DOSTOIEVSKI Y COLOMBIA

En la foto: El autor del artículo al lado del monumento a Marx en Moscú en el año 2017. Este lamenta haber extraviado una foto al lado del monumento a Dostoievsky en San Petersburgo.

En medio del Año Dostoievski que es este 2021 ya que se celebra el bicentenario de su nacimiento y 140 años de su muerte, en medio del segundo año de la peste del covid19 y muchos años de las epidemias de corrupción, desigualdad e injusticia, en medio de los asesinatos de líderes sociales, jóvenes y desmovilizados de la FARC y en medio de las masacres reiteradas de colombianos a pesar de los procesos de paz entre guerrilla y el gobierno de Santos y entre paramilitares y el gobierno de Uribe, es oportuno releer para recordar algunas de las ideas sobre la fuerza redentora del sufrimiento humano y algunas de las profecías del autor ruso, preocupado por la maldad e iniquidad, la dificultad de la libertad humana o el movimiento de las masas, el abuso y la voluntad del poder o simplemente por los misterios de la condición humana que tanto lo atormentaron.

Hijo de un autoritario médico terrateniente y una amorosa madre sumisa, Fiódor Dostoievski nació el 11 de noviembre de 1821 en Moscú en medio de un ambiente familiar complejo conformado por siete hijos.  La muerte de la madre por tuberculosis en 1837 sumió a sus hijos en el dolor y al padre en la  depresión  y el  alcoholismo . En 1839, meses después de haber ingresado en la Escuela Superior de Ingeniería Militar de San Petersburgo, sucedió un hecho que le marcaría para el resto de su vida: su padre fue asesinado por sus siervos, a quienes trataba de forma brutal. Al enterarse, el futuro escritor tuvo el primer ataque de epilepsia de la que jamás llegaría a liberarse. En 1843, concluyó sus estudios y, después de adquirir el grado militar de subteniente, tuvo su primer trabajo en la Dirección General de Ingenieros; pero pronto lo abandonó para dedicarse enteramente a la literatura: su primera novela, Pobres gentes (1846), fue bien recibida por la crítica. Luego, estimulado por ello, publicó El doble (1847), La patrona (1847), Corazón débil (1848), Noches blancas (1848) y El ladrón honrado (1848); simultáneamente, formó parte de un grupo revolucionario contra el régimen zarista de la sociedad rusa del siglo XIX, la que exploró sicológicamente en su complejo contexto político, social y espiritual.

Por eso, en 1949, junto con otros miembros, fue detenido, encarcelado durante ocho meses de prisión solitaria y condenado a muerte e indultado, cuando ya se hallaba ante el pelotón de fusilamiento, fue deportado a Siberia, donde soportó cuatro años de trabajos forzados. Las atroces penalidades que sufrió y la convivencia con delincuentes y asesinos siguieron transformando su personalidad. En 1854, en lo que constituía la segunda parte de su condena, se incorporó como soldado raso a un batallón también siberiano, en donde la vida empezó a ser menos dura y en 1857 quedó libre y se casó con una viuda y escribió El pequeño héroe, a la que siguieron El sueño del tío (1859) y La aldea de Stepánchikovo (1859). En 1861, dos años después de que se autorizara su regreso a San Petersburgo, publicó la primera de sus grandes novelas, Humillados y ofendidos; posteriormente, entre ataques epilépticos y enormes apuros económicos por ser jugador empedernido y entre duelos por la muerte de su esposa y hermano, siguieron las obras maestras que acabo de releer y que le valieron la consagración definitiva. En 1867, escapó al extranjero huyendo de sus acreedores y no volvió a su país hasta 1871. En los últimos años de su vida con nuevo matrimonio que engendró varios hijos, Fiódor fue reconocido como excelente narrador en Rusia y Europa por la gran profundidad sicológica e intenso patetismo de su obra. Finalmente, en febrero 9 de 1881, fallece en San Petersburgo de una  hemorragia   pulmonar  asociada a un  enfisema  y a un ataque epiléptico, donde fue sepultado en medio de un apoteósico funeral organizado por “los diferentes partidos reconciliados en el dolor común y en el deseo de rendir el último homenaje al célebre escritor.​” (Grigórievna, 1984, p. 215)

Este año, entonces, por tantos crímenes cometidos, por las innumerables víctimas anónimas y algunas célebres de esta pandemia inesperada y guerra desmadrada y por los pocos castigos de la Justicia colombiana, tuve la experiencia terriblemente ponderosa y muy esperanzadora de releer parte de la exhuberante novelística dostoievskiana, específicamente Crimen y castigo (1866), Los demonios (1871-1872), El jugador (1866) y Los hermanos Karamozov (1879-1880).

El primer texto me pareció inicialmente una novela policial sobre el conflicto entre el Bien y el Mal; ahora una extraordinaria narración psicológica en la cual desentrañé el fondo de “la mejor novela de asesinato que se ha escrito” (Harold Bloom, 2007, p. 201) o «la mayor novela que se haya escrito sobre el eterno problema de la culpa y la redención» (Ernesto Sábato, 2006). Observa Dostoievski que el castigo no intimida al resentido estudiante Raskolnikov quien mata a una avarienta vieja usurera que lo explota, porque el criminal de por sí pide ya moralmente un castigo; ¿estará aquí otra de las raíces de lo que sucede en nuestro país? No lo sé, lo que sí sé es que este generoso asesino “no es un simple criminal, sino alguien preocupado por establecer la justicia social.” (Djermanovic, 2021) Otros personajes capitales del texto son: Sonia, angelical muchacha piadosa que se sacrifica como prostituta para mantener a sus míseros hermanos; Petróvich, perspicaz juez de instrucción que es el paciente nemésis de Raskolnikov; y Svidrigáilov, monumento al solipsismo nihilista y la lujuria fría (Bloom, 2007, p. 201). Entre la obra ingente del novelista ruso es ésta, sin duda, la de mayor plenitud formal y una de las más grandes e imperecederas de la literatura universal.

Por el lado de Los demonios (novela traducida al español también como Los endemoniados o Demonios), un drama sicológico y una gran tragedia dominada por el aristocrático y misterioso Stavroguin quien ejerce una extraordinaria influencia sobre los corazones y las mentes de casi todos los demás personajes, es una sátira social y política en que fuerzas “demoniacas” se apoderan del espacio citadino. El autor moscovita refleja sus profundas inquietudes sobre las consecuencias potencialmente catastróficas del nihilismo político y moral que estaban haciéndose predominantes en Rusia en el decenio de los años 1860. Por eso Dostoievski, citado por Tamara Djermanovic (2021), apunta al intento de realizar a través de sus demonios el gran ideal de la igualdad social en el comunismo ruso: “No pueden figurarse la rabia y la melancolía que se apodera del espíritu cuando una idea grande, que uno viene venerando solemnemente desde antiguo, es arrebatada por unos necios y difundida por esas calles entre otros imbéciles como ellos”. Esta novela puede considerarse como la más visionaria de sus obras una vez acabado el siglo XX y los dos primeros decenios del XXI cuando en algunos países han fracasado algunas ideologías sociales.

En la tercera novela escogida, El jugador, una de las obras más geniales de la literatura rusa, el gran autor trató el tema del juego, cuya pasión conocía por experiencia propia. El protagonista Ivánovich es una clara trasposición del propio escritor, como Polina lo es de Súslova, “amante que fue del escritor en una de las épocas en que éste estuvo prendido por la ruleta. Todos los personajes del texto viven con la única obsesión del juego” (Maestros de la literatura universal, 1984, p. XXII), al que son arrastrados por un fatalismo infernal del cual ni el mismo Dostoievski consiguió liberarse, ni aún después de haber escrito esta narración magistral.

En la cuarta y última novela releída como otra de las mejores (Los hermanos Karamazov), Teodoro Karamazov, fundador de la conflictiva e interesante familia retratada por Dostoievski, era un hombre irresponsable de 55 años, gastado por los vicios, lujurioso, borracho, bufón grotesco y despreciable. De su primer matrimonio, tuvo un hijo; y del segundo, otros dos: los tres se criaron y educaron sin intervención del padre, unas veces en poder de un criado y otras bajo la tutela de diferentes personas. Con una familia así, lógicamente, los conflictos eran el pan de cada día. Pero el gran autor ruso también retrata la memorable figura del Gran Inquisidor quien nos “recuerda que no hay peor mal que el que se esconde bajo la máscara del bien. Se trata de un impostor que propaga las teorías en las que no cree, pero consigue manipular a las masas: “´Sólo llega a dominar la libertad de los hombres aquel que tranquiliza sus conciencias´. Diferentes totalitarismos y fundamentalismos surgidos desde entonces parecen haber aplicado a pie de la letra estas palabras de Dostoievski.” (Djermanovic, 2021)

Este ingente innovador de la forma novelesca -alumbrador de una gran obra novedosa y valiente- vivió pues la mayor parte de su vida en la miseria económica y convivencial y en muchas ocasiones recurrió a la escritura para escapar de esa pobreza, sufrió la cárcel y fue deportado por intrigar contra el gobierno. “Dostoievski se nos presenta como un ser fascinante y sus obras aparecen ante nuestros ojos estrechamente vinculadas a los acontecimientos a los que tuvo que enfrentarse… Parece como si este escritor genial hubiera organizado su existencia al estilo de sus novelas, como si la hubiera convertido en la más apasionante de ellas.” (Troyat, 2006, p. 13) En definitiva, él supo transformar la adversidad en oportunidad.

Este año, pues, muchos acontecimientos van a conmemorar los 200 años del nacimiento y los 140 de la muerte del excelente novelista; no solo en Rusia, sino también en Colombia y en el mundo entero. “Y esto pasa porque la obra de Dostoievski ofrece muchos ejemplos que ponen los pelos de punta por su enorme actualidad.” (Djermanovic, 2021) Muchas cosas que el siglo pasado o éste se tenían por exageradas e imposibles se han realizado literalmente y en otras nos hallamos en vísperas de que sucedan tanto en Rusia, Colombia y el mundo: el encarcelado disidente Alexei Navalny, ayudado por su esposa Yulia Navalnaya y otros aliados, logró movilizar con valentía, sarcasmo y humor a decenas de miles de personas inconformes en muchas ciudades rusas en contra de autoritarismo corrupto, envenenamientos sospechosos e injustos encarcelamientos en su país, lo cual lo convierte “en la amenaza política más potente a la que se ha enfrentado Putin desde su ascenso al poder en 1999.” (Sierra, 2021) La dupla Biden-Harris promete un escenario mundial más propicio para luchar contra los problemas coyunturales y estructurales. Acá se avecinan unas nuevas esperanzadoras elecciones presidenciales con vacunas a bordo contra pandemia y extremismos políticos y religiosos y estigmatización y señalamientos en extremo intolerantes. Y en otras partes del mundo irrumpen movimientos emergentes también esperanzadores.

Es evidente entonces que Dostoievski sigue teniendo vigencia por s inmenso poder narrativo, apelador y cuestionador, ante el cual antepone la responsabilidad colectiva e individual con dignidad e inconformismo. Aún podemos hacer mucho si hacemos caso a lo que el insigne humanista trágico -nada moralista- animado por un hondo espíritu cristiano nos propone y nos sigue aclamando: levantarnos como Lázaro “del nihilismo o el escepticismo y convertirnos” (Bloom, 2007, p. 206) en desobedientes de los orgiásticos villanos porque “el futuro está en nuestras manos.” (León Tolstoi) Amarnos sin egoísmos y sacrificarnos por los otros como lo hace Sonia en Crimen y castigo. Tener confianza, como la tenía Zósimo en Los hermanos Karamazov, en que “el rico más depravado acabará por avergonzarse de su riqueza ante el pobre.”​ Por eso, aunque el desespero nos acose, hay que seguir plantando la semilla de la esperanza para que florezca un porvenir verdaderamente fructífero: “La gloria sea con Aquel que no muere.” (Borges, 1993, p. 26)

BIBLIOGRAFÍA

  • Bloom, Harold (2007). Cómo leer y por qué. Bogotá: Grupo Editorial Norma.
  • Borges, Jorge Luis (1993). El Aleph. PerioLibro de El Espectador: Bogotá.
  • Djermanovic, Tamara (2021). Dostoievski y nosotros, año 2021. En El País de España, publicado el 23 de enero en https://elpais.com/opinion/2021-01-22/dostoievski-y-nosotros-ano-2021.html
  • Dostoievski, Fiódor (1980). Crimen y Castigo. Madrid: biblioteca edaf de bolsillo.
  • ________________ (1984). Demonios. Barcelona: Editorial Bruguera.
  • ________________ (1984). El jugador. En Maestros de la literatura universal, tomo IV, Rusia 1. Bogotá: Editorial Oveja Negra.
  • ________________ (2003). Los hermanos Karamázov. Buenos Aires: Ediciones Libertador.
  • Grigórievna, Anna (1984). Dostoyevski, mi marido. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.
  • Sábato, Ernesto (2006). El escritor y sus fantasmas. Buenos Aires: Grupo Editorial Planeta / Seix Barral.
  • Sierra, Gustavo (2021) Cómo Alexei Navalny se convirtió en la mayor pesadilla de Putin y por qué es diferente de sus enemigos anteriores. En Infobae América, publicado el 30 de enero https://www.infobae.com/america/mundo/2021/01/30/como-alexei-navalny-se-convirtio-en-la-mayor-pesadilla-de-putin-y-por-que-es-diferente-de-sus-enemigos-anteriores/
  • Troyat, Henri (2006). Dostoievski. Barcelona: Vergara Grupo Zeta.

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