50 AÑOS DE DOS MUERTES INOLVIDABLES

In memoriam del cantautor y teatrero Víctor Jara, quien después del asalto al Palacio de la Moneda “fue torturado: lo quemaron con cigarrillos, le quebraron los dedos, le cortaron la lengua y fue sometido a simulacros de fusilamiento. Finalmente, el 16 de septiembre de 1973 lo acribillaron y tres días después fue encontrado” con 44 disparos en el cuerpo por ser símbolo de la nueva canción latinoamericana, luz de los irredentos y fuego contra los sátrapas. “Hace unos días, la Corte Suprema de Chile dictó sentencia definitiva en contra de siete exmilitares que participaron en el hecho. El fallo llega precisamente cuando la nación y el mundo se preparan para el aniversario número 50 del golpe de Estado de Pinochet…” (Ortiz, 2023) La voz de Jara que se sigue escuchando en la historia dijo: “Mi canto es de los andamios / para alcanzar las estrellas…”

¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, el próximo 11 de septiembre se cumplen cinco décadas del asesinato a Salvador Allende, expresidente socialista, y 12 días después la muerte de Pablo Neruda, el gran poeta: ambos insucesos acontecieron en septiembre de 1973, mes y año trágicos que marcaron la historia de América Latina porque son “probablemente dos de los personajes chilenos de mayor relevancia en el siglo XX”, que han tocado lo más íntimo de nuestras vidas. Sobre ellos, su amistad y una comparación breve entre la coyuntura chilena y colombiana trata mi texto de hoy.

El político y el vate, militantes comunistas, nacieron “con cuatro años de diferencia —el escritor en 1904 y el mandatario, en 1908—…” Ambos fueron comprometidos hombres de izquierda, que cultivaron por décadas una relación amistosa, “que solo terminó con sus respectivas muertes: la de Allende el mismo día del Golpe de Estado de 1973 y la de Neruda, 12 días después en una clínica de Santiago.” (Montes, 2014) Decía Cioran que el paso del tiempo favorece a los tiranos, porque va borrando la memoria de sus crímenes; por fortuna, ni el crimen de Allende ni la consecuente muerte de Neruda se han borrado.

“Hoy está demostrado que ya en 1968 se diseñó para Chile un programa de desarrollo ultraliberal a largo plazo, que tropezó con el obstáculo del gobierno socialista y decidió bloquearlo, desestabilizarlo y derrocarlo (ver elmostrador.país, 11 de septiembre del 2013). El proyecto funcionaba en torno a Agustín Edwards (dueño del diario El Mercurio), un grupo de altos oficiales y unos economistas neoliberales –los Chicago Boys– agrupados en el Centro de Estudios Socioeconómicos. A ellos se sumaron luego un criminal de guerra llamado Henry Kissinger (secretario de Estado norteamericano) y la CIA. Gracias, entre otros, a investigadores y diplomáticos gringos posteriores se han destapado los archivos de Washington que prueban la participación del gobierno de Nixon en el golpe y la financiación que aportó la CIA… Tras el golpe, Chile padeció una dictadura que dejó en 17 años 3.200 muertos y encarceló, torturó o mandó al exilio a más de 200.000 personas.” (Samper, 2013)

En 2020, se publicó un artículo de varios periodista “sobre los enigmas referidos a las circunstancias de la muerte de dos expresidentes, así como sobre las exhumaciones de los cuerpos de Salvador Allende y Eduardo Frei, dos casos que nos hablan de la naturaleza criminal de la dictadura de Pinochet (a los miles de muertos y detenidos desaparecidos se suman los asesinatos del excanciller Orlando Lete-lier -en Washington- y del ex comandante en jefe del ejército Carlos Prats -en Buenos Aires-, así como la sospecha de crimen del premio Nobel de literatura Pablo Neruda).” (Joignant, 2023) En estos asuntos criminales también hubo participación directa e indirecta de USA. 

Hace medio siglo, pues, que yo contemplaba atónito en televisión las ruinas aún humeantes del palacio presidencial chileno y, guiado por Enrique Santos Calderón (2013), “trataba de asimilar el significado histórico de un golpe militar que había sofocado en sangre el primer experimento de socialismo democrático del continente (Allende fue el primer mandatario de orientación marxista en América elegido libremente en las urnas)”, y precisamente por eso más peligroso para la criminal ultraderecha conservadora. Los rebeldes estudiantes quinceañeros que éramos en septiembre de 1973, “ilusionados con los cambios sociales que prometía la Revolución cubana, vimos cómo un militar siniestro asesinaba ese otro sueño, el de una revolución adelantada por un demócrata ajeno a la violencia.” (Bonnett, 2013)

Por mi actitud rebelde y por la relación con el balompié y la fiesta de toro -después de la literatura y la política son los asuntos que más me apasionan-, me acuerdo como si hubiera sido ayer, máxime cuando al día siguiente del golpe, el estadio de fútbol chileno “fue convertido en un campo de concentración al que llevaron aproximadamente 20.000 personas como prisioneras.” (Ortiz,2023) Pero antes, en 1970, cuando Brasil se coronó tricampeón con un fútbol de ensueño y Allende llegó a la presidencia, me acuerdo que se celebró la primera fiesta en corraleja en Platomocho en donde murió misteriosamente mi padrino embestido por un toro; ahora me doy cuenta de que lo sucedido al padrino fue el presagio fatídico de lo que posteriormente le ocurrió al hermano y valeroso pueblo chileno, al gran Pablo Neruda y al culto y decente Salvador Allende. “TODAVÍA SE ME HUMEDECEN LOS ojos cuando veo la imagen de Salvador Allende, ese pacifista, con la cabeza protegida por un casco y una ametralladora en la mano, mirando el cielo desde donde se desprendían las bombas” (Bonnett, 2013) sobre el Palacio de la Moneda.

Recuerdo además que allá en Platomocho tuve de profesora La seño Elisa Buelvas, quien era parecida a la educadora de García Márquez que le enseño a leer a los cinco años: “Era una muchacha bella y sabia que no pretendía saber más de lo que podía, y era además tan joven que con el tiempo ha terminado por ser menor que yo.” Ella alimentaba en sus clases un apetito más esencial para el joven que para el hombre, el apetito del descubrimiento. Esta maestra no se dedicaba solamente a enseñarnos lo que le pagaban por enseñar, ella nos acogía con sencillez en su vida personal, la vivía con nosotros contándonos su infancia y la historia de los jóvenes que había conocido, nos exponía sus puntos de vista, no sus ideas, pues era por ejemplo anticlerical y nunca pronunciaba en clase una palabra contra la religión, ni contra nada de que pudiera ser objeto de una elección o convicción; pero condenaba con mucha fuerza lo que no necesitaba discusión, el robo de reformas agrarias, la delación a los líderes populares, la indelicadeza de la clase dirigente tradicional, la suciedad de la riqueza, el asesinato de Allende y la razón de la muerte de Pablo Neruda. Por ella también me acuerdo de estos dos últimos hechos luctuosos para Chile y América Latina, producidos por el «pinochetazo» que inundó de sangre al pueblo querido del presidente y el poeta.

Entonces, cuando se acabó con la vida del presidente socialista “de gafas gruesas y sonriente bigote de abuelo”, no sólo se asesinó al gran hombre, sino que se pulverizó la democracia chilena. Él tenía 65 años aquel 11 de septiembre de 1973. “Es decir, era más joven de lo que es hoy la generación que vio en él la imagen del estadista honesto, transparente, comprometido con la justicia social y con la democracia.” (Samper, 2013) Salvador Allende es un ejemplo histórico “para quienes pretenden combatir las condiciones de injusticia social de nuestras sociedades sin apelar a esa violencia que sí abrazaron Pinochet y sus cómplices de cuello y corbata.” (Ibíd) “La primera aparición por televisión de la junta militar, presidida por ese lúgubre general de gafas negras y voz chillona que habría de dirigir con mano de hierro la feroz represión que se extendía por todo el país” (Santos, 2013), partió en dos la historia chilena y tal vez la suramericana por la abusiva intervención directa e indirecta del imperio del Norte.

A propósito de USA, el próximo 11 de septiembre, 22 años después de la pulverización del ícono financiero del Águila imperial, “seguramente el presidente Joe Biden homenajeará a las víctimas de las Torres Gemelas y condenará, como de costumbre, el uso de la violencia política y del terrorismo. La pregunta es si se acordará o tendrá algunas palabras para condenar que con la intervención oficial de la nación que representa, cincuenta años atrás, se patrocinó un golpe militar que generó violencia, torturas, muertes y desapariciones que todavía siguen pesando en la sociedad chilena.” (Ortiz, 2023)

Volviendo a la camaradería entre Allende y Neruda, es necesario decir que fue explorada en el ensayo Pablo Neruda y Salvador Allende. Una amistad, una historia (Editorial RIL) de Abraham Quezada Vergara, que se publicó en 2014 en Santiago de Chile como “la primera investigación en 41 años sobre la relación entre dos personajes que ya en 1939 se habían conocido.” (Ibíd) Ellos “son figuras emblemáticas y arquetípicas de la izquierda chilena y latinoamericana que a través de su trabajo político y estético persiguieron por décadas sus propios sueños y anhelos. Uno, la primera magistratura de la nación; el otro el Premio Nobel de Literatura, que vendría a coronar una trayectoria poética de proporciones y sin parangón en las letras hispanas», dice Quezada en la contracubierta de su libro. “¿Cómo dos hombres de la misma generación, de orígenes sociales distintos —Allende de la pequeña burguesía y Neruda de clase media baja—, llegaron a defender con tanta fuerza una misma ideología política en los años 70?”, es la pregunta central que intenta responder el ensayista e historiador austral.

Durante esa larga amistad, ambos se escribieron entre sí acerca de varios temas y sobre ellos mismos; por ejemplo, en Confieso que he vivido Neruda escribe sobre el gran camarada a sólo tres días de su asesinato después de acompañarlo muchas veces “echando versos y discursos por todo el brusco e interminable territorio de Chile” en donde se dio cuenta que la resistencia de Allende tenía “un arte digno del mismísimo Churchill.” Chile -agrega- ha tenido “muchos presidentes chicos y dos presidentes grandes: Balmaceda y Allende”; pero la obra que realizó éste en tan corto tiempo es superior a la de aquél; “más aún, es más importante en la historia de Chile. Sólo la nacionalización del cobre fue una empresa titánica, y muchos objetivos más que se cumplieron bajo su gobierno de esencia colectiva.”

También intercambiaron muchas cartas como aquella “que escribió Neruda en septiembre de 1970, cuando Allende ganó las elecciones presidenciales… que dan cuenta de un nivel de cercanía total. “Querido Salvador: no he ido a felicitarte porque he estado felicitándome.” (Montes, 2014) Como es obvio, después del triunfo, Pablo es nombrado Embajador en Francia y ejerciendo su cargo, el 21 de octubre de 1971, llamó a su presidente por teléfono desde París. “Quería comunicarle personalmente, y antes que lo anunciara la Academia Sueca, que había obtenido el Premio Nobel de aquel año… Allende lo invitó a celebrar un nuevo aniversario de su gobierno, el 5 de noviembre. Sin embargo, por motivos de salud, Neruda no viajó a Chile hasta un año después.” (fundacioneruda.org)

En el discurso que el presidente Allende pronunció en noviembre de 1971, celebrando la obtención del Premio de su amigo afirmó: “El Premio Nobel de Literatura ha sido otorgado a un chileno… Este galardón, que incorpora a la inmortalidad a un hombre nuestro, es la victoria de Chile y de su pueblo, además de América Latina…” (Ibíd) Definitivamente es “un hecho que enaltece a un hombre que es Embajador de Chile en Francia, representando la palabra del Gobierno Popular… Estamos entusiasmados porque se reconoce… al poeta su calidad, pero también otras cuestiones. Yo creo que la alegría es unánime.” (Ibíd).

La última vez que se vieron los dos grandes personajes “fue el 12 de julio de 1973, día en que Neruda cumplió 69 años. Faltaba menos de un mes para el golpe militar.” (fundacioneruda.org) En esa ocasión, el presidente le regaló una fotografía en la que aparecen juntos, que dedicó con un bolígrafo de tinta verde, similar a la que usaba el poeta: “Para Matilde y Pablo con el cariño y afecto del compañero presidente”. Dos meses después, los dos estaban muertos. Ninguno llegó a ser testigo del destino oscuro de Chile en los siguientes 17 años.” (Montes, 2014)

La oscuridad de nuestros más de sesenta años de violencia después del asesinato del liberal socialista con opciones presidenciales Jorge Eliécer Gaitán en 1948 es distinta, pero es también horror que ameritaría otro artículo sobre Colombia y Chile relacionando inevitablemente a sus dos presidentes actuales nacidos precisamente de dos realidades similares. Sólo digamos ahora que aquí el desentrañamiento de la verdad ha resultado más lento y arduo “porque viene de muy distintos frentes: guerrilla, paramilitares, narcotráfico, agentes del Estado. Pero de un tiempo para acá empiezan ya a confesar sus siniestras alianzas capos, parapolíticos, paramilitares, militares, guerrilleros. La cárcel se los va tragando y sus verdades permitirán, lentamente, indemnizar a las víctimas. Hasta un expresidente comienza ya a temblar y a tener que justificarse…” (Bonnett, 2013)

Para que caiga el velo y se haga justicia hemos necesitado, como en Chile, más de 50 años, pero es mejor tarde que nunca. Como la historia hay que comprenderla para no repetirla, “somos justamente quienes vivimos de cerca estos acontecimientos quienes tenemos una responsabilidad con la memoria, porque es lo que nos permite como sociedad reconocernos en el presente, y conectar el ayer con el mañana.” (Bachelet, 2023) Ni Allende ni Gaitán ha dejado de estar presente en la vida de Chile y Colombia desde el 11 de septiembre de 1973 y el 9 de abril de 1948. No importa -y aquí parafraseo a Eugenio Tironi (2023)- que para unos ellos sean dos oráculos, para otros como dos esperpentos, o dos incómodos convidados de piedra; pero ahí están, imperturbables, inapelables e inmortales.

En suma, entonces, después de cinco décadas del golpe de Estado en Chile, son muchas las lecciones que le deja a América Latina, pero detengámonos en las seis principales. 1ª. La ha sacado “el propio Chile. No en vano se convirtió nuevamente, tras el plebiscito que perdió Pinochet hace casi 20 años, en ejemplo continental de civilizada democracia.” (Santos, 2013) Ciertamente, en 1973 “la política fue derrotada y eso es algo que no puede volver a ocurrir. La desconfianza en ese entonces hizo imposible llegar a acuerdos, de lo que debemos aprender.” (Bachelet, 2023)

2ª. Las muertes de Allende y Neruda fueran tan excepcionales y sublimes como históricamente inusuales. Una verdadera rareza en donde poco importa si fueron asesinados o si se suicidó uno y el otro se murió de cáncer o pena moral. «Toda la evidencia empírica apunta y consolida la tesis del suicidio y la muerte natural” (Joignant, 2023): ¿cambia algo a la representación universal de sus figuras? “Absolutamente nada.” Seguir insistiendo en que uno fue asesinado y que su muerte no fue un suicidio o que el otro no murió de cáncer sino de pena moral o que también fue asesinado es “algo así como una búsqueda de plusvalía de heroísmo cuando, en realidad, el heroísmo y el martirio… están completamente establecidos. Desde el primer día.” (Ibíd)

. Definitivamente, el socialismo le fue muy útil a Allende y a Neruda ya que a éste lo llevó a ser un gran poeta inmortalizado por el premio Nobel de literatura, “cosa que no hubiera sido, si hubiera seguido escribiendo versos amatorios o sentimentales. Como poeta sentimental era flojo. Como poeta político fue un gran poeta, le sirvió la pasión del comunismo”, afirma George Steiner. Sin embargo, cuanto más independiente es el hombre por su carácter o por sus medios, más libre es en la concepción de sus obras literarias, artísticas, sociales o científicas. “El hombre no será de su inspiración mientras no sea, política y económicamente de su vida”, acota Federico Urales.  Y a Allende el socialismo le fue útil porque lo llevó a ocupar la primera magistratura del pueblo chileno el cual lo quiso y sigue queriendo por ser un paradigma histórico de la no violencia para Chile y América Latina, razón por la cual se convirtió en uno de los personajes más importante de la historia de su país hasta volverlo inmortal como su gran amigo.

4ª. No importa cuán complejo sea el contexto político, la democracia no debe ser puesta en duda nunca como está volviendo a ocurrir ahora en Chile e incluso en la mismo Colombia. “La dictadura no hizo más que confirmar el enorme abismo que separa una democracia, con todas sus imperfecciones, y un régimen que recurre a la fuerza más brutal para eliminar las libertades civiles y políticas básicas… La democracia no es un sistema perfecto, pero es el mejor sistema que tenemos. Es un sistema que cuenta con las herramientas e instituciones para corregir sus falencias. La democracia se construye en un diálogo entre miradas plurales y diversas en donde la autocrítica y la crítica honesta son bienvenidas en cualquier proceso político; son, de hecho, una de las armas de la democracia.” (Bachelet, 2023) Es por ello que nuestro deber moral es hacer todo lo posible para que no se repitan casos tan dolorosos como los que se vivieron durante la dictadura chilena o como los que hemos vividos en Colombia después del asesinato de Gaitán en 1948.

5ª. A 50 años del “pinochetazo” en Chile y a más de 70 del “bogotazo” en Colombia con su posterior tragedia conocida mundialmente por su brutalidad, debemos tener claridad sobre lo que vivimos con Gabriel Bóric y Gustavo Petro en estos dos países latinoamericanos. Según la expresidenta Michel Bachelet (2023) a quien ahora parodio, ésta puede ser una lección para el futuro que construiremos para los próximos años, para que en ninguno de estos países nadie dude sobre la gravedad de lo ocurrido, para que todos tengamos la sensatez de que eso no puede volver a ocurrir. Para que seamos tanto en Chile como en Colombia unos países más unidos, en los que todos luchemos por nuestro más profundo anhelo: terminar con la desigualdad que ha marcado históricamente a nuestros países, alcanzar el bienestar y la dignidad para todas y todos quienes habitan nuestros territorios.

La memoria es una herramienta poderosa. Recordar el golpe de Estado en Chile y la Violencia en Colombia y sus consecuencias nos permite reflexionar sobre nuestros pasados, comprender nuestros presentes y, lo más importante, construir un mejor porvenir. No olvidemos el pasado y utilicémoslo como un faro para guiar nuestras acciones futuras y construir un Chile y una Colomba más justos y equitativos. Compatible con la 5ª lección, acojamos la exhortación de Bóric, que Petro hace suya, quien nos invitan a que no nos movilice “el rencor, sino la convicción de que la única posibilidad de construir un futuro más libre y respetuoso de la vida y la dignidad humana es conocer toda la verdad… No solo gestos, sino políticas públicas concretas y con financiamiento”, pues “tenemos la convicción que son necesarios para contar con democracias robustas que se puedan proyectar con coraje hacia el futuro”.

Y la 6ª lección es materializar el anhelo del pueblo chileno y colombiano de paz y reconciliación nacional, apoyando de manera decidida a sus dos presidentes para que no impidamos su intento de apaciguar a los dos países polarizados y convulsos en el tramo central de sus mandatos que ellos mismos han definido como democrático, pluralista y libertario. No permitamos de nuevo la derrota de la promesa y el triunfo del horror, y dejemos, pues, que ellos nos leguen una historia con futuro promisorio iluminados por Allende, Neruda y Gaitán.

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12 respuestas a «50 AÑOS DE DOS MUERTES INOLVIDABLES»

  1. Bien, es otra memoria que es necesario actualizar permanentemente. Sería interesante también confrontar las actitudes de Salvador Allende con relación al MIR, uno de los actantes de ese momento histórico.

  2. Felicitaciones Amigazo Dairo
    Este ejercicio literario propicia a quien lo lea dos reacciones como sujeto social.
    Uno en el Corazón, que robustece los sentimientos con el Vivir y el Convivir de esas acciones de amor por el otro. En la Conciencia Social, fortalece las apreciaciones ante los fenómenos sociales, de quienes hemos tenido una conciencia que no se somete a validar actuaciones políticas, de depredación y daño, pasando por encima de los demás para el bienestar propio , de sus familias y crecimiento económico para mantener ese poder, a travez de actos violentos, como la corrupción, el paramilitarismo explotando a nuestra población.
    Gracias por ese recorrido SocioHistorico del fenómeno chileno en estos 50 años, que lo moviliza la recordación de las canciones de Nuestro Movilizador de Conciencia Social mediado por sus canciones que seguirán por siempre en los corazones y conciencia de NUESTRA EXISTENCIA.
    FELICITACIONES 🎈🎊🍾

  3. Excelente artículo desde lo literario y político donde describes y narras con lujo de detalle y pincel la radiografía de América Latina y sus pensadores.
    Un excelente material para el diálogo y la tertulia constructiva y pensante para analizar la verdadera ruta del pensamiento crítico Latinoamericano y así ayudar a las nuevas generaciones que conozcan la historia de los territorios y así ir construyendo escenarios Incluyentes para todos

  4. Excelente documento que lleva al viaje histórico social de los sinnúmero suceso relevantes acontecidos en América Latina.
    Rico en literatura e historia Latinoamérica, excelente para la reflexión y el análisis
    Gracias amigazo Dairo por traer excelente material para la reflexión y el estudio
    Desde las lejanas orillas del Magdalena dónde queda la bella población de Plato Magdalena tierra de mito y leyendas un fuerte abrazo

  5. Dos grandes Colosos inmortales, se pueden igualar a Gaitán y García Márquez aunque éste le tocó el exilio. González, ¡genial documento!

  6. Buena Noche.
    La muerte de Allende y Neruda, es una lección para la humanidad.
    Donde se aprecia claramente, que la voz del pueblo se silencia porque se silencia, por sus opresores de todos los tiempos.

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