad hilvanada, la memoria tejida en el día a día, en estos 500 años de historia. Los saberes, las tradiciones, la lengua, las sonoridades, la forma de ser y sentir el mundo son la voz del territorio, que se entrelaza y forma ese ‘somos’. Creo que el alma es la esencia de lo que somos; en SM existen varios elementos del paisaje biocultural que se convierten por esa alquimia del sentir, en símbolos y sentido de pertenencia, indudablemente el mar, y en él, ese cerro rebelde que nos acompaña y sostiene, el Morro, así como la Sierra Nevada, con su presencia intemporal y soberana, el Macurutú -árbol endémico de SM- y su rosado crepuscular. Estos y otros símbolos conectados a las cocinas de nuestra infancia, el cayeye o mote, el arroz de bonito, los bollos tres’puntá o la brisa ‘loca de diciembre’, el rumor a vallenato, salsa, champeta o tambor, enlazados con los gritos y risas del fútbol o el juego de dominó en cualquier calle de Gaira, Taganga, Mamatoco o Pescaíto. Ese rumor, esa canción polifónica, intercultural, que resiste, que confronta, esa que sentimos y a veces no sabemos explicar, es la que construye a esta ‘ciudad dos veces santa’ y nos sitúa en su poética, en sus múltiples desafíos, abismos y anhelos.

De este modo se reafirma que “es la cultura el lugar donde todos nos encontramos, donde se pueden propiciar diálogos y conversaciones con el fin de llegar a amplios consensos sobre lo que debe revisarse de la historia pensando en el futuro y en un pacto social y cultural sobre el origen y la mirada hacia el porvenir.” (D. Diaz, 2025) En este sentido, el protagonista común de las festividades samarias es el indígena-el negro-el mestizo porque es cultura y vida, es leyenda y mito, es religión y arte; este trio ha formado parte de numerosas civilizaciones a través de la historia. Por eso ahora a través del malecón de Bastidas estamos zambullidos en las profundidades y superficies de las aguas y tierras samarias para escucharnos “por las briznas de hierba”.

Llevamos muchas décadas de corrupción mezquina y violencia criminal que debemos, sobre todo, a los insensibles e inhumanos gobernantes, pasados y presentes; aunque también lo debemos a muchos pasivos e indiferentes ciudadanos: “una herida abierta. Una herida originada por las décadas de abandono institucional, de alcaldes que pensaron más en sus bolsillos que en el futuro, de gobernadores que hicieron de la corrupción su principal programa de gobierno. Y lo más doloroso: lo hicieron y aún lo hacen, con la complicidad silenciosa de muchos samarios que prefieren mirar hacia otro lado, que se resignaron a vivir entre las aguas residuales, la improvisación y el clientelismo.” (Carrillo, 2025)

Foto 1: Mauricio Alvarado,https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/oscar-alarcon/500-anos-de-santa-marta/

En verdad, pese a estar al pie de un macizo que llega hasta cumbres glaciales, SM vive en crisis hídrica. Miles de samarios siguen sin tener ese servicio básico de forma continua, y hay crisis que duran días o semanas (ver foto 1). Para Chaparro, esa es una consecuencia de no escuchar a los pueblos étnicos que han preservado el medio ambiente por siglos. Por eso, dice, el debate debe incluir qué ha ocurrido con el territorio, los daños que sufrió por el proceso de conquista. “No solamente se trató de las violencias que ejercieron sobre los humanos, sino en cómo quienes llegaron se relacionaron con la naturaleza. Aquí se debe apostar por una visión más holística. Los españoles vinieron acá con la idea de expandirse territorialmente, y no veían a la Sierra como una montaña para respetar, sino como un capital – a diferencia de la nuestra, que la vemos como una forma de vida, de pensamiento, y una forma de aportar a la humanidad”, le enfatiza Chaparro a Daniela Diaz.

Claro que esto trajo asimismo consigo la literatura de GGM, Álvaro Cepeda Samudio y otros, el concierto vallenato y la emancipadora rapsodia vallenata (González, 2022: 216-238) que empezaron a ocuparse de los problemas económicos y sociales. Además de Cien años de soledad y La casa, Las bananeras de Santander Durán Escalona pide emancipación contando la gran huelga y la famosa matanza obrera de la Zona Bananera de SM ocurrida en 1928:

Se fueron, se fueron las bananeras,

explotaron, explotaron la nación;

sólo quedan los recuerdos de quimeras

añoranzas de otras cosas, hambres, deudas y dolor.

Porque allá en la zona bananera,

allá sufre sin queja un pueblo soñador,

que nada ganó al pelear dos guerras,

sólo que hoy olviden su dolor.

Ese pueblo bananero

de abarca y sombrero

que espera redención;

ese pueblo bananero

alegre y bullanguero

pilar de la nación:

ese pueblo bananero

de estirpe guerrillero

que pide educación.

Muy adentro queda el recuerdo escondido

de las cumbias, del dinero y del tambor;

de las balas con que el pueblo fue abatido

en las plazas y camiones, cuando la huelga estalló.   

Por las noches al salir la luna llena,

por la sierra se ha visto la aparición

de fantasmas que con angustia y pena

para sus hijos y nietos piden pronta redención.

Este Rey de la inédita canción vallenata asume en Las Bananeras “una posición crítica frente a la historia” porque denuncia la miseria que acosó “a las gentes por la despiadada explotación a que fue sometida la comarca del norte del Magdalena por la Unite Fruit Comapany” (Quiroz, 1983: 79 y 80) desde 1889 hasta 1928, cuando estalló el conflicto laboral que segó la vida de obreros y ahogó sus esperanzas. Y, por supuesto, surge también el compositor defensor de las causas populares que busca ayudar a crear las condiciones para el cambio.

El renovado debate del quincentenario es la oportunidad ideal para realizar los cambios a SM que necesita liderazgos valientes, «ciudadanos comprometidos con lo público y profundamente enamorados de esta tierra. Exige samarios que despierten, que se indignen, que sueñen, que voten con conciencia, que exijan y construyan. ¡Merecemos más!… Porque Santa Marta no es de los politiqueros de turno, es de todos los que la amamos. Y si aún late su corazón entre el mar y la sierra, es porque no todo está perdido… ¡Vamos a devolverle la dignidad a la bahía más linda de América!” (Carrillo, 2025) Ojalá pues que esta honrosa celebración “sirva para alinear a las fuerzas vidas de la ciudad, con el propósito de sumar esfuerzos y activar políticas púbicas que le permitan seguir trazando historia y transformarse en destino de lujo, exclusivo, de alta calidad y de experiencias personalizadas. El maravilloso Balcón de América deberá asomarse al mundo, porque, en atractivo turístico, tiene con qué hacerlo…” (Ibíd) Hay tanto optimismo que el rector de la Universidad del Magdalena, Pablo Vera Salazar, en reciente foro de la revista Cambio, anunció que hay que prepararse para celebrar los 600 años.

Con regocijo, con vallenatos auténticos, con canciones de Carlos Vives, con foros académicos, los samarios continúan celebrando. Pero la ciudad, además de homenajes y conmemoraciones, necesita soluciones concretas en el corto, mediano y largo plazo, dada la compleja realidad actual; un gran regalo sigue siendo dotarla de servicios públicos adecuados. Opinión Caribe hizo un llamado a los gobiernos nacional y local para que prioricen proyectos que redunden en desarrollo socioeconómico y ordenamiento territorial, para mejorar la infraestructura de la ciudad, vigorizar un turismo sostenible y mejorar las condiciones de vida. También relaciona la construcción de un nuevo aeropuerto metropolitano, a la altura del futuro de la región; la reubicación de las instalaciones de Ecopetrol para liberar el frente costero y ponerlo al servicio de un proyecto turístico transformador; el traslado del batallón de la Primera División del Ejército, actualmente en pleno corredor costero del Centro Histórico, ocupando una de las franjas de playa más hermosas y con mayor potencial de integración urbana entre el centro, el puerto y El Rodadero; la reinversión territorial en la zona de influencia del Parque Tayrona, carente de vías de acceso, infraestructura y servicios básicos, y la integración urbana, a través del corredor férreo, que permita su reconversión parcial como corredor verde. (Silva, 2025) Según el presidente Petro, el Gobierno nacional está dando sus aportes respectivos.

Finalmente, amables lectores multicreyentes y sentipensantes permítanme decir, apoyado en el poeta samario Federico Diaz Granados, que quinientos años después, la ciudad más antigua de Colombia y la segunda de América Latina mira no solo hacia atrás con el peso de su historia, sino que se asoma al porvenir con la certeza de que su mayor riqueza es su cultura viva, su alma múltiple y su memoria persistente. Es en la danza del tambor, en la brisa que baja de la Sierra, en el cayeye compartido, en la sonrisa del pescador, en la poesía escrita frente al mar, donde se cifra su verdadera identidad. La cultura ha sido —y seguirá siendo— el tejido invisible que une a los hijos de esta tierra con los forasteros que la aman como propia. Un pacto simbólico y vital para cuidar lo que fuimos, entender lo que somos y decidir juntos lo que queremos ser. Que la samariedad no sea un relicario del pasado sino una semilla del futuro: plural, incluyente, diversa, capaz de narrarse a sí misma con dignidad, belleza y verdad. Que, en sus próximos siglos, Santa Marta siga siendo esa ciudad ‘dos veces santa’ no solo por nombre o historia, sino por su capacidad de acoger, de renacer y de celebrar la vida con la música, el arte, la palabra y el corazón abierto al mar y a la esperanza.

¡Ah!, y por una Colombia sin odios ni polarizaciones ni terrorismo: ¡adelante, siempre adelante!

FOTO 2: De derecha a izquierda: los españoles extremeños Manolo Cerrato y Ana Quintero, y los colombianos Manuel Segundo Viloria -Q.E.P.D.-, Mara Santander, Dairo González y Delgys Romero. Malecón de Bastidas en la bahía de Santa Marta -Colombia-, diciembre de 2019

INDISPENSABLE TÁBULA GRATULATORIA

Alarcón, Óscar (2025, jul 29). 500 años de Santa Marta. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/oscar-alarcon/500-anos-de-santa-marta/

Carrillo Pachano, Andrés (2025, jul 29). Santa Marta, 500 años latiendo entre el mar y la sierra: ¡el amor que resiste y la dignidad que despierta! El Informador, Santa Marta, https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/337680-santa-marta-500-anos-latiendo-entre-el-mar-y-la-sierra-el-amor-que-resiste-y-la-dignidad-que-

Diaz, Daniela (2025, ago 5). Los indígenas piden un lugar en el debate por la conmemoración de los 500 años de Santa Marta. El País, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2025-08-05/los-indigenas-piden-un-lugar-en-el-debate-por-la-conmemoracion-de-los-500-anos-de-santa-marta.html

Diaz Granados, Felipe (2025, jul 29). Santa Marta 500 años: un corazón que late entre el mar y la sierra. Cambio, Bogotá, https://cambiocolombia.com/cultura/un-corazon-que-late-entre-el-mar-y-la-sierra

elespectador.com, (2025, jul 29). Los 500 años de Santa Marta, la historia de la fundación de “La perla de América”. Magazín Cultural de El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/los-500-anos-de-santa-marta-la-historia-de-la-fundacion-de-la-perla-de-

Fals Borda, Orlando (1985) Mompox y Loba. Historia doble de la costa-1. Bogotá: Carlos Valencia Editores.

González Quiroz, Dairo Elías (2022). Triple aventura académica. Aventura de la oralitura II. Bogotá:  autoreseditores.com

Kadamani, Yannai (2025, ago 3). La naturaleza de la diáspora y la potencia de la recepción: 500 años de Santa Marta. El País, Madrid, https://elpais.com/america-colombia/2025-08-03/la-naturaleza-de-la-diaspora-y-la-potencia-de-la-recepcion-500-anos-de-santa-marta.html

Quiroz Otero, Ciro (1983). Vallenato, hombre y canto. Bogotá: Editorial Ícaro.

Ruiz, Vanessa (2017, sept 2). Historia de la Región Caribe de Colombia: Características Principales. Bogotá, https://www.lifeder.com/historia-region-caribe-colombia/

Silva Rivas, Gonzalo (2025, julio 30). Santa Marta tiene con que… El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/gonzalo-silva-rivas/santa-marta-tiene-con-que/

Vilardy, Sandra (2025, jul 16). Santa Marta 500 años: territorio de biodiversidad. El Espectador, Bogotá, https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/sandra-vilardy/santa-marta-500-anos-territorio-de-biodiversidad/

10 respuestas a «500 AÑOS DE “EL CORAZÓN DEL MUNDO”»

  1. Santa Marta que a través de su vida ha recibido golpes a diestra y siniestra, se mantiene incólume; quien no disfruta de sus playas, atractivos turísticos y sobre todo del don de sus gentes.
    Se respira no solamente su aire puro playero, también se disfruta su espíritu de paz y tranquilidad.
    Gracias por su maravilloso relato.

  2. ¡Buen artículo profe!
    Aunque creo que las fotos junto a las palabras no son suficientes para describir lo que se siente al tratar compenetrarse con la naturaleza de las montañas y las playas Samarias; inspira buscar dentro, muy dentro, la belleza del paisaje que se manifiesta alrededor.

  3. Excelente lección de historia y geografía. Narrada con un lenguaje excelso y envolvente, cómo deberían ser las clases de estas áreas. Felicitaciones maestro!.

  4. Santa Marta, eje del turismo en Colombia, cuenta con el punto más alto del mundo, la Sierra Nevada puesto que emerge del nivel del mar. Ella nos invita a disfrutar de todos sus hermosos paisajes con base en la descripción de éste didáctico texto que plasma en sus líneas un contenido muy trascendental e histórico. Gracias González….

  5. Gracias profe Dayro por tan interesante, enriquecedor y claro relato, que bueno que se haya y que se esté celebrando los 500 años de SM, con esa correlación histórica y cultural; me queda el grato placer de recordar tanto, en diferentes aspectos, que añoro que en próximas celebraciones, se haya avanzado en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes, para el beneficio de la Colombia entera y de los visitantes internacionales que llegan a tan hermosa perla.

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