ESPERANDO A LA 1ª PRESIDENTA DE EE. UU.

De nuevo para las hermanas González Romero (la ingeniera emprendedora Pamina Amelia y la economista ecológica Raiza Andrea), dos de mis cuatro vástagos andinos de alma, vida y corazón. Con esta dedicatoria y su vaticinio, que repetiré tantas veces como sea necesario, espero que mis hijas encuentren en Kamala Harris algo más para seguir adelante, y así continuar concretando la predicción garciamarquiana de que en este milenio ojalá el mundo esté bajo el poder femenino para tener otro mundo mejor.

¡Amables lectores exigentes!, en las últimas semanas hemos vivido un torbellino de aceleración histórica. De acuerdo con Daniel Samper Pizano (2024), se trata de un fenómeno que no se da todos los años. Varios ilustres historiadores denominan así a una fuerza inesperada y poderosa que, semejante a ciertos episodios naturales, estremece la realidad durante un breve tiempo y deja consecuencias trascendentales. La gente la vive y percibe ese momento como una ocasión irrepetible. Creo haber sentido, junto al escritor citado, esa fuerza histórica cuatro veces en mi vida: El 9 de noviembre de 1989, cuando el Muro de Berlín se derrumbó de súbito. El 11 de septiembre de 2001, con el monstruoso espectáculo del incendio de las Torres Gemelas. El primer trimestre de 2020, cuando una extraña peste se extendió por el planeta, lo paralizó y dejó miles de víctimas. Y, finalmente, esos cincuenta y seis días de 2024 que reforzaron las expectativas futuras de la humanidad. 

Indudablemente que las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre, en las que se definirá su próximo presidente entre kamala Harris -KH- y Donald Trump -DT-, “marcarán nuestro devenir en los próximos tiempos. De ellas dependerán, entre otras circunstancias, la suerte que corra la naturaleza y la estabilidad de los pueblos.” (Ibíd) Permanentemente nos vemos abocados a escenarios apocalípticos como la pandemia, los muros inquebrantables, los fraudes electorales, el terrorismo selectivo e indiscriminado, las guerras regionales con ínfulas de mundial o las catástrofes climáticas : “desastres que continuamente nos hacen pensar en el fin del mundo o en el final de la civilización humana.” (Han, 2024) En medio de este panorama desolador, este texto trata de Kamala -raro nombre sánscrito derivado de la mitología hindú escrito en español sin tilde por ser nombre extranjero que quiere decir loto o rojo pálido, y pronunciado de modo esdrújulo en español como Kámala para rimar asonantemente con cámara o lámpara- y Donald -nombre que viene del escocés domhnall a significar el que gobierna el mundo-; pero sobre todo trata de la esperanza de ver elegida a la primera presidenta de EE.UU.

“Para el Occidente democrático, el destino no existe… porque la esencia de la democracia es la libertad y esta parece negar que la esencia de cualquier cosa preceda a su existencia. Entre una y otra se interpone la voluntad humana y los vericuetos del incontrolable azar.” (Jorge, 2024) Lo que está sucediendo en USA lo demuestra con repercusiones casi en todas partes. Hace escasos dos meses, las elecciones del próximo noviembre parecían decididas por aquel impacto de bala que produjo un raspón en la oreja de DT, “de la que manó la suficiente sangre como para transformar al expresidente en un Mesías invencible con el puño levantado hacia el cielo, supuestamente salvado por la fuerza del destino y el poder del milagro. Pocos días después, sin embargo, su rival dejó de ser el candidato anciano del que solía reírse y burlarse a rienda suelta. De repente, una mujer joven en la flor de la edad aparecía en el escenario, esperanzada y sonriente, para enfrentarse al anciano que solo era tres años menor que la persona que había renunciado.” (Ibíd) Y así, de repente, la decoración de la venda blanca con la que se adornó DT tras el ataque perdió su encanto coreográfico y el cuadradito blanco desapareció de escena.

Y luego se presentó el esperado e histórico debate del 10 de septiembre entre “la progresista candidata afroindia contra el derechista billonario neoyorquino.” Dado el empate técnico que registraban las encuestas “y las fuertes críticas que han intercambiado, el desempeño en este cara a cara” pudo haber definido quién llegue a la Casa Blanca. En efecto, fue agitado y emotivo a pesar de las nuevas reglas que no permitieron que el orate de DT interrumpiera en todo momento, aunque no le impidieron “calumniar y denigrar de su adversaria, para lo cual tiene innegable y venenoso talento.” Pero la juiciosa KH no fue muda y demostró “creciente capacidad para ripostarle con ironía a su agresivo adversario. En lugar de presentarlo como una amenaza prefiere pintarlo como un desgastado mueble viejo, medio desequilibrado y poco serio.” (Santos, 2024)

Fue la táctica sugerida por el célebre analista político James Carville, muy cercano a los Clinton, que le recomendó “a Harris no perder la calma y dejar que Trump sea Trump, con sus repetidos y ya fatigantes ataques personales” (Ibíd); es decir que lo dejara ser lo que es, un loro decrépito y charlatán. Así, KH acorraló en este aparatoso debate a su rival y “se adueñó de gran parte de la noche, manteniendo a Trump a la defensiva y evitando que se centrara la atención en sus propias vulnerabilidades”, según Shane Goldmacher y Katie Rogers en El Times. Y de acuerdo con Matt Flegenheimer en este mismo diario, en dicho debate hubo un “lapso de cuatro minutos, en el que el expresidente divagó entre el tamaño de las multitudes en los mítines y las teorías conspirativas” sobre las mascotas -buena muestra de la crueldad de sus desvaríos-, lo cual pareció alterar la trayectoria de la noche en favor de la actual vicepresidenta y candidata del partido Demócrata según el mercado de predicción, los analistas y las encuestas.

Efectivamente, de acuerdo con Antoni Gutiérrez-Rubí en El País de España, la candidata demócrata, con mayor amplitud conceptual, datos y propuestas, ofreció esperanza frente a los latiguillos del republicano. Y de acuerdo con José Miguel Contreras en el mismo diario, el debate ofreció de una forma nítida e incontrovertible cómo el discurso populista era arrasado en una confrontación que pasará a la historia de los debates electorales -difícil de olvidar- por el saludo kamalista inicial, por el contenido y por el río de gestos no verbales que recorrieron “desde la luz de los ojos a las manos abiertas, esas que evocan la paz y el diálogo contra los puños cerrados del odio.” Sabemos que en un debate hay “intercambio de argumentos críticos con el propósito de esclarecer algo. La idea subyacente aquí es que la discusión razonada mejora el entendimiento de los temas que se discuten y eso debido a que, como dice Stuart Mill, las malas ideas salen derrotadas y las buenas vencedoras” (García, 2024); aunque DT dijo pocas ideas buenas -por no decir ninguna- y propinó ataques, descalificaciones e insultos con el objetivo de amilanar, humillar o acallar a KH.

Así DT no solo infunde odio en su electorado, sino también risa en sus opositores. Sin duda, DT es un hablamierda, vocablo que me lleva con Juan Gabriel Vásquez (2024) al breve ensayo de Harry Frankfurt, profesor de filosofía moral que murió en 2023 a sus 92 años, titulado On bullshit que su autor hizo editar hace 20. En español se publicó con un título prudente: Sobre la charlatanería -cómo no evocar al librito La importancia de hablar mierda de Nicolás Buenaventura Alder, autor colombiano también ya fallecido-. “Frankfurt dedica muchos párrafos fantásticos a explorar la palabra bullshit, que se distingue de la mentira, del simple engaño y de otras formas de la deshonestidad justamente por la sugerencia escatológica: el bullshitter o hablamierda no sólo profiere falsedades, sino excrementos, lo más desechable del pensamiento…” (Ibíd) Lo reconocemos no sólo porque diga mentiras, sino porque dice cualquier cosa y “está dispuesto a decir hasta lo más ridículo, hasta lo más insensato… El hablamierda no es solamente artífice de una deshonestidad: es también víctima de la necesidad de hablar.” (Ibíd) Obvio que él -o el charlatán- puede ser motivo de risa, y está bien que lo sea; por eso, mejor riámonos de DT, pues, Harris lo dejó “en Kamala ardiente”.

Después del sonado debate del que aún continúan sus ecos -como aquel en que DT se indignó de que los inmigrantes pobres devoraran las mascotas de los residentes ricos, en vez de escandalizarse porque a estas alturas de la historia hubiese gente en USA condenada a comer gatos y perros; pero era mentira, como buena parte de lo que él dice-, la cantante Taylor Swift anunció su respaldo político a KH quien dijo: “Me encanta y es seductor pensar que las superestrellas pueden influir en las elecciones. Pero no debemos esperar que los famosos nos salven del duro trabajo de ganarnos a la gente.” Hace bien a la campaña política republicana que KH esté desprovista de una actitud triunfalista ya que la “carrera sigue cerrada y entre la gente que vota en USA pesa mucho el patriotismo agresivo, el evangelismo conservador, el racismo (latente o patente) y el desprecio por los extranjeros pobres. Además de que no faltan sectores sociales que aún no conciben a una mujer de color como su presidenta.” (Santos, 2024B)

Esos colectivos difíciles hay que ganarlos hasta en lo más mínimo, incluso pulverizando la táctica de la vejación lingüística trumpista. A pesar de que todos los estadounidenses han naturalizado la pronunciación esdrújula de su vicepresidenta, DT es el único errático intencional ya que en esos circunloquios hirientes que emplea, “pronuncia el nombre de su rival como “Kúmala” (esdrújula con la vocal cambiada) o como “Kamála”, palabra llana que a veces deturpa en “Ké-mala”, quizá para que al votante hispano no se le escape el calambur que la convierte en qué mala. La baratura de la burla es penosa pero no deja de hacerla: Trump lleva meses esforzándose con puntillismo de maniático en no decir nunca Kámala. Y eso, como casi todo en el lenguaje que se emplea en la tribuna pública, no es despiste ni error. No es inocente. Diciendo mal deliberadamente su nombre, Trump pretende hacer parecer a Kamala Harris rara, distinta, extraña al territorio en que pretende gobernar: una intrusa que aspira a un puesto por el que no merece siquiera combatir.” (Pons, 2024) Mas en dicho debate, él adoptó la vía de no decir el nombre de ella en ningún momento y además cuando mira, “no la mira, /cuando habla, no le habla/y cuando el diálogo entabla/se refugia en la mentira”, otra estrategia que hiere y descalifica al adversario.

Además, para el sector estadounidense contemporáneo de DT, el nombre Kamala pronunciado como llano “evoca a un personaje que tuvo cierto recorrido en el mundo del entretenimiento televisivo de final del siglo. James Arthur Harris fue un luchador profesional estadounidense, negro, de origen sureño y, digamos, poco dotado técnicamente, que tuvo como nombre artístico King Kamala. Era presentado en los cuadriláteros descalzo, vestido con taparrabos y con una penosa pintura tribal en la cabeza para venderlo comercialmente como una especie de caníbal africano enojado por la pérdida de su trono. De él se reían con simpleza quienes disfrutaban con semejante bochorno racista y… esos espectadores son hoy electores llamados a votar en las próximas elecciones…” (Ibíd) Estoy seguro de que el arrogante magnate, artero calculador de evocaciones lingüísticas, tiene en la cabeza a ese personaje “para infundir conexiones subliminales en su electorado.”

En dicho debate DT se tornó más colorado, alterado y gruñón, al que se le notó mucho la edad, frente a una adversaria relajada y sonriente, 19 años menor, “que lo miraba con sonrisa fantástica con una expresión entre burlona e incrédula” o mordaz e irreverente “por todas las falsedades y bestialidades que soltaba” (Vásquez, 2024) esa pobre cabeza mentirosa y caóticamente católica: “Los factcheckers le contabilizaron 33 mentiras y a Kamala una inexactitud” (Santos, 2024B). En verdad, según Juan Gabriel Vásquez, “Trump ha sido un proveedor generoso de instantáneas para la historia de la indignidad, el narcisismo o la estupidez política, pero se superó a sí mismo en el debate con Harris… cuando ella comentó… que los asistentes a sus mítines —los de Trump— los abandonaban por cansancio o aburrimiento.”

A Trump le llegó su Harris por Osuna. El Espectador, 29 de agosto de 2024

A pesar de todo, KH, desde el centro progresista en alianza con la izquierda moderada, está demostrando, entonces, que “la esperanza está de vuelta”, como bien dijo Michelle Obama. “Y la ilusión de tener como presidenta de la nación más poderosa del mundo a la primera mujer negra, de origen indio, e hija de inmigrantes se convirtió en una posibilidad real.” (Muñoz, 2024) Ciertamente, ella como una de las estrellas del firmamento político estadounidense es el verdadero antídoto para derrotar al Hitler americano representante de la extrema derecha mundial que tantos estragos ha causado a la humanidad. En torno a estas dos vidas enfrentadas, permítanme una breve disquisición biográfica apoyado en Wikipedia.

KH nace el 20 de octubre de 1964 en OaklandCalifornia, de la unión de Donald Harris que es de nacionalidad jamaiquina y de Shyamala Gopalan de nacionalidad india. Mientras su madre fue una científica especialista en cáncer de mama que emigró a USA desde Madrás o Chenna en 1960, su padre fue un profesor de economía de la Universidad Stanford que emigró de Jamaica en 1961 para cursar estudios de posgrado en economía en la Universidad de California. KH estudió Derecho en esa universidad y ejerció su carrera en la Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Alameda, antes de ser reclutada para la Oficina del Fiscal de Distrito de San Francisco y luego para la Oficina del Fiscal de la Ciudad de San Francisco. En 2003 fue elegida fiscal de ese distrito y años después como fiscal general de California en 2010 y reelegida en 2014. En representación de California, ganó las elecciones al Senado de 2016, convirtiéndose en la segunda mujer afroamericana y la primera de ascendencia india en servir en esa corporación. Por su gran desempeño como abogada, fiscal y senadora, Joe Biden (JB) la eligió como su compañera de fórmula en agosto de 2020 y ahora ella eligió por lo mismo al gobernador de Minnesota Tim Walz, exprofesor, exentrenador de fútbol y exmilitar.  

DT nace en QueensNueva York, el 14 de junio de 1946. Fue uno de los cinco hijos de Mary Anne MacLeod y de Fred Trump, de ascendencia alemana. Su madre era una inmigrante escocesa y sus abuelos paternos germanos. Después de obtener el título de bachiller en economía, DT fue a la Universidad de Fordham durante dos años, continuando sus estudios en la Escuela de Negocios Wharton -con uno de los pocos programas dedicados al sector inmobiliario- de la Universidad de Pensilvania, donde se graduó en Economía en 1968. En 1971, se hizo cargo de la empresa familiar de bienes inmuebles y construcción Elizabeth Trump & Son -renombrada después como Trump Organization-. Durante su carrera empresarial, DT construyó, renovó y gestionó numerosas torres de oficinas, hoteles, casinos y campos de golf. Fue accionista principal de los concursos de belleza Miss USA y Miss Universo desde 1996 hasta 2015, y prestó el uso de su nombre en la marca de varios productos. De 2004 a 2015, participó en The Apprentice, un reality show de la NBC. En 2016, la revista Forbes lo enumeró como la 324.ª persona más rica del mundo -la 113.ª de USA-, pero varias de sus empresas se han declarado en bancarrota. En “un mundo que valora el dinero por encima de todo”, he aquí una de las razones del porque DT resulta atractivo: La mayoría del “planeta mira hacia los supermillonarios como la solvencia personificada.”

DT ejerció con mucho autoritarismo, populismo y con miles de bulos –The Washington Post contabilizó más de 29.000 declaraciones falsas, engañosas o inexactas-​ la presidencia estadounidense desde el 20 de enero de 2017 hasta el 20 de enero de 2021. Aspirando a la relección, tras ser derrotado por JB, DT se negó a admitir su derrota afirmando falsamente que el demócrata había ganado gracias a un fraude electoral, presionando a funcionarios del gobierno, planteando docenas de impugnaciones legales infructuosas y obstruyendo la transición presidencial. Durante el recuento de los votos electorales el 6 de enero de 2021, él instó a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio, que luego asaltaron, lo que obligó a evacuar el Congreso temporalmente y resultó en la muerte de cinco personas y numerosos heridos. Total, él ahora eligió como su compañero de fórmula al senador JD Vance del estado de Ohio, exmilitar y escritor que lo ha defendido en el Congreso y luchado contra la inmigración y defendido el proteccionismo económico. ​

Hace algunos años, cuando DT, en plena campaña presidencial, dijo que su oponente iba a convertir a los EE. UU. en un estado castro-chavista, sentí con Javier Ortiz Cassiani que entrábamos en los terrenos de lo absurdo y de la banalización política en el lugar que menos se esperaba. Resultaba inaudito que un candidato a la presidencia de la nación más poderosa del planeta, la que se ha dado el lujo de moverse por el mundo como un supuesto faro moral de la democracia, comparara, así fuera para generar un temor infundado, a su país con una república suramericana. Pero asómbrense que ahora lo volvió a repetir con otros términos: “si es elegida presidente, este país terminará siendo Venezuela con esteroides”. ¡Qué barbaridad! Definitivamente, DT está pasando de “genio del mal a mezquino bufón”. Si personajes como él obtienen poder, según elespectador.com, no solo la democracia está en riesgo, sino que la violencia se convierte en un mecanismo aceptado para tratar a los demás, lo cual es una fórmula para el desastre.

Mas sigamos con el fenómeno Kamala: su metamorfosis no podría haber sido mayor. “En medio del camino, no solo surgía de pronto un nuevo adversario, surgía una mujer, y con ella la esperanza de que la potencia más importante del planeta pudiera volver a ser gobernada sobre la base de unas mínimas reglas democráticas, sustentadas en hechos probados y argumentos inteligibles. Con la llegada de esa mujer, surgía la esperanza de que en los ámbitos decisivos donde se deciden las vidas de millones de personas, no imperara la lógica del manicomio. La simple hipótesis de que algo así pudiera suceder supuso un alivio, al menos para una buena parte de los habitantes del planeta.” (Jorge, 2024) Su éxito consiste “en no dar la razón a sus rivales y abrirles una vía de agua en el corazón de su propaganda. Hasta ahora, nadie lo había hecho tan bien como ella.” (Del Molino, 2024)

Según Sergio del Molino, María Ramírez, en su reciente libro Kamala Harris, la primera, la caracteriza como negociadora y partidaria de comprender al otro sin renunciar por ello a sus propias posiciones. También la retrata como una política flexible, poco dogmática y apegada al presente y sus circunstancias. Y, sin embargo, no deja de percibirse que, incluso entre los más entusiastas, la esperanza representada en KH sea moderada y sus palabras cautelosas. “Son muchas las razones que lo aconsejan, porque cuando una mujer se posiciona en el camino hacia el poder, hasta los árboles de los bosques empiezan a moverse. No debe sorprendernos, pues en torno a una mujer política la idea de que pueda obrar milagros gracias a la fuerza de su feminidad está peligrosamente entrelazada con la suposición opuesta de que provocará un desastre universal, perfilándose en ella todas las debilidades posibles.” (Ibíd)

Esto a pesar de que al final del siglo XX ya Gabriel García Márquez había solicitado entregar el mundo a las mujeres en el XXI para que aboguen “por la emergencia del principio femenino en la conducción de la política. Que nuevos valores dirijan la humanidad. Que sentidos como la imaginación, la intuición, el onirismo y la propia percepción, entren a completar y superar la tarea de la lógica, de la razón y de la planificación. Que la ternura haga el trabajo que durante más de tres milenios masculinos ha realizado la violencia”. (Jiménez, 1995: 40) Es cierto, a través de la política liderada por la mujer como poder del ciudadano, ella nos enseña a ser comprensivos, tolerantes, solidarios con los otros. Con KH en EE.UU. y Claudia Sheinbaum en México nos aproximaríamos a ese mundo que describe la nicaragüense Gioconda Belli, en su novela El país de las mujeres, “donde triunfa el Partido de la Izquierda Erótica y derrota a la testosterona» para acercarnos a esa política que da a la vida una segunda oportunidad sobre la tierra.

La elección novembrina en USA “va más allá de una simple división entre derecha e izquierda -aunque llamar de izquierda a Kamala Harris es una franca manipulación-. Lo que se enfrenta es una idea básica sobre nuestras sociedades” (elespectador.com, 2024) que se siente en todo el mundo. Quedan pues seis semanas para que la candidata de un revigorizado Partido Demócrata afine su estrategia para asegurar los delegados electorales en siete estados claves. Porque, según el peculiar sistema de la supuesta primera democracia del mundo, no le bastará con la mayoría del voto popular. Así que lo que le espera a su partido y a la primera vicepresidenta afroindia e hija de inmigrantes es mucho trabajo en esta campaña inigualable para conquistar el solio presidencial más codiciado del planeta.

Pero el Papa Francisco aseguró que ambos candidatos “están contra la vida: el que expulsa a los migrantes y el que mata a los niños”. Él ubica a ambos candidatos en el mismo lugar donde es pecado tanto el aborto -con el que está de acuerdo KH quien ha reiterado la necesidad de que las mujeres sean las que elijan sobre sus cuerpos- como la expulsión de los migrantes del país -con lo que se casa DT quien ha expresado su desprecio y sus intenciones de combatirlos-, dos de los temas claves en la contienda electoral estadounidense que necesitan un manejo generoso e inteligente y sobre los cuales un documento papal insiste: “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada… Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres inmigrantes que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación”. Por eso, el Papa plantea que no está “Ni con Harris, ni con Trump”, y se pregunta “¿quién es el menor de los dos males?”. La autoridad religiosa agregó: “Yo no soy estadounidense y no voy a votar, pero entre esa señora o ese señor, que cada uno lo haga según su conciencia”. El papa sugirió a los votantes católicos que debían elegir “el mal menor” en noviembre, escogencia no tan difícil para ellos.

Obvio que el mundo sabe que no es lo mismo El loto o rojo pálido del porvenir promisorio que El que quiere gobernar el mundo a toda costa. No es lo mismo un expresidente empresario -condenado por un delito- que se cree el Mesías invencible con su puño levantado hacia el cielo, que una vicepresidenta afroamericana y gran abogada sonriente y llena de esperanza por un mejor futuro. No es lo es mismo una progresista negra de ascendencia hindú e hija de inmigrantes, que un derechista billonario neoyorquino de ascendencia alemana. No es lo mismo una brillante mujer joven en la flor de la edad madura, que un arrogante anciano desgastado, medio desequilibrado y poco serio. No es lo mismo un vanidoso y cruel expresidente deshonesto e insustancial con carácter inmaduro y pueril -“un niñato que hizo de la pataleta una forma de la política, y cuya comprensión del mundo es la de un matoncito de jardín infantil” (Vásquez, 2024B)-, que una sencilla vicepresidenta honesta con carácter y un entendimiento cabal del complejo mundo por su sólida formación humanística. No hace falta ser un politólogo de Harvard para concluir que no es lo mismo la muralla funesta del pasado representada por DT que el puente del futuro que lleva al horizonte esperanzador de KH; y no es lo mismo un Trump narcisista y un ególatra caricaturesco con un “comportamiento infantil aumentado por los años y la decadencia cognitiva” (Ibíd) que despliega una gran ridiculez y una profunda imbecilidad que siempre decepcionan, frente a una Kamala  que es altruista y sencilla con porte veterano incrementado por los años y la solidez conceptual que irradia un profundo conocimiento y un humor genial que nunca decepcionan.

Así que sería muy preocupante “que se sigan fortaleciendo quienes quieren retornarnos a las murallas del pasado, pero estaríamos ante una tragedia para la humanidad si al frente de la principal potencia del planeta estuviera un hombre tan insensible, que desconoce la ciencia y promueve un discurso de odio, intolerancia y exclusión, como DT. Inimaginables las consecuencias si cayéramos tan bajo. Ojalá su viaje sea a la cárcel y no a la Casa Blanca” (De Zubiría, 2024) porque El demagogo y mesías de baratillo llevaría a su país y al mundo de camino a más violencia, a más polarización y más destrucción de las instituciones que beneficiaría a los “hombres fuertes” que como él “prometen soluciones fáciles, pero pierden la paz.” Afortunadamente KH “ha tomado el impulso necesario para fortalecer la democracia y derrotar el odio y la exclusión”, o por los menos lograr que la democracia resista. Es claro que KH es diferente y con ella la esperanza está de vuelta.

Esperanza que entiendo como “una dimensión del alma” -algo trascendental y poderoso que va más allá de la satisfacción porque vayan bien las cosas- y que oriento “hacia lo que aún no es, lo que aún no ha sido, lo que aún no ha nacido”; pero que pronto nacerá, sí, en un mes y pico ojalá gané la presidencia de los EE.UU. por primera vez en su historia una de sus mujeres ejemplares. La esperanza Kamala se abre “hacia lo venidero, hacia lo posible, hacia lo nuevo. Es una actitud del espíritu, un estado del espíritu que nos eleva por encima de lo ya dado, lo ya visto…” (Han, 2024: 117 y 122) Es una orientación del corazón “que trasciende el mundo que se experimenta de inmediato y está anclada en algún lugar más allá de sus horizontes” (Ibíd, 123) y es, sobre todo, lo que debería ser esta gran hija de inmigrantes.

Es la economía… por Mheo, 16 de septiembre de 2024

Aquella semana apoteósica de la convención de su partido en que la proclamaron candidata oficial a la presidencia descubrí con Sergio Muñoz Bata en KH una mujer capaz, honesta, firme, optimista, alegre y muy comprometida con la lucha contra el cambio climático. Una mujer que me recordó a mi madre, una mujer que nunca ha recurrido a la violencia para hacerse escuchar y respetar. Vi a esta mujer afroindia como una mujer capaz de derribar los muros que dividen al país norteño, alguien que ve el futuro con esperanza, que rescata la dignidad de las personas y aspira a la justicia; una presidenta que siempre luchará por su país y por la democracia, que es realista, práctica y tiene sentido común, un sentido que, como bien decía el filósofo Bertrand Russell, es el menos común de los sentidos.

En suma, entonces, los demócratas norteamericanos, pero sobre todo las mujeres americanas ojalá ayuden a Kamala a romper el techo de cristal. En verdad, la esperanza en esta elección presidencial de la primera potencia de Occidente que tendrá lugar el 5 de noviembre, “más que nunca, está puesta en la fuerza del voto femenino” y también en los votantes que han quedado marginados del sueño americano ya que ella es la versión actualizada de ese sueño “con la que se pueden identificar muchos votantes para los que hacer América grande de nuevo significa mandar a sus hijos a la universidad y que prosperen” (Del Molino, 2024) como KH. Sabemos por Byung-Chul Han que la esperanza no es lo mismo que el optimismo o el pronóstico. No solo es la convicción de que algo saldrá bien, sino que la certeza de esa candidatura tiene sentido, independientemente de cómo ejerza su presidencia. También sabemos que si El temible anciano republicano pierde armará bronca, gritará que otra vez le robaron la elección presidencial y hará “planes para tomar el Capitolio otra vez, pero es un buen principio y una guía para demócratas perplejos de todo el mundo” (Del Molino, 2024); pero no importa porque entonces estará al frente la hija de clase media meritocrática y la madre de esperanzas, cargadas de utopías, de “tantas manos juntas / trazando caminos” y “de seres luminosos / labrando la vida, / amando la tierra.” (Franco, 2021: 16)

Ojalá pues que la primera presidenta de la historia de los EE.UU. no salga tan falsa como resultó para los bogotanos Claudia López, la primera alcaldesa de la historia de la capital colombiana, y afronte su enorme desafío. Con la esperanza descrita, el mundo soñador espera que KH se basé en sus propias cualidades, no se disfrace de masculinidad para no parecer inferior -“como si la paz, la armonía o la alegría fuesen inferiores a la brutalidad masculina”- y se distancie del continuismo del enclenque, pero bélico Joe Biden que ha respaldado la prolongada guerra Ucrania-Rusia y la masacre de más 42.000 muertos ejecutados por Netanyahu en Palestina y Líbano. A pesar de esto confiamos que de la conciencia americana emerja hermoso y rebelde, Por la belleza que queda, el triunfo kamalista con un gran destello que se irradie por toda la oscuridad de la población planetaria para que así se siga concretando la predicción garciamarquiana de que en este milenio ojalá el mundo esté bajo el poder femenino para tener otro mundo mejor. Obvio que “sin esperanza ni deseo no vamos a ninguna parte” ya que sin ellos es imposible que nazca algo grande y extraordinario para el futuro.

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12 respuestas a «ESPERANDO A LA 1ª PRESIDENTA DE EE. UU.»

  1. ¡Hermoso, inteligente y profundo artículo!
    Las palabras del Papa, aunque no parezca, favorecen a Trump: un católico vota por quien le dice su pastor. En la Colombia conservadora, legada por Núñez, era la jerarquía eclesiástica quien puso los presidentes; hasta 1930, cuando el partido Liberal, asciende al poder. Luego, retornaron, y aún hacen sentir su influencia sectaria en muchos ámbitos políticos y legales.
    Enhorabuena por Kamala Harris.

  2. Doctor Dairo González Quiroz: Muchísimas garcias, por el reenvío, de su correo electrónico, considero, muy pertinente su frase: «Ojalá que la primera presidenta de Estados Unidos, no resulte tan falsa como resultó para los bogotanos la exalcaldesa Claudia López», que además, fue la primera ex-alcaldesa de Bogotá. Ojalá, los demócratas norte-americanos, logren ante todo con sus mujeres americanas, ojalá ayuden a , a superar las dificultades y a tener éxito en las tareas que se proponga.

    Doctor Dairo, muchísimas gracias, por el envío, de tan importante documento.
    Mil y mil Gracias, por sus comentarios críticos, pero, muy bien sustentados.

    Álvaro José Gracia Díaz.

  3. Y cierto es, a Trump le llegó su Harris; dejándole su triunfo seguro en un veremos.
    Esperemos que sucede; un evento con consecuencias claras para nuestro territorio nacional.

  4. Muy buen artículo, es vital que los lectores, los interesados en quitarle la máscara a la vida de rutina y falsedad que nos imponen, entiendan que, como en la teoría del caos, las elecciones en otras latitudes, sobre todo en USA, nos dan aletazos fuertes en la economía, en lo social y en lo político. Dios nos guarde de locos megalotímicos.

  5. Del régimen económico y político dominante de los Estados Unidos de Norteamérica no se puede esperar nada bueno para el resto de países del mundo. Su carácter dominador de supremacía mundial no va cesar, su política de la democracia del garrote y la libertad de intervenir en los asuntos internos va seguir con la misma intensidad; de tal manera que no se pueden crear falsas expectativas en un cambio de gobierno. Su democracia basada en el principio de la libertad de intervención y de dar garrote a todos los que se opongan a sus intereses pasa por encima sobre los derechos que tienen los pueblos de construir su propio porvenir.
    La democracia debe estar fundamentada en el principio dialogante del reconocimiento de los argumentos entre iguales y no de quienes tienen más poder para dominar al otro. La revolución de la vida tiene que conducirnos a una reorganización de la sociedad mundial de poner la vida como principio fundamental de la coexistencia entre los seres llamados naturaleza. Dialogar y dialogar para reconstruir lo que se ha perdido.

  6. Gran Artículo, González. Llegó el momento de cambiar la situación de la comunidad Norteamericana con este Modelo KH que tiene una visión de mundo poderosa, para adquirir un mejor estilo y calidad de vida. Ella tiene ese carisma de mujer valiente para afrontar este maremágnum que posee la sociedad de los EE.UU.

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