HISTÓRICO RELEVO INÉDITO
¡Amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, el objetivo de este texto es analizar el proceso electoral de la 2ª vuelta presidencial colombiana del pasado 19 de junio, mediante la respuesta crítica a la pregunta estigmatizadora de una revista de circulación nacional; además, elaborar un balance general de los mensajes que el electorado envió al emitir sus votos en esa jornada.
¿Exguerrillero o ingeniero? fue la pregunta descalificadora de la portada de la Revista Semana de junio 18 y una popular avalancha humana sufragante (11.281.013) le respondió que Gustavo Petro Urrego, quien lleva al poder a la izquierda democrática por primera vez en la historia de Colombia para ocupar la Presidencia durante los próximos cuatro años, obteniendo el 50,4 % de los votos frente a Rodolfo Hernández -10.580.412-, quien pierde por tres puntos equivalentes a más 700.000 sufragios. Con la elección de Gustavo Petro, primer presidente de Colombia extraño al eje liberal-conservador que ha dominado el país, se entra a una etapa inédita de transformaciones en el ejercicio del poder en el país más conservador y de derecha de Latinoamérica.
Tanto el doctor Gustavo como el ingeniero Rodolfo, parados en orillas ideológicas opuestas, representan un rechazo al continuismo de los partidos tradicionales y al establecimiento político. Petro, desde su izquierda con un contundente lenguaje decente, “lleva toda su carrera política posicionándose como alternativa a las ideas defendidas por el uribismo y en el último tiempo por el presidente Duque.” (El Espectador, 2022) Por su parte, Hernández, cercano a la ultraderecha de Uribe que ha gobernado el país, con un lenguaje soez, construyó su atractivo electoral sobre un rechazo a la clase política, a la que tilda de `corrupta` y otros cuantos epítetos crudos y reales.
Pues bien, el nuevo presidente ganó porque su preparación académica en economía, medio ambiente y administración pública ha sido sobresaliente. Porque su experiencia en el Congreso fue excepcional donde hizo debates inolvidables en contra de las corruptas castas tradicionales. Porque su paso por la Alcaldía de Bogotá fue bueno, aunque resulta curioso que él, “un pésimo alcalde”, según algunos, haya ganado tres veces en las urnas en las cuales “cada nueva elección superaba la votación anterior -Consulta 887.567 votos, primera vuelta 1.769.671 votos y en la segunda vuelta 2.253.997 votos-“ (Jorge Naín, 2022), donde ningún candidato presidencial en la historia de Colombia había superado los dos millones de votos, y que Peñalosa, sucesor suyo en la Alcaldía quien no alcanzó ni a la 1ª vuelta, sostenga que “Petro es un mal administrador pero es un hombre honesto”, es además de curioso bastante insidioso.
El presidente electo ganó porque se atrevió a fundar su programa en el amor en un país que ha conjugado el odio y la muerte. Porque fue el primer congresista que se atrevió a denunciar la alianza de un 35 % de la clase política con el paramilitarismo. Porque supo interpretar el descontento de muchos colombianos en el estallido social de los últimos años y el clamor insistente de tantos jóvenes que anhelan un cambio profundo en la política nacional. Porque, ¡cómo no!, es un exguerrillero que sedujo con “su dura escuela en la subversión y en la pobreza”. Porque él demostró que “los cien años de soledad” con los que García Márquez simbolizó la tragedia nacional no solo son literalmente ciertos, sino ampliamente excedidos por la vida real.
En síntesis, Gustavo Petro Urrego llega al Solio de Bolívar de la Casa de Nariño por su coherencia ética, “un hombre que lleva más de 40 años luchando por el pueblo y por sus ideas. Por la consistencia intelectual y política de su propuesta.” Por todo lo anterior, entonces, el pueblo lo escogió y demostró que está maduro para un cambio verdadero y un mejor futuro en esta extraordinaria Patria adolorida pero querida. No podemos creer que al fin tendremos un gobierno progresista de un socialdemócrata planeando el cabal desarrollo del capitalismo con rostro auténticamente humano.
Fue larga y tortuosa la llegada del Aureliano de Oro a la Presidencia electa. En el camino se le trató de castrochavista, “corrupto y mafioso, igualado, violento de no fiar, expropiador en potencia, peligroso e incendiario. Y, por supuesto, guerrillero, más allá de su compromiso de décadas con la vida civil.” (Rodríguez, 2022) Al igual que la desmejorada revista mencionada, María Fernanda Cabal dice: “Entre el ingeniero y el guerrillero, el ingeniero”, estigmatizando también la palabra guerrillero y elogiando la otra; como si los Nule y los del puente Chirajara no hubieran sido ingenieros ni Simón Bolívar y Pepe Mujica hubieran sido guerrilleros, parece que en esta Patria fuera peor ser de izquierda que corrupto. “Descalificar a Petro por haber sido guerrillero es un modo de negar la realidad del conflicto interno armado en Colombia. Un intento más por ocultar las causas y los responsables de nuestra violencia sin fin. El pasado guerrillero de Petro no implica que sea un delincuente para siempre” (Galán, 2022), como lo dijo malévolamente Iván Duque. Ni lo convierte en asesino, como tantos han pasado a creer. Por el contrario, como lo demuestran sus 32 años de vida civil, el nuevo presidente es un demócrata comprometido con la construcción de la paz y la justicia social.
Sin embargo, el gran líder del Pacto Histórico no sólo derrotó a las fuerzas tradicionales de la política colombiana sino, sobre todo, al miedo y a la incertidumbre que penetraron hasta los tuétanos; ese miedo e incertidumbre que a muchos no le permite apreciar la rosa, sino examinar “con atención las espinas del tallo”. La victoria de Petro “fue obtenida contra un viento y una marea de mentiras, amenazas y ataques desatados por sus adversarios para sembrar temores infundados en la población valiéndose de todos los medios imaginables, desde la difusión de historias inventadas en las redes sociales hasta la diseminación de falsos rumores callejeros.” (Villar, 2022) Pero muchos colombianos aprendieron con Nelson Mandela “que el coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él”, y votaron por los candidatos del Pacto Histórico; “y otros no lo hicieron porque hasta ellos no llegó el mensaje que despejara las dudas y desbaratara los infundios.” Al final, en general, afortunadamente se perdió el miedo porque el “valiente no es quien no siente miedo, sino aquel que conquista ese miedo.”
No nos debe asustar pues que el nuevo presidente de Colombia haya sido guerrillero ya que “las injusticias seculares de este país, la pobreza, el hambre, el clasismo, la marginación y otros males inspiraron a muchos jóvenes” idealistas a buscar en la violencia soluciones fallidas; estaban errados, pero muchos pagaron con la vida o la cárcel, y algunos como Petro aprendieron. Haber hecho parte de M-19 legitimado por el pueblo y por la justicia, es un pasado que indudablemente lo honra. Nacido el 19 de abril de 1960 en Ciénaga de Oro-Córdoba (aunque Jorge Enrique Robledo quiso contradecir hasta los propios padres petristas diciendo que era de Zipaquirá-Cundinamarca, donde efectivamente se hizo bachiller, concejal y personero), gran economista del Externado de Bogotá, desmovilizado del M-19 en que usó el seudónimo del Aureliano macondiano, firmante de un acuerdo paz, exalcalde de Bogotá y excelente parlamentario, su victoria del también inolvidable 19 pero de junio es el punto más alto de su trayectoria pública de más de tres décadas. Entonces, después de muchos años de estigmatización a todo lo que fuese izquierda democrática, al punto de la aniquilación de un partido político entero por su manera de pensar, Colombia eligió, con la votación más alta en su historia, a un presidente de esa tendencia ideológica.
En esa historia colombiana, lo más parecido a la izquierda democrática en que se ha movido Petro ha sido «el Gobierno del liberal Alfonso López Pumarejo, que en 1934 lanzó un atrevido programa con un nombre sugerente: Revolución en Marcha. ´El deber del hombre de Estado´, dijo López en su primer discurso, es `efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución`. Y eso hizo: la educación pública quiso ser laica, los sindicatos salieron de la sombra, se comenzó a llevar a cabo una reforma agraria que a algunos les pareció socialista y se reformó la Constitución ultraconservadora que había regido en el país durante medio siglo, y para ello se miró con atención la Constitución de la Segunda República española.” (Vásquez, 2022)
Indudablemente que mirar atrás es importante para conocer la historia, pero no para estigmatizar a protagonistas como al Aureliano de Oro. Claro que estuvo en el M-19, “una guerrilla que hizo parte de un proceso de negociación con el Estado colombiano y se reincorporó a la sociedad. Desde entonces, sus miembros han sido centrales en estos años para la construcción de Estado. Que ahora Petro sea el presidente de la República es una muestra de la importancia de la vía pacífica, del rechazo a las armas como mecanismo de toma del poder estatal. Vemos, en últimas, una reivindicación de la apuesta democrática e institucional que ha hecho Colombia.” (El Espectador, 2022B) Eso es de celebrar al igual que el discurso de Rodolfo y el mensaje de Uribe reconociendo los resultados y deseándole suerte al ganador, así como la llamada de Duque a Petro, garantizando la transferencia pacífica y democrática del poder.
La alta votación del doctor Gustavo indica que el mandato que recibe el nuevo presidente es amplio y nítido. Cuando los expertos veían difícil cómo iba a conseguir nuevos votos, Petro sumó casi tres millones de votantes a lo alcanzado en 1ª vuelta y le sacó más de 700.000 votos al `ínger`. Rozamos una participación del 58 % del censo electoral, una concurrencia histórica a las urnas, “bastante por encima del promedio histórico de 48 % -aunque no alcanzó el récord de 61% en 1946-.” (García, 2022) Si se suman las dos vueltas a los resultados que obtuvo el Pacto Histórico en las elecciones legislativas, es obvio que una mayoría de los colombianos están pidiendo con insistencia un verdadero cambio profundo con su programa de Gobierno progresista y socialdemócrata.
Claro que esa insistencia no es sólo de este año, sino que viene de muchas descendencias como la del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán en 1948, quien estuvo más cerca de cristalizar una aspiración similar y fue abortada brutalmente con su asesinato. Según Daniel García-Peña (2022), la victoria del nuevo presidente es el resultado de un gran acumulado histórico, como lo recordó Petro, de la Constitución de 1991, de los acuerdos de paz, de generaciones de luchas y resistencias en especial de las organizaciones sociales populares, de los miles que ya no están y dieron sus vidas por una Colombia diferente. Luego de esa Carta magna, cuando el M-19 logró las mayorías individualmente, “algunos daban por hecho que ese grupo reinsertado llegaría a la jefatura del Estado con Antonio Navarro, pero no fue así. Se intentó con Carlos Gaviria y solo logró 2’613.000 votos” (Alarcón, 2022), hasta que por fin con Gustavo Petro se impuso la gran voluntad popular con la apoteósica votación histórica.
De ahí la enorme responsabilidad de Petro y su vicepresidenta, en quienes reposa la esperanza de millones que sufren la pobreza, el hambre y el abandono eterno del Estado. Claro que los triunfos apabullantes del Pacto Histórico el 13 de marzo, el 29 de mayo y el 19 de junio de este año “son señales claras del tiempo nuevo que marcó el estallido social, esa gesta histórica y dolorosa donde el pueblo colombiano gritó su rabia con canciones y plegarias, con marchas, grafitis, bailes, pinturas y banderas, con ensayos, documentales, poemas, obras de teatro, debates, con programas tan audaces como `Universidad pal barrio` y con actividades tan tiernas como la olla comunitaria, esos fogones callejeros donde los manifestantes y la gente de la calle calmaban el hambre.” (Londoño, 2022)
En esta línea, la llegada al poder de Gustavo Petro y Francia Márquez representa la materialización de una de las promesas de un país que sueña con la paz y la justicia social, “la alternancia del poder, la apertura a todas las posturas y la capacidad de tramitar nuestras diferencias en las urnas. Se trata de un estruendoso rechazo al gobierno de Iván Duque y a las dos décadas de dominio uribista.” (El Espectador, 2022) De la gran compañía femenina del nuevo presidente, es necesario decir que su elección como la primera vicepresidenta afrocolombiana de la República es un mensaje nítido a todas las comunidades olvidadas, ignoradas, marginadas y víctimas de la violencia. Ciertamente “esa negrísima que ha vencido a las multinacionales mineras, a los sicarios, a los racistas y a los aporofóbicos que jamás estarán en el podio del Premio Goldman” (Londoño, 2022), se ha convirtido hoy en un símbolo cultural y político de esos millones de “nadies” (calificativo certero dado por ella basándose en el autor uruguayo Eduardo Galeano), que han padecido siglos de menosprecio y orfandad.
Ciertamente, la nueva “vice” es hoy el ícono de una Colombia que se ve de manera distinta, que habla de manera distinta y que por primera vez camina pisando fuerte por los exclusivos corredores del poder y de la alta política reservados a unos pocos privilegiados. Ella es la primera política que se atreve a decir que en Colombia hay un racismo estructural que hay que desmantelar. El año pasado, este timón afro pasó del activismo a la política y fundó su propio movimiento, “Soy porque somos”-el lema más bello de la historia de la política colombiana-, sustentado en la filosofía Ubuntu, propia de los pueblos africanos que parece una proposición griega o alemana, que pone el centro del Yo en el Otro (no en el individuo sino en la especie). Habla de la lealtad, de la importancia de vivir la vida en colectivo y en armonía con la naturaleza. Ella dice que esa filosofía le ha servido a muchos “nadies” en Colombia para “resistir la opresión y la política de la muerte.” De este modo, Francia ha ayudado a Gustavo a resignificar palabras como igualdad, equidad y dignidad.
E incluso, la ´vice´ electa “es mucho más vocera del pueblo que Petro, no en cuanto a mediciones electorales, desde luego, sino en sus recorridos de vida; lugares en donde nació, creció y se formó a punta de sacrificios personales; en su género, en su etnia, en sus carencias económicas, en sus necesidades básicas que el Estado nunca le solventó. A su lado, Petro parece un burgués bien acomodado que pudo tener apuros en su juventud pero quien ingresó, muy pronto, en la ruta del progreso intelectual y de las oportunidades.” (Orozco, 2022) A pesar de sus circunstancias o por ellas, la nueva “vice” es un portento de inteligencia que hizo gritar y llorar de alegría a un afro cualquiera en un pueblo marginal, y logró el milagro de que niños y jovencitos de barriadas pobrísimas salieran masivamente a corear su nombre y el del presidente Petro.
Efectivamente, ella es una gran luchadora de vieja data: le tocó levantar plata para criar a sus hijos y para pagar su carrera de Derecho. Por sus batallas, Francia ha recibido honrosos premios en el exterior. Aquí, sus “preseas” son las amenazas de los narcoparamilitares y el desplazamiento de sus territorios. No por corrupta ni por sospechosa de incurrir en delitos. Sino por negra, por pobre, por haberse ganado sus salarios como empleada del servicio, por vestirse de colores en esta Bogotá tan elegante y oscura. En estos días la periodista citada Cecilia Orozco Tascón, le escuchó, estupefacta, decir a una señora muy aseñorada y de “alta cuna” que es “imposible que el país tenga a esa persona en la Vicepresidencia”. Le preguntó por qué y la señora le contestó: “Porque ella es de ´la otra Colombia´, no de la nuestra”. Cierto. Francia, disgústele a quien le disguste, ganó su cargo en democracia como fórmula del presidente Petro. Esa “otra” Colombia existe, aunque la hubiéramos ignorado durante dos siglos y que ahora nuestra cuarentona Marquesa de Yolombó reivindica con creces de acuerdo con Tomás Carrasquilla.

Por todo lo anterior, los territorios más afectados por el conflicto, la pobreza y el abandono histórico, le permitieron a Francia dar el salto totalmente inédito “que abre un mundo de posibilidades reales y simbólicas para las mujeres racializadas, rurales y de clases populares en Colombia. Tendremos una vicepresidenta y futura ministra de la Igualdad que conoce en carne propia lo que es ser una mujer de a pie en Colombia, que ha vivido la discriminación y la violencia, y esto es revolucionario pues, si Márquez se enfoca en el bienestar y la garantía de derechos de las más vulnerables, eso se traducirá en bienestar y garantía de derechos para todas” (Ruiz, 2022), lo cual ayudaría a sanar brechas inmensas en el país.
Pues bien, según el autor y economista Aureliano Suárez Montoya (2022), el momento geopolítico del cambio profundo propuesto por el binomio Petro-Márquez es crucial, “´ya que Colombia tiene el potencial de convertirse en centro de producción regional y posiblemente global´, acorde con algunas voces que tienen eco en Antony Blinken, quien anuncia ´un hemisferio más democrático y equitativo´ al formalizar la fuerza laboral de bajo costo. Biden revalidó ese designio en la Cumbre de las Américas (france24.com)”. Posteriormente, ellos se lo ratificaron telefónicamente a Gustavo.
En suma, entonces, Colombia quería cambio y lo consiguió en las urnas. Ahora la pregunta es cómo vamos a sanar entre todos tantas heridas abiertas y cómo vamos a hacer realidad tantos sueños colectivos. Hay que exigir pues que la casta tradicional corrupta y criminal deje gobernar a la dupla Petro-Márquez abalada masivamente por la voluntad popular. “Necesitamos vigilancia, claro está; necesitamos instituciones activas y fuertes que sirvan de contrapesos, por supuesto. Empero, el estancamiento político sería un rechazo a lo que han expresado una mayoría de los colombianos.” (El Espectador, 2022B) El presidente electo y su vicepresidenta deberían “ver la votación masiva de su contrincante como un país que se hizo contar y espera ser tenido en cuenta. Lo mismo se puede decir del medio millón de votos en blanco. Después de una campaña tan sucia y polarizante, es momento de hablar de unión y reconstrucción” (Ibíd), que bien se pueden materializar en el Gran Acuerdo Nacional que Gustavo y Francia propusieron en campaña.
Ahora ese inaplazable pacto magno “cobra una importancia vital y los consensos emergentes que se evidenciaron en la campaña en torno a la implementación del Acuerdo de Paz, una reforma tributaria progresiva y la renta básica son bases firmes sobre las cuales se debe iniciar. La tarea por delante es inmensa“ (García, 2022) y los desafíos son titánicos: “Narcotráfico, calentamiento global, justicia social, desarrollo rural, desarrollo sostenible. Sembrar amor en una nación plagada de maleza.” (Londoño, 2022B). En efecto, vivimos «una crisis social profunda y sin precedentes, con la pobreza y la desigualdad galopantes, en medio de una crisis económica mundial que todo indica perdurará y empeorará.» (García, 2022) Para completar, «vienen los coletazos de un monstruo herido de muerte, la extrema derecha, la caverna profunda. Miles de pillos interesados en ocultar evidencias y conservar privilegios.” (Londoño, 2022B) Pero luego de tanta corrupción y «de tantos años de guerra fratricida, injusticias estructurales y frustraciones, se abre para Colombia una merecida esperanza de un cambio por las vías institucionales.” (García, 2022)
Sabemos que la concreción de esa merecida esperanza del país “depende de lo que hagamos desde nuestros oficios, desde las propuestas que planteemos, de las críticas que formulemos.” (Londoño, 2022B) Sobre todo si nos referimos a la esperanza como “esa cosa con plumas que se posa en el alma, entona su melodía sin palabras y nunca se detiene del todo”, tal lo escribió Emily Dickinson. También sabemos que la vida viene sin manual y que el futuro es un mundo que está por imaginar. Por eso, ¡imaginamos una Colombia sin más liderazgos divisionistas y sin más incentivadores de odios entre hermanos!
Las aspiraciones del país pacífico y próspero del tamaño de nuestros sueños colectivos “no son fáciles de ejecutar, pues implican cambios estructurales y, sobre todo, porque desafían a los poderes históricamente establecidos en Colombia. Para enfrentar esos obstáculos el nuevo gobierno tendrá que hacer negociaciones y concesiones con los partidos que representan a esa media Colombia que es o bien de ultraderecha o izquierdofóbica, así que de entrada se sabe que no será fácil, y que tendrá que acotar el alcance de muchas propuestas. Pero no exime al nuevo gobierno de cumplir con sus promesas, como mínimo tendrán que sentar las bases para que la llegada de la izquierda al poder no sea flor de un día, para que si llega luego otro presidente de derecha no pueda deshacer lo andado, y que si llegamos a tener otra presidenta de izquierda (¡Francia 2026!) pueda trabajar sobre lo construido. El cambio llegó, ahora tenemos que trabajar para que sea duradero.” (Ruiz, 2022)
Llorando como un niño pero de alegría y felicidad, ¡amables lectores multicreyentes y sentipensantes!, deseo que el 7 de agosto venga pronto con el glorioso e histórico relevo inédito de Duque-Ramírez por parte del presidente Gustavo Petro Urrego y de la vicepresidenta Francia Márquez, para que en su mandato de 2022 al 2026 hagan una excelente gestión. Ya nadie podrá impedir el primer Gobierno de izquierda democrática en Colombia gracias a su Majestad, la voluntad popular. Muchos éxitos y sabiduría a ellos, pero sobre todo a los millones de colombianos y colombianas quiénes en últimas somos los responsables de nuestro futuro colectivo de paz, vida y justicia social. Como dijo Hellen Keller: ”Solos podemos hacer poco, juntos podemos hacer mucho”.
INDISPENSABLES MURMULLOS REFERENCIALES
- Alarcón, Óscar (2022). El triunfo de Petro. El Espectador, Bogotá, publicado el 21 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/oscar-alarcon/el-triunfo-de-petro/
- El Espectador (2022). Colombia quiere un cambio, no lo frustremos. Editorial de El Espectador, Bogotá, publicado el 30 de mayo https://www.elespectador.com/opinion/editorial/colombia-quiere-un-cambio-no-lo-frustremos/.
- El Espectador (2022B). A sanar heridas con apertura a la izquierda democrática. Editorial de El Espectador, Bogotá, publicado el 20 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/editorial/a-sanar-heridas-con-apertura-a-la-izquierda-democratica/
- Galán Casanova, John (2022). De próceres y guerrilleros. Columnista invitado de El Espectador, Bogotá, publicado el 4 de junio https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/columnista-invitado-ee/de-proceres-y-guerrilleros/
- García-Peña, Daniel (2022). Histórico. El Espectador, Bogotá, publicado el 21 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/daniel-garcia-pena/historico/
- Jorge Naín (2022). Habemus presidente costeño. El Pilón, Valledupar, publicado el 24 de junio https://elpilon.com.co/habemus-presidente-costeno/
- Londoño, Julio César (2022). Por qué no voto por “la cosa”. El Espectador, Bogotá, publicado el 18 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julio-cesar-londono/por-que-no-voto-por-la-cosa/
- Londoño, Julio César (2022B). Nada acaba hasta que se acaba. El Espectador, Bogotá, publicado el 25 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/julio-cesar-londono/nada-acaba-hasta-que-se-acaba/
- Orozco Tascón, Cecilia (2022). El tiempo de la “otra Colombia”. El Espectador, Bogotá, publicado el 22 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/cecilia-orozco-tascon/el-tiempo-de-la-otra-colombia/
- Rodríguez, Nicolás (2022). Falsas y cargadas equivalencias. El Espectador, Bogotá, publicado el 4 de junio https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/nicolas-rodriguez/falsas-y-cargadas-equivalencias/
- Ruiz-Navarro, Catalina (2022). El cambio. El Espectador, Bogotá, publicado el 23 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/catalina-ruiz-navarro/el-cambio/
- Suárez Montoya, Aureliano (2022). Revolcón 2.0. Revista Semana, Bogotá, publicado el 25 de junio en http://www.dairogonzalezquiroz.com/uncategorized/historico-relevo-inedito/
- VÁSQUEZ, JUAN GABRIEL (2022). Cuidado: aquí hay historia. El País de España, Madrid, publicado el 23 de junio en https://elpais.com/america-colombia/elecciones-presidenciales/2022-06-23/cuidado-aqui-hay-historia.html
- Villar Borda, Leopoldo (2022). La derrota del miedo. El Espectador, Bogotá, publicado el 21 de junio en https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/leopoldo-villar-borda/la-derrota-del-miedo/?cx_testId=29&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=4#cxrecs_s
Con esta prosa histórica de las vicisitudes de nuestra Colombia, tenemos base para desglosar un buen proceso de gobierno que ejercerá Petro-Márquez y así tener un gran alivio para la vida de nuestro país quien ha sido muy golpeado por los anteriores mandatos.
Profe Alcides, bienvenido ese gran alivio. Muy amable su lectura y comentario.
Gustavo Petro Urrego, es la esperanza de un pueblo, se intentó con Gaitán, luego con Galán hasta que por fin se impuso la voluntad popular, la crónica del docente Dairo González, mi amigo, detalla con precisión, el acontecer de esta contienda electoral, muy Sui Géneris, parecía el triunfo de la Selección Colombia, considero que es así, ganó Colombia por encima de otros intereses
Ciertamente mi estimado profesor Perea, ganó nuestra adolorida pero Patria amada: muchas gracias por su lectura y comentario.
Sin dudarlo un instante, tengo la firme convicción de que, los votos del Presidente Petro sumados a los votos de su contricante Ingeniero Rodolfo, son los votos de un pueblo que lucha contra la clase que a través del tiempo, ha usurpado todos los derechos de los colombianos, No sólo en nuestro Territorio Nacional sino también en el exterior.
Han llegado nuevos vientos cargados de esperanza a nuestra Patria Colombia.
😇
Profe Héctor, muchas gracias por su lectura y comentario.
Gracias amigo y compañero de estudios Dairo González, recuerdo cuando éramos estudiantes y entramos a la materia de filosofía con el profesor Rangel, empezábamos a entender lo que pasaba en nuestra sociedad política.
Digo esto porque desde esa época hasta ahora han ocurrido muchos de los sucesos que tienen a este país así.
Hasta alguno de nosotros talvez hubiésemos terminado como el Doctor Gustavo Petro por querer cambiar lo que sucedía. Gracias a Dios no fue así. Siempre recuerdo eso.
Con respecto al artículo que Usted escribe, es lo que se debe tener en cuenta con la elección de Petro, si en verdad queremos que nuestro país cambie de rumbo, es reconocer las cosas sin negar la verdad de las cosas.
Mi estimado Hincapie, muy amable por su lectura y comentarios
El presente escrito de Dairo González es el culmen de una inteligente ilación de ideas explicadas en los anteriores artículos sobre algunas profundidades de la campaña electoral a la presidencia de Colombia 2022. El escrito tiene un diseño estructural que se libera del torbellino de los entramados de ideas, en apariencia lógicos, pero ligeros y que los medios de comunicación de la nómina del poder emplean sin cesar. Con una ilustración pedagógica, algo que el autor Dairo González nos señala es que las estrategias de la victoria electoral de Petro y Márquez se deben seguir esgrimiendo y fortaleciendo contra las trampas y manipulaciones de los quebrantados ostentadores del poder, quienes, aunque perdieron la presidencia de la república, están dispuestos a ir hasta la muerte de la misma patria con tal de no perder su solio.
Doctor Pinilla, mil y una gracias por su lectura y comentarios que honran a este portal.