GORBACHOV E ISABEL II: ÍCONOS DE POLÍTICOS LONGEVOS

Para Raiza González Romero -por aquella doble titulación moscovita: economista y traductora del ruso al español-, una de mis dos hijas de alma y vida, y en homenaje a Raisa Gorbachova, filántropa que le regaló su nombre. 

 “Los años no entorpecen sino a la inteligencia que dimite.”

Nicolás Gómez Dávila

“Gobernar a otros requiere fuerza, para gobernarse a sí mismo, fortaleza.”

Goethe

“No hay necesidad de separar al monarca de la mafia: toda autoridad es igualmente pérfida”.

Wilde

¡Amables lectores multicreyentes, sentipensantes y librepensadores!, en medio del mejor y el peor de los tiempos, de la sabiduría y de la locura, de las creencias e incredulidad, de la luz y de las tinieblas, «de la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación», pero sobre todo en medio de muertes por varias razones y del promedio de vida más alto en Europa -hoy cercano a los 75 años-, la reina Isabel II, jefa de Estado del Reino Unido y 14 países de la Commonwealth, falleció los 96 años, asimismo Mijaíl Gorbachov, expresidente de Rusia, a los 91 años: dos íconos de longevidad y de liderazgo relacionados con los temas de la monarquía inglesa y el poder ruso. Eso y una semblanza de ambos constituyen el epicentro de este escrito.

El pasado 8 de septiembre murió la reina Isabel II después de ocupar 70 años y 214 días el trono británico. “En la historia de la humanidad, solo un monarca ha sido más longevo: Luis XIV, de Francia, quien estuvo 72 años y 110 días. Aunque en el Reino Unido, especialmente en Inglaterra” (El Espectador, 2022), hubo complejos protocolos excesivos para hacer el duelo nacional, que fue desde la vestimenta de los periodistas de la BBC hasta cancelar los partidos de fútbol y cualquier otro evento cívico por unos días, «en internet se empezaron a volver virales videos de personas celebrando en Irlanda y en otros países de la Mancomunidad de Naciones.” (Ibíd) Y los pueblos afros, indígenas y gitanos “han sabido plantarle una resistencia monumental al monopolio de la divinidad establecido por la Iglesia y la Corona. Un pequeño acto de subversión puede empezar a construir un reconocimiento místico que emerja desde adentro hacia afuera, que florezca desde abajo, que conecte con la vida plebeya de forma cotidiana, que no persiga en reyes y reinas un sentido que nos ha sido negado…” (Nicholls, 2022)

Hace apenas unos meses, cuando el Reino Unido celebraba los setenta inéditos años del reino de la monarca británica, volvió a contarse su vida como se contó ayer: como un relato sobre la entrega seria y disciplinada. Se recordó que, de no haber sido por la abdicación de su tío, el rey Eduardo VIII, la discreta Elizabeth Alexandra Mary que en casa le decían Lilibet, jamás habría llegado al trono. “Que a los 21 años dio, en Sudáfrica, el discurso memorable que se convirtió en su promesa cumplida y su destino: ´Declaro ante todos ustedes que toda mi vida… estará dedicada a su servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial…´, dijo. Y que a fuerza de apegarse a su papel… logró transformar el desmoronamiento del Imperio británico en lo que llegó a llamarse una nueva era isabelina.” (El Tiempo, 2022)

Ella tuvo cuatro hijos, ocho nietos, doce bisnietos. Fue la que más viajes emprendió visitando cien países. “Recibió en su palacio a los grandes artistas, a los principales deportistas, a los mandatarios memorables que marcaron el largo viaje del siglo XX al siglo XXI. Pasaron las guerras, las debacles, las tecnologías, pero ella no se movió de su trono, cara a cara con su gente, en el nombre de su reino… Isabel se reunió, semana tras semana, con quince primeros ministros –de Churchill a Johnson– que tuvieron en común el profundo respeto por su figura.” (El Tiempo, 2022) Como jefa de Estado (“reinaba pero no gobernaba porque se trata de un Estado oximorónico, una `monarquía parlamentaria`” -Londoño, 2022-) trabajó hasta sus últimas horas encargando el martes antes de su muerte a Liz Truss, la nueva primera ministra o jefa de Gobierno, “un engendro del jurásico, fundamentalista probrexit y enemiga jurada de las leyes que benefician a la población transgénero en Escocia, una nación que se opuso al brexit.” (Ibíd)

El poder de la soberana británica abarcó 14 Estados Independientes de la Mancomunidad de Naciones integranda por: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Jamaica, Bahamas, Belice, Granada, Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Tuvalu, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbados y San Cristóbal y Nieves. Este imperio se ha extendido desde el laberinto de Buckingham Palace hasta las decisiones frente a su poder colonial, ese patio desmesurado que se prolonga hasta los confines de África. Isabel II hizo de la Commonwealth el escenario idóneo para manifestar mediante gestos simbólicos las convicciones personales que siempre evitó traslucir en la política interna del Reino Unido: “El colonialismo existió y fue una lacra, se piensa en la India, pero hay países que, por su propio esfuerzo y determinación, han llegado a estar en condiciones de tratar en pie de igualdad a los herederos de quienes los sojuzgaron. Ese sería su propio caso con respecto al Reino Unido.” (Ridao, 2022)

En esta línea, para algunos observadores de la época, referirse de ese modo a la represión violenta ejercida por el Gobierno de Londres contra las masas indias fieles a la doctrina de la ahimsa, de la no violencia, predicada por Gandhi, fue una forma de eludir lo que de verdad se imponía en ese momento, que fue una petición expresa de perdón por parte de la antigua potencia colonial. (Ibíd) La popularidad de la reina británica “declinó desde los años noventa del siglo XX y se agravó luego de la muerte de Diana. La opinión pública cuestionó la vida de la monarquía y exigió su abolición. Presionada, empezó a pagar el impuesto sobre la renta por primera vez y el Palacio de Buckingham se reabrió a los ciudadanos. Reconquistó en 2006 el apoyo para seguir reinando, aferrada al poder monárquico.” (Guerra, 2022) Así, Isabel no solo fue la reina que más tiempo ha durado en la historia británica sino que fue una de las más longevas que ha perpetuado la familia real británica para que siga proponiendo una narrativa de identidad nacional, un espejismo de unidad, un simbolismo que ha ido perdiendo su fuerza.

Pero por qué su gran longevidad. Apoyados en el medio de comunicación British Broadcasting Corporation (BBC, 2016-17), veamos los ocho hábitos que explican la vida larga de la reina inglesa:

  1. Genes: la reina puede dar las gracias a su madre, que vivió 101 años, por haberle transmitido sus genes; también a su abuela paterna que vivió hasta los 85, y a su abuelo y abuela maternos que vivieron hasta los 89 y los 75, respectivamente. Claro que el padre de la reina, Jorge VI, murió a los 57 años, y su abuelo paterno, Jorge V, murió a los 70; pero ambos fallecieron por tabaquismo. La mitad de las posibilidades de tener una vida longeva nos vienen desde el nacimiento: Si nuestros padres y abuelos llegaron a los 80 y los 90 años tenemos más opciones de haber heredado buenos genes. Así es más probable que tengamos un fuerte sistema inmune y menos posibilidades de desarrollar enfermedades.
  2. Ni fumó, ni bebió en exceso: la reina nunca fumó ni sintió la tentación de hacerlo, aunque la gente fumaba mucho cuando ella era joven, pero fue algo que nunca le llamó la atención; la mitad de las personas que fuman a largo plazo mueren prematuramente, con una pérdida promedio de 10 años de vida. Ella tampoco bebió mucho, no tomaba más de una unidad de alcohol al día; según los expertos la cantidad máxima recomendable a la semana no debería exceder las 14 unidades.
  3. Dieta saludable: La norma es nada de almidón: ni patatas, ni arroz, ni pasta para cenar. Isabel II siempre se preocupó por su figura y prefirió platos como pollo o pescado con ensalada. Ni la reina ni su esposo, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, tuvieron fama de comer en exceso. La obesidad reduce la esperanza de vida entre tres y 10 años y es un factor de riesgo para enfermedades del corazón, accidentes cerebrovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer.
  4. Matrimonio: existe evidencia científica que demuestra que el matrimonio tiene efectos positivos para la salud. Investigadores encontraron que el matrimonio -religioso o civil- o la unión libre reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 5%, siempre y cuando no haya «tensiones». Isabel II y su esposo (cinco años mayor que ella) estuvieron más de 70 años casados. En 2012, la reina rindió homenaje a su marido durante las celebraciones del Jubileo de Diamante, refiriéndose a él como «fuerza constante y guía».
  5. Ejercicio y descanso: ella montó a caballo una o dos veces por semana y caminó durante el día. Si no tenía tiempo para sacar a pasear a los perros por la mañana, lo hacía por la tarde. No pasaba el día sentada en un escritorio. Durante una ceremonia podía permanecer de pie hasta 90 minutos. El mejor ejercicio es la actividad constante, en lugar de pasar media hora haciendo una rutina de ejercicio, como correr en una cinta de gimnasio. Además, la reina se cuidó de dormir bien, siete horas cada noche. Efectivamente, dormir poco o demasiado también repercute en los años de vida. Según los expertos quienes duermen menos de seis horas o más de nueve diarias tienen más posibilidades de morir prematuramente.
  6. Poco estrés: este puede quitarnos años de vida; de acuerdo con los investigadores, el estrés, aún a niveles bajos, aumenta las posibilidades de ataque al corazón y accidentes cerebrovasculares en un 20%. La reina no sufrió estrés, se enfadaba si algo salía mal, pero como la mayoría de las veces no dependía de ella, no tenía sentido estresarse. Cuanto más control tengas sobre tu vida, más probabilidades tendrás de vivir muchos años.
  7. Actividad mental: como jefa de Estado en Reino Unido y de otros 14 países de la Commonwealth, la soberana tuvo muchas cosas que ocuparon su mente. Recibió documentos gubernamentales de países de todo el mundo. Leyó y escribió su correspondencia, se preparó para audiencias y conversó con todo tipo de gente. Un estudio mostró que la estimulación mental está relacionada con una tasa menor de deterioro cognitivo.
  8. Fe y solidaridad: la reina llevó el título oficial de Defensora de la Fe en Reino Unido y se consideró que fue una cristiana comprometida. La creencia religiosa o espiritual está vinculada a una vida longeva, aunque no se sabe a ciencia cierta cuál es la conexión; podría tratarse del apoyo de la comunidad o de que nos hace sentirnos más optimistas. La monarca británica presidió más de 600 ONG, como el Centro de Investigación del Cáncer de Reino Unido o la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, con las que emprendió causas benéficas. Ayudar a los demás es otro factor a su favor: se cree que está relacionado con una vida más larga y reduce los niveles de depresión.

Por todo lo anterior, el mundo entero se paralizó con la muerte de la soberana inglesa: “Los noticieros pararon, los líderes mundiales se inclinaron, el palacio de Buckingham se llenó de cartas de sus ciudadanos adoloridos, las embajadas se inundaron de flores en su recuerdo, hubo llantos, júbilos, éxtasis… Al ver la ceremonia fúnebre que dejó prevista la misma reina desde el código de despedida –´el puente de Londres ha caído´– hasta los pasos de coronación de su hijo y las acciones religiosas y demás solemnidades, queda uno conmovido con la belleza y formalidad inglesa como uno de sus principales aportes de su reinado: el apego a los ritos de su cultura.”(Silva, 2022) Sin duda, “los ritos y tradiciones de las sociedades son la mejor defensa contra la violencia y las fracturas internas”(Ibíd); pero cuando se realizan excesivamente, ellos se acercan a lo absurdo o grotesco y se vuelven insoportables y discutibles.

La Reina Isabel II y su esposo, Felipe de Edimburgo, observan los miles de ramos de flores depositados por ciudadanos en el exterior del palacio de Buckingham, en memoria de Diana de Gales, fallecida en accidente de tráfico, en una imagen del 5 de septiembre de 1997. Foto de El País de España, Madrid, septiembre 8/22.

Y ahora que no está la reina Isabel II, ¿qué será de la monarquía en el futuro? Pues ya vimos una multitud desbordante despidiendo a la reina, pero también protestas contra la monarquìa en Irlanda, en Barbados y en otros países de la Mancomunidad de Naciones. Tal vez ahora que se cierra la segunda era isabelina, que surgió en un mundo radicalmente opuesto al de hoy, es momento de retomar la pregunta anterior y estas otras: ¿el rey Carlos III la reemplazará en su grandeza, su carisma y su valía? ¿Será que el legado de las monarquías se encuentra alojado en las democracias parlamentarias y liberales antes que ser su opuesto? En una sociedad moderna, ¿para qué la monarquía? ¿No es momento ya de su desaparición? ¿Cuál es el rol de la familia real en 2022?

“De un lado se nos dice que las monarquías pertenecen al bote de basura de la historia. Isabel II es una reliquia, un anacronismo. Del otro lado nos recuerdan que la monarquía tiene un papel puramente decorativo… Su sentido y significado habrían sido superados por la constitución parlamentaria. Los tiempos han pasado y Westminster es la madre de los parlamentos y las democracias. La monarquía representa una mera curiosidad que nada resta a la felicidad de la constitución liberal… O bien reliquia, o como afirmó en estos días un comentarista en los Estados Unidos, ´una debilidad en el carácter… que nos hace anhelar aquello de lo cual nos separamos´… estas posiciones contrarias no lo son tanto. Ambas apelan a la imagen de la historia como tribunal que juzga y condena. Lo que desdice tanto de la historia como de nuestra capacidad de juicio. Y ambas reducen el papel del público al que se dirigen tanto los monarcas como los parlamentos liberales.” (Guardiola, 2022)

Aquí es oportuno citar “lo que pensaban algunos constitucionalistas británicos de la era Victoriana cuando explicaban la persistencia de la monarquía como una ilusión necesaria tan solo a aquella parte del pueblo lo suficientemente ignorante como para creer en ese tipo de cosas.” (Ibíd) Lo cierto es que ahora con el rey Carlos III, soberano despótico con sus empleados, el Reino Unido sigue viviendo de las cenizas del imperio cuya unidad tambalea porque él es un hombre soso, desprovisto de misterio, elegancia y carisma, un rey que se mancha los dedos de tinta frente a las cámaras y es incapaz de contenerse mientras sale de la habitación maldiciendo como cualquier niño rabioso. Solo en un par de días, Carlos -el anodino, la Gran Nulidad- «ha demostrado que carece del talante, la disciplina y el convencimiento que se requieren para venderle al mundo ese manto de ensoñación y sobriedad que tan celosamente protegió Isabel II. Su completo desdén desnuda una naturaleza vulgar que es incompatible con la concepción de la Corona y ayuda a reavivar los pertinentes debates en torno a la vigencia de una institución anacrónica y violenta que está en deuda con el mundo y que parece antagónica con los retos de supervivencia que se nos plantean como especie.” (Nicholls, 2022)

En torno a esa institución anacrónica y violenta es oportuno citar a Hernán Borja: “Me es difícil olvidar los asesinatos colonialistas en las islas Malvinas. ¿Cuáles son los beneficios económicos y políticos que extraen los ingleses de la Mancomunidad Británica?, ¿no será una extensión en el tiempo de su colonialismo sangriento con el que se enriquecieron? En fin, dicha señora no me llama la atención para nada y no recuerdo actos a favor de los explotados (como los inmigrantes), ni actuaciones memorables en el devenir de las naciones.” Ciertamente, esta monarca británica, con su accionar y ambición, causó daño e hizo derramar sangre en algunos países de la Commonwealth. Además, su imperio “pasó de amo del mundo a valet parking de sujetos como el actor Ronald Reagan, los Bush y Trump. Apoyó todas las invasiones estadounidenses y aprobó el brexit. El pueblo británico eligió y reeligió a Margaret Tatcher, una señora de voz estentórea y credo maluco: la sociedad no existe, sólo la familia. El Estado de bienestar es insostenible. Los pobres son haraganes… El huevo de la serpiente del neoliberalismo fue incubado por la señora estentórea y el actor de reparto.” (Londoño, 2022)

En esta línea, la gran cuestión es si una sociedad moderna, multirracial y sujeta a tensiones nacionalistas, puede mantenerse en un marco tan tradicional de la familia real británica, del imperio ruso o de cualquier otro en el que el manejo del poder tiene mucho que ver con su manipulación para el beneficio de una minoría de reyes, zares o emperadores -«Debemos dirigirnos los unos hacia los otros, sin rey ni zar al que suplicar», dice Bruno Latour-. Arribamos así al personaje que le tocó jugar el rol de ser el último en la cadena revolucionaria iniciada en 1917; “el hombre que intentó corregir los errores de esa contrarrevolución que no pudo contener el camarada Kerensky; esa que se fue haciendo más hermética, opresiva, inhumana, con el paso de las décadas hasta configurar un absolutismo siniestro, como el de los Romanov, pero que llevó a Rusia a erigirse en potencia mundial, tecnológica, militar, deportiva, científica.” (Ocampo, 2022) Ese personaje es el hombre que estuvo casado durante mucho tiempo con su amada filántropa Raisa Gorbachova, por supuesto que nos referimos a ese longevo ícono ruso, Mijaíl Gorbachov, quien falleció a los 91 años el pasado 30 de agosto en Moscú y quien seguramente tuvo unos hábitos similares a la soberana británica para prolongar su vida.

Este fallecimiento, contrario al de Isabel II, pasó casi desapercibido en medio de la guerra de Ucrania, la crisis económica mundial y las escaramuzas en el mar de China. Sin los funerales de Estado que ameritaba, de nuevo contrarios a los de Isabel II, Gorbachov “parecía muy solo en la Casa de los Sindicatos en su cofre, aunque fue una de las personalidades más relevantes en la historia reciente del mundo.” (Escobar, 2022). Casi nadie lo lloró en su patria porque sus glasnost, o sea la transparencia, y sus perestroikas, o sea la reestructuración, disolvieron la URSS y le hicieron perder su hegemonía mundial. La Nobel de literatura Svetlana Alexiévich retrata magistralmente en “El fin del Homo Sovieticus” esa nostalgia por una grandeza imperial que es como una alucinación colectiva en la cual casi nadie menciona la brutal represión, la negativa de las libertades y la individualidad. (Ocampo, 2022)

El legado de Gorbachov puede ser resumido así: fue “despreciado en Rusia, denostado en China y venerado en Occidente” (Spohr, 2022). Por eso, en “Berlín se le recuerda como el hombre que trajo la paz, en Moscú por crear el caos político y en Pekín le ridiculizan por acabar con su país” (Ibíd). Mijaíl “no fue uno más de los personajes que ocuparon el poder durante la tormentosa historia rusa del último siglo, sino el impulsor y responsable de las reformas que, tras revelarse imposibles, acabaron llevando al derrumbamiento” (Alvarez, 2022) de la URSS. Ciertamente, él fue “aclamado en Occidente por haber puesto fin a la era de la Guerra Fría durante su mandato entre 1985 y 1991; por negociar la reducción de las armas nucleares con el presidente estadounidense Reagan; por dejar que la libertad de expresión y la democracia pluralista florecieran en el bloque del Este; por ayudar a retirar el Telón de Acero; y por permitir la reunificación de Alemania.” (Ibíd)

Mijaíl también fue honrado con el Nobel de Paz en 1990 “por la `mayor apertura` que permitió `en la sociedad soviética`, por promover la `confianza internacional` y por contribuir a un `proceso de paz` que podría abrir `nuevas posibilidades para la comunidad mundial`. Desde esta perspectiva, Gorbachov fue el hombre que, por la naturaleza de sus acciones, con su idealismo y pragmatismo, logró y preservó la paz mundial en la agitación de los revolucionarios años de 1989-1991. Incluso en su país, Gorbachov acabó permitiendo que prosperara la autodeterminación algo que le costó el puesto. Pese a todas las guerras fronterizas posteriores, desde Osetia del Sur hasta Nagorno Karabaj, al desmoronarse la URSS se evitó una verdadera catástrofe…” (Spohr, 2022)

No obstante, para el actual presidente ruso, Vladimir Putin, la caída de la Unión Soviética representa “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Según Vladimir, Gorbachov fue un traidor porque liquidó el imperio soviético dejándolo humillado y “lamiéndose las heridas en los márgenes de Europa. Este desenlace es el que Putin se ha propuesto revertir: aplastando a los medios de comunicación, volviendo al autoritarismo, reforzando el aparato de seguridad, invadiendo Ucrania y aislando a Rusia de Occidente» (Ibíd) jugando al a… zar. «Al fin y al cabo, como dijo en 2011, de haber estado en el lugar de Gorbachov, habría luchado `de forma constante, persistente y sin miedo` por `la integridad territorial de nuestro Estado… sin esconder la cabeza en la arena`. Así y todo, Putin se cuidó de no criticar nunca el legado de Gorbachov en su totalidad, mientras que este último nunca criticó al primero hasta el punto de cuestionar su legitimidad como líder. Es como si siempre hubieran intentado ignorarse mutuamente, aunque el Kremlin se ha esforzado activamente en deshacer los logros históricos de Gorbachov.” (Ibíd)

Pero qué es lo que distingue a Gorbachov específicamente en el ámbito nacional e internacional. Él fue un agente de cambio crucial tanto en su país como en el extranjero. “Se propuso preservar la Unión y hacerla más viable. Trató de reformar y revitalizar la URSS y reposicionarla para que siguiera compitiendo con Occidente” (Spohr, 2022) de manera pacífica. “Tras comenzar con una reforma económica parcial, pronto se radicalizó, convencido de que la verdadera reestructuración solo funcionaría si se combinaba con la liberalización política. La perestroika y la glasnost fueron de la mano. Todo esto formaba parte del proceso de adaptación. Su visión de Europa contemplaba un ´hogar común europeo´ en el que una Unión Soviética reformada tendría su sitio entre todas las demás naciones europeas. Su visión de las futuras relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética incluía la cooperación y asociación entre superpotencias a pesar de las diferencias ideológicas, unas relaciones que iban más allá de la mera coexistencia pacífica, respaldadas por serios esfuerzos de control de armamento…” (Ibíd)

De este modo, Mijaíl promovió una política basada en valores universales, comunes y democráticos. “Al abolir la doctrina Breznev y conceder a los satélites soviéticos la ´libertad de elección´, acabaría por dejar marchar a los países del Pacto de Varsovia… Gorbachov también impulsó una apertura soviética al mercado mundial; y demostró estar dispuesto a trabajar a través de la ONU, como quedó de manifiesto en la diplomacia internacional de la Primera Guerra del Golfo. Pero cuanto más adaptaba y modificaba la Unión en el ámbito interno y su comportamiento en la escena internacional, más perdía el control como gestor del cambio, tanto en la periferia como en el centro del país… Así pues, en el invierno de 1990-91, viró hacia los partidarios de la línea dura… En realidad, aunque trató de evitar en gran medida el uso de la fuerza militar (con las excepciones de Georgia en 1989 y Lituania en 1991), acabó presidiendo la destrucción del Estado multinacional soviético.” (Spohr, 2022)

Por la elección del presidente Boris Yeltsin en 1991, después de una intentona golpista, Mijaíl nunca llegó a la etapa de reinvención de la Unión Soviética. Esa fue su tragedia, pero su gran mérito fue atreverse a desmontar el imperio férreo de los sóviets con lastres de servidumbre y absolutismo bárbaro, de carácter estepario, mezcla de devoción ortodoxa, superstición chamánica y crueldad. (Escobar, 2022) “Los chinos consideraron que habían aprendido la lección de lo que veían como los errores de Gorbachov: la modificación excesiva y la pérdida del control de la gestión. Como reveló la masacre de Tiananmen en Pekín, en junio de 1989, el comunismo y el régimen de partido único siempre se preservarían por la fuerza. Las protestas políticas y el nacionalismo secesionista serían aplastados. Por tanto, no es de extrañar, que mientras que en Alemania Gorbachov siempre será recordado como el hombre que permitió la libertad, concedió la unidad nacional y procuró la reconciliación, en China se le ridiculiza como ingenuo e inmaduro, el líder comunista que falló a su patria al provocar su muerte.” (Spohr, 2022)

Raísa Gorbachova y Mijaíl Gorbachov, en una imagen de archivo (Getty/Diane Freed), elconfidencial.com, agosto 31/22

Enfrentados al aumento de las tensiones nacionales e internacionales en la actualidad y a la atroz guerra de Rusia en Ucrania, tal vez deberíamos recordar ante todo, sin olvidar sus diferencias, el valor de la humanidad de Gorbachov y la grandeza decorativa de Isabel II que al fin “reposa / jamás hizo otra cosa” (Londoño, 2022): sus deseos de comprometerse, de crear confianza y de trascender los antiguos antagonismos a través de una diplomacia constructiva, y sus deseos primordiales de que todos los cambios se gestionaran sin poder coercitivo. Soñaron con una Rusia y un Reino Unido más integrados, en la escena mundial y en Europa -a pesar de que ella aprobó el brexit-. Y fueron ellos -sobre todo Mijaíl- quienes “lograron difundir tanta esperanza en la democracia e imbuir tanto entusiasmo en la gente… para impulsar una nueva era más pacífica después de la Guerra Fría.” (Spohr, 2022) De ahí que Gorbachov e Isabel II, siendo tan diferentes, hayan sido tan importantes -muchos menos la flemática señora-. Y que sus muertes recientes nos obliguen a evocarles con admiración y respeto – sobre todo al ruso, insisto-, pero con el deseo que ninguna de nuestras sociedades modernas repita sus errores y horrores.

INDISPENSABLES MURMULLOS REFERENCIALES

6 respuestas a «GORBACHOV E ISABEL II: ÍCONOS DE POLÍTICOS LONGEVOS»

  1. Las Buenas Acciones de dos Importante personajes de la Historia del mundo hay que Emularlas ,han dejado huellas positivas para el devenir del buen desarrollo de una sociedad que necesita ser restaurada por el hombre…

  2. Polémico el artículo. Lo de la longevidad, ¿qué mérito tiene? Me es difícil olvidar los asesinatos colonialistas en las islas Malvinas. ¿Cuáles son los beneficios económicos y políticos que extraen los ingleses de la Mancomunidad Británica?, ¿no será una extensión en el tiempo de su colonialismo sangriento con el que se enriquecieron? En fin, dicha señora no me llama la atención para nada y no recuerdo actos a favor de los explotados (como los inmigrantes), ni actuaciones memorables en el devenir de las naciones. infortunadamente, los medios de comunicación se encargan de hacernos adorar a los ricos y a los déspotas, y me imagino a muchos boquiabiertos mirando ceremonias medievales, en vez de leerse un libro de historia de un autor honesto.
    El líder soviético es un personaje absolutamente diferente, pero sería largo hablar sobre él, dados tantos factores implicados.

  3. Interesantes apartes de protagonistas de la historia mundial.
    No obstante, lo único cierto es que: Si quieres escuchar cosas buenas de tí, haste el muerto.
    No falla.
    Gracias por su tiempo y atención.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *