ALMINARES DE SANGRE

En memoria de Javier Ordóñez, abogado e ingeniero muerto en un inexcusable acto de brutalidad policial generador de una oleada de indignación ciudadana que, para agravar los hechos, terminó en más de una decena de personas asesinadas, en más de dos centenares de heridos y en la destrucción de vehículos e instalaciones policiales; esto debe ser pronta y exhaustivamente esclarecido aunque el subpresidente Duque y el presidente eterno tienen gran responsabilidad.

Águila imperial, estiércol del diablo quiso simbolizar,
rascacielos de ciento diez pisos comenzó a entronizar;
diez años de sudor y lágrimas los obreros emplearon;
bajo órdenes de Yamasaki dos edificios terminaron.

Desde estreno, con muchos honores celebrado,
Las Torres como íconos mayores se enfilaron
Como lo impensable, en New York quedaron:
La más bella e incluyente de la aldea global,
urbe de orgías y paseos del Whitman genial.

Perfectas antenas universales eran Las Gemelas,
que exhibían hondas entrañas de nación entera
Ni truenos, ni rayos, ni centellas se burlaban;
de la infinita seguridad de las estrellas gozaban.

Altivas en el núcleo financiero se exhibieron,
simples e ilustres visitantes foráneos arribaron
a gozar de formidable vista y del tibio encanto
de Gran Manzana con su incomparable manto
Con la espléndida joya exquisita se deleitaban;
su fundida esbeltez mixta, firmes desplegaban.

The Twins, en familia, los neoyorquinos las intitularon
Mas desde mayo del setenta y siete, su inauguración,
condenadas a la destrucción quedaron;
astros y oráculos dicen que desde abril hasta junio
Saturno está en Géminis, Saturno es infortunio
y Géminis, en meridiano de sangre, son Las Gemelas:
“Muy intranquilas vivirán como el que pasa en vela”.

Mostrar mejores joyas a cielo abierto uno nunca debe
Belleza, perfección y alarde, su acta de parca firman
Bombazo de mil novecientos noventa y tres ocasional,
pies sólidos del orgulloso emblema comercial arañó
Con amor y conocimiento, curados enseguida fueron;
su vivacidad y beldad, sin sufrimiento, devolvieron.

–¡Hey renacuajo!, The Towers aún están en pie sin titubeo
–advirtió agente secreto, conduciendo en el aire a su reo
–No estarían si hubiera tenido suficiente estiércol explosivo
–respondió el rebelde cabeza de arista con tono agresivo:
Primera y única voz de alerta que no se tuvo en cuenta.

Terrorismo musulmán de loca potencia Kamikaze
con mucha fe y sin sofisticada tecnología al alcance;
pero provisto de adiestrados comandos irracionales,
expertos para secuestrar aves de acero comerciales,
golpe más horrendo que cine de Hollywood asestó:
Dos aves aceradas de globales pasajeros repletas
contra gran símbolo imperial estrelladas fueron.

Cincuenta y un minutos sangrientos ardieron,
minaretes y cuerpos calcinados se desplomaron;
bajo escombros de enormes moles sepultados
en medio de vidrio macabro, hierro cloteado,
descomunales columnas de humo azufrado
y de Átropos y Láquesis cortantes,
un atiborrado cielo asfixiante.

Ante semejante paisaje arruinado,
ante terrible desconcierto generalizado
y mirada incrédula del mundo globalizado,
Mellizas se esfumaron como ente hechizado.

Apocalípticos best sellers desbordados quedaron,
en pálida antología por súbita acción convertidos
La maléfica e inesperada desaparición
al lenguaje con poca precisión dejó:
ni bárbara, ni horrenda, ni siquiera perversa
o depravada, alcanza a describir su naturaleza.

Ojos alienados por tecnología señorial
a New York y su Águila en shock
contemplamos en desorden serial
como grandes zombis de rock
Martes funesto once de septiembre de dos mil uno:
cierre estricto del siglo veinte e inicio del veintiuno.

Ruido infernal hicieron naves cuando explotaron,
asimismo, cuando las Gemelas se desplomaron:
Pandemónium que reino tecnológico e informático
hasta los cojones, agresivo y enfermizo transmitió.

El ataque con contundencia se propinó
y con gran salvajismo a su gente golpeó:
Estremecimiento de la economía global
y cierres de embajadas del norte colosal,
como pandemia el acto fatídico engendró.

El Águila herida en ave aislada de espinas se convirtió,
relatos de solidaridad humana entre ruinas abundaron
aunque algunos a escarbar como hienas se dedicaron,
souvenir dejado por torres de sangre llenas buscaron.

¿Cómo, cuándo, contra quién El titán herido reaccionará?
¿Cruzada contra todo olor a terrorismo emprenderá?
De respuestas a estos y otros interrogantes dependerá
el futuro de la paz universal que de seguro no vendrá.

El buitre de la guerra y del desacierto,
en medio de un desencajado desconcierto
protegido por Air Force One en riel secreto,
con tono absolutista enseguida reaccionó
leyendo clamor de venganza revanchista:

“Más que actos de terror…, fueron actos de guerra
Será una lucha monumental entre el bien y el mal;
vamos a acabar con el diabólico eje fundamental;
los batallones de la libertad y de la democracia
lo sacarán de su escondite y lo volverán cenizas…”

Los rectores del titán norteño arrogantes han sido
y misiones agresoras y humillantes han asumido:
Enfrentamientos, desigualdades y expoliaciones
en naciones por ellos codiciadas han originado.

Mas nada justifica crueldad y afrenta a la humanidad:
La guerra nunca tendrá sentido y nunca deberá contar
ni responder a cruzadas de odio ni de otro aciago episodio.

Suena trillado, pero ojalá algo bueno salga del atentado:
¡Oh Gemelas!, la violencia como partera de la historia,
ojalá deje como hijo intachable un mundo sin escoria,
donde violentos no quepan ni en fortísimos vientos.

Pero desafiado el orgulloso Águila imperial
del doble símbolo con el sangrado torrencial,
el temor de su puntería volcánica acecha;
horror y carnicería titánica se sospecha
que hasta pueblos enteros alcanzará
con tal de erigirse en policía global
e indiscutible vengador justiciero.

Este texto fue escrito el 15 de septiembre de 2001, cuatro días después del atentado a las Torres Gemelas, y por primera se publica ahora a los 19 años de ocurrido ese hecho execrable. Forma parte de Oscuridades y destellos de la memoria, libro que será publicado próximamente.

3 respuestas a «ALMINARES DE SANGRE»

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