GUERRA ENDEMONIADA Y LITERATURA UCRANIANA

In memoriam de Milan Kundera, escritor checo naturalizado francés, genio de la literatura mundial e intelectual orgánico que escribió una obra clásica avallasadora, quien detestaba los totalitarismos y fundamentalismos y se opuso a la invasion rusa a Checoslovaquia en 1968, acaba de morir a los 94 años en París: ¡Adios maestro y buen viaje a la eternidad! 

¡Amables pero exigentes lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, una semana después del 27 de junio del aterrador ataque de los rusos al popular restaurante Ria de Kramatorsk (ciudad del este en la región de Donetsk de Ucrania, país acosado por su indeseable vecino) en el que murieron 12 personas y heridas 70 entre las que se encontraban los colombianos Héctor Abad, Sergio Jaramillo y Catalina Gómez, falleció la escritora ucrania Victoria Amelina a los 37 años como consecuencia de las graves heridas que sufrió -ella los acompañaba para denunciar los crímenes de una guerra que finalmente le ha costado la vida-. Sobre esa guerra endemoniada y la literatura Ucraniana son estas notas.

Antes de ir al fatídico lugar, ellos estuvieron en Járkov donde conocieron “el caso del escritor local Volodímir Vakulenko. Durante la ocupación rusa el año pasado, Vakulenko decidió enterrar sus diarios en el jardín de su vivienda en el pueblo de Kapitolivka, cerca de la localidad de Izium. Poco después fue asesinado por los invasores y su cuerpo trasladado a una fosa común. Amelina descubrió sus manuscritos y sacó a la luz lo ocurrido, otra atrocidad cometida por los rusos en Ucrania.” (De Vega, 2023) Ni éste ni aquel acto criminal han tenido ninguna justificación, la cadena de motivos para explicarlos no dan sustentos a la lógica que quiere desplegar la diplomacia rusa.

Por culpa del fanatismo ideológico y de la simple borrachera de poder de Vladimir Putin y su gobierno, hasta ahora “han evitado el empleo de expresiones como «guerra» y «ocupación», que lo son efectivamente, originadas en políticas de expansión territorial que han llevado destrucción y desolación al pueblo ucraniano obligado a defenderse de la agresión del Goliat ruso. Las declaraciones del embajador de Rusia en Colombia no pueden ocultar que se trata en efecto de un atroz conflicto bélico, el bellum de los romanos que se traduce sin más vueltas por guerra, expresión consagrada por el «imperator» Julio César que la utilizó para titular en latín su libro «La Guerra de las Galias», otra historia devastadora de agresión militar…” (Ferro, 2023) En la actual guerra rusa, el libro de Julio César es lectura obligada.

“Las bombas han diluido en Ucrania las fronteras del arte, la literatura, el pensamiento, la creación… Todos los caminos conducen a la guerra, transcurren a través de la guerra y mueren en la guerra.” (De Vega, 2023B) La de Rusia contra Ucrania “ha sido una guerra absurda, como tienden a ser todas las guerras. La ONU ha indicado que hay más de siete mil civiles muertos, y más de once mil heridos. De las víctimas mortales, al menos 438 eran menores de edad. El Gobierno ucraniano sostuvo que, en diciembre de 2022, entre trece mil y diez mil de sus soldados murieron en el campo de batalla.” (Rojano, 2023) Como si fuera poco, la oficina de Derechos Humanos ha dicho que “las cifras reales podrían ser considerablemente más altas”. 

Así, la gran invasión rusa es una pesada losa que cae a plomo sobre escritores como Victoria Amelina, Volodímir Vakulenko y otros que “nos transportan a mundos muy especiales; incluso a nuestro propio mundo, pero para mostrárnoslo de otra manera. Ellos se las arreglan para atraparnos con sus libros cargados de sensibilidad o de rabia, de ternura o de desilusión, de pesimismo o de esperanza, de afán o de paciencia infinita… para desentrañar la crudeza y la amargura de este mundo agobiante, o para rescatar las maravillas que, a pesar de todo, es posible hallar todavía en medio de la miseria, la tragedia o la desesperanza.” (Vladdo, 2023)

“No conozco a ningún escritor ucranio que no esté involucrado en la guerra hoy. Cada uno ha tomado su propia decisión, la de ser voluntario, la de ir al frente o la de investigar crímenes de guerra, como Victoria”, señala Yaryra Grusha, amiga de Amelina y traductora de su obra al italiano. (De Vega, 2023B) Este caso ucranio y otros hasta de Rusia misma -verbigracia, Osip y Nadeshzda Mandelstam- nos recuerdan cómo en los tiempos de guerra la literatura fortalece su valor de resistencia ético-estética e incluso política porque cuenta las cosas como son: que una mentira rusa es una mentira y que un crimen de guerra es un crimen de guerra. Hay que denunciar lo que ocurrió a Victoria y Volodimir porque hacerlo es defender su casa, Ucrania, lo cual es defender también la nuestra, Colombia.

Sergio Jaramillo, Héctor Abad, Victoria Amelina y Catalina Gómez (detrás de cámara) en la estación de gasolina de Kostiantynovka (Donbas) minutos antes del ataque. Foto: Archivo particular. El Tiempo, Bogotá, julio 3 de 2023

Por los atropellos y arbitrariedades de los moscovitas a los nuestros en Ucrania, el presidente Petro, que evitaba untarse en el conflicto, se pronunció contra el gobierno ruso, por “violar los protocolos de la guerra”; y su Cancillería envió una nota de protesta a Rusia por atacar a “tres colombianos indefensos”. En contraste, “muchas figuras públicas guardaron al respecto un extraño silencio y en las redes se vio un ensañamiento mezquino y lleno de odio contra Abad y Jaramillo.” (Bonnett, 2023) Hay una respuesta concreta a la pregunta sobre la presencia de los colombianos en el Donbás: Sergio Jaramillo -ex comisionado de paz y ex viceministro de defensa de Colombia- lidera la campaña de solidaridad “Aguanta Ucrania” (Slava Ukraini) que fue lanzada en el Hay Festival de enero en Cartagena, en donde Victoria Amelina fue invitada por ser “una voz esencial, uno de los más efectivos altavoces a nivel mundial en la denuncia del drama que vive el país” (De Vega, 2023B); y por ser “una figura emergente de la literatura surgida de la generación que nació en torno a la desmembración de la Unión Soviética y la independencia ucrania en 1991.” (Ibíd)

Esa campaña civil condena el crimen de agresión cometido por Rusia, pone en palabras la solidaridad con una sociedad valiente y hace un llamado a la resistencia al conflicto a la que se han adherido más de cien voces latinoamericanas de escritores, artistas y defensores de derechos humanos, entre los que se cuentan Leonardo Padura, Sergio Ramírez, Lydia Cacho, Víctor Gaviria, Arturo Ripstein y el mismo Héctor Abad. Éste y Jaramillo estaban invitados a la Feria del Libro de Kiev para exponer la posición solidaria de muchos intelectuales contra esa invasión. Abad también fue invitado a presentar uno de sus libros traducido al idioma ucraniano. Por eso, estuvieron ahí con Victoria, quién los acompañó junto a Catalina Gómez, poseedora de una sólida experiencia durante el conflicto armado en esa zona del país. Con Amelina y con la corresponsal de guerra colombiana fueron a Kramatorsk para palpar más de cerca los estragos de la guerra, que desafortunada y traumáticamente palparon con carne propia, aunque por fortuna los colombianos salieron ilesos y se salvaron de morir en el bombardeo: “Salvo mi corazón, todo está bien”, afirmó Héctor Abad según Óscar Alarcón.

“Una temeridad, tal vez. Pero lo han hecho muchos escritores, antes y ahora, –Norman Mailer, Susan Sontag, Graham Greene– y están en su derecho. La periodista Catalina Gómez fue quien tomó las fotos criticadas –la de la chaqueta “salpicada de mierda”, en palabras de Sanín– porque como testigo de excepción y como profesional de guerra quiso dejar un registro gráfico que pensó que le interesaba a Colombia, por tratarse de dos figuras públicas: un ex comisionado de paz que durante cuatro años hizo un trabajo duro e importante en los diálogos de La Habana, y un escritor que, guste o no, tiene muchísimos lectores en el país y en el exterior.” (Bonnett, 2023) Ciertamente, lo que está ocurriendo en esta guerra, que también es nuestra, contradice “a los mendaces y a los calumniadores que empezaron desde el principio a manchar la realidad con su indecencia.” (Vásquez, 2023)

El que no entienda que con esta ruleta rusa “se está jugando la suerte del mundo es un ignorante, un orate o un enemigo de la realidad… La belicosa Moscú y las medidas occidentales para combatirla nos salpican a todos… Todos pagamos los altos precios de la comida, los insumos agrícolas, la energía, la inestabilidad de las divisas y las rigurosas medidas bancarias, secuelas de la guerra. Más de ocho millones de ucranios abandonaron el país y se sumaron a la legión de desplazados universales (entre ellos, cientos de miles de colombianos) que buscan comida, techo y trabajo.” (Samper, 2023) Pues sí señor, hay que rechazar esta barbarie que, al final, sí tiene que ver con nosotros.

El ataque de precision del misil Iskander supersónico del ejército ruso con margen de error inferior a cinco metros destruyó al restaurante Ria que era “frecuentado por periodistas, trabajadores humanitarios, voluntarios de diferentes organizaciones y militares; no es en ningún caso una infraestructura del ejército, como aseguró Rusia para justificar el ataque” (De vega, 2023); además, en donde «no debían estar» los periodistas colombianos porque según dijo el embajador de Rusia «no es lugar apropiado para degustar platos de la cocina ucraniana» -tampoco son apropiados hospitales y escuelas que han sido bombardeados-. (Ibíd)

De acuerdo con Héctor Abad (2023C), detrás de la invasión rusa a Ucrania está este pensamiento: “Los ucranianos, nuestros hermanos menores, deben seguir viviendo como nosotros, como intentaron enseñarles los zares, Stalin, los soviéticos y ahora el gran Vladímir Putin, su heredero. Y si no quieren vivir como nosotros, habrá que matarlos para que aprendan a apreciar la profunda alma rusa, que en el fondo los ama. El siglo de las luces francés, con Diderot a la cabeza, nos han enseñado a todos, con la ironía y la razón, a dudar de ese amor apasionado.”

Entonces, cuando leí la noticia del ataque ruso al restaurante ucranio me encontraba leyendo dos libros: UNO, la historia y cronología de Rusia escritas por el historiador y divulgador científico que fue el ruso Isaac Asimov, exiliado después en los Estados Unidos. “Es sorprendente que durante los siglos XVII y XVIII los zares Romanov, incluida la Zarina Catalina I, ocuparon o anexionaron con sus ejércitos toda Ucrania o parte de ella, impulsados por sus guerras expansionistas. Historia larga y cruenta la de los ucranianos.” (Ferro, 2023)

Victoria Amelina ya había escrito que «en Ucrania es imposible escribir de otra cosa que no sea la guerra», refiriéndose a la situación opresiva sobre su país. “Triste y desgarrador comentario de una escritora a quien la guerra coarta la libertad creativa. Y pensar que la reunión de los escritores víctimas del mísil se dio porque en Kiev tenía lugar una pacífica Feria del Libro, y no por motivo exclusivamente de una cena de degustación, que por lo demás justifica un encuentro de amistad en un inofensivo restaurante para soñar con la paz por encima de la guerra.” (Ferro, 2023) Ella era autora de libros infantiles y de dos novelas, “pero a la sombra de la gran invasión rusa lanzada en febrero de 2022 dejó atrás la ficción y se centró en la investigación de crímenes de guerra. Entre sus reconocimientos figuran premios como el Joseph Conrad o el haber sido finalista del Premio de Literatura de la Unión Europea.” (De Vega, 2023) 

Precisamente, el libro DOS que estaba leyendo es una novela de Amelina -pertenecía al Pen Ucrania, club que defiende los derechos de los autores y la libertad de expresión, y al Truth Hounds, organización que investiga crímenes de guerra- publicada en mayo como la primera de su obra que circula en español traducida por Avizor con el título Un hogar para Dom. El nombre completo de Dom, el narrador del libro, es Dominikus, y es un perro. Éste “es un tipo simpático y con un olfato muy fino. Cuando nieva en el libro y en su ciudad, Leópolis (que los alemanes llaman Lemberg, los polacos Lwów, los rusos Lvov, los judíos Lemberik y los ucranianos Lviv), el perro sabe si el agua de esa nieve se evaporó en el Amazonas o en el Danubio o en el Vístula o en el Misisipi, o incluso en el Dniéper. Mucho más probablemente en el Dniéper, que es el río de Ucrania. Es un perro que nos hace siempre sonreír.” (Abad, 2023) 

En la narración de Vika -así le decían cariñosamente- hay dos niñas “que quieren superar ese pasado terrible de Ucrania y vivir al fin en un país libre y normal. Dejar de ser el país de las invasiones, el del genocidio de Stalin, el de los nazis… Esas niñas ni siquiera se imaginaban que podría venir una invasión tan terrible y devastadora como las anteriores, la de Putin. Esas niñas crecieron con otra esperanza y no para volver a ver cómo Ucrania era lacerada de nuevo por la maldad.” (Abad, 2023) Creo con Héctor que Victoria fue una de esas niñas, cuya esperanza vital fue infausta y terriblemente truncada. Así, el trabajo de Amelina hay que ubicarlo en una “triple dimensión”, explica Volodímir Yermolenko, presidente de Pen Ucrania. “Por un lado, la documentación de los crímenes, que desarrollaba especialmente como miembro de la organización Truth Hounds; por otro, su obra de no ficción, donde hay que enmarcar el libro sobre mujeres que investigan los crímenes, y por último, su poesía, que tampoco es ajena al horror bélico, comentó Yermolenko” a Luis de Vega (2023B).

Según ese columnista, este es el panorama que dejó pintado Victoria Amelina el pasado 24 de junio: “Por la noche observaba las bolas de fuego en el cielo desde mi balcón en Kiev y escuchaba las explosiones. Me fui a dormir sin revisar las noticias. La guerra tiene lugar cuando ya no puedes seguir todas las noticias y llorar por todos los vecinos que murieron en lugar de ti a un par de millas a la redonda. Aun así, no quiero olvidar de aprenderme los nombres”. (De Vega, 2023) “No creo que el derecho y los derechos humanos sean campos reservados para personas con títulos. La ley trata de seres humanos en última instancia, o al menos debería tener a las personas en el centro; eso es lo que hace que el derecho se asemeje a la literatura”, explicó en abril al periódico Kyiv Independent (Ibíd)

Ucrania por Betto, Bogotá, 2 jul 2023

Y siguiendo la estela de esa forma de pensar, al mes siguiente, “Amelina se unió al viaje en el que Abad Faciolince y Jaramillo querían acercarse a esas víctimas objeto de su campaña de solidaridad.” (De vega, 2023) Un día antes de producirse la muerte de la novelista, el presidente español, Pedro Sánchez, “le rindió un homenaje durante su tercera visita a Kiev. “Necesitamos mujeres como ella para escribir la historia”, afirmó Sánchez… durante una intervención ante el Parlamento ucranio.” (Ibíd) Es verdad, Victoria fue una valiente defensora de su país y luchó incansablemente para que el mundo comprendiera la realidad de la agresión rusa contra la hermosa tierra ucraniana.

Algún día deberá hacerse justicia por este crimen atroz cometido contra una brillante escritora y encantadora madre, que deja huérfano a un niño de 10 años. Pero la ausencia de Victoria Amelina “es la reafirmación de su existencia. «El hombre es la medida de todas las cosas. De las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son», dijo el sofista Protágoras. Victoria Amelina fue quien fue con su vida. Y es quien es con su muerte” (Rojano, 2023), que ojalá nunca sea olvidada: paz y descanso eternos para Vika ahora que “tiene refugio en el cielo. No en el sentido cristiano o musulmán, no. En ese cielo inmaterial y mental, muy humano, que llamamos memoria.” (Abad, 2023B)

A pesar de los conflictos bélicos vividos por los ucranios o debido a esas confrontaciones, en lo que hoy es Ucrania “nacieron algunos de los escritores más grandes del siglo XX. Escribieron en distintas lenguas: Joseph Roth en alemán, Mijaíl Bulgákov e Isaak Bábel en ruso, Irène Nemirowski en francés, Joseph Conrad en inglés, Stanislav Lem en polaco, Clarice Lispector en portugués. El libro de Victoria Amelina fue escrito en ucraniano y ella se une a esta lista notable.” (Abad, 2023) De ahí que Amelina no es solo la víctima fatal número 13 del ataque criminal al restaurante de Kramatorsk, sino un símbolo artístico de la pesadilla y del infierno que el ejército ruso ha creado en Ucrania. Ella representa la lucha y resistencia de un pueblo que sueña con tener la paz. Una mujer dedicada al mundo literario que ya tenía una obra magnífica, que quedó trunca. 

En suma, entonces, los primeros mandatarios de los dos países directamente involucrados y todos los grandes líderes mundiales de esta vida enredada con este nuevo (des) orden mundial por esta perfecta guerra maldita (https://www.dairogonzalezquiroz.com/leer/un-ano-de-invasion-rusa-nuevo-des-orden-mundial/) ojalá entiendan que lo que parece imposible resulta posible y comprendan que están a tiempo de parar esta guerra absurda, “sin terquedades, con respeto por el otro, sin abandonar sus propias creencias pero entendiendo… que solo cuando se trabaja en equipo, aun con quienes piensan y obran de manera tan diferente, puede alcanzarse el objetivo común” (Acevedo, 2023) que es el mundo. Prevenciones siempre habrá, pero los resquemores del pasado y los resentimientos del presente deben superarse por el bien de la paz mundial. El Acuerdo planetario que salvaría a este mundo reside en la voluntad de todos para defender la vida, “la dignidad de la vida en todas sus manifestaciones, defender el milagro que en el planeta tierra hace posible la vida” (Cepa 34, 2023), un milagro cuyo principal enemigo es la maldita guerra asesina, cuyas muertes no pueden impedir que el rebelde utopista sueñe con la sanación y reparación de las hondas heridas y los daños causados por estos casi 18 meses de salvaje invasión.

¿Por qué no vamos a ser capaces de echar para adelante este mundo, apalancados en la libertad de conciencia, en la universalidad de la literatura y en tantas muertes ucranias y rusas? A pesar que los diálogos y la diplomacia han fracasado hasta ahora, ojalá que la muerte de la joven escritora brillante y valiente no sólo sirva para conservarla en la memoria, sino también para que no ignoremos esta guerra ilógica y para que Rusia, con Putin a la cabeza; Ucrania, con Zelenki a la cabeza; y las potencias mundiales, con sus grandes líderes, recapaciten y emprendan de una vez por todas las negociaciones que reclama el mundo entero para parar la matazón perfecta y lograr un Acuerdo así sea imperfecto para “dar bien por mal, vencer con el perdón, conquistar con la paz, quebrantar la furia con la paciencia y castigar con la misericordia”, como bien lo dice Francisco de Quevedo. Seguramente así se alcanzaría un gobierno nuevo, el más acertado, noble y conveniente para nuestro ideal planetario.

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6 respuestas a «GUERRA ENDEMONIADA Y LITERATURA UCRANIANA»

  1. Los Héroes son inmortales, como dijera Gabo. Se mueren si dejamos de mencionarlos. Magnifico Texto. ¡Felicitaciones González!

  2. Un conflicto más, dirigido directamente contra el bienestar de la humanidad.
    Los dirigentes no han respetado, no respetan y no respetarán jamás la paz que merece la humanidad, simplemente se preocupan por alcanzar los frutos personales que les deja la desgracia de los pueblos vencidos y vencedores; si es que existen vencedores.

  3. Contundentes afirmaciones que nos llevan a reflexionar sobre estas carnicerías que se inventan los detentores del poder mundial para segar alientos y esperanzas, y exterminar en agraz las flores que aún se abren al sol en las mañanas del planeta.
    ¿Y los rusos? En el tablero de las guerra siempre los he visto como corderos llevados al degüello por sus insensatos dirigentes (zares, Stalin, y ahora este enfermo). ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción de vidas! El lenguaje del poder es mentira que conduce a los cinéreos paisajes desolados de tierras donde se muere a diario, en pos de intereses siempre ajenos.
    En este escrito, sin embargo, aún late el fuego de un posible universo sin sangre que oculte el camino de la felicidad a los hombres.

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