LOS RETRATOS DE LAS GENTES EN LA POESÍA DE LUIS C. LÓPEZ

Después de haber pasado una propuesta, el primero de julio de 1990 fui invitado a la Casa de Poesía Silva por la poetisa y directora de entonces María Mercedes Carranza a dar dos conferencias los días 10 y 17 de julio de ese año. Los retratos de las gentes en la poesía de Luis C. López dedicados a don Ramón de Zubiría, mi excelso maestro del Instituto Caro y Cuervo que me dio la idea, fueron introducidos con estas palabras:
Pienso que en la era moderna la mayoría de los poetas auténticos busca su fina y más alta expresión en la fotografía. Cuando no desemboca formalmente en ella, construye, acaso inconscientemente, con su obra poética, todas las imágenes de los retratos. En estos casos, corresponde al crítico ensamblar los elementos aparentemente dispersos para reconstruir el álbum que proyecta la luz, el silencio y la palabra del espíritu del poeta. Esta tarea de ensambladura es relativamente fácil en Luis Carlos López, gran desconocido fotógrafo de retratos.
Efectivamente, el vate cartagenero fotografió personas en todos sus detalles, con una alucinante precisión neorrealista. Fotografía, una a una, su gente con acotación minuciosa de su atuendo, catadura y carácter. Desde muchos ángulos, retrata personas en conflictos entre sí y consigo mismo; moviéndolas en trances amatorios, en enredos políticos, en secuencias dramáticas, en ceremonias eclesiásticas, en angustias y holguras económicas, en rebeldía o en sumisión ante la dura, descarnada e incomprensible vida.
Sabemos que la fotografía es una escritura con la luz; para mí, sin embargo, la poesía es una escritura sin luz que nos muestra, a través de la imagen verbal, silencio, oscuridades y luces. Y es por intermedio de la palabra lopista, como imagen fotográfica, que pretendemos ver un sentido, una raíz y un soporte de nuestra interpretación en el complejo entramado sociopolítico-poético de Colombia e Hispanoamérica (sí, miraré el hombre y su época porque cada vida crea su poeta; el hombre forma parte de la vida y esta es amputada si se le arranca de su medio: para conocer un poeta haría falta conocer la vida que tuvo). La fotografía implica un soporte técnico e instrumental —pluma—, un espacio simbólico generado y alimentado a través de la imagen verbal, así como una posibilidad cierta e inquietante de goce estético que es innegable en Luis Carlos.

Este álbum (que abarca casi la totalidad de la poesía del “Tuerto” López) recoge los retratos que de su costa fue fotografiando el vate, acaso sin deliberación, pero con una impresionante unidad y compresión fotográfica. Sabemos que este es un riesgo, pero vale la pena correrlo a cambio del intento de analizar esa exposición fotográfica del trópico que confiere al señor López el primer lugar como poeta realista de Latinoamérica. Para cumplir con este objetivo hemos implementado un método de desarrollo paralelo en nuestro proceso descriptivo y analítico, efectuando un ligero recuento de los hechos sociales y políticos de Colombia desde la independencia de Cartagena —su historia es el eje de nuestro recuento— hasta 1950, a la vez que revisamos el suceder poético.
Uno de esos retratos que nos presenta el autor cartagenero como un gran crítico mordaz de los políticos de su época, que no distan mucho de la nuestra, es aquel en el que ennoblece a un perro y lo compara con el político; precisamente A un perro (López, 1990, p. 132) se titula:
¡Ah, perro miserable,
que aún vives del cajón de la bazofia,
—como cualquier político— temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!

¡Y provocando siempre
que hurtas en el cajón pleno de sobras
—como cualquier político— la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
—como cualquier político— a la luna,
creyendo que es algún queso de bola…
 
¡Ah, perro miserable,
que humilde ocultas con temor la cola,
—como cualquier político del día—
¡y no te da un ataque de hidrofobia!

El retrato, como técnica plástica, presenta las características físicas y morales de una persona tan vivas que parece verlas. Aquél hace de ellas una verdadera imagen. Característica física y morales que hablan de toda una ideología y una época particular que se nos da como una expresión poética. En el retrato se da la síntesis de la caricatura, técnica que constituye un rasgo estilístico de primer orden que nos aproxima a la actitud poética, a la clase interpretativa. de un poeta. A propósito de caricatura, recordemos: no hay dos artes más próximos entre sí que la poesía y la pintura.
Pese a la brevedad de la obra de Luis Carlos López, éste es todavía uno de los poetas que, por su riqueza de matices y por su sutileza conceptual, resulta difícil de discernir en la poesía latinoamericana; estas notas intentan contribuir a aquel discernimiento. Ellas pueden ser leídas completas en el Nº 4 de la Revista Casa Silva (Bogotá, enero de 1991, págs.131-163) y en el link www.casadepoesiasilva.com/revista/revista-4/conferencia-dairo o escuchadas en el enlace www.casadepoesiasilva.com/voces-para-
el-tiempo-conferencia-dairo

A propósito de dichas conferencias, en agosto de 1990, el profesor Hernán Borja* escribió en Pluma estudiantil, periódico escolar del colegio distrital José Asunción Silva, el siguiente comentario: «Dicen que cuando el pánico ataca a una sociedad, la poesía se levanta como un muro contra la iniquidad y la violencia. Quien lo dijo tiene mucha razón. Así, mientras la sangre corre como un río sin control, el espíritu de los cultivadores de la palabra lucha afanosamente por construir dique y resignificar las esencias del ser humano. Un ejemplo de ello acaba de suceder en la Casa de Poesía Silva, con el ensayista Dayro González. Él, hablando del Tuerto López, es un testimonio viviente de la forma como el país palpita en las mentes de todos aquellos que siguen en la brega de la esperanza creativa y en la ardua labor educadora.”

Y nueve años después, el 29 de enero de 1999, el escritor y sociólogo Abel Ávila en el tomo III del Diccionario de escritores costeños analizando El pensamiento costeño afirmó: el texto sesudo de Dayro es “una novísima versión de la crítica literaria: el retratismo. Para el científico social, más que para ningún otroensayista, le cuesta mucho trabajo describir operacionalmente a personas con la elasticidad requerible para que quede el documento como se hace hoy, muy técnicamente, con el retrato hablado.” No obstante, se logra a nivel poético por el bardo cartagenero que, “no sólo hace humor y honor en su tierra, sino que es un retratista con todas las de la ley.” Esto muestra este “análisis frío y bien documentado, con una excelsa bibliografía y una selección poética minuciosamente escogida.” (p. 161)

Finalmente, amables lectores reflexivos, quiero reiterar la invitación a leer o escuchar y a comentar o compartir todo el ensayo mencionado.


*Autor de la novela Al pie de la hoguera (2013). Ediciones Sociedad de la Imaginación: Santiago de Cali, Colombia.
Ávila, Abel (1999). Diccionario de escritores costeños. El pensamiento costeño, tomo III. Editorial Antillas: Barranquilla.
López, Luis Carlos (1990). Obra poética. Joyas de la Literatura Colombiana, prólogo Ramón de Zubiría. Círculo de Lectores: Bogotá.

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