50 AÑOS DE DOS ESPLÉNDIDAS SOLEDADES LITERARIAS

¡Amable lector librepensador!, en medio de estos dramáticos días de la recta final del inepto gobierno uriduquista merodeado por todo tipo de chafarotes y bellacos que, cada vez más, parece vivir en un mundo de fantasía, llegaron por fin dos joyas que están cumpliendo 50 años, pero que, a pesar de su enorme valor, habían desaparecido de las librerías. Se trata de Historia de un deicidio, de Mario Vargas Llosa, uno de los mejores estudios sobre la vida y la obra de Gabriel García Márquez, y de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa: Dos soledades, un diálogo genial sobre la novela en América latina publicado por Carlos Milla Batres Ediciones/Universidad Nacional de Ingeniería de Lima Perú. Reseñar estos dos ejemplares y comparar levemente esas dos vidas es el objetivo de esta nota.

Historia de un deicidio fue publicado en 1971 por Barral Editores, de Barcelona, y alcanzó a tirar dos ediciones en noviembre y diciembre de ese año. “El éxito de este libro de 664 páginas fue impresionante y no podía ser menos: un estudio sobre el autor que el mundo entero idolatraba y leía a raudales por esos días, escrito por uno de los novelistas más respetados y aclamados de América Latina, el joven Vargas Llosa (en ese momento tenía apenas 35 años). Un libro de Vargas Llosa sobre García Márquez, siendo ambos líderes del boom latinoamericano y con sillón fijo en la comandancia de la literatura mundial, era un hecho bastante insólito.” (Gamboa, 2021)

Ciertamente, al internarse en sus páginas, “el lector sentía (siente) una suerte de simbiosis entre los universos literarios de ambos: la obra y la vida de García Márquez con el orden mental y la claridad de Vargas Llosa. Una perfecta y rara obra de arte. Tal vez por su perfección fue que los dioses, envidiosos, decidieron vengarse, y por una serie de asuntos personales la amistad acabó abruptamente y Vargas Llosa decidió detener las reimpresiones y vetar definitivamente el libro.” (Gamboa, 2021)

Cuando comencé mi maestría en Literatura hispanoamericana en Bogotá, en 1985, en el Instituto Caro y Cuervo, me enteré de su existencia después de haber leído toda la obra garciamarquiana publicada hasta ese momento. Pude verlo maravillado por primera vez en la biblioteca Luis Ángel Arango e hice una fotocopia que ordené empastar y que leí apasionadamente. En él se analiza en profundidad las obras del autor caribe escritas hasta el 1971 teniendo como epicentro Cien años de soledad, “novela total” de interpretaciones infinitas que puede leerse como un unificador mundo autónomo de un riguroso proyecto creador, dentro del cual se encuentran las otras novelas y todos sus cuentos de entonces con su plena significación macondiana.

El escritor costeño no decidió escribir ficciones a partir de sus recuerdos de Aracataca, sus experiencias del pueblo natal lo eligieron a él como autor; por eso, dice el escritor peruano, “la naturaleza de su obra permite afirmar que aquella experiencia, sin negar la importancia de otras, constituye el impulso principal para su tarea de creador.” Calibrando la magnitud de la obra del arequipeño, empecé a soñar con un ejemplar, recorrí librerías de nuevo y viejo de todo Bogotá, pero nada, ni el menor rastro: sueño imposible…

Tuvo que pasar medio siglo para que Vargas Llosa autorizara su nueva edición que encontré en la Librería Nacional de Unicentro de Felipe Ossa, El decano de los libreros colombianos; lo vi: Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa, Alfaguara, 2021. Al igual que el autor y columnista Santiago Gamboa (2021): caí de rodillas y lo agarré como un náufrago agarraría la cuerda de un buque salvador. Y ahora, mientras escribo esto después de haberlo releído, siento nuevamente que este libro es “una fiesta de erudición, inteligencia, originalidad y apasionamiento”, acaricio su lomo y el de la vieja fotocopia que me ha acompañado por más de 36 años porque “los libros no son de uno. Es uno quien les pertenece a aquellos que ama y nos han dado sentido.” (ibidem)

A propósito del título de ese libro, quiero resaltar la explicación por parte de su autor (2021: 81-82): “Escribir novelas es un acto de rebelión contra la realidad, contra Dios, contra la creación de Dios que es la realidad.” La raíz de la vocación de García Márquez “es un sentimiento de insatisfacción contra la vida; cada novela es un deicidio secreto, un asesinato simbólico de la realidad.” Todos los novelistas son rebeldes ciegos. “La demencia luciferina a que lo empuja su rebeldía –suplantar a Dios, rehacer la realidad–, el carácter extremo que ésta adopta en él, es la manifestación de su oscuridad tenaz.” Por eso escribe su obra, que “es dos cosas a la vez: una reedificación de la realidad y un testimonio de su desacuerdo con el mundo.” Muchos factores hicieron de El mago de Macondo “un inconforme ciego y radical y lo dotaron de esa voluntad deicida que lo convertiría en un suplantador de Dios.”

Y a propósito del título de mis notas, ¡amables lectores senti-pensantes!, permítanme enfatizar que en la soledad -tema universal abordado desde diversas perspectivas por el mundo ficticio garciamarquiano- crece lo que cada cual lleva consigo, esa perla recóndita afirmadora de la libertad -su guía maestra- sólo puede ser aprovechada como parte esencial de la naturaleza humana por personas excepcionales como García Márquez y Vargas Llosa; por eso, entendieron con A. Palacio Valdez que en la íntima «soledad está nuestra grandeza y en la sociedad nuestra eficacia.” Entonces, normalmente, ¿por qué se huye de ella? “Porque hay muy pocos que encuentra buena compañía consigo mismo” (C. Dossi) o con el autor que están leyendo o con lo que están escribiendo. Pues, Gabo amó la vida y la vivió plenamente, y Mario aún está haciendo lo mismo y repitiendo con Mercedes Sosa la letra de Violeta Parra: “Gracias a la vida que me ha dado tanto/Me ha dado la risa y me ha dado el llanto/Así yo distingo dicha de quebranto/Los dos materiales que forman mi canto/Y el canto de ustedes que es el mismo canto/Y el canto de todos que es mi propio canto”.

El caso del canto de La novela en América latina: diálogo (título original del segundo libro) es un poco diferente. Solo se encontraba en ediciones piratas y yo fui igual que el también escritor y columnista Juan Gabriel Vásquez uno de los usufructuarios culpables de ese desautorizado comercio literario: tenía 26 años y dos obsesiones, ser excelente educador y aprender a escribir bien y por eso cursaba la maestría mencionada, cuando Gustavo Valderrama de Alejandría Libros, uno de los libreros más afable y culto de Bogotá que trabaja con ediciones raramente conocidas, me habló de este libro y me dijo que en él había más lecciones valiosas sobre el oficio de escritor que en cualquier posgrado de literatura. “Cualquiera que haya tenido una vocación devoradora a los 26 entenderá que aceptara el ofrecimiento, pues nadie sabe nunca de dónde saldrán las revelaciones que lo podrían transformar en lo que quiere ser, y la única solución es seguir todas las pistas, agotar todas las posibilidades.” (Vásquez, 2021)

Siguiendo la pista de esas fotocopias para agotar su posibilidad, que también empasté y leí con pasión, me di cuenta efectivamente que en ellas había “más lecciones valiosas sobre el oficio de novelista que en cualquier facultad de literatura”. Así, en septiembre de 1967, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, dos jóvenes que por aquel entonces empezaban sus carreras de novelistas, se reunieron en Lima para hablar de literatura latinoamericana. Gabo había vendido ya miles de ejemplares de Cien años de soledad y Mario acababa de ganar el Premio Rómulo Gallegos por La casa verde. En Dos soledades conversan pues magistralmente “dos genios literarios, dos maneras diferentes de entender la literatura, dos temperamentos en cierto modo contradictorios, dos formas distintas de narrar. Son los tiempos en que el boom se está gestando, en los que todavía no se ha acuñado nombre para lo que hoy conocemos como `realismo mágico`”. (contraportada)

Ahora, medio siglo después, tengo la satisfacción de releerlo en una edición impecable de Penguin Random House con prólogo precisamente del actual gran novelista Juan Gabriel Vásquez e incorpora textos de otros estudiosos del tema, quienes rememoran aquel diálogo en calidad de testigos; hay además dos entrevistas al escritor colombiano, una selección fotográfica, y la valoración que hace hoy Vargas Llosa de la vida y obra de García Márquez. Releo entonces ahora las palabras de este libro que aparecen “como rescatadas de algún naufragio, y lo hago con la certeza de que serán tan iluminadoras y estimulantes” para mí como lo fueron hacen 50 años.

Este gran diálogo entre Mario con el papel de entrevistador y Gabo como entrevistado (aunque, por momentos, los respectivos papeles se canjearon), integrantes del amigable dúo mayor del realismo mágico y del boom latinoamericano que se querían y respetaban, ciertamente tiene muchas estimulantes palabras iluminadoras, pero sólo veamos estas del Nobel colombiano: La literatura tiene una función subversiva. “Siempre, en la buena literatura, encuentro la tendencia a destruir lo establecido, lo ya impuesto y a contribuir a la creación de nuevas formas de vida, de nuevas sociedades; en fin, a mejorar la vida de los hombres.” (p. 36) Y estas otras del Nobel peruano: “La conciencia que existe hoy de América Latina como una unidad cultural prácticamente no existía cuando éramos jóvenes. Eso empezó a cambiar a partir de la Revolución cubana, el hecho central que despierta la curiosidad del mundo por América Latina. Al mismo tiempo esa curiosidad hace que se descubra que había una literatura novedosa.” (p. 120)

Enseguida contrastemos estas dos vidas singulares: Mientras Vargas Llosa es un novelista-crítico, dueño de una conciencia exacerbada de su oficio, siempre con el bisturí en la mano; García Márquez es un narrador instintivo, casi salvaje, un poco alérgico a la teoría, pero con un gran destornillador en su caja de herramientas. Mientras el Nobel peruano es riguroso, afinado en la teorización y metódico en la polémica, el Nobel colombiano tiene un humor explosivo y paradójico, una corrosiva inteligencia y una vitalidad furiosa. Mientras el hijo de Aracataca era huraño y reacio a enfrentarse a un público, pues detestaba las entrevistas públicas por su timidez y reticencia a hablar improvisadamente; el hijo de Arequipa es todo lo contrario. E incluso hasta “en la vestimenta contrastaba la elegancia formal de Vargas Llosa, con su terno impecable, y un García Márquez, no solo sin corbata, sino con una colorida camisa propia de un cantante de cumbias y vallenatos.” (González, 2021: 113)

He aquí pues a dos genios literarios, dos maneras diferentes de entender la literatura, dos temperamentos contradictorios (Gabo de izquierda y Mario de derecha), dos formas distintas de narrar, una suerte de simbiosis entre los universos literarios de ambos: la obra exuberante y la vida macondiana del Nobel colombiano con el orden mental y la claridad del Nobel peruano. Tal vez por eso apareció un día cualquiera en los pasillos de la Facultad de Humanidades de la Universidad Pedagógica Nacional, donde trabajé 30 años, un grafito que decía: “¡Abajo la Verga Llosa y viva el Marqués García!” Y ahora, a pesar de sus diferencias políticas, yo grito que vivan para siempre estas dos espléndidas soledades literarias.

Finalmente hay que decir que fue fascinante ver a García Márquez tejiendo toda su magia macondiana acerca de la novela en América latina y fue también fascinante ver a Vargas Llosa comentar Cien años de soledad en Dos soledades, desplegando una crítica tan penetrante y lúcida como en Historia de un deicidio, el estudio que publicó cuatro años después y que indudablemente se constituyó en una gran profundización o ampliación de las ideas expuestas en Lima. Estos dos libros excepcionales son pues un “canto a la amistad y a la admiración, una prueba de afecto y generosidad extremos.” (Gamboa, 2021) Como asiduo lector literario he encontrado en la relectura de estas nuevas ediciones animadoras palabras brillantes que son fuente de placer y saber que uso para comprender mejor la vida, para vivirla más, de una manera más rica, más compleja y más intensa, y, por supuesto, para beber de las revelaciones que lo siguen transformando a uno en lo que uno quiere ser: he ahí el verdadero arte de leer.   

BIBLIOGRAFÍA

  • Gamboa, Santiago (2021). El supremo deicidio. El Espectador, Bogotá, publicado el 4 de septiembre en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/santiago-gamboa/el-supremo-deicidio/
  • García Márquez, Gabriel y Vargas Llosa, Mario (2021). Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América latina. Bogotá: Penguin Random House.
  • González Vigil, Ricardo (2021). Encuentro entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. En Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América latina de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Bogotá: Penguin Random House. 
  • Vargas Llosa, Mario (2021). Historia de un deicidio. Bogotá: Penguin Random House.
  • Vásquez, Juan Gabriel (2021). Palabras recuperadas. Prólogo de Dos soledades. Un diálogo sobre la novela en América latina de Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Bogotá: Penguin Random House.

2 respuestas a «50 AÑOS DE DOS ESPLÉNDIDAS SOLEDADES LITERARIAS»

  1. Buena Tarde.
    En efecto, la terminación de esa amistad, entre dos grandes, fue, es y seguirá siendo, un verdadero deicidio dentro de la historia de la literatura.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *